Niños:
No juguéis a la guerra,
que la guerra es mala.
Jugad a la paz,
que la paz
es buena.
Jingle de
una cuña en contra de los juguetes bélicos
Una cínica prédica por la paz
Hoy numerosas personas, entre
ellas Maduro, se pronuncian por la paz. Pero la pregunta es otra, ¿y quien paga
por los muertos y heridos que han puesto los estudiantes? Pues evidentemente se
necesita ser un malnacido y un malparido para refocilarse disparándole a la
cara a una hermosa joven de 23 años como Geraldine Moreno, o atropellando a un
adolescente de 17 como José Méndez, o abaleando a un encanto de mujer como
Génesis Carmona.
Génesis, cobardemente abaleada
A finales del régimen fascista
del Tercer Reich, en Berlín funcionaba una guillotina para decapitar a los
acusados de traidores. Los ex camisas pardas que habían sobrevivido a La noche de los cuchillos largos y
habían continuado sus carreras criminales al servicio de las SS, se reunían
para asistir a los espectáculos que terminaban con la caída de cabezas en
cestas de mimbres, regadas por un sangrerío.
Sus imitadores de la mal llamada
y al borde de la extinción revolución
bolivariana, que no es ni la una ni la otra sino todo lo contrario,
cartuchos de plomo -considerados como municiones agresivas y no disuasivas por los expertos-, pistolas de 9
milímetros y hasta sus propios vehículos para asesinar a universitarios que
sólo piden, marchando pacíficamente, cese a la violencia, coto a la inflación y
abastecimiento de productos de consumo básico.
La respuesta de un régimen
ciertamente fascista en su violación sistemática de los derechos humanos es plomo
del grueso. Porque se sabe caído, hecho que hasta Heinz Dietrich, el teórico
del Socialismo del siglo XXI, reconoce en sus recientes declaraciones a CNN en Español y El Universal (sic): Es el fin
del modelo económico que Hugo Chávez desarrolló a partir del año 2003, y que
hoy es disfuncional para el propio chavismo.
Cuando la vida no vale nada
Como a los ñángaras les importan
un carajo las vidas humanas -como lo han
demostrado Yosif Stalin, Pol Pot y Kim Il-sung-, Dietrich
asegura que las opciones para Venezuela son la
guerra civil o la cohabitación. Siguiendo su retorcida lógica habría que
concluir en que la única alternativa sería la guerra, pues el dormir con el
enemigo, durante más de 15 años, ha dejado a los jóvenes de Venezuela sin
futuro, como lo asegura Carlos Blanco en su columna dominical.
Blanco añade: …La brutal represión ha permitido, sin
embargo, hacer la radiografía del régimen en su etapa de carcoma terminal.
Y advierte que los autores intelectuales de los asesinatos, heridas y torturas
a los marchistas serán juzgados y condenados como los fueran los líderes nazis en
cortes internacionales, donde los crímenes de lesa humanidad son
imprescriptibles.
Geraldine, fusilada a mansalva
Por eso es preocupante la opinión
de algún clérigo, al quien no identifico por petición del que me envió el
documento, y que sostiene: Si las cosas
continúan como se viene desarrollando y la oposición se mantiene en esto de
cerrar las calles y caer en la necedad de incendiar barricadas e impedir el
paso, de mantener el paro forzado de esta manera, va a suceder lo peor y se va
a terminar con ese trago amargo que ya se inició y que vengo anunciando con la
inmensa tristeza en que se van a sumergir los venezolanos […] El gobierno -se refiere el
autor a las protestas estudiantiles chinas en Tian'anmen, que acabaron en un
baño de sangre- en vista de la descomposición que se veía venir, y la suma de tanta
gente que se iba incorporando, tomó la determinación de una ley marcial, fuera
garantías y toque de queda, que es lo que nos viene; y en la noche, envió los
tanques y la infantería del ejército y disolvieron la protesta, con la masacre,
por muchos conocida.
Sé que es muy difícil elegir
entre la guerra y la paz, pero como papá y abuelo, me veo obligado a repetir la
pregunta del principio: ¿Quien paga por
los muertos y heridos…? Me pongo en el lugar de los padres de los chamos
asesinados por la canalla castro comunista. Me imagino cuán difícil fue para
ellos parirlos, cuidarlos, verlos crecer, desarrollarse. Sentirse orgulloso de
sus logros. Y verlos morir como fallecieron.
Como educador, además, me duelen
los hijos de todos los venezolanos. Especialmente de Bassil Da Costa, a quien
el gobierno le negó su condición de universitario, y de quien Maduro dijo: El gobierno sabe quién es. Es hijo de un
carpintero de Petare. Pues bien, señor Maduro: También Jesús fue hijo de carpintero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario