Hemos estado fuera del la red no por falta de ganas sino de tiempo. Cuestiones de supervivencia, bien podría decirse, son las que más privan para quienes no tenemos más alternativa que calarnos el proceso hasta sus últimas instancias, esperando un desenlace que pudiera ser feliz –comedia-, infeliz –tragedia- o mixto –tragicomedia o melodrama-.
Mientras tanto, los amigos y los familiares de nuestras amistades se mueren –sus corazones se parten, sus organismos se disgregan pues ya no resisten tanto estrés o infamia-, y ya no tenemos ganas ni disponibilidad para velarlos. Sobre todo cuando las honras fúnebres se celebran en La Guairita, una burbuja donde no hay tragos sino sándwiches, caldos parecidos a una sopa Continental diluida –sin fideos ni pollo- y un café malísimo recuerda al americano, antes de que los gringos importaran sus máquinas expreso de Italia.
Si alguno de nuestros difuntos amigos o amigas fue en vida buena copa, no hay oportunidad para el descorche, ni para echar al suelo unas gotas de licor, y decir: ¡Pá los muertos! Ahora la gente no bebe. O, al menos, no lo admite. La moda es inhalar, el éxtasis, y pedir en las discotecas de moda agua mineral, Minalba o Perrier.
Si alguien quiere acostarse con alguna dama, no la seduce, sino que se le pone en su trago escopolamina, droga conocida en Venezuela como burundaga, y se la lleva a la cama como muñeca inflable. Igual procedimiento se emplea para asaltar a un honesto profesor, quien sale de un restaurante de Las Mercedes, despojarlo de su Blackberry y otras pertenencias, y dejarlo cual zombi, con un tubazo en la frente en Fila de Mariches. Sin saber lo que pasó, desde que llamó por su móvil a un taxi, hasta que lo recogieron, amnésico, dos guardias nacionales buena nota, y lo llevaron a su casa.
Ya no se baila. Las personas se lanzan a la pista, meneando los brazos como las aspas de los molinos de Don Quijote, al son de un ragetones, con letras como: Yo soy Yamira Yamilé./ Si te metes conmigo,/ te saco la yilé.
Pensar, que tras toda este entarimado, están los triosoleados, y también los bisoleados y unisoleados. Con expedientes tan grandes como las Páginas Amarillas de Manhattan. Por menos que eso, Ronald Reagan a invadió Panamá y capturó a Manuel Noriega, el Rey del Machete.
Algunos amigos exigen que hablemos mal de Juan Manuel Santos. No nos da la gana. Es un patriota, no de la Gran Colombia sino de Colombia a secas. Entregando a Makled, logra tres objetivos:
⎯Que el Guasón le pague a los empresarios colombianos los 800 millones de dólares que aún les debe Cadivi
⎯Que la frontera venezolana se convierta en territorio hostil y deje de ser santuario para los narcoguerrilleros ETA-ELN-FARC
⎯Que los 10 batallones enviados a Colombia sigan hasta Costa Rica –ya deben andar por Darién-, y continúen, a paso de vencedores, hasta San José, con la intención de defenestrar a esa Presidenta apátrida, burguesa y pitiyanqui llamada Laura Chinchilla, cuyo apellido evoca a un roedor andino en vías de extinción, cuyas piel se usa desde la Colonia para abrigar los cueros oligárquicos de las ricas y famosas en invierno. Y poner en su lugar al pedófilo y sexópata Daniel Ortega.
La conspiración contra Venezuela y su pueblo continúa siendo alimentada en el mundo por partiduchos como el PSOE, a los cuales les importa un carajo que una de sus ciudadanas presenciara como a su cónyuge lo mataban impunemente las hordas rojas en San Felipe, y después le incendiaran su morada, construida con el sacrificio de años. Eso sí, que no le toquen los reales a Repsol, a los banqueros emparentados con la realeza y a las trasnacionales españolas que operan como las factorías del Congo Belga.
Y la MUDA sigue MUDA, pese a que la casta militar que destruye a la República y la entrega, alegremente, al hampa común, los fundamentalistas islamistas y los castro-comunistas que se mueven en Pdvsa como lo hacían en Adis Abeba en la época dorada de la Guerra Fría. Casta que les ha dicho, claro y raspado, que, en el supuesto negado de que le ganen al Guasón en el 2012, el líder ceresoliano se queda en Miraflores per secula securolum. Casta corrupta que a lo único que teme es al expediente de la DEA, por lo cual quiebra bancos y casas de valores para extraditar y acallar a los cantantes de ópera venezolanos que alimentan los archivos de las fiscalías yanquis.
Por eso, no hay ni podrá haber ambiente navideño en esta Venezuela triste del 2010. Sólo una arrechera general, que aspira y espera a que se abra la Caja de Pandora, y un poco de ancianos y obnubilados que alimenta sus resentimientos diarios con tres venenos impresos: el Correo de Caroní, Vea y Últimas Noticias.
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