Sobre la
amistad y el utilitarismo
Puede una gota
de lodo
sobre un
diamante caer;
puede también
de este modo
su fulgor
oscurecer;
pero aunque el
diamante todo
se encuentre de
fango lleno,
el valor que lo
hace bueno
no perderá ni
un instante,
y ha de ser
siempre diamante
por más que lo
manche el cieno
Rubén Darío: La calumnia
La gran confusión generada en Venezuela
por la destrucción de los valores éticos y morales perversamente organizada
desde La Habana por el proyecto
foropaulista –ahora no se puede decir comunista,
pues para la nueva ortodoxia el comunismo dejó de existir, y yo me niego a
emplear el término populista, asociado
a mi entender más al fascismo peronista y a su creadora, Eva Duarte que al Plan de la Patria de Hugo Chávez– ha tergiversado,
entre otras, a la naturaleza de la amistad.
Lo digo porque un par de amigas
–espero que lo siguen siendo– parecieran no entender ahora cómo manejar
nuestras relaciones, muy diferentes a las de pareja y de familia.
Comencemos con las relaciones de
familia. Creo, como dice el aforismo, que: Los
amigos son una disculpa de Dios por algunos parientes que nos dio. No creo
que valga la pena ir más allá de lo antes dicho.
Las parejas, muchas veces y tras
la explosión de las hormonas caen en una relación amor–odio, un estado de
dualidad, pues donde hay amor, debajo hay odio, como parte intrínseca del amor.
Entre la mayoría de las personas existe amor–odio hacia ellas mismas, lo cual es
humano y natural. Se aman y se odian, y lo proyectan al entorno.
Hay que concientizarse sobre del
ángel y del demonio que habitan en el ser humano, para poder aceptarse, actuar
en consonancia, con claridad, comprendiendo lo que se hace el por qué y para
qué y como cambiar para el propio bien.
Cuando comienza una relación de
pareja, ambos muestran el lado divino, maravilloso, perfecto, incomparable. Con
el tiempo, las parejas comienzan a desenmascararse, porque es imposible
protagonizar el rol de lo que uno no es de manera indefinida. Y ahí empieza el
show del Dr. Jekyll a Mr. Hyde, de la persona más hermosa a la más horrible.
El amor no implica resolver nuestras necesidades a costa del otro, sino de
desarrollar nuestra propia riqueza interior y madurez. Cuando se espera que
los demás aporten felicidad, amor, se crean dependencias, expectativas, deseos
y anhelos totalmente falsos. Nadie es
responsable de hacernos felices, ni un amigo, ni un hermano, ni un enamorado y
aunque quisiera hacerlo, tampoco podría.
Las relaciones funcionan como un
espejo, reflejando aspectos desconocidos y profundos de cada ser. Son
proyecciones positivas o negativa y esto levanta un velo que opaca la realidad
y la distorsiona.
Las relaciones revelan la
educación recibida, las carencias de la infancia, las descalificaciones durante
la niñez. Si a la persona se la ama y reconoce,
su autoestima y comunicación será sana siempre.
¿Cómo cambiar de grande? La
forma más compleja, las terapias: la más simple, la meditación: Si tú meditas, cambias. Si cambias, el
entorno cambia. Si no lo haces, Cuando tú cambias, el resto cambia. todo lo
demás sigue igual. El cambio está en ti mismo.
Analizo la relación de amistad.
Según Juan Miguel Matheus –Cicerón
y la amistad, El Universal,
16/10/2013–, el filósofo griego analiza en su obra, De Amicitia, los fundamentos de uno de los fenómenos más
radicalmente humanos: en forma de diálogo, simulando la interlocución entre
honorables personalidades romanas en edad de senectud. Por amistad entiende la comunión entre personas alrededor del
deseo de bien y la virtud. Nunca podría entablarse amistad en torno al mal
y al vicio, pues ello equivaldría a complacencia o complicidad. De la amistad
así entendida puede predicarse la cualidad moral de los boni, es decir, de la gente virtuosa. Y es esta última que,
a través de la fides –confianza recíproca– imprime textura
moral a la República. Así la amistad no es solo una realidad privada, confinada
a lo doméstico, sino el cimiento más sólido de un orden político justo, al cual
Aristóteles denominó: Ciudad de amigos.
Cicerón establece varios supuestos
para que exista la amistad verdadera…
1.
Los verdaderos
amigos no se cuentan, ¡se sostienen con ambas manos y bien fuerte
2.
Un amigo es quien
sólo habla mal de ti contigo. De mí hablan horrores, pero se los
consiento
3.
Un amigo se ríe
de nuestros chistes, aunque sean malos, y se conduele de nuestros problemas aunque
no sean graves. Escucho con paciencia sobre rollos que no me interesan, y
procuro reírme de chistes que maldita la gracia que me hacen
4.
Amigos por
siempre significa para toda la vida. No hasta que algo salga mal y dejan de
hablarse, o para hablar del otro a sus espaldas. Odio a la
maledicencia en todas sus instancias, y no considero amigos a quienes chismean
sobre mí. Creo que los cuatro grandes males que trajo la Conquista al Nuevo
Mundo fueron: La caspa, las enfermedades infectocontagiosas, la envidia y la
maledicencia
5.
Los verdaderos
amigos son como los libros, no hacen muchos, sino que sean originales, buenos,
interesantes y bien conocidos
6.
Los amigos son
ángeles humanos, pues son capaces de tocarnos el alma
7.
El amigo
verdadero no te deja solo jamás. Ríe y llora contigo. Te critica a la cara y te
defiende a tus espaldas
Y añado un octavo, en reconocimiento a la infotecnología del Siglo
XXI: No hay mejor red social que una mesa
rodeada de amigos.
La democracia requiere de la amistad porque necesita igualdad en las
relaciones humanas. Así como la amistad solo es posible si median la igualdad y
la reciprocidad, la democracia solo existe si hay igualdad ante la ley y
recíproca solidaridad entre todos los ciudadanos.
Cicerón creía que la amistad basada en la verdad, y no en la
adulación o complacencia era el mejor freno que tienen los políticos y
gobernantes para no sucumbir antes las tentaciones del poder. Un estadista necesita
amigos leales a su lado quienes, mediante consejos oportunos y sanas
reprensiones, le adviertan sobre la corrupción y el abuso de poder.
Cuando la gente se realiza por medio de la amistad, es más apta para
participar del bien común y consagrarse a la búsqueda de éste.
Es claro que los venezolanos debemos aspirar a una Venezuela convertida
en ciudad de amigos, una auténtica
República sustentada en la amistad ciudadana. Sanar al país del virus
autocrático y totalitario para darle paso a la virtud, y que sean los personas
virtuosos quienes gobiernen. Para lo cual hay que cultivar la fides ciceroniana como virtud personal y
cívica, para poder creer en la fuerza del pueblo para derrotar la injusticia y
mantener en pie el sistema de libertades. Sanar al país supone hacer brillar la
esperanza a través de lo concreto que el bien de la amistad puede hacer
florecer en cada uno y entre todos los
venezolanos.
Espero que estas reflexiones sobre la amistad y el utilitarismo les
toquen el alma a mis amigas. Si es que ellas quieren seguir siéndolo…
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