domingo, 22 de julio de 2012

El Tyrannosaurus Rex te vigila en San Juan de los Morros



200 mil barriles diarios de Excremento del Diablo
Inmerso en el pantano en el cual ha sumergido a su nación por medio siglo y ahíto por los 50 mil barriles de Excremento del Diablo que se traga a diario –más los 150 mil que cambia por otras delicatesen para calmar su insaciable apetito-, el Tyrannosaurus Rex observa, a través de la moderna infotecnología, los cuatro gatos y medio que el humilde soldado a su servicio ha logrado arrejuntar en una calurosa y polvorienta tarde de San Juan de los Morros. Se trata de un limitadísimo número de tarifados, que aplauden el paso de la carroza, soportan desafinados cantos y escuchan el verbo enloquecido del comandante-presidente de la que otrora fuera la República de Venezuela. Y la presencia omnipotente, omnipresente y omnisciente del más grande de los dinosaurios políticos que registra la Historia fue detectada y anunciada, con veneración, por el inquilino temporal de Miraflores.
Como el Gran Arquitecto de la Maldad que siempre ha sido, el mayor de los dinosaurios tuvo que fabricar víboras mortales a partir de los genoma de humanos muy particulares, de personajes sadomasoquistas como Ramiro Valdez, el Torturador de La Cabaña, pues en Cuba no se dan naturalmente las serpientes venenosas.
Las víboras están intranquilas
Por eso, al Tyrannosaurus Rex y a su entourage debe preocuparles mucho la receptividad del, no del mensaje de la de oposición venezolana, sino del mensajero Henrique Capriles Radonzki y el vínculo emocional logrado por él con los electores potenciales que habrán de acudir a las urnas el 7 de octubre del presente año.  A estas alturas deben haberse prendido todas las alarmas en el novísimo Virreinato, porque el autor de las Declaraciones de La Habana sabe que, en Comunicación Social, lo afectivo es lo efectivo y preferencia antecede a cualquier acción u omisión en la compra de un bien o el uso de un servicio.
La estrategia de las 3 C
Lo que lleva inevitablemente al humilde soldado al servicio del Tyrannosaurus Rex a radicalizar su estrategia comicial diseñada en los laboratorios de guerra sucia del G2 de la capital insular, madurada en la residencia del presentador dominical de Televén y jefe de esa familia multigeneracional, dedicada a la corruptela administrativa, apoyada  por los encuestadores que saltaron la talanquera y se cuadraron con los enemigos de los empresarios privados que les habían conducido a la fama y la riqueza.
El contenido de dicha estrategia se basa en las tres C: cadenas radioeléctricas, cobas al por mayor –mentiras en venezolano, como los resultados de los sondeos publicados por Oscar Schemel- y culillo –miedo, también en criollo, esparcido por el Guasón y la hiena que dirige el despacho de Misterios, Trácalas y Complicaciones, a través de la hegemonía comunicacional de la cual dispone el régimen; y el rumor en los canales de Radio Bemba, liderado en cada empresa del Estado por su gerente nombrado a dedo-.
La caída de las 3 C
Pues bien, el Tyrannosaurus Rex debe percibir la estrepitosa falla de la información y la propaganda oficialistas.
Contra las cadenas radioeléctricas,  un alto porcentaje de los televidentes –quizás un 40% o más- está suscrito a algún sistema de televisión por suscripción.
Y no me refiero a las grandes firmas –DirecTV, Inter y Supercable-, sino a más de 24 cableadoras diseminadas por la geografía nacional.
Por ejemplo, dos de ellas sirven a los populosos barrios de La Vega, Montalbán y Catia. Según sus dueños, el porcentaje de moratoria en los pagos es mínima, pues los afiliados prefieren dejar de satisfacer algunas de sus necesidades básicas que calarse las interrupciones y desatinos del Guasón.
También en los cuarteles, anclados a VTV, se ha puesto de moda apagar el televisor. Si, aunque Ud. no lo crea, está ocurriendo muy frecuentemente en Fuerte Tiuna.
Las cobas son como la ñoña, que, al final, caen por su propio peso. Al contrario de lo que creen la Hiena y otros desaventajados y trasnochados discípulos de la Escuela de Fráncfort, es imposible transformar la realidad objetiva mintiendo, así se repitan los argumentos falsos mil y una veces.
Como aseveraba Abraham Lincoln: Se puede engañar a todo el mundo alguna vez. Se puede engañar a algunas personas todo el tiempo. Pero no se puede engañar a todos todo el tiempo. Y, según mi percepción, hemos llegado, todos, al todo el tiempo.
Algunos capitanes de empresa y emprendedores jóvenes con quienes me reuní recientemente, me hicieron visualizar una faceta desconocida del culillo. Al menos para mí.
Según ellos, no es que hayan perdido el miedo, sino que no les sirve para nada ni pueden darse el lujo de dejarse inmovilizar por él, pues la suerte está echada y, en el supuesto negado de que el Guasón se quede –ojo, se quede, porque ganar no gana- para ellos no hay otros caminos que la expropiación y la expatriación. Por lo cual, están dispuestos a echar el resto.
A cobrar la victoria, así The Big Brother is watching you  -El Hermano Mayor te vigilia-; que puede traducirse así: El Tyrannosaurus Rex te vigila en San Juan de los Morros.

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