martes, 18 de julio de 2017

Salvar  al cambio de su inmediatez

La frase anterior,  original de Honoré Gabriel Riquetti –Conde de Mirabeau-, notable político y estadista, fue expresada durante los turbulentos días de la Revolución Francesa, y describe a la perfección  el reto fundamental que ahora está planteado en Venezuela.
Mirabeau aseveraba entonces: El despotismo es una manera de ser, horrenda y convulsiva. El deber, el interés y el honor ordenan resistir a las órdenes arbitrarias del monarca, y de arrancarle el poder con cuyo abuso puede destruir la libertad, si no existen recursos para salvarla [] El monarca es un asalariado, y quien paga tiene el derecho de despedir al que es pagado.
Todo proceso que irrumpe bruscamente en la escena, plantea  la misma disyuntiva.
En nuestro caso, hay que añadir numerosos agravantes. La urgencia, la perentoriedad, la impaciencia parecieran acompañarle en su venida al mundo, y convertirse en su signo dominantes, que en buena medida lo es.
Empero, tales presiones no deben apartar del propósito de alcanzar una solución duradera y no un mero paliativo. No puede haber margen de error en lo se haga, se  prohíbe fallar y debe acertarse en el blanco. No hay dudas.
En primer lugar, hay que aceptar ninguna salida negociada lleva a alguna parte, excepto a darle más tiempo al enemigo para continuar con su labor destructiva y depredadora.
Eliminar la opción reactiva de elegir a ciertos funcionarios, haciendo abstracción del entorno en el cual  estamos, caracterizado por una anarquía económica-social sin precedentes y una desnaturalización cultural de nuestra esencia histórica, obligan a ser proactivos, y no, como es ya costumbre, creer que los comicios son la mejor o única alternativa para salvar a la República.
En el mejor de los casos, esa llamada evolución pacífica y democrática no haría otra cosa prolongar la agonía de un sistema ya fracasado hacia su colapso definitivo, agravando, complicando y dificultando el rescate.

La mentira y el fraude como políticas de gobierno

Asimismo, nos enfrentamos a la mentira y el fraude sistemáticos como políticas oficiales, propagados durante las 24 horas de los 365 ó 366 días del año, a través de 6 cadenas de televisión de cobertura nacional, más de 500 radioemisoras y un número incontable de estaciones comunitarias, para un total de 84 mil 400 minutos ó 5 millones 184 mil segundos diarios de desinformación, a los cuales habría que añadir miles de hectómetros cuadrados de escritos apologéticos al régimen, impresos también de manera cotidiana sobre toneladas de papel.
Es ésta la hegemonía comunicacional, fortalecida además con la represión normativa  contra las libertades de expresión e información, aprobada por legisladores complacientes gasta el 2014, las decisiones sesgadas del Poder Judicial y Conatel sobre los medios aún independientes y las acciones violentas de los paramilitares contra éstos y sus trabajadores; denunciados hasta la saciedad ante la justicia ordinaria, los gremios internacionales y los organismos multilaterales, sin que hasta ahora haya existido algo más contundente que expresiones de simpatía.
Los estrategas del régimen parten del sofisma que una mentira, mil veces repetida se convierte en verdad, según la prédica de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de Hitler. Creen los pupilos del pérfido nazi poder capturar y mantener bajo su yugo mental a la mayoría de los electores venezolanos, a quienes consideran imbéciles, idiotas o mentecatos. Lo cierto es que, por saturación, ignorancia del presentador y pobreza de  contenidos de sus mensajes cloacales, aún los venezolanos de menores recursos les han vuelto las espaldas, y las pruebas más contundentes se dieron el domingo 16 de los corrientes en el referéndum no vinculante pero sí aplastante, sobre todo en las barriadas populares.
El gobierno ha mentido, con singular descaro y cinismo. Al desestimar las denuncias de todas las autoridades que saltaron la talanquera,  proceso que iniciara el Magistrado Eladio Aponte Aponte y cuya más reciente pero no único ejemplo ha sido la Fiscal General de la República, Luisa Ortega. Ambos fueron calificados de traidores a la Patria al servicio del Imperio- El régimen ha organizado mítines para defender a los denunciados por narco–corrupción y terrorismo yidahista  –cuyos delitos no niegan, como sucede con el VP Ejecutivo, que goza de ambas calificaciones según la CIA y la DEA–, y emprendiéndola contra los periodistas que desempeñan arduamente sus labores en los ciento y pico de días de la represión madurista.
El manejo de la mentira, de las medias verdades, la apología y el silencio han sido las características del chavo–madurismo. Por ejemplo, al anunciar los resultados finales de los comicios desde el 2004; al atribuir supuestas culpabilidades en el homicidio del Fiscal Danilo Anderson; al imputarle a una supuesta guerra económica de la derecha fascista y el Imperio a la falta de alimentos, medicinas y seguridad en el país; al cargarle las víctimas a los centenares de miles de muchachos quienes, con sus heroicos esfuerzos, han puesto de rodillas al procónsul de Castro en Venezuela y obligado a Santos, el otro procónsul, a viajar a Cuba a solicitarle al Führer del Foro de Sao Paulo que interceda para impedir la ola de refugiados que recibiría Colombia si se da la Prostituyente .

La reconstrucción de la Patria

Se nos pide, a gritos y con máxima prioridad, tomar el poder. Lograrlo requiere –como cuando se preparara una tortilla romper huevos, con buen pulso y sin vacilaciones. Lo cual implica, además, desmontar el parapeto comunista y echar los cimientos para reconstruir a la República, partiendo de que el daño sufrido ético, económico y social ha sido profundo.
El nuevo mensaje o qué decir sería: No creamos esta emergencia. La detuvimos, para devolverle al ciudadano su papel como rector de su propio destino, su derecho a ser respetado individual y colectivamente.
El cómo decirlo exige:
  1. Detectar, neutralizar y anular a los paramilitares creados por el régimen, así como identificar, derrotar y expatriar a los grupos armados extranjeros que actúan como ejércitos de ocupación.
  2. Asegurar la prestación de  servicios públicos esenciales: Alimentación, salud. seguridad personal, trabajo y sus frutos.
  3. Impedir nuevos  saltos al vacío, como el dado en 1998,  cuando fue electo quien, prevaliéndose de las propias deficiencias del sistema democrático-constitucional, pudo destruirlo y envilecerlo desde su mismo interior.
  4. Reformar a fondo las instituciones, pasa desmontar la absurda e inviable macrocefalia presidencialista,existente en el régimen que hoy padecemos.

Sin exculpar a quienes no lo merecen, los vientos de ayer nos trajeron a las tormentas  hoy, concretadas bajo la forma de un gobierno unipersonal, autoritario, monocrático y a un Estado cuya voracidad de poder y  absorción de insumos se desborda por doquier.
La reconstrucción de Venezuela, una tarea vital y urgente, presupone el establecimiento de un nuevo estatuto político tan pronto se den las condiciones adecuadas para lanzarlo.
Dado que nuestra crisis es estructural y no coyuntural, esto es, un proceso que corroe a la soberanía nacional y las instituciones básicas del andamiaje económico, político y social de la nación, y no un deterioro puntual de alguno o algunos de sus componentes, no es funcional volver a las andadas, ensayando y probando recetas más o menos novedosas, tomadas al calor de la inmediatez.
Aquí está totalmente fuera de lugar la frase más famosa de la telenovela Por esas calles: Como vaya viniendo vamos viendo; pues no se permite fallar, hay que dar en el blanco.
Objetivo también prioritario de la transición es concertar a los mejores talentos del país para poder regresar plenamente al estado de derecho y la democracia. Dicho grupo tendrá, empero, que ceñirse a algunos valores esenciales, que hoy se han transformado además en necesidades sentidas de la población y que, por lo tanto, son irrenunciables en un Estado genuinamente democrático.
De  manera enunciativa, ellos son:
  1. Descentralizar administrativa y funcionalmente al Estado, en todos los ámbitos del quehacer regional, con la visión cierta de que la Provincia es la Patria.
  2. Separar efectivamente a los Poderes Públicos.
  3. Redefinir con precisión las atribuciones de cada poder, partiendo de la concepción que el Ejecutivo debe limitarse a sus funciones esenciales: orden público y seguridad del Estado, educación, salud, seguridad alimentaria y política exterior. No debe confundirse a  la política internacional con la organización y funcionamiento de la Cancillería, cuyo servicio ser altamente profesional, y sus funcionarios cuidadosamente seleccionados, estar al margen de cualquier interés partidista o apartado de la visión de país como una concepción holística.
  4. Recuperar el control de los Registros, Notarías, Identificación e Inteligencia , así como la Educación y la Salud, hoy en manos del G2 y otros burócratas de Cuba.
  5. Expatriar a todos los cubanos que ocupan cargos en la actual administración a su país de origen o a los destinos que elijan, pero fuera de Venezuela. Igual para con los iraníes y ciudadanos de otras nacionalidades, cuyas actividades están reservadas exclusivamente para los venezolanos.
  6. Establecer la no reelección absoluta para todos los cargos electivos, con la excepción del Presidente de la República, que contará con una sola oportunidad de ser reelecto si su período se reduce de 6 a 4 años.
  7.  Inhabilitar a las organizaciones y partidos políticos cuyos militantes hayan incurrido en delitos  como traición a la patria, cohecho y corrupción,  y otros de la misma  naturaleza que figuran en el contexto legal, con el conocimiento y consentimiento de los dirigentes de dichas toldas.
  8. Prever el financiamiento para de los partidos políticos que se acojan a las nuevas reglas del juego democrático.
  9. Reorganizar al CNE, eliminando sus vicios y publicando el padrón de electores para que todos los ciudadanos puedan constatar su propia legitimidad.
  10. Crear el marco constitucional adecuado para atender a la crisis humanitaria.
  11. Promover y animar el renacimiento y fortalecimiento del aparato productivo nacional, y atraer s inversores foráneos.
  12. Garantizar la estabilidad laboral e incrementar sustancialmente la generación de  empleos de calidad,  y un esquema que aúpe mayor producción y productividad.
  13. Recuperar los 98 mil Km de la vialidad en el país, terminar las obras públicas pendientes de mayor relevancia y generar políticas para que todas las poblaciones mantengan sus servicios públicos en óptimas condiciones.
  14.  Promover programas que a la vez sirvan para mejorar el entorno y abrir inmediatas fuentes de trabajo a los venezolanos, como por ejemplo la marina mercante, la aeronáutica civil,  el reciclaje de la basura y su aprovechamiento industrial y el turismo familiar y de aventura.
  15. Elaborar una metodología impositiva flexible y anti-inflacionaria, canalizadora de las ganancias del  inversionista hacia la reinversión.
  16. Devolverle a sus legítimos dueños y concesionarios los bienes muebles e inmuebles y derechos de explotación que poseían de buena fe. Esta medida no sólo se aplicará a los banqueros, propietarios de medios radioeléctricos, sino  se hará extensiva a todos los venezolanos, sin distinciones, víctimas de la voracidad comunista del régimen, comenzando por los familiares del mártir Franklin Brito quien, como lo hiciera Jesús de Nazaret hace casi 3 milenios, se sacrificó para salvar a sus semejantes.
  17. Proteger  el buen nombre de la persona natural y jurídica  como máximo valor social. Defenderlo, evitando y penalizando la alegre proliferación de la calumnia, moneda corriente entre nosotros.
  18.  Actuar con rapidez, firmeza y contundencia en los casos de corrupción probada, tangible e indubitable, sin caer en el pecado casuístico de legislar cerrándole el paso al opositor ideológico –casi con nombre y apellido, como ocurrió en 1961- y la aberración de jerarquizar penas por delitos contra la cosa pública según vayan a ser aplicadas contra el amigo o enemigo: más ladrón,  menos ladrón. Condicionar así la sanción es  convertirse en cómplice del delito, quitarle peso moral a una imputación que debe preservar a la sociedad de los deshonestos, por simpáticos, carismáticos o picos de oro que fueren. Quien  sea condenado no puede volver a ser  elegido ni desempeñar función pública alguna.
Este trabajo fundamental de rediseño del Estado, no puede detener la perentoria y urgente necesidad de salvar al cuerpo social. Ambas  acciones tienen que ser paralelas y concomitantes al salvamento colectivo que asuma la transición.
Hay que trabajar sin descanso, pero sin cansancio,  simplificando programas y cronogramas muy complejos, en 3 frentes prioritarios

Frente socio-político

Integrar un gobierno de transición es un proyecto laborioso y prolijo, mas no imposible ni ilusorio.  No se trata de reclutar sólo a superdotados, aplicando algún test de inteligencia, sino de convocar a los venezolanos de corazón, aquéllos que privilegian  los valores éticos como marco de vida, y que, asimismo, han demostrado su eficiencia, eficacia y efectividad conforme según sus hojas de vida. A ellos se les pide una sola ambición, la más grande, hacer historia.
Este frente socio-político deberá encarar un aspecto en el cual han sido lamentablemente ineficaces, hasta los mejores gobiernos de la democracia civil. Más que vender la imagen de un gobierno, su misión es vincularse con el sentimiento popular o pathos, para incorporar a todos los venezolanos  en el esfuerzo más heroico históricamente hablando: la recuperación de nuestra soberanía plena, de nuestra prosperidad y de nuestra nacionalidad.
La organización de la Junta de Transición incluye al Presidente y Comandante en Jefe de la FFAA y 5 vice presidentes, 3 civiles y 2 militares.
El Presidente será responsable a acción del Frente Socio-político.

El frente económico

Dado que la deuda pública supera los US$ 300 millardos, y que las reservas internacionales no siquiera alcanzan para pagar tres meses de los alimentos  y medicinas que importamos, el gobierno de transición está obligado a tomar medidas draconianas para garantizar la supervivencia de la nación.
La primera de ellas es declarar una moratoria de pagos o default, acompañada de una auditoría independiente internacional que ponga la lupa en todos los acuerdos firmados por el régimen, especialmente los que fueron acordados sin la contraloría de la Asamblea Nacional.
Para impedir la parálisis del aparato estatal o lo que de él queda, se mantendrán y dimensionarán las misiones, hasta que puedan ser substituidas por programas de auxilio y bienestar social como, por ejemplo, el Proyecto Salud financiado, eventualmente, por los bancos multilaterales.
Conducir la investigación en profundidad de la real situación del fisco, sus compromisos y potencialidades, y generar los mecanismos para iniciar su rescate.
La forma atrabiliaria y absurda en que se maneja la Hacienda pública y las reiteradas irregularidades electorales que podrían hacer írritos muchos compromisos adquiridos por un gobierno ilegal e ilegítimo, constituyen un punto de apoyo necesario, pero deben ser manejados con escrupulosa prudencia.
Uno de los aspectos más delicados y difíciles será el diseñar un mecanismo de revisión y evaluación de las obligaciones adquiridas por la República, pues Venezuela va a necesitar, como nunca antes, de la ayuda internacional: Ni un asomo de demagogia populachera puede abrirse paso en un proceso de alto riesgo como éste.
Para cual resulta imprescindible no sólo sustanciar con escrupulosa precisión la legalidad de cualquier desconocimiento, sino realismo para aceptar aquellos cuyo rechazo implicaría un costo letal para la transición y habilidad para renegociar lo renegociable, aplicando el sabio principio de ganar = ganar-.
Utilizar con firmeza y claridad la política impositiva, reorientando la inversión, promoviendo el empleo y controlando y erradicando la especulación. Son las herramientas claves de un Estado moderno para orientar, corregir y reajustar el juego de una economía libre y auténticamente productiva.

El frente administrativo funcional

Mientras se planifica el nuevo Estado, descentralizado, inclusivo, plural, y eficazmente gerenciable; el descompuesto armazón existente no puede continuar paralizado. Habrá que echar mano de técnicos, cuadros y aun estructuras de la sociedad civil para garantizar su funcionamiento.
Es el caso, por ejemplo, del ámbito electoral, la existencia de una ONG exitosa, no partidista, de alto nivel técnico, con todo el apoyo foráneo necesario, debe asumir la reingeniería del CNE.
Caso similar el de la distribución y producción de alimentos, y tantos otros en un momento histórico que no permite ni vedetismos ni suspicacias a la ligera. Todos contamos para salir de este marasmo.

FFAA

Estos tres frentes o como quiera llamárseles, deberían ser asumidos por los tres miembros civiles del gobierno colegiado.
A los dos vice presidentes militares corresponderían quizá los aspectos más difíciles, necesarios y delicados del conjunto de la transición.
La gestión, el funcionamiento, el garantizar el apoyo de una Fuerza Armada desprestigiada ante la opinión pública, desmoralizada internamente por la corrupción de buena parte de sus altos mandos, viciada por la indignante, denigrante e inaceptable injerencia de oficiales y cuadros extranjeros. Una situación que nunca había vivido la República ni aún en los más oscuros días de la Independencia.
Pero así como la Republica se ha hecho inmanejable, por la proliferación de estructuras y superestructuras destinadas a una irreal, impracticable y fallida macro centralización, las Fuerzas Armadas tienen que  ser replanteadas en cuanto a su misión, visión, metas y objetivos; que hagan imposibles su conversión en Guardia Pretoriana, sujeta a los caprichos de un caudillo de turno.

No hay tarea más elevada que el ser garantes de la soberanía nacional, de la paz interior y exterior de la nación.  Objetivos así sólo se conciben en quienes, además del monopolio de las armas, tienen al igual el respeto, el aprecio y la fe de sus conciudadanos. Es preciso devolverles el legítimo orgullo de servir a la Patria.

Nota para mis seguidores: La opinión pública clama hoy por un plan para el casi inevitable gobierno de transición que se avecina. Lo anterior es un resumen de lo que he conversado con numerosos especialistas y expertos, y los someto al juicio de cada uno de ustedes, para que lo analicen, evalúen, eliminen lo que crean superfluo y añadan lo que consideren necesario. Es mi modesta contribución a Venezuela a mis 76 años de edad. Si  no me dolieran las rodillas, estaría allá afuera, con los valientes jóvenes de mi país.

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