La semana pasada los niños se quedaron
sin McDonald’s
Niña de mirada dulce
niña de corazón alegre
¿qué fue de tu alegría?
¿por qué ahora te duermes?
No despierta tu ilusión
¿por qué tan triste te tiene
esa agonía traidora
que no deja que tú vueles?
Por esos campos de flores,
con esas nubes alegres,
surcando el mar con tus alas
de sirenita verde
volando con el viento
a donde el viento te lleve,
soñando siempre despierta
entretenida en tus quehaceres.
Niña de mirada dulce
¿Por qué ahora te duermes?
María Muñoz
Crespillo: Campos de siembra
El por qué ganó Trump
Ante la perplejidad de muchos, la semana pasada se
concretó la nominación de Donald Trump como candidato del Partido Republicano a
la Presidencia de EEUU. Digo perplejidad
pues, hace un año, la mayoría de los analistas políticos pensaba que se trataba
de una maniobra de enroque para apuntalar a otro aspirante de su organización
o, quizás, ayudar a la ex Secretaria de Estado Hilary Clinton.
La primera alternativa no se dio. Rafael
Edward Ted Cruz, senador por Texas,
nacido en Canadá e y hijo de padre cubano y madre estadounidense, le negó su
apoyo al magnate, explicando tal decisión ante sus compañeros de fracción así: No voy a llegar como un perro servil después
de que atacan a mi esposa. Y es que, dentro de la incontenible verborrea
que caracterizó a Trump en su precampaña, se le ocurrió burlarse de la apariencia
física de Heidi e insinuar que Cruz había estado involucrado en la conspiración
que terminó con la vida del presidente John Kennedy en 1962.
Lo que debiera ser importante para
usted, amigo seguidor, no es el por qué un racista como él –evidentemente que
Trump lo es– se convierte en candidato del partido de Abraham Lincoln, que haya
propuesto construir un muro fronterizo y revertir el Tratado de Libre Comercio
con México, o que desee prohibir el ingreso de musulmanes a EEUU.
Lo importante es por qué sus mensajes
populistas han hallado tan gran eco entre los estadounidenses pues, a diferencia
de lo que ahora algunos sostienen, no fue el acertado manejo de los medios lo
que llevó a Trump a la pre cumbre, sino los contenidos por él desarrollado
frente a las cámaras.
Lo que sucede es que la gente está
aterrorizada. Si algo le da la razón a Trump es el terrorismo islámico. El caso
de Francia resulta patético pues, al país donde se consagraron los derechos de
Libertad, Igualdad y Fraternidad no le queda otra que masacrar las religiones y
creencias antidemocráticas, deportar a todo ciudadano que no hable francés y
prohibir y perseguir a todas las manifestaciones públicas de apoyo a los
movimientos políticos musulmanes. Esto es, si quiere sobrevivir como nación o
estado.
La guerra es contra los niños
El viernes los “amigos” de los sirios –o
enemigos de Isis– decapitaron a un niño de 10 años, y enviaron el vídeo a las
redes sociales. Las autoridades sirias dijeron que se había cometido un error.
Buena excusa, ¿verdad?
Lo que sucedió en Baviera, donde un
afgano provisto de un cuchillo y un hacha se metió en un tren interurbano y
actuó como El Sombrerero Loco, el personaje de Lewis Carrol en Alicia en el País de las Maravillas. No
se habían cumplido aún cuatro días del suceso, tampoco tiene nombre, cuando otro
terrorista, en su caso germano-iraní, le disparó a los parroquianos de
McDonald´s, mató a 10 –entre ellos muchos niños que habían ido por su cajita feliz– e hirió a 9, hasta que la
policía le abatió. El incidente se parece más al de los policías asesinados en
Dallas y Baton Rouge, pero el miedo es el mismo.
Sí, hubo un momento histórico durante el
cual la sociedad estadounidense también entró en pánico. Fue a comienzos de la
Guerra Fría, cuando creyó que los comunistas rusos iban a acabar con Occidente
a fuerza de bombas de hidrógeno. Douglas MacArthur casi le dio un golpe de
estado al Presidente Harry Truman, al querer terminar la guerra de Corea con
dispositivos nucleares. La democracia al final se impuso, pero los votantes
eligieron a un general como sucesor de Truman, Dwight Eisenhower, que venía de
ganarle a los nazis. Pero hoy no hay generales
victoriosos en EEUU, pues su desempeño en las últimas contiendas ha sido
mediocre, por no decir menos. Por eso está Trump.
Pregúntese, amigo, ¿por qué hay latinos
a favor de Trump? La respuesta es sencilla: el gobierno de Barack Obama decidió
pactar con el Diablo, Raúl Castro, dejando en la estacada a millones de cubanos
que residen en EEUU, y a los que se quedaron en la Isla, sin DDHH, con presos
políticos y desprovistos de una esperanza democrática. De paso, Obama ayudó a
atornillar al régimen deslegitimado de Nick Maduro y le dio patente de corso a
Juan Manuel Santos para que pacte con los demonios de la FARC, garantizándoles
amnistía, tribunales de excepción para los casos graves, santuarios para la
transición e ingreso a la vida política de Colombia. ¡Qué belleza!
Hace 16 años, siendo yo Subdirector de El Diario de Caracas, escribí dos
editoriales contra del chavismo: uno a favor de McDonald´s y otro a favor de
Polar. En ambos, anticipaba la agresión de la cual serían víctimas ambas
firmas, conociendo como conocía a los futuros capitostes del gobierno castro
comunista en Venezuela, entre a ellos a Elías Jaua, autor de las expropiaciones
agropecuarias y copywriter de las
cuñas que obligada y gratuitamente pasan los canales televisivos sobre la
horrible explotación de Mavesa al haber eliminado la panelita de margarina, de cómo
hacer jabón con ceniza y aceite y por qué las damas deben usar trapitos durante
sus períodos pues las toallas higiénicas son innecesarias.
Dados los vínculos de amistad que unen a
mi familia los Mendoza, le envié el borrador a consulta a su mamá, Tita, quien
me lo devolvió con una amble nota, pidiéndome no publicarlo, y no lo hice. Edité,
sí, lo de McDonald’s, advirtiéndole a los lectores que la hamburguesa de
McDonald’s era parte de esa iconografía capitalista que tanto odian los
resentidos sociales de cualquier tendencia: las comiquitas de Supermán y Tarzán
–según su craso fanatismo, dichas historietas introducen subliminalmente
antivalores en las mentes de los ni
ños, lo cual
posiblemente me haya pasado a mí, pues me encantaba leerlas de chico–, la Coca
Cola, andar bien vestido, viajar a Disney World y otras
flaquezas de espíritu ante las cuales se debe renunciar para que, apoyados en
el ascetismo, lleguemos a convertirnos en los hombres nuevos del Che Guevara,
aquéllos que la Revolución necesita para derrotar al Imperio en la guerra
asimétrica.
La semana pasada me enteré que
McDonald´s renunció a seguir vendiendo su Big Mac en Venezuela, por dos
razones: no hay harina para hacer los panes ---o no se la quieren vender--- y los economistas pueden calcular
el índice inflacionario de cualquier país empleando como indicador precio del Big Mac,
algo que no interesa a los saqueadores públicos de la Hacienda Nacional. La
escueta nota de prensa fue: La precaria
situación económica de Venezuela ha hecho que la cadena de hamburgueserías
McDonald’s haya decidido momentáneamente dejar de vender su producto más
icónico, la Big Mac, debido a la falta de pan.
Arcos Dorados Holdings Inc, la empresa con sede en Buenos Aires
(Argentina) encargada de gestionar los más de 2.000 restaurantes de la compañía
en Latinoamérica y el Caribe, anunció ayer la medida, que no va a afectar a
otros productos del menú, como las opciones infantiles. Digamos por ahora, a este último párrafo. Lo
cierto es que, la semana pasada, los niños se quedaron sin McDonald’s, en
Baviera y Venezuela.
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