El negro panorama
de las fake news y la posverdad
Las fake news (noticias falsas) constituyen una categoría de la prensa
amarillista o, más bien, de la propaganda política –en el sentido de la
inteligencia militar–, caracterizada por difundir de forma deliberada mentiras,
verdades a medias o rumores, a través de los medios masivos y las redes
sociales.
Su objeto es dañar la imagen de personas jurídicas o naturales ante sus audiencias
actuales o potenciales, estén ellas integradas por electores –en el caso de candidatos
y partidos políticos–, consumidores –si se trata de fabricantes y anunciantes–
o líderes de opinión –referido a corporaciones públicas y privadas e
instituciones–.
Para lograrlo, se emplean declaraciones y titulares sensacionalistas,
deshonestos o francamente mentirosos, creados deliberadamente para llamar la
atención, aumentar el número de lectores e “impresiones” –tiempo que los
espectadores dedican a enterarse sobre los contenidos–. La idea es que, a
quienes impacten esta informaciones, se conviertan a su vez en propagadores de
falsedades y las reenvíen, por medios interactivos o comunicación interpersonal
–“uno a uno” y “uno a algunos”, el llamado “efecto Radio Bemba”–.
Las “fake news” deben ser diferencias de la sátira y el sarcasmo, géneros que caricaturizaran sujetos y objetos
de la vida real, utilizando el humor para divertir del público, quien siempre
entiende que la exageración, ridiculización o mofa sobre la persona u objeto cuestionado
siempre se apoya en una base verídica.
Hubo una implosión exponencial de las “fake news”
Zuckerberg, su interpelación rompió récord
Para los medios interactivos, atraer espectadores a sus sites resulta
indispensable para incrementar sus ingresos en línea. Si al publicar una
historia tendenciosa los usuarios reaccionan comprando el producto o empleando el
servicio, el beneficio económico captará a un mayor número de anunciantes y
mejorará la eficacia del perverso sistema, al lo menos en la esfuera de su
inmediatez.
La fácil y rápida obtención de ingresos adicionales o inesperados vía
on–line, la crispación e incremento de la polarización política y la
popularidad de las redes sociales, como Facebook Instagram y Twiter, son causas
directas de que, en el alud informativo cotidiano, se deslicen “fake news”, en competencia con
noticias legítimas.
Consultores políticos como Iván Redondo –actual director de Gabinete de
Pedro Sánchez, Presidente de España– y el ex alcalde de Nueva York Rudolph
Giuliani –abogado de Donald Trump, Presidente de Estados Unido–, también se ha
convertido en “controladores sicolingüísticos” para difundir las “fake news”, particularmente
durante los esfuerzos que sus asesotados han emprendido para acceder al poder y
mantenerse en él.
Las “fake news” socavan la credibilidad de los medios honestos y dificultan que los
periodistas relaten profesionalmente lo que pasa en el mundo. Un análisis
realizado por la analista Buzzfeed descubrió que las 20 noticias falsas más
importantes que cubrieron los comicios presidenciales en EEUU durante el 2016, recibieron más impresiones en Facebook que las
20 principales historias legítimas de los 19 medios que encabezan el ranking de
audiencia. Los sites de encubiertos, sin editores identificables, también dificultan
extremadamente ña detección de las “fake news” y la penalización de sus autores.
Como destacó el periódico argentino “La Nación”, difícilmente hubo una
interpelación en el parlamento estadounidense con mayor rating que la rendición
de cuentas a la cual fuera sometido Mark Zuckerberg, cofundador y director
ejecutivo de Facebook, el 24 de abril de 2018. La razón principal de esta
atención estuvo en los 2 mil 200 millones de usuarios que Facebook manejaba a
la fecha, y el atentado claro contra su privacidad, en la conexión Cambridge–Analytica
con la KGB rusa y el Presidente Vladimir Putin.
Aunque Facebook pagó con la desafiliación masiva su pecado de infidencia, todavía
entre los miles de millones que aún siguen en ella y sumándoles los de Twitter,
Instagram y Google, estos híper links manejan el 87% de la data global. Curioso
el caso de Facebook, que aloja casi el 90% de cibernautas de habla hispana, quienes
decidieron mantenerse mayoritariamente en el feudo de Zuckerberg.
El manejo de la posverdad entre los políticos
Ex alcalde Rudy Giuliani: "La verdad no es cierta"
Dictaduras filocomunistas, como las de Daniel Ortega y Nicolás Maduro,
dieron los primeros pasos en la aplicación de la estrategia comunicación de la “posverdad”, un proceso que implica la
creación y difusión de “fake news” para sofocar las
voces disidentes y atemorizar a quienes intentan unírseles, mas nunca para
defender los derechos inherentes e los ciudadanos.
Recientemente y, al menos, en dos democracias occidentales, España y
Estados Unidos, los asesores políticos de sus primeros mandtarios, emplearon
con absoluto cinismo y total descaro a la “posverdad”: Trump, que ganó los
comicios sin mayoría de votos; Sánchez, que lo hizo sin siquiera someterse al
escrutinio electoral.
Durante y después de su campaña, Trump comenzó a usar el término “fake news” para definir a la
información que le incomodaba. El incordio presidencial llegó a su clímax el 17
de agosto de 2018, cuando más de 300 periódicos se unieron para defenderse de
los ataques en su contra, liderados por el Boston Globe. La consigna fue
entonces: “No somos enemigos del pueblo”.
Al ser detenidos Michael Cohen y Paul Manafort, dos de los asesores de Trump,
por crímenes relacionados con su campaña electoral y fraude bancario, “Rudy” Giuliani
aseguró en CNBC, frente a pregunta de Chuck Nodd, entrevistador y director de
política la emisora, sobre cuál era la verdad sobre estos escándalos, “La
verdad no es cierta”–. Aclaró Giluani que la verdad difería, “… sobre lo que hizo
o no hizo, por qué se hizo, qué o con quién habló, cuánto se pagó… lo que Cohen
y Manafort declararon no fue la verdad, sino sus versiones. Ante lo que Nodd le
interrumpió, enfatizando, “la verdad es la verdad”.
Con la posverdad, España se irá a la mierda
Iván Redondo: Ganó la Presidencia de España... ¡sin siquiera ir a elecciones!
Según “El País de España”, Giuliani dio en el clavo “sin querer queriendo”,
al reconocer ante las cámaras que la verdad ya no importa. Lo que sí importa
ahora es su percepción de credibilidad, con el apoyo inmediato e irreflexivo de
Internet. Los números por sí solos no valen para nada. La posverdad no sólo se
queda en la comunicología, sino que traslada también a los demás poderes, entre
ellos el ámbito judicial.
No se trata de medir cuánto miente un político buscando apoyo, sino establecer
si la política va a seguir o no asumiendo la verdad como su valor intrínseco. En
caso contrario, se destruirá, y arrastrará con ella a las libertades ciudadanas. Así pasó en Venezuela y Nicaragua, estuvo a punto de pasar en Argentina, Brasil,
Colombia y Ecuador. Y está pasando ahora en España
En un artículo del 14 de agosto de 2018, publicado e “ABC Internacional” e
intitulado “El agente de Maduro y la tortura”, Hermann Tertsch, su columnista,
afirma “Venezuela sufre sin cesar un dolor de espanto por miedo, violencia,
hambre, tortura y privaciones sin fin.… que no se habría dado sin la
implicación de asesores comunistas españoles durante la construcción de la
dictadura y sin la increíble pero ya muy constatada implicación como estrecho
colaborador de Maduro, el criminal que preside aquel régimen, de un
expresidente del gobierno de España… José Luis Rodríguez Zapatero, cuya
influencia en el gobierno de Sánchez también es muy grande. Zapatero es hoy el
asesor común de Maduro y de nuestro jefe de Gobierno. Y Sánchez está bajo la
influencia combinada del asesor de Maduro y de Podemos que debe su existencia y
obediencia a aquella dictadura. Ante estos datos, quizás debieran alarmarse un
poco más los españoles…”
Román Cendoya, autor ensayo “Del homo sapiens al homo digitalis”, rechaza
que el ser humano esté condenado a convertirse en un “fake human”. El ciberespacio
debe tamizarse con pensamiento crítico y, según su sedimento, preguntarse dónde
termina el control sicolingüístico con fines políticos, para garantizar los derechos
individuales y las instituciones de la democracia republicana. De no hacerse,
España se iría a la mierda.
“However, against this backdrop, allow me here to
recall the old adage that it is always darkest before the dawn” (“Sin embargo, ante este oscuro panorama, me permito
recordar al efecto ese viejo adagio que expresa: ´Nunca se pone más oscuro
que cuando va a amanecer”).