200 mil barriles diarios de Excremento
del Diablo
Inmerso en el
pantano en el cual ha sumergido a su nación por medio siglo y ahíto por los 50
mil barriles de Excremento del Diablo
que se traga a diario –más los 150 mil que cambia por otras delicatesen para
calmar su insaciable apetito-, el Tyrannosaurus Rex observa, a través de la
moderna infotecnología, los cuatro gatos y medio que el humilde soldado a su
servicio ha logrado arrejuntar en una calurosa y polvorienta tarde de San Juan
de los Morros. Se trata de un limitadísimo número de tarifados, que aplauden el
paso de la carroza, soportan desafinados cantos y escuchan el verbo enloquecido
del comandante-presidente de la que otrora fuera la República de Venezuela. Y
la presencia omnipotente, omnipresente y omnisciente del más grande de los dinosaurios
políticos que registra la Historia fue detectada y anunciada, con veneración,
por el inquilino temporal de Miraflores.
Como el Gran Arquitecto de la Maldad que siempre
ha sido, el mayor de los dinosaurios tuvo que fabricar víboras mortales a
partir de los genoma de humanos muy particulares, de personajes sadomasoquistas
como Ramiro Valdez, el Torturador de La
Cabaña, pues en Cuba no se dan naturalmente las serpientes venenosas.
Las
víboras están intranquilas
Por eso, al Tyrannosaurus
Rex y a su entourage debe preocuparles mucho la receptividad del, no del
mensaje de la de oposición venezolana, sino del mensajero Henrique Capriles
Radonzki y el vínculo emocional logrado por él con los electores potenciales que
habrán de acudir a las urnas el 7 de octubre del presente año. A estas alturas deben haberse prendido todas
las alarmas en el novísimo Virreinato, porque el autor de las Declaraciones de La Habana sabe que, en
Comunicación Social, lo afectivo es lo
efectivo y preferencia antecede a
cualquier acción u omisión en la compra de un bien o el uso de un servicio.
La
estrategia de las 3 C
Lo que lleva
inevitablemente al humilde soldado al servicio del Tyrannosaurus Rex a
radicalizar su estrategia comicial diseñada en los laboratorios de guerra sucia
del G2 de la capital insular, madurada en la residencia del presentador dominical
de Televén y jefe de esa familia multigeneracional, dedicada a la corruptela
administrativa, apoyada por los
encuestadores que saltaron la talanquera y se cuadraron con los enemigos de los
empresarios privados que les habían conducido a la fama y la riqueza.
El contenido de
dicha estrategia se basa en las tres C:
cadenas radioeléctricas, cobas al
por mayor –mentiras en venezolano, como los resultados de los sondeos
publicados por Oscar Schemel- y culillo –miedo,
también en criollo, esparcido por el Guasón y la hiena que dirige el despacho
de Misterios, Trácalas y Complicaciones, a través de la hegemonía
comunicacional de la cual dispone el régimen; y el rumor en los canales de
Radio Bemba, liderado en cada empresa del Estado por su gerente nombrado a
dedo-.
La
caída de las 3 C
Pues bien, el Tyrannosaurus
Rex debe percibir la estrepitosa falla de la información y la propaganda
oficialistas.
Contra las cadenas radioeléctricas, un alto porcentaje de los televidentes
–quizás un 40% o más- está suscrito a algún sistema de televisión por
suscripción.
Y no me refiero
a las grandes firmas –DirecTV, Inter y Supercable-, sino a más de 24
cableadoras diseminadas por la geografía nacional.
Por ejemplo, dos
de ellas sirven a los populosos barrios de La Vega, Montalbán y Catia. Según
sus dueños, el porcentaje de moratoria en los pagos es mínima, pues los afiliados
prefieren dejar de satisfacer algunas de sus necesidades básicas que calarse
las interrupciones y desatinos del Guasón.
También en los
cuarteles, anclados a VTV, se ha puesto de moda apagar el televisor. Si, aunque
Ud. no lo crea, está ocurriendo muy frecuentemente en Fuerte Tiuna.
Las cobas son como la ñoña, que, al final,
caen por su propio peso. Al contrario de lo que creen la Hiena y otros
desaventajados y trasnochados discípulos de la Escuela de Fráncfort, es
imposible transformar la realidad objetiva mintiendo, así se repitan los argumentos
falsos mil y una veces.
Como aseveraba Abraham
Lincoln: Se puede engañar a todo el mundo
alguna vez. Se puede engañar a algunas personas todo el tiempo. Pero no se
puede engañar a todos todo el tiempo. Y, según mi percepción, hemos
llegado, todos, al todo el tiempo.
Algunos
capitanes de empresa y emprendedores jóvenes con quienes me reuní
recientemente, me hicieron visualizar una faceta desconocida del culillo. Al menos para mí.
Según ellos, no
es que hayan perdido el miedo, sino que no les sirve para nada ni pueden darse
el lujo de dejarse inmovilizar por él, pues la suerte está echada y, en el
supuesto negado de que el Guasón se quede –ojo, se quede, porque ganar no gana-
para ellos no hay otros caminos que la expropiación y la expatriación. Por lo
cual, están dispuestos a echar el resto.
A cobrar la
victoria, así The Big Brother is watching you -El Hermano Mayor te
vigilia-; que puede traducirse así: El Tyrannosaurus Rex te vigila en San
Juan de los Morros.
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