lunes, 19 de marzo de 2012

La noche de los gatillos alegres

Disparen primero…
La noche del viernes 16 de los corrientes fue vilmente asesinada Karen Berendique, estudiante de Comunicación Social e hija del cónsul chileno en Maracaibo, cuando iba a reencontrarse con sus ex compañeras de estudios de Secundaria.
Los victimarios, agentes del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas –antigua PTJ- dispararon al vehículo donde viajaban cuando Fernando, su hermano, se negó a detenerlo frente a una supuesta alcabala por temor a ser asaltado.
La causa de su proceder es que él contaba ya con una experiencia parecida que había terminado en atraco.
Karen recibió tres tiros: uno en la cabeza, otro en el cuello y otro en la mano derecha.
Según las autoridades, el operativo que segó la vida de la joven Berendique tenia como propósito controlar el hurto de automotores, frecuente en el lugar de los acontecimientos.
Empero, no es función de dicho organismo llevar a cabo este tipo de prevención, y, de estar urgida de hacerlo, ha debido apoyarse en otras fuerzas del orden público.
El accionar de los tombos se corresponde más con la descripción de la labor policial durante el gobierno de Rómulo Betancourt: Disparen primero y averigüen después.
Sin embargo, hay que recordar que la democracia entonces luchaba en un capítulo de la Guerra Fría denominado La Tricontinental, contra guerrillas apertrechadas e ideologizadas en la URSS y Cuba.
160 mil homicidios violentos en 12 años
Karen se suma al número de fallecidos por homicidios violentos, que el año pasado llegó a 160 mil desde que desgobierna el Guasón, y el cual ubica a Venezuela entre las 3 docenas de naciones del mundo donde hay confrontaciones bélicas de mediana intensidad.
A diferencia de los demás países en abierto conflicto, en Venezuela no combaten regulares e irregulares, sino la ciudadanía desarmada y el hampa, armada hasta los dientes y, en algunos casos, promovida y protegida por el régimen por sus más altos jerarcas; como el grupo paramilitar Colectivo La Piedrita, cuyo líder máximo, Valentín Armas, prófugo de la justicia ordinaria, se pasea impunemente y a sus anchas e por Caracas, mientras su paradigma le llama terrorista.
Por favor… alguien que lo afine
Por su parte el Guasón, a quien en La Habana no sólo le inyectan los venenos de la quimio, sino también los de la mente perversa del moribundo y jurásico Fidel, se refocila con sus aires de boxeador y prende el contrapunteo en Miraflores, haciendo caso omiso a la noticia que enlutó a Maracaibo y Chile el fin de semana. Y, por si fuera poco, no hay ningún o ninguna hala bolas entre su entourage que le enseñe a cantar o, al menos, le ayude a afinar la voz; a él y a quienes le dedican coplas milagreras.
Ninguna Venezuela me gusta
Esa es una de las dos Venezuela que a mí no me gusta. La desangrada de gente y recursos, propiedad de Cuba y los militares golpistas encumbrados en el poder, no por sus hazañas y valentías, sino por la desidia de los políticos de la IV República aunada a la avaricia de los contratistas de todos los tiempos.
La otra tampoco me gusta.
La de quienes mienten con descaro y cinismo, y le aseguran a este pueblo manso y dócil que ganarán por paliza, sino que de los bandoleros les entregarán el poder por las buenas, y se pondrán a la orden de los tribunales para ser juzgados según las leyes de la República.
¡Míííí…! (expresión que debe ser acompañada por la señal de costumbre).
Oda a un fatídico mes de marzo
En este fatídico mes de marzo y con el mayor respeto, me uno al duelo que aflige a la familia Berendique, pus también soy papá, abuelo de dos chamas y profesor de Comunicación. Además, se cumple un año de la muerte de Chris, mi querida mujer, y varios de la desaparición virtual de quien fuera mi amigo pde siempre, el insigne compositor venezolano Jesús Sanoja Soteldo.
Me acabo de recordar de Chuchito pues encontré un CD con la música que le regaló a su mamá con motivo de su octogésimo onomástico.
Por décadas mantuve una relación de profundo afecto con él, al punto que le agradezco el haberme desasnado musicalmente, pues fue Sanoja quien me enseñó a leer el pentagrama.
Quise mucho a sus cónyuges, a todas, pues entiendo que el status ideal del ser humano es vivir emparejado, aunque no sea siempre con la misma persona.
Cuando murió su hijo, a quien amé entrañablemente, no pude siquiera darle mis condolencias, porque sus dos teléfonos repican sin contestar, y su e mail permanece también mudo para mí.
Me han dicho que Sanoja se ha alejado de sus antiguos clientes y amigos por razones políticas.
Lo cual, de ser cierto, me parece una reverenda huevonada.
Mi tutor de posgrado fue el finado doctor Héctor Mujica, fundador y secretario general del Partido Comunista. Tuve compañeros ñángaras incluso enconchados en mi casa durante los días duros del romulato. Adversando y aborreciendo como adverso y aborrezco al marxismo leninismo, no cabe en mi corazón odio para quienes profesan tan extraviada manera de concebir al mundo en general y al ser humano en particular.
Y aunque no tengo relación alguna con el maestro Gustavo Dudamel, he tenido más de una discusión con aquéllos que le señalan como propagandista de el Guasón, porque no es cierto y porque el arte y la música tienen poco que ver con nuestra realidad aparentemente objetiva, y sí mucho que ver con la híper-realidad que espera a quienes hagan el terrible esfuerzo de evolucionar para convertirse en criaturas de luz.
Si alguno de ustedes, amigos seguidores, puede comunicarse con Chuchito, les ruego le copien este blog. Y, si tienen relación con la familia Berendique, le transmita mi más sentido pésame por la pérdida de Karen, sacrificada la noche de los gatillos alegres.

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