Si usted analiza los últimos resultados electorales
habidos en Argentina, España y Venezuela, convendrá conmigo en que todo es marketing, aunque en muchos
casos las estrategias y tácticas varíen, y aún sean contradictorias entre
ellas.
¿Qué pasó en
Argentina?
Omar Pini, actor, guionista y director de cine cree que,
a diferencia del vino, que con el tiempo mejora; el poder, con el tiempo, se avinagra. Se empicha…
Desde que el dúo Kitchner tomó el poder hasta que
Christina se convirtió en calabaza, el discurso político varió.
Al principio, era para todo el mundo. Especialmente para
captar los votos de los opositores, para encenderles
la luz del entendimiento. Tras la muerte de Néstor y, sobre todo, durante
el último período de Christina, la narrativa varió. Se hizo monocorde y
monótona, enfocado sobre sus seguidores.
¿Y que pasó con el resto de la gente? Para la Presidenta,
dejaron de ser Pueblo, pues el Pueblo a
mí me respalda.
Y allí vino la derrota, de manos de un niño rico,
Mauricio Macri, léaase bien, tan oligarca como nuestro Lorenzo Mendoza, quien
le quitó a Christina sus adorados descamisados en los campos de fútbol y al
frente del Boca Juniors.
Y es que el deporte también es marketing.
¿Qué pasó en
España?
En una cena extraordinaria que degusté en la sala de los Tapices de La Giralda, el palacio donde los Reyes
Católicos planificaron su ataque final contra La Alhambra, logrado la rendición
de Boabdil y el final del dominio musulmán sobre Iberia, comparti la mesa con
destacados empresarios andaluces, asistentes como yo a un congreso de
tecnología cebebrado en Marzo del presente y falleciente año.
A ellos le manifesté mi preocupación por el crecimiento
del chavismo en España, cuyo brazo político es Podemos, pues sus dirigentes son
cachorros de chacales, criados con los dineros de Irán y Venezuela y portadores
del ese bacilo de la destrucción denominado castro-comunismo.
Les dije que, probablemente, Podemos ---como sucede con
las FARC y, según la DEA, altos funcionarios del gobierno madurista--- recibía
fondos del narcotráfico. Que una porción de lo que se cogió la banda de los 40
ladrones liderada por Jordi Pujol, también debía formar parte del
botijo socialista del socialismo del Siglo XXI, en su versión hispana, pues el
la veta separatista de los catalanes rojos era una excelente cortina de humo
para tapar las descomunales fortunas lavadas en Andorra y otros paraísos
fiscales.
Mis compañeros comensales me miraron con caras de
conmiseración, como pensado: ¿Y este sudaka cree realmente lo que dice?
Hace pocos días, cuando escuche a Pablo Iglesias Turrión
dirigiéndose al Pueblo desde el Teatro Goya de Madrid, como si fuera el próximo
Presidente de España, confirmé mis peores temores sobre la amada Madre Patria.
Porque a Espsña, sin duda alguna, le cayeron los bichitos.
Iglesias expresó, palabra más palabra menos: Voy a reformar la Ley Electoral. Voy a
reformar la Ley Laboral. ¿Cómo es la vaina de que voy a…? Y, como sañade mi tocayo Luis, si cambiabas a Antena 3, el
presentador no era ancla, si no propagandista. En fin, todo es marketing.
¿Qué pasó en
Venezuela?
Oscar Schemel, vocero de las encuestad amañadas del
chavo-madurismo ha tenido el descaro de afirmar en Globovisión que el fue quien
dijo lo que iba a suceder el 6D, y que le pedía a la MUD fuera a dialogar con
Maduro para que no pasara algo peor.
Aparte de mentiroso, Oscarcito, te respondo parafraseando
las estrofas de una gaita: Venezuela
abandonada y sin un real. ¿Qué más nos puede pasar, que ya no haya pasado?
A Lorenzo Mendoza le ovacionaron al unísono los 20 mil
espectadores que concurrieron al Olímpico de la
Ciudad Universitaria, una semana antes de las elecciones del 6D, por el
patrocinio de Polar al béisbol venezolano. Fue otro niño rico se metió en el
bolsillo al Pueblo de Chávez, pues a los electores les importan un carajo las
promesas: Amores son obras y no buenas
razones.
No con el ahínco ni la grosera hegemonía de los medios
venezolanos, en manos o del gobierno o de mediocres empresarios que sólo buscan
mendrugos de la publicidad estatal para mantener sus fachadas, Christina, la
patagona buscó el formato Cadena nacional
para comunicarse con un televidente que ya no la quería ver ni en pintura.
La Cadena nacional no
sirve para nada sin un buen vocero. Maduro es un infame vocero de los
tiranosaurios cubanos. Nadie le ríe sus chistes. Ni le cree sus datos. Ni le
perdona que no haya alimentos, medicinas; los 150 mil muertos en homicidios
violentos; la devaluación del bolívar fuerte. Maduro no es marketing.
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