Narcotráfico, Inc.
Luis García Planchart
Prólogo
El
lector de este trabajo tiene tres opciones: creer que estoy como María Antonia,
loco de remate, pues escribo con una escoba y barro con un Paper–Mate,[1] concederme
el beneficio de la duda o pensar que lo que afirmo es cierto. La verdad es hay
en lo que escribo muy poca especulación y opinión de mi parte, aunque sí mucha documentación,
ordenada secuencialmente.
Estimo
que narcotráfico es hoy el negocio más rentable del mundo. Cuando Pablo Escobar
Gaviria, jefe del Cartel de Medellín, llegó a su máximo estrellato, un Kg de
coca pura se pagaba en Colombia a US$ 2,000, y se vendía al mayoreo, en EEUU, a
US$ 5,000. Ese margen del 60% era entonces más que suficiente para cubrir con
creces el flete, la pérdida por la captura de los alijos y el pago de sobornos.
Según la Oficina de las Naciones Unidas
para el control de las Drogas y la Prevención del Delito (Onudd), el mercado de
la cocaína en el mundo mueve hoy más de US$ 84, mil millones[2]. Para
producir un kilo de pasta base de cocaína, se requieren entre 450 y 600 kilos
de hojas. Un campesino colombiano recibe, en promedio, US$ 1.30 por kilo, lo
cual quiere decir que el kilo de pasta base en la selva colombiana vale entre
US$ 585 y US$ 780. Empero, aún en la misma selva colombiana, el kilo llega a
venderse a US$ 2,700, y en los puertos, el valor se triplica. Esa misma porción,
adulterada, se convierte en dos, y cuesta 165 mil dólares el kilo. La data
proviene del informe “El problema de las drogas en las Américas”, elaborado recientemente
por la Organización de Estados Americanos (OEA).
Al llegar
a Centroamérica, el kilo se vende a diez mil dólares, al arribar al norte de
México, a quince mil. Al pasar la frontera con EEUU, vendido al mayoreo, alcanza
los 27 mil o más, pero en el trayecto, sufre alteraciones que lo duplican. En
2010, el precio por gramo de cocaína refinada, vendido en EEUU, alcanzaba los
16 mil dólares.
Joaquín “El Chapo” Guzmán
Según
la Revista “Forbes”[3], Joaquín
Archivaldo Guzmán Loera, alias “El Chapo”, actualmente procesado en EEUU, llegó
a ser el más buscado por las autoridades mexicanas y estadounidenses, y,
asimismo, uno de los hombres más ricos
del mundo, con una fortuna que superaba los mil millones de dólares para el
2011.
En
mayo del 2915, la revista “Foreign Policy” incluyó a “El Chapo” Guzmán entre de
los 500 individuos más poderosos del mundo, junto a Miguel Ángel Treviño
Morales –líder de Los Zetas– y Vicente Carrillo Fuentes –líder del Cártel de
Juárez–. Guzmán, según la Fiscalía de Nueva York, fue responsable de traficar
25% de las drogas ilegales entre México y EEUU. Sus operaciones cubrían no sólo
Centro y Sur América; sino también Europa y Oceanía.
Solamente
de EEUU, Guzmán recibía mas de 2 mil millones de dólares al año, y otros tantos
de la Unión Europea. Al precio del que traficaba, habría que haberle añadido el
doble por las ventas al detal.
Comparada
con la industria petrolera –llamada una vez la más productiva–, el narcotráfico
le lleva una morena. En él no hay patronos ni obreros, contratos colectivos,
huelgas, exploración, perforación ni refinación. Tampoco hay meritocracia ni
una intrincada red de distribución y comercialización de los productos básicos
y derivados.
En
el narcotráfico, tan globalizado como la industria petrolera, hay una
oligarquía gobernante, de origen europeo, con más de dos siglos de existencia.
Fuera de los jefes de las familias que dirigen la operación, los demás son
simples peones, desechables, entrenados para recibir y ejecutar órdenes.
La familia
Bronfman
La historia
del narcotráfico como negocio transnacional no comienza, como algunos pudiesen
creer, en el Siglo XX, con Pablo Escobar Gaviria o los cárteles mexicanos, sino
mucho más atrás, hace doscientos años, con la familia Bronfman.
De
ascendencia judía y radicada en Canadá, la familia Bronfman debe su apellido a
Samuel Bronfman (1889–1971), quien hizo fortuna contrabandeando licores de la empresa
Seagram´s a EEUU durante la prohibición.
Lo
que Bronfman exportaba era veneno puro, una mezcla de alcohol, ácido sulfúrico,
caramelo, Fusel[4]
y whisky de centeno. Por su ingesta, entre 1920 y 1930, 34 mil norteamericanos
murieron.
Desde
1920, Bronfman importó whisky y ginebra de The London Distillery Company, Ltd, licorera que dominó por décadas más del 50% del mercado
mundial. Sus propietarios fueron altos jerarcas de la nobleza británica, a
quienes Su Majestad les había concedido derechos para comercializar destilados
alcohólicos. Entre ellos figuraban Thomas Dewar[5],
el mariscal del campo y conde Douglas Haig, el barón Thomas Woolavington y
otros personajes que dieron nombres a sus destilados.
Samuel Bronfman, CEO de Seagram´s
En
1936, cuando el presidente Franklin Roosevelt derogó la prohibición, los
Bronfman tuvieron que pagarle 1 mil 500 millones de dólares a la Tesorería de
EEUU para cancelar los impuestos por exportación de alcohol, reconociendo,
implícitamente, que más de la mitad del alcohol ingresado ilegalmente había
sido contrabandeado por su firma.
Hoy
se considera a los Bronfman filántropos respetables y distinguidos, y su
apellido está relacionado con le tout
de Canadá e Israel, tanto dentro de sus gobiernos como en los negocios y la
cultura. En EEUU les conocen como “los dueños de Seagram´s, la
destilería más grande de Norteamérica”[6].
Empero, el patrimonio familiar va mucho más allá del alcohol, pues incluye
bancos, bienes raíces, estupefacientes y minas.
Durante
la prohibición, delinquir fue en EEUU una actividad económica muy lucrativa. La
economía subterránea se nutría de la prostitución, la usura y la protección. Al
legalizarse el alcohol, empezó a comercializarse una valiosa mercancía, la
droga, cuyo abastecimiento se coordinaba desde Londres y Canadá, que entonces era
una colonia británica. El hampa estadounidense se recicló, transformándose en eslabones
finales de un proceso de marketing que integraba la fabricación de la droga, su
distribución al mayor y ventas al detal, con territorios asignados, comisiones
y precios uniformes.
Hollywood
enmascaró la sordidez de este proceso con películas sobre la fabulosa década de
los años veinte. Pero nada hubo de glamoroso ni liberador tras la mascarada
cinematográfica, sino la inoculación del crimen organizado internacional,
creado por Gran Bretaña, con el apoyo de los Bronfman y sus aliados
estratégicos.
Así
se fueron llevando, “puerta a puerta” y por más de un decenio, la heroína, la
cocaína y cuanta ponzoña caía en manos de esta singular familia, usando la
misma empleada para contrabandear licor.
El
próximo paso fue lograr su impunidad.
Productores
y consumidores
La
Primera Guerra del Opio se libró entre el Reino Unido y China, entre 1839 y
1842, pues los británicos sólo poseían entonces opio como divisa, elaborado en
la India, y querían cambiarlo por valiosos productos chinos como la seda, el té
y el arroz. Inglaterra necesitaba del libre comercio, mientras que el Emperador
Daoguang lo había prohibido, pues los campesinos y obreros adictos al opio, se
gastaban hasta dos tercios de sus ingresos en la droga maldita.
El
Emperador expulsó a los importadores quienes, corrieron a Gran Bretaña, y, llegando
a Londres, pusieron el grito en el cielo. Así lograron que Su Majestad ordenara
a la Armada Británica imponer por la fuerza la venta por la libre del opio en
China. ¡Las tropas chinas fueron rápidamente derrotadas por los ingleses, y el
Emperador firmó el infame e infamante “Tratado de Nankín!, en 1842, donde,
además de aceptar el enviciamiento de su pueblo, cedió a Hong Kong como puerto
de entrada.
Al
terminar la II Guerra Mundial, el gobierno comunista de Mao Zedong decretó la
pena de muerte inmediata contra los narcotraficantes, y cero ayuda a los
consumidores. A éstos se les dejaba encerrados en celdas acolchonadas, desnudos
y con un cubo para orinar y excretar. Si sobrevivían al síndrome de
abstinencia, bien. Y si no, peor para ellos.
Testaferros
Los
financistas británicos se valieron de tres categorías de testaferros para
encubrir al narcotráfico.
1. Los “Hofjuden” –“judíos de la Corte”–; familias que, a lo
largo de los siglos, habían servido eficiente y lealmente a la nobleza europea
como asesores de hacienda, manteniendo su adhesión inquebrantable a las ramas
nobiliarias genovesa y veneciana, y, tras el derrocamiento de Jacobo II (1688),
al fusionarse con la realeza británica, al servicio del Reino Unido.[7] Los Hofjuden nada han tenido que ver con el sionismo. Al contrario,
organizaron pogromos frecuentes, para luego hacerse los locos, poniéndose al
lado de las víctimas gracias a sus apellidos.
También figuran en esta categoría los Montefiore, servidores
de la nobleza genovesa desde el Siglo XIII, en Italia y España; los Goldsmid y
Mocatta, principales intermediarios en la compraventa del oro y plata de la
familia real británica desde el Siglo XVII; los Oppenheimer, propietarios de
minas de oro y diamantes en Sudáfrica; los Sassoon; los Hofjuden de la India,
antiguos productores de opio, y, en la
actualidad, respetadísimos miembros del jet set del Caribe; los De Hirsch, que
pagaron la emigración sionista de Europa Oriental a Canadá; los Rothschild, con
su inveterado y tradicional empeño en destruir a EEUU; y las familias bancarias
de nueva estirpe, como los Loeb, Meyer, Schiff, Schroeder y Warburg.
2. Los “recién llegados”, seleccionados y patrocinados por las
familias pioneras para dirigir al bajo mundo y sus brazos legales en EEUU. Este
gran grupo de migrantes se disfrazó con los ropajes de la religión,
especialmente de la ortodoxia rusa. A veces por medio de cultos oscurantistas,
ejercen el poder religioso, particularmente a través del Consejo Norteamericano
de Iglesias Cristianas.
Lo cierto es que los “recién llegados”, antes de su arribo a
EEUU, colaboraron con el fascismo, suministrándole tropas a Hitler y Mussolini
en los Balcanes y Europa Oriental.
Algunos de ellos, como los Sassoon, manejan hoy la flor y
nata del narcotráfico, la pornografía y el juego en los garitos clandestinos. Son
también ejemplos típicos los Radziwill, líderes de los solidaristas polacos;
los De Menil, quienes, gracias al connubio, se incorporaron a las grandes
fortunas tejanas; los Di Spadafora, representantes de la casa italiana de
Saboya y responsables del la comisión de múltiples asesinatos, así como
familias de menor abolengo, como la Brzezinski, las de William F. y James
Buckley –promotoras de la legalización del consumo–, las Di Portanova –quienes también
llegaron al patrimonio por el matrimonio– proveedores para la élite de los adictos,
desde las discotecas de Nueva York hasta las playas de la Riviera Maya de
México y el Caribe.
3. Los “testaferros”, antiguos miembros de los partidos
comunistas de EEEUU y la Gran Bretaña. Son “topos” de muy bajo perfil, que han
continuado infiltrándose en la inteligencia y las organizaciones gremiales de
la derecha de ambas naciones.
La
manipulación de la ley en EEUU
No
es sólo en los países tercermundistas donde el crimen organizado internacional
consiguió impunidad para el narcotráfico y el narcolavado, para lo cual vale la
pena hacer una pequeña historia.
La
adicción estadounidense al opio y sus derivados comenzó desde la Guerra Civil
(1861–1865). A los heridos se les inyectaba morfina, para operarles y aliviar
sus dolores, y miles de ellos volvieron adictos. El problema se agudizó durante
la Conquista del Oeste, pues en sus pueblos, al lado de los bares, burdeles y
casinos, había fumaderos de opio; una realidad ocultada celosamente en las
películas de vaqueros.
Entre
finales del Siglo XIX e inicios del XX, en EEUU se fabricaban kits, adquiribles
sin prescripción, contentivos de ampolletas de vidrio y dosis de morfina y
heroína. También se vendía libremente la
cocaína, empacada en cajas de latón. El láudano –opio disuelto en alcohol–
era un elíxir muy común para tratar numerosas enfermedades, y se administraba, indiscriminadamente, a niños
y adultos. Hubo campañas de mercadeo para vender los opiáceos como panaceas
universales contra todos los padecimientos, desde el alcoholismo hasta el
cáncer. La mayoría de los compuestos pregonados en los mercaditos populares
contenía uno o más de estos narcóticos en su formulación.
La
heroína, la morfina y otros opiáceos se vendieron, legalmente y sin
regulaciones, hasta 1920, cuando se promulgó la “Ley de la Droga Peligrosa”;
pero ya era demasiado tarde, pues se había creado, tan solo para la heroína, un
mercado más de 200 mil consumidores fuertes en EEUU.
Aunque la
mona se vista de seda
Revocada
la Prohibición, y floreciente el negocio del opio con Shanghái, los Bronfman, al
igual que muchos de sus socios canadienses, se “legitimaron”.
El
hampa invirtió millones en empresas lícitas como fachada ilegales y para lavar
dinero. Esta nueva fase, de pretendida legalidad, se caracterizó por el abandono
del contrabando alcohol en favor del tráfico aún mayor de los estupefacientes.
Al
principio, los Bronfman asumieron todos los riesgos del contrabando. Eludieron
la ley, enfrentaron a los “zopilotes” mexicanos y encararon la humillación de
los escándalos y el escarnio público, si algo les salía mal. Como resultado, la
familia adquirió una pésima reputación.
Sin
embargo, dado el valor del mercados de drogas en EEUU, los británicos no podían
dejar a su principales testaferros cargando con una imagen tan negativa, ni
tampoco deshacerse de ellos, pues los Bronfman se había vuelto irremplazables por
su dominio absoluto sobre el crimen organizado.
No
obstante, representaban un riesgo mayor, si continuaban negociando abiertamente
con los distribuidores en el tráfico de narcóticos.
El
problema se resolvió subiendo a los Bronfman varios escaños en la pirámide de los
Hofjuden. Casi de la noche a la mañana, los Rothschild, los Montefiore, los De
Hirsch y demás, convirtieron a Sam Bronfman, “Míster Sam”, el zar del hampa en
Norteamérica, en la estrella ascendente del movimiento sionista canadiense.[8]
En
1934, Míster Sam recibió su primer empleo respetable: le designaron Presidente
del National Jewish People’s Relief Committee de Canadá. En 1939 fue nombrado director de la Jewish Colonization
Association presidida por el Barón De Hirsch. Ese mismo año, la Canadian
Pacific Corporation invitó a Míster Sam a establecer una nueva organización de
refugiados con los judíos de Europa Oriental.
En
cinco años Míster Sam se transformó, por obra y gracia de los británicos, en un
filántropo sionista. Los puestos le fueron cayendo, uno a uno. Fue director del
Comité Judío Canadiense, sustituyendo a Lyon Cohen, hijo de Lazarus Cohen;
y fundador de la Jewish Colonization
Association. Los demás Bronfman recibieron honores similares.
Por
último, en 1969, los Bronfman obtuvieron de Su Majestad la más alta
investidura: Míster Sam fue ungido como Caballero de Gracia de la Venerada
Orden de San Juan de Jerusalén. A su hermano Allan y a su hijo Charles,
los hicieron Caballeros de la Justicia. Estos
nombramientos no fueron meros maquillajes, pues sólo se le habían conferido,
históricamente, a quienes habían desempeñado las misiones más peligrosas y
fructíferas para la Corona Británica.
Sin
embargo, pese a su montaña de riquezas y su ingreso al mundo de la sangre azul,
los Bronfman no consiguieron un poder autónomo. Aunque muchos creen que los Bronfman
son los dueños de Seagram´s, las acciones de la licorera pertenecen a Trizec,
sobre la cual sólo poseen un porcentaje minoritario. Trizec la es dueña, a su
vez, Eagle Star Ltd. de Londres, que pertenece a la más rancia aristocracia
británica: Evelyn de Rothschild, los condes y duques que dominan el Lloyd of
London y otras empresas bancarias y lumbreras británica, como Sir Kenneth
Strong y sir Kenneth Keith.
La
sociedad a su vez es dueña de la English Property Corporation Ltd., a cuyo
accionista mayoritario, el proxeneta Laurie Marsh, le conocen como “El Príncipe
de la Pornografía” por ser propietario de los bares de strippers, los salones
de masaje, las productoras de films Triple X y los burdeles de la Zona Roja de
Londres. English Property es la dueña mayoritaria de Trizec.
Tampoco
los Bronfman manejan la estrategia de las inversiones y el lavado de dinero,
sino que lo lleva a cabo el bufete de abogados Phillips, Bloomfield, Vineberg and Goodman, famoso por su reciente participación en los escándalos
denominados “Los papeles de Panamá” y “Los papeles de las Bermudas”.
El
crimen internacional organizado (CIO)
El
punto de inflexión en la Guerra del Opio ocurrió durante el primer quinquenio
de la posguerra, tras la derrota de Japón. El narcotráfico se introdujo en
aquel momento crítico, gracias a la Seguridad Británica –BSC–[9],domiciliada
en el Rockefeller Center de Nueva York, un año antes de que EEUU entrara en
guerra.
El jefe
de la BSC fue William Stephenson (1897-1989), piloto militar canadiense, hombre
de negocios e inventor. Sus órdenes iniciales habían sido: “Investigar las
actividades del enemigo, proteger las propiedades británicas contra el sabotaje
y motivar a la opinión pública a favor de la Gran Bretaña”. Más tarde, sus
operaciones fueron extendidas para asegurar en incluir a la inteligencia norteamericana
en el espionaje global, colaborando estrechamente con los británicos.
Stephenson
se convirtió muy pronto en el asesor favorito del presidente Franklin Delano
Roosevelt, logrando que su amigo, William Donovan, fuese nombrado como director
de la Oficina de Servicios Estratégicos –OSS–, la cual se convertiría,
eventualmente, en la Agencia Central de Inteligencia –CIA–.
Así
la inteligencia británica le puso las manos al área más sensible del espionaje
en EEUU, antes, durante y después de la II Guerra Mundial.
La Cosa
Nostra mete su cuchara en la política de EEUU
Stephenson reunió a los
capo–mafiosos de la Cosa Nostra y a los mandos del Ejército de EEUU para
preparar la invasión a Sicilia, y se convirtió en un verdadero capataz del
crimen, a través de Meyer Lansky[10] . Igualmente, Stephenson patrocinó la “rehabilitación”
del gánster Lucky Luciano.
Cachorros
de la misma camada del OSS fueron el coronel Louis Mortimer Bloomfield–apoderado
y contador de los Bronfman– y el general Julius Klein –padrino de Max Fisher y
ficha clave de la mafia estadounidense–[11].
El
periódico italiano “Paese Sera” identificó, en marzo de 1967, a Permindex, como
propietaria del Centro Mondiale
Commerciale -CMC-, empresa de fachada
de la CIA para transferir fondos a Italia. El dinero fue usado en actividades
ilegales de espionaje. Según “Paese Sera”, el CMC participó en
el complot para defenestrar y asesinar al presidente francés Charles de Gaulle.
“Paese
Sera” profundizó en sus denuncias contra Permindex, mencionando a Bloomfield, a
quien describió como “un agente estadounidense que aparenta ser hombre de
negocios canadiense”. Por supuesto,
estas noticias fueron rechazadas por los
gobiernos de Italia y EEUU, pero su desmentido sería aplastado por las
abrumadoras evidencias y pruebas que surgirían a futuro.
Julius
Klein, tras servir como espía estadounidense en Alemania durante la I Primera
Guerra Mundial, trabajó como reportero de sucesos, en 1920, en el “State Herald”
de Chicago, y fue el primer locutor en idioma germano para la misma empresa,
propiedad de William Randolph Hearst. Adicionalmente, editó la versión “Pacífico
Sur” de la Revista “Stars and Stripes”, candidato a la Asamblea Legislativa de
Illinois (1932) y al Senado de EEUU (1954).
Kein
formuló, en 1941, una estrategia militar denominada “Combat Public Relations”, que
unificaba la guerra psicológica y la propaganda política. Durante la Guerra del
Pacífico, manejó las relaciones públicas del general Douglas MacArthur.
La
relación de Klein con el crimen organizado internacional se inició a través del
Kuhn, Loeb & Company[12], el banco
de inversión más próspero de finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX,
cuyo crecimiento implosionó gracias al oro y las joyas hurtadas por la Guardia
Roja al zar Nicolás II y a su familia, antes de que les asesinaran con la mayor
vileza.
Klein
investigó la desaparición de 400 millones de dólares en efectivo, enviados en
1917 por Nicolás II a el Chase Manhattan Bank, el JP Morgan y el First National
City Bank, con motivo de la primera insurgencia en Rusia. Klein detectó que el
dinero había sido retenido y lavado indebidamente por sus custodios. En el caso
de Klein, los resultados de sus pesquisan no trascendieron, pues funcionó el
refrán: “El silencio es oro”.
El COI
y el magnicidio de Kennedy
David
Sarnoff, un judío ruso exiliado que llegó a EEUU con una mano por delante y
otra por detrás y terminó siendo presidente ejecutivo de la compañía
angloamericana RCA–Victor,
seleccionó al personal clave para la
Agencia Nacional de Seguridad –NSA–.
Allí
colocó a Walter Sheridan como Jefe de Contrainteligencia y Coordinador de
Protección Política e Inteligencia de “Resorts International” –la red de
casinos Lansky–, y al coronel Clay Shaw – quien más tarde fue enjuiciado como
autor intelectual del magnicidio del presidente John F. Kennedy. De torvos
sujetos como como Shaw se valió el OSS, y. por ende, el crimen organizado, para
operar a sus anchas en el mercado estadounidense.
En
la investigación sobre la muerte de Kennedy, el fiscal Jim Garrison de
Nueva Orleáns demostró que el presidente había sido abaleado, como mínimo, por
dos francotiradores, y que, en dicha conspiración, habían intervenido agentes
de la CIA, el FBI, la policía de Dallas y altos funcionarios del gobierno
norteamericano.
La
acusación de Garrison está detallada en su libro “On the Trail of the Assassins”. Allí aparecen todas las pistas, datos, claves y referencias
para que cada quien saque sus propias conclusiones y, a mi entender, las
mejores de ellas fueron también plasmadas en el filme JFK de Oliver Stone (1992).
La “caza
de brujas” del senador Joseph McCarthy estuvo concatenada con un proyecto de la
OSS. Fue el primer ejercicio de envergadura de los infiltrados en el FBI para infiltrar
a miembros del crimen organizado en la seguridad norteamericana, sobre todo en
su inteligencia y en relaciones públicas, con el objeto de anticipar, resolver
y echarle tierra a los yerros de que cometieran sus compinches.
Hubo
alguna resistencia, sobre todo por parte del presidente Dwight Eisenhower,
quien mantuvo fuera de esta red a los programas aeroespacial y nuclear, pero
hasta ahí. ¿Por qué? Porque quien les declarara la guerra a las drogas, aún
siendo presidente de EEUU, tendría que vérselas contra mafias e individuos
implacables, enquistados en la estructura de poder del país.
La
pregunta es: “¿Hacia dónde ha ido todo esto?”. La respuesta la da Daniel
Estulin:
“El
objetivo final de la pesadilla actual es un futuro que transformará a la Tierra
en un planeta-prisión, mediante un mercado
único globalizado, controlado por un gobierno mundial –también único–
vigilado por un ejército igualmente mundial, regulado económicamente por un
Banco Mundial y habitado por una población controlada mediante microchips;
cuyas necesidades vitales se habrán reducido al materialismo y la
supervivencia: trabajar, comprar, procrear, dormir, todo conectado a un
ordenador global que supervisará cada uno de nuestros movimientos.”[13]
Rol del
narcotráfico en el nuevo orden mundial
Para
poder captar a plenitud el verdadero rol del narcotráfico, el narcolavado, el
crimen organizado y los estados productores y consumidores de drogas,
comencemos por entender qué son las drogas, y a cuáles de ellas no estamos
refiriendo.
Veamos
la secuencia del narcotráfico:
1. Cultivo
La
adormidera –“Papaver somniferum”– es una flor nativa del Sur y el Este del
Mediterráneo, oriunda de las riberas de los ríos Rin, Ródano, Po y Danubio, el
Lago Bracciano en Italia y Alemania. y en las proximidades de Granada, en
España. Hay evidencias de su cultivo y uso desde finales de la Edad de Piedra.
Hoy se planta en Europa, Asia, África y América.
Afganistán
produjo el 95% del opio del mundo, en el 2012, y el 66 %, en el 2015, manteniéndose como el principal
productor mundial de las últimas décadas.
La
coca –“Erythroxylum coca”– crece al piedemonte andino, en Bolivia, Brasil,
Colombia, Chile y Ecuador. En Perú y Bolivia, a diferencia de Colombia, la coca
se cultiva con frecuencia en zonas agrícolas cercanas a pueblos rurales y a
mercados bien conectados con los sistemas económicos y de transporte del país.
En
ambos países hay cultivos de coca no sólo en zonas remotas, sino también junto
a cultivos lícitos, campos de pastura y zonas boscosas, advierte el informe de
la OEA “El problema de las drogas en las Américas”.
La
marihuana –“Cannabis sativa”– es originaria del Asia central, y se consume
desde hace 3 milenios AC. Hoy es el psicotrópico más común en el mundo con fines
recreativos, religiosos y medicinales, según la ONU: entre 127 millones y 233 millones de
consumidores para el 2014[14].
Las
drogas sintéticas –metanfetamina y éxtasis, entre otras– representan nuevas
adiciones al menú narcoadictivo. Aunque fueron descubiertas a principios del
Siglo XX, su lanzamiento y promoción ocurrió mucho después, cuando el COI
negoció con los carteles y los productores chinos, y se ajustó para su
comercialización en EEUU y la Unión Europea.
2. Elaboración
Los
opiáceos son derivados de los alcaloides, los cuales se hallan en la cápsula de
la adormidera y se extraen por incisión. Los más conocidos son la heroína, la
morfina, el opio y el láudano.
2.1
Heroína
La
heroína fue sintetizada por Charles Romley y Alder Wright, a fines del siglo
XIX, quienes la aislaron con la acetilación del clorhidrato de morfina, otro
subproducto del opio. “Heroína” fue el nombre con el que Bayer de Leverkusen,
Alemania, bautizó a la nueva sustancia, creyendo que su ingesta convertiría a
los soldados alemanes en héroes, y que, como sustituto de la morfina, resultaría
mucho menos adictiva.
Más
tarde se descubrió que la heroína se convertía en morfina al ser absorbida por
el hígado. Igualmente, se supo que la adicción generada por la heroína era más
intensa que la de la morfina.
La
heroína está prohibida en EEUU desde 1961, pese a lo cual ha habido aumentos
significativos y constantes de su oferta y la demanda. Su consumo se multiplicó
en la segunda década del Siglo XXI, hasta convertirse en una verdadera
epidemia, por lo cual el presidente Donald Trump la declaró “una emergencia
nacional” (2017) por sus más de más cien bajas letales al día.
2.2
Láudano
El
láudano es un cóctel de alcohol, opio y aromatizantes, preparado por primera
vez por el alquimista, astrólogo y médico suizo Teofrasto Paracelso
(1493–1541), usando azafrán, canela, clavo, vino blanco y otros ingredientes.
Algunos
efectos del láudano no han sido superados por ningún otro fármaco moderno, y
siguen disponibles en varios países, entre ellos España, mediante su
elaboración como fórmula magistral.
El
láudano se empleó en varios jarabes durante doscientos años. Los más famosos fueron los de Thomas Sydenham –quien lo
aderezaba con vino de Málaga– y el abate
Rousseau, médico personal de Luis XIV de Francia –que usaba alcohol y levadura de cerveza–.
Hasta
que apareció la aspirina, el láudano era el único analgésico eficaz contra
cualquier dolor, desde el provocado por la caída de los lentes de leche en los
niños a los generados por el cáncer y otras enfermedades terminales. También su
efectividad fue demostrada para curar o mejorar la ansiedad, la diarrea, el
insomnio, y la tos, desde un catarro hasta la tuberculosis. Sus principios
activos básicos son la morfina y la codeína.
2.3
Cocaína, bazuco (crack) y PBC
La
cocaína es un psicotrópico extremadamente adictivo, que va directamente al
cerebro. A partir de la pasta básica de cocaína –PBC–, su reducción a polvo
requiere de precursores y recursos que sólo se producen en los países
industrializados como, por ejemplo, la acetona.[15]
Por eso, el narcotráfico de cocaína genera una copiosa importación de insumos
que no debería ser desestimada por las autoridades de los países productores y
consumidores.
La
cocaína se extrae de las hojas del arbusto de coca, oriundo de Los Andes. Sin
embargo, se la conoce desde hace miles de años, y fue masticada directamente
por los aborígenes para acelerar el metabolismo respiratorio y poder trabajar,
productivamente, en la atmósfera enrarecida del altiplano andino.
El
clorhidrato de cocaína se consume desde hace un centenar de años. A principios
del siglo XX, la cocaína purificada fue el principio activo empleado por la
mayoría de los tónicos y elíxires para tratar gran variedad de enfermedades.
En
1855, al sintetizar químicamente las hojas de coca, se creó la cocaína,
empleada inicialmente contra el dolor de muelas. Después surgió una variante
más potente y adictiva, el crack.
La
cocaína llegó a su cénit en 1886, pues John Pemberton la
incluyó como ingrediente básico de la Coca-Cola. Fueron la euforia y los
efectos energéticos del refresco lo que potenciaron a la marca como la gaseosa
más vendida del mundo.
Entre
los grandes defensores de la cocaína droga destacaron Sigmund Freud –quien la
promovió como tónico seguro y útil contra depresión y la impotencia sexual–,
Thomas Alva Edison y Sarah Bernhart.
La
cocaína se convirtió en estilo y calidad de vida para los estadounidenses de
todas las clases sociales. Fue, asimismo, el mensaje principal del cine mudo,
cuya influencia se extendió a millones de personas a escala planetaria. En el
Siglo XX, fue llamada, La droga de los años ochenta y noventa, por su gran
popularidad y uso extendido.
La
pasta de cocaína –PBC– se procesa en Colombia, Bolivia y Perú. En la década de
los noventa, tras varios esfuerzos para reducir el cultivo en el sur del
Subcontinente, Colombia se convirtió en el líder indiscutible en su producción.
No
hay gran diferencia entre los efectos patológicos de la PBC y el bazuco o crack. La PBC antecede a la
elaboración de la cocaína pura, el crack es el polvo transformado en una
sustancia fumable, al agregarle agua bicarbonatada.
El
bazuco afecta a todas las esferas sociales y dimensiones de la vida, altera el
funcionamiento psíquico, destruye los vínculos familiares, eleva el riesgo de
contraer enfermedades, produce graves trastornos orgánicos, predispone a la
violencia y la criminalidad y genera manifiesto desinterés por todo lo que se
aparte de la perversa introspección del drogadicto.
Además,
desquicia la economía familiar y nacional, aumenta la corrupción e impulsa la
adopción de patrones que amenazan al país, pues –como ha sucedido en Colombia
y en Venezuela–, se llega a percibir su marketing como una forma de legítima
subsistencia.
2.4
Marihuana
La
marihuana se con las flores y hojas secas del Cáñamo de la India, en
cigarrillos, infusiones o como ingrediente de alimentos. Entre sus efectos
físicos y psíquicos destacan la euforia, la pérdida de la percepción temporal y
un mejor estado de ánimo. Aunque en la actualidad hay una tendencia a
despenalizar su consumo por considerarla droga light, como cualquier alcaloide
–sin excluir a la cafeína y la teína– su uso crónico crea dependencia.
2.5
Éxtasis
El
éxtasis –MDM– genera euforia intimidad y reduce la ansiedad. Crea pérdida de la
timidez, volviendo al individuo más alegre, extrovertido e hiperactivo. Fue
descubierto en 1912 por Anton Köllisch, pero sólo hasta la década de los setenta
del Siglo XX, no se lo empleó como droga recreativa y fármaco en la
psicoterapia.
La
posesión de MDM está prohibida en casi todo el mundo, salvo para investigación
científica y médica. En el 2016, la ONU estimó que unos 20 millones de personas
consumían MDM en todo el mundo, cifras similares a las de los usuarios de
cocaína, anfetaminas y opiáceos varios, aunque considerablemente menores que
las de usuarios de cannabis.
Muchos
señalan a Hong–Kong como el mayor exportador de éxtasis, incluso a través de
ventas por Internet. Pero es en China Comunista donde están los grandes
laboratorios de producción masiva.
2.6
Metanfetamina
La
metanfetamina –desoxiefedrina– es un estimulante sintético, relacionado con la
efedrina y la adrenalina. Fue sintetizada en Japón, en 1919, partiendo de la
anfetamina. Comenzó a comercializarse en 1938, bajo el nombre de “Methedrina”,
y se utilizaba como descongestivo nasal
e inhalador bronquial.
En
la Alemania Nazi, se vendía sin receta, bajo el nombre comercial de “Pervitin”.
Durante la II Guerra Mundial fue utilizada para estimular a los combatientes.
Se
fabrica clandestinamente, con procesos sencillos y reactivos relativamente
baratos, de fácil acceso. Por esta causa, hay controles sobre n sus precursores
y reactivos, por ejemplo, la efedrina. México es uno de los mayores productores
de metanfetamina, y gran parte de su producción va a la Unión Europea y
Argentina.
La nueva guerra del opio
En
1973, dos periodistas del Diario “Le Monde”, Catherine Lamour y Michel R.
Lamberti, publicaron “La nueva guerra del opio”, focalizándose en la producción
de heroína en el Sudeste Asiático.
Francia,
dueña de Indochina desde 1884, le compraba opio a la India y Afganistán, y lo
almacenaba en Hanói. Durante la guerra contra Japón, no pudo importarlo más,
por lo cual, empezó a cultivar adormidera en Laos. Allí se establecieron
centros de acopio de morfina base, precursora de la heroína. Antes de ser
invadido por los japoneses, Laos llegó a exportar más de 60 TM al año de este
precursor.
Tras
la victoria de Mao Zedong, el cultivo de adormideras y la fabricación de
morfina se trasladaron a “El triángulo del Oro” –fronteras de Birmania,
Camboya, Los y Tailandia–. Francia metió en el negocio a los anticomunistas,
algunos de ellos exiliados de China, y liderados en su mayoría por Touby Lyfoung y Van Pao;
quienes se convertirían, posteriormente, en jefes de los mercenarios de la CIA.
El
narcotráfico desde “El triángulo del Oro” fue celosamente protegido por la
inteligencia militar francesa, hasta la derrota de los galos en 1954.
La
CIA como narcotraficante
Los
estadounidenses tomaron el testigo al ocupar Vietnam, pero la ya CIA andaba
involucrada en el narcotráfico antes de la rendición francesa. Diez años
después, la producción de Laos había crecido a más 150 TM de morfina base
anuales, y en el país se elaboraba heroína.
Desde
su llegada al norte de Birmania, los expatriados chinos cultivaron y se
encargaron del narcotráfico, con el apoyo del general Phao, jefe de policía de
Tailandia y miembro de la CIA, que le aportó armas, municiones y aviones de
transporte sin matrícula. La producción birmana pasó a 400 TM anuales en 1962.
En
Wanton, campamento del cual expulsaron a los chinos, se encontraron tres
refinerías de morfina. En 1961 las tropas birmanas –en colaboración con el
ejército chino comunista– desalojaron otro campamento, Mong Pa Liao, adjunto a
un aeropuerto. En él hallaron armas estadounidenses. Birmania protestó ante la
ONU, pero Washington no le paró, y aseguró desconocer la procedencia del
armamento.
La
DEA reconoció, en marzo de 1972 que el ejército anticomunista controlaba el 80%
del tráfico de opio en el “Triángulo del Oro”, y cubría un tercio del consumo
mundial, lo cual era únicamente posible con la colaboración de la CIA. El rol
de los mercenarios y sus relaciones con la CIA fue negado reiteradamente por el
gobierno de EEUU.
Empero,
un antiguo empleado de la CIA declaró a Lamour y Lamberti–: “En 1971 yo
planeaba los vuelos y me encargaba de los fletes de Continental Air Service, al
servicio exclusivo de la CIA en Laos.”
“Conocía
el origen y el destino de cuantos vuelos entraban y partían de Laos. Cuando el
plan de vuelo llevaba la mención ´diverso´, yo sabía que era opio. Estos cargamentos
gozaban siempre de prioridad, y los manipulaba un personal especial. Se les
llamaba ´cargamentos confidenciales”.
“El
más importante que yo vi llegó en un DC3, y
ocupaba medio avión. A veces, el opio se almacenaba en los locales de
Air América, en Vientián. Otras veces se reembarcaba con destino a las bases
norteamericanas en Tailandia, Vietnam o Bangkok. El tráfico nunca fue un negocio
personal de los pilotos. ¿Cómo habrían podido transportar drogas sin que sus
superiores lo supieran? La mitad de la carga de un DC-3 no es un paquetito
menor. Para utilizar equipos y facilidades militares se siguen órdenes”.
Cuando
los mercenarios de Van Pao no pudieron contener la insurgencia comunista del
Pathet, Laos fue bombardeado masivamente por los B-52 (1964). Fue una masacre
deliberada de la población civil, que desplazó a más de un millón de personas,
en una guerra la cual, “oficialmente”, nunca existió.
Alfred
McCoy, profesor de la Universidad de Wisconsin, dedicó más de 20 años a
investigar sobre el Sudeste Asiático y su política.
En
su libro, “La política de la heroína en el Sudeste Asiático”, denunció cómo la
guerra fría y las operaciones encubiertas de EEUU fomentaron un auge sin
precedentes en el tráfico de heroína, acusando a la CIA y al Departamento de
Estado de complicidad en el mismo. McCoy
relata cómo Bill Marshall, antiguo boina verde, testimonió haber visto en
Vietnam opio a bordo de un avión militar en cajas marcadas como “repuestos para
motores de aviones”.
Al
crearse la OSS su y transferirse personal clave a la Oficina Federal de
Narcóticos, esta relación estrecha –según McCoy– continuó:
“La
DEA se mantuvo fuera del sureste de Asia durante ese período, y no interfirió
en narcóticos en deferencia a la CIA. Hablé con Maurice Belleux, ex-director
del equivalente francés a la CIA, el Service de Documentation Extérieure et du Contre-Espionnage.”
“Me
dijo que la inteligencia militar francesa había financiado todas sus
operaciones encubiertas comerciando las drogas de Indochina. Los paracaidistas
recogían el opio de las tribus, y los aviones franceses, lo transportaban a
Saigón, desde donde la mafia china se encargaba distribuirla. Las cuentas del
Banco Central, el reparto de los beneficios, todo estaba controlado por la
inteligencia militar francesa.”
La
CIA reclutó a los “Zares de las Drogas” en el noreste de Birmania, en 1950, y
luego, entre 1965 y 1975, éstos huyeron a Afganistán, incorporándose a las
guerrillas fundamentalistas contra las fuerzas soviéticas. Protegidos por la
CIA, manufacturaban oleadas periódicas de heroína.
En
1971 Mike Levine operaba en Tailandia como agente de la DEA –contó McCoy:
“Me
comentó que iría a Chiangmai, la capital de heroína del sureste asiático y el
centro financiero y de procesamiento del negocio. Quería hacer operaciones
importantes de incautación. Sin embargo, sus superiores de la DEA se lo
prohibieron hacerlo, y mucho menos llevar a cabo redadas.”
Cuando
en 1970 se supo que unos 30 mil soldados estadounidenses en Vietnam eran
heroinómanos, el escándalo se hizo viral en los medios masivos. Un corresponsal
del “Christian Science Monitor” denunció de que la CIA formaba parte del patuque.
En
1973 el confidente de la CIA, Puttapron Khramkhruan, fue detenido en Chicago,
con 60 libras de opio. Confesó que la CIA estaba al tanto de sus quehaceres. El
Departamento de Justicia enterró el caso porque podría levantar muchas ronchas
debido a la participación del detenido en la CIA en Tailandia, Birmania y otros
países del Triángulo. Por supuesto, Richard Helms y William Colby, directores
de la CIA, negaron reiteradamente su participación en el narcotráfico.
Un
oficial de inteligencia de EEUU, quien declaró anónimamente en newsxax.com
(2002), reconoció que la CIA estaba asociada al comercio internacional de
drogas:
“El
incremento en el comercio de heroína en EEUU a partir de la década de los 70,
puede atribuirse directamente a la CIA. La agencia ha sido cómplice en el
narcotráfico global por años, y no creo que hayan abandonado su negocio
favorito.”
Michel
Levine, ex agente de DEA, en su libro “La gran mentira blanca – De Bangkok a
Buenos Aires, el fracaso de la guerra contra las drogas” (1996), concluye que:
“Durante
décadas, la CIA, el Pentágono y organizaciones secretas como la de Oliver
North, responsable del escándalo Irán–Contra, han apoyado y protegido a los
mayores narcotraficantes del mundo.”
Pol
Pot mató a 1 de cada 4 de sus paisanos
En
Camboya murieron de mengua de 1,7 millones de personas, un 33% de los hombres y
un 15% de las mujeres que la poblaban en 1975. En términos porcentuales, fue el
mayor genocidio de la historia, con uno de cada cuatro camboyanos muertos.
Una
historia acallada por mucho tiempo por conveniencias políticas y estratégicas,
y que se diluyó en el anonimato de los 100 millones de víctimas estimadas que
los regímenes comunistas dejaron por herencia en el siglo XX, más que la
Primera y la Segunda Guerras Mundiales juntas[16]
Cuando
Pol Pot fue finalmente derrocado, la ayuda humanitaria enviada por Oxfam[17] y UNICEF
resultó insuficiente. EEUU presionó a la Cruz Roja para que se abstuviera de
intervenir mientras los vietnamitas ocuparan el territorio camboyano, por eso,
la mayoría de los suministros enviados fueron retenidos por “el ejército
liberador”. Como ha pasado en Afganistán, Colombia y Venezuela, Camboya fue un
importante proveedor de drogas, pues el narcotráfico no puede nacer, crecer y
desarrollarse sino en medio de la anarquía política y social. Al narcotráfico no
le importa sacrificar grupos, pueblos y naciones enteras para mantener su
comercio vil. Y tampoco le importa el terrible final de la mayoría de sus
víctimas, los adictos.
La
droga en América Latina
A
finales de los 60 del Siglo XX, Philip Morris, famosa tabacalera de Carolina
del Norte, EEUU,[18] estudió
en un mercado de prueba el lanzamiento de Marlboro, en el Cono Sur. Al efecto,
organizó una red que llevaba bultos de tabaco desde Tampa, Florida, hasta La
Asunción, Paraguay, para ser distribuidos en Argentina, Brasil, Perú y Uruguay.
El
presidente paraguayo, general Alfredo Stroessner, dictador por 35 años, estuvo
involucrado en todos los negocios lícitos e ilícitos de su país, gracias a lo
cual acumuló más de 6 millardos de dólares.
El Vice chairman encargado del operativo, un ex maestro colombiano,
aprovechó la coyuntura de que la incorporación de jets a la aviación civil
había dejado en tierra numerosas aeronaves de pistón, de gran autonomía de
vuelo, para alquilarlas por un puñado de dólares, contratando para su manejo a
pilotos considerados como la escoria de su profesión.
En
una segunda fase, convino con los fabricantes de whisky en Perth, Escocia,
completar la carga de los Douglas DC-7 y Superconstellation con cajas de
escocés premium. La ruta se planeó con escalas en Panamá, para recoger los
destilados. Pero, al regresar, los aviones venían vacíos.
Tal
oportunidad motivó al avispado maestro para embarcar unos cuantos kilos de
marihuana y coca. En la vuelta a Panamá, se adquirían también algunos
electrodomésticos, a precios de zona franca de Colón, para llevarlos a México.
Así comenzó el periplo de la coca y nacieron los carteles mexicanos.
¡El
cocalero soy yo!
Al
crimen organizado siempre le atrajeron los nuevos negocios, sobre cuando había
poca o nula resistencia.
Desde
que Evo Morales accedió a la Presidencia, Bolivia da ambas facilidades, habiéndose
transformado en el eje de una dinámica criminal novedosa, que le añadió más
leña al fuego, y que se adaptó como guante a la mano a los patrones de
compraventa del subcontinente.
Bolivia
limita con el segundo mayor consumidor de coca del mundo, Brasil. Asimismo, con
Perú, otro gran exportador de coca, y con Paraguay, principal cultivador de
marihuana en Sudamérica. En Argentina crece la demanda por bazuco. E,
igualmente, aumenta diariamente el número de adictos en Chile y Perú.
Estas
condiciones convirtieron a Bolivia en epicentro del narcotráfico para el Cono
Sur, pero también hubo otros factores que hicieron del país terreno fértil para
el crecimiento del Crimen Organizado Transnacional –COT–.
Durante
el siglo pasado, Bolivia tuvo sus propias mafias de alta envergadura.
La
más destacada, dirigida por Roberto Suárez, llegó a ser la mano derecha de
Pablo Escobar Gaviria y el Cartel de Medellín. Hoy el COT está limitado a los
clanes, los cuales participan en una amplia variedad de actividades delictivas,
principalmente la del contrabando. Los narcoproductores bolivianos dirimen sus
rivalidades pacíficamente. Ichilo, en Santa Cruz, es uno de los centros de
producción del bazuco, y allí funcionan cuatro de los mayores clanes.
En
una entrevista en el programa de televisión “Sin Letra Chica”, el portavoz de
uno de los clanes señaló que su organización trabajaba en paz con los demás, y
que entre dos de ellas agrupaban a más de 600 “asociados”. Aseguró que ambas
comunas producían hasta 800 Kg de pasta de coca por semana, que parte de ésta se
enviaba a Brasil y el resto la compraban los colombianos. También destacó el entrevistado
que el coronel de jefe la policía de Yapacaní estaba incluido en su nómina.
Hoy
son los mexicanos –y no los colombianos– quienes abastecen el mercado
estadounidense. El papel dominante de los carteles mexicanos se debe tanto a su
ubicación –“tan lejos del cielo y tan cerca de Estados Unidos”–, como a su
capacidad para producir localmente heroína, marihuana y metanfetaminas.
Venezuela:
“Tá barato, dame dos”
Lyndon
LaRouche asegura:
“Venezuela
tuvo una relación privilegiada con el narcotráfico sudamericano. Hasta 1983,
exenta de la producción de estupefacientes, servía de estación de trasbordo y
centro bancario.”[19]
“Fueron
los narcodólares venezolanos los que iniciaron el torrente de dinero lavado en bienes
raíces en el estado de Florida, antes que a la mafia colombiana se le ocurriese
completar la idea. Llegó a tanto el volumen lavado por los venezolanos que se
convirtió en chiste popular decir que el venezolano iba a Miami, y al preguntar
por el precio de un producto, decía: ´Tá barato, dame dos”.
Para
1980, se calculaba oficialmente que el capital venezolano invertido en Florida
ascendía a más de 1,100 millones de dólares. Y, en 1984, según estimados
oficiales, se habían lavado más de 5 millardos.
Una
acuciosa investigación de la periodista Penny Lernoux,[20]
concluye en que Oswaldo Cisneros estuvo
metido hasta los codos el narcolavado, en su condición de socio propietario de World Finance Corporation –WFC–, cuyo negocio era la limpieza al por mayor de dinero
sucio. Al haber quedado en evidencia varias veces, WFC, finalmente se desplomó,
y su presidente, el cubano-estadounidense Guillermo Hernández Cartaya fue
encarcelado por el delito menor de evasión de impuestos.
El
libro de Lernoux, reproducido en algunos de sus capítulos por la Revista “Resumen”,
develó los detalles más sórdidos de la WFC: canje de armas por drogas en el
Caribe, recursos financieros para Fidel Castro y otras lindezas por el estilo.
El reportaje suscitó aún más interés por el hecho de que “El Diario de Caracas”
publicó una foto del entonces presidente de Venezuela Jaime Lusinchi leyendo el
libro de Lernoux.
La
Organización Diego Cisneros –ODC– publicó desplegados a páginas enteras en la
prensa de Caracas, rechazando de plano su relación con la WTC, Credival o
Hernández Cartaya.
Por
su parte, Oswaldo Cisneros, entrevistado por “Resumen”, presentó su versión del
affaire. Reconoció haber contratado a Hernández Cartaya para reorganizar
Inversiones Fénix –llamada después Credival– y que ambos habían sido socios de una
subsidiaria de la WFC en Caracas.
Pero
Cisneros insistió en que “fue el último negocio que habían hecho juntos”, y que
desconocía que Hernández Cartaya tuviese algo que ver con el narcotráfico o el
narcolavado.
Los
apologéticos de Cisneros atacaron duramente a Lernoux. Aseguraron que a su carrera
se habían costeado la KGB y el MI6 británico. Pero la mayoría de las pruebas
ofrecidas por Lernoux provenían del Congreso de EEUU, la Dirección de Aduanas
del mismo país, la DEA y un gran jurado federal.
Cisneros
y el narcolavado
Juan
José Requena, columnista del diario digital chavista “Aporrea”, denunció que
José Rafael Revenga, ex vicepresidente ejecutivo de la ODC y Venevisión, era
director del Royal Bank of
Canada –cuya fama como banco de narcolavado no
puede ser peor–. Asimismo, que la ODC había estado asesorada por George S.
Moore, ex presidente del Citibank y director emérito de WR Grace.
Requena
aseguró que Diego Cisneros era miembro de la sociedad “Mont Pelerin” –cuyo
objetivo es legalizar la economía ilegal–, que había costeado numerosas jiras
de los propagandistas de “Mont Pelerin” a Venezuela para hacer proselitismo
entre los empresarios del país y que su consigna de toda la vida –según lo
escribió en su autobiografía su hijo Gustavo– era: “Denme al hombre apropiado,
¡y trato hecho!”
Gustavo,
a su vez, fue vicepresidente de los “Caballeros de la Orden de Malta” y, en
1981, director del Chase Manhattan Bank, uniéndose su directiva a Henry
Kissinger, Per Gyllenhammer, Joe Martínez de Hoz, Y.K. Pao, Ian D. Sinclair y
G.A. Wagner; todos ellos destacados miembros del Club de Bildenberg.
Requena
también sostuvo que, durante la presidencia de Jimmy Carter, el Secretario de
Estado Cyrus Vance, utilizó a la ODC como “mediadora” entre ciertos grupos
políticos y económicos de la región.
La
ODC potenció el boom financiero venezolano en Florida. En 1978 compró acciones
del Florida First
National Bank. uno de los tres
bancos que encabezaron la campaña para levantar las restricciones del Estado a
fines de la década de los 70, –requisito indispensable para transformar a la
compañía en refugio para el narcolavado–. Según un informe publicado el 1° de
julio de 1984 en “El Diario de Caracas”, Oswaldo Cisneros fue el enlace de un
plan para que EEUU restableciera relaciones comerciales y diplomáticas con
Cuba.
El “Diario
de Caracas” relató una visita de Oswaldo a Cuba, en un avión de Pepsi-Cola, así
como su reunión con Fidel Castro. Entrevistado por “Resumen”, Cisneros
reconoció haber ido a la Isla, pero “por razones familiares”, y aseguró que su
reunión con Castro había sido “casual” y que únicamente había tratado con él “generalidades”.
Pero,
según Requena–: “Hubo puntos que nunca explicó Cisneros. Su esposa, la cubana
Ella Fontanals, es hermana de José Fontanals Pérez, ex director del Banco
Nacional de Cuba, y asesor económico de los Castro. Los nexos de Ella con su
hermano no fueron sólo del pasado.” Oswaldo, en la citada entrevista, dijo que
él facilitó por lo menos una visita discreta de Fontanals a Caracas, para
asistir al funeral de su madre.
Según
la DEA, Ella Fontanals acudía en Nueva York a lugares donde se reunían los
diplomáticos cubanos y, asimismo, los narcotraficantes colombianos; entre
ellos, Jemel Nassel de Lehder, ex esposa del rey de la mafia colombiana, Carlos
Lehder.
Hernández
Cartaya participó en la invasión de Bahía de Cochinos, le capturaron, lo
liberaron y entró a trabajar en el Citizens and Southern Bank de Atlanta, hasta que montó su propio negocio.
El
abogado de la WFC, Walter Surrey, ex agente de la OSS, se quedó en la empresa
hasta 1976. Surrey era también asesor jurídico de Ronald Stark, terrorista
condenado en Italia por su actuación con las Brigadas Rojas.
Antes
de sus actividades terroristas, Stark fue miembro de la “Brotherhood of Eternal Love”, fabricante de la mayoría de los alucinógenos en EEUU
durante la década de los 70; hermandad considerada “pionera” del narcotráfico y
lavado de dinero en el Caribe, EEUU y Mesoamérica.
WFC
fue desde el principio una narcolavandería.
En
1977 poseía nueve empresas y un banco en Miami, así como subsidiarias en 8
países iberoamericanos. Unibank, su filial panameña, abrió sucursales en las
Antillas Neerlandesas, las Islas Caimán, Londres, los Emiratos Árabes Unidos y
Texas. WFC obtuvo dos millones de
dólares del Narodny Bank de Moscú en 1975. A juzgar por los hechos conocidos,
Hernández Cartaya hizo más que suficiente para merecerlo.
En
sus primeros 7 años, WFC generó más de 500 millones de dólares en beneficios.
Una mala gestión en los Emiratos acabó con su
solidez (1977), les costó a los inversionistas US$ 55 millones y obligó
a Hernández Cartaya a huir del país, provisto de un pasaporte colombiano falso.
Una investigación posterior reveló que el National Bank of South Florida estaba
involucrado en el narcolavado de dinero, auto préstamos y varios otros delitos.
Cuba y el
narcolavado
La
WFC incluyó en su clientela a la hez del bajo mundo financiero del continente.
El representante colombiano de la WFC, Jaime Mosquera, fue a la cárcel en 1982
por fraude. Según testimonio ante el Congreso de EEUU que investigó a WFC,
Hernández Cartaya fue “representante secreto” del gobierno cubano, y le
ofreció una jugosa comisión a Alfonso
López Michelsen, presidente colombiano, para que cooperara con Cuba en abrir
las rutas norteñas del narcotráfico.
El
Unibank de Panamá también compró armas para los sandinistas, antes que Daniel
Ortega derrocara a Tachito Somoza en 1978. Unibank sirvió como intermediario en
el canje de armas por drogas, tanto en Venezuela como en Colombia.
Hernández
Cartaya iba a dónde lo llevara el viento. Según Peter Dale Scott y Jonathan
Marshall[21], el
banquero cubano financió al terrorismo anticastrista de Orlando Bosch, y a
Gaspar Jiménez. hombre de confianza de Bosch arrestado en México en 1976
cuando intentaba secuestrar al cónsul cubano en Ciudad de México. Más tarde, pagó
50 mil dólares para que Jiménez escapara de la cárcel.
Scott
y Marshall describen los nexos de la WFC con los principales narcotraficantes, que
fueron múltiples y muy frecuentes.
Aseveran
que la DEA demostró que uno de los colaboradores más allegados de Hernández
Cartaya trabajaba con Santos Traficante, el famoso capomafioso que hizo de Cuba
su propio feudo antes de la Revolución.
La
financiera Dominion Mortagage Corporation, propiedad de Traficante, registró
sus oficinas en el mismo domicilio de WFC. La DEA sostuvo, además que Enrique
Argomaniz, empleado de la WFC traficaba drogas y armas.
Gobiernos
complacientes
En
1976, cuando Guyana cayó en default y recurrió al Fondo Monetario Internacional
en busca de créditos de emergencia, se reunió con altos funcionarios del
gobierno una delegación del Royal Bank of Canadá. El banco insistió en que
Guyana reorientara su economía hacia la producción de cosechas de exportación,
frase eufemística para definir a los narco cultivos, para poderle otorgar los
préstamos solicitados
Entre
1982 y 1994, Pablo Escobar Gaviria no sólo fue el icono del tráfico de la
cocaína. También manejó más de diez millardos de dólares, fue electo
congresista suplente, asistió como invitado oficial a la toma de posesión de
Felipe González en España, mandó a asesinar a más de 4 mil personas y planeó y
ejecutó el homicidio del candidato presidencial a la Presidencia de Colombia,
Luis Carlos Galán.
Durante
su reinado, Colombia usó como indicativo sobre la economía las alzas y bajas de
la moneda nacional, pues el valor del cambio del dólar bajaba o subía según se capturaran
o no de alijos de cocaína. Por eso, en Colombia, la droga creó una perversa,
cotidiana y volátil prosperidad.
Los
gobiernos de Belisario Betancour y Virgilio Barco fueron, indudablemente,
complacientes con el narcotráfico, pues durante sus mandatos el Banco Central
de Colombia cambiaba libremente los dólares sin averiguar su procedencia.
Los
símbolos exteriores de la riqueza mal habida resultaron evidentes, desde lujosos vehículos todoterreno –como sucede
hoy en Venezuela–, hasta propiedades
urbanas y vacacionales de alto valor en manos de quienes nunca habrían podido
adquirir ni siquiera las chozas donde habían nacido –lo que también sucede
aquí–.
La
“guinda del cóctel” fue un zoológico de animales exóticos, ubicado en la finca
de Escobar Gaviria, a pocos kilómetros de Medellín. Allí celebraba fiestas que
duraban hasta el amanecer, regadas con las mejores bebidas del mundo y amenizadas
por la orquesta de bailes Los Melódicos, que traía en aviones chárter desde
Venezuela.
Recientemente,
para evitar que la residencia urbana de Escobar Gaviria siguiera siendo “objeto
de culto”, la Alcaldía de Medellín ordenó la destrucción del inmueble para erigir
en su terreno un monumento a las millones de vidas prematuramente destrozadas
por la droga.
Fue
el presidente César Gaviria quien le puso el cascabel gato. Cumpliendo con sus
órdenes, la policía arrestó a Escobar Gaviria, y, tras su fuga y enconche, le
ajustició, el 2 de diciembre de 1993.
Contra
viento y marea, Álvaro Uribe Vélez, se las jugó por la ética, combatiendo el
mal desde sus raíces más profundas, que no eran sólo los forajidos de Escobar
Gaviria, sino los autoproclamados apóstoles de la guerrilla castro–comunista,
los chicos de las FARC y el ELN, controladores de todas las zonas de producción
y refinación cocaleras, y de dos tercios del territorio nacional.
Al
asumir la primera magistratura, Uribe Vélez fue recibido a morterazos –cuyos
impactos aún podían verse hace un par de años en el Palacio de Nariño-, pues la
narcoguerrilla era dueña de aldeas y caseríos a sólo 4 kilómetros del cerro
Monserrate de Bogotá, los gamines –o niños de la calle– eran entrenados para el
sicarios o guerrilleros por los carteles y las FARC de Tirofijo Marulanda.
Como
también acontece en Venezuela y Centroamérica, los jóvenes colombianos
emigraban por millares, a cualquier rincón del mundo donde sus pasaportes
recibieran visas.
Uribe
Vélez realizó una extraordinaria labor, llevando al borde de la extinción a las
FARC, seguro como estaba de que Juan Manuel Santos, su Ministro de la Defensa,
la continuaría al ser electo Presidente. Pero se equivocó de banda a banda.
Poseído no se sabe de qué espíritu, Santos se dedicó en cambio a concertar la paz, sin haberle
ganado la guerra a las FARC y el ELN.
Mary
Anastasia O’Grady, columnista de “The Wall Street Journal”, comentó este caso
así:
“Santos
tardó seis años en firmar un acuerdo al que los colombianos le dijeron ´no´ y
apenas seis semanas para reformarlo, olvidándose de su promesa de que cualquier
concertación con la guerrilla tendría que ser aprobado por una consulta
popular...[22]
Así,
el gobierno colombiano volvió a ser complaciente, actitud que se coincidió, al
finalizar el mandato de Santos, con un incremento en más de un 100% del cultivo
de la coca.
Gobiernos
narcorruptos
En
Bolivia y Venezuela, ambas cúpulas gubernamentales se abocaron a promover,
proteger y aprovecharse del narcotráfico.
Bolivia,
que a finales del Siglo XIX había sido “la joya de la corona de la Gran Colombia”,
Bolivia, la bienamada de Simón Bolívar,
Antonio José de Sucre y José Antonio Páez, se nutre hoy de la cocaína y la
pasta de coca que envía a Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay.
Los
bolivianos organizaron clanes en sus fronteras para elaborar el polvo, la pasta
y el bazuco, realizan las faenas a plena luz del día y hasta comentan
libremente esos quehaceres por la televisión regional.
¿A
que se debió la involución de Bolivia?
Al
igual que Venezuela, sus gobiernos cayeron en manos de subalternos sin moral ni
luces. Sobre uno de los veinte presidentes que tuvo Bolivia desde su Independencia,
Gabriel García Márquez recogió una frase lapidaria, atribuida a su progenitora:
“Si hubiera sabido que mi hijo iba a ser presidente, lo habría mandado a la
escuela[23]”.
El
llamado “Cartel de los Soles” demostró en Venezuela, durante más de veinte años
de régimen chavomadurista la sumisión de los generales como subalternos del
narcotráfico –o, más bien, “lugartenientes”[24]–,
en un entramado que los mandatarios del Foro de Sao Paulo diseñaron para la
explotación de la droga.
Con
soles y no estrellas se determina el rango de la oficialidad en Venezuela, y
así se les identifica en sus prendas militares. Un sol corresponde a general de
brigada o contralmirante, dos a general de división o vicealmirante, cuatro a
general en jefe o almirante[25].
Como
buenos lugartenientes, los portadores de soles fueron siempre pésimos
estudiantes, pues ocupaban los últimos lugares de sus estudios castrenses.
Ali Babá y
los 40 ladrones
Hoy
compiten, además, por el récord Guinness de la corrupción, no sólo por haber saqueado
descaradamente las empresas del Estado cuya dirección se les confió, sino
ejerciendo el control para que la droga y el dinero fluyan libremente por el
territorio venezolano, y los precursores y armas lleguen a Colombia.
Empero,
no sólo es la cúpula castrense la que maneja este infame negocio en Venezuela,
sino que de la misma teta chupan también oficiales de menor rango, sargentos y
hasta rasos, especialmente los de la Guardia Nacional Bolivariana.
Como
en el resto del crimen organizado, se necesitan chivos expiatorios que carguen
con las culpas de los alijos de droga y el dinero capturado, al dar “saludos a
la bandera”, pues, para que lleguen 100 Kg de droga a su destino, hay que sacrificar
10 Kg.
Tampoco
todos los militares venezolanos deben ser metidos en el mismo saco, pues
decenas de oficiales perdieron sus ascensos, carreras y hasta la libertad por
oponerse a este modus vivendi.
Un
caso notable es el de los aviadores, quienes, una vez cumplido su servicio y
accedido a los cursos de mejoramiento profesional disponibles, discretamente se
dan baja y emigran, para solicitar trabajo en la aeronáutica civil, merced a la
demanda de pilotos existente hoy en el mundo, especialmente en EEUU y la Unión
Europea.
En
conchupancia con el régimen comunista y el “Cartel de los Soles”, están los
boliburgueses, una variopinta multigeneracional que va desde algunos
empresarios enriquecidos al amparo de la IV República –principalmente
banqueros, importadores y dueños de medios– hasta la boliburguesía y
los bolichicos[26]. Todos
estos grupos emergentes necesitan lavar sus ingresos, y lo hacen a través de un
polígono que une a Caracas, La Habana, Panamá y Miami.
Venezuela
padece hoy de una crisis humanitaria, por escasez de alimentos y medicinas.
Nadie sabe qué puede pasar con una migración que ya va por 3 millones de
personas, y con una avalancha prevista de 4 a 6 millones de refugiados adicional
hacia los países vecinos.
Según
la ONU, Venezuela superó con creces los niveles mundiales de inflación e
inseguridad. La República está despedazada, el desorden generalizado, tolerado
y promovido por el Ejecutivo Nacional, convirtió a Caracas en una de la
ciudades más embochinchadas, inseguras y sucias del planeta, y hoy se reconoce
que el 80% de los venezolanos volvió a la pobreza crítica y extrema, pues las
cifras suministradas a las FAO por el régimen fueron manipuladas:
“A
pedazos se cae el país. Los bachaqueros [27]
se adueñan de Sabana Grande, la gente hace sus necesidades en la calle, invade
terrenos, construye ranchos junto a la autopista. Todos esgrimen idénticos
mensajes: la necesidad económica, la razón social, el mismo que les repiten sus
gobernantes. Abiertamente se proclama que las sentencias judiciales y amparos
deben ser cumplidas, aunque sean injustas, según la interpretación del juez, el
funcionario, el partido. Nunca en los famosos cuarenta años de la IV República el país soportó tal
descomposición, pese a que ahora permanezcan callados quienes tanto hablaban de
´anomia moral´. El auge de la inseguridad tiene está relacionado directamente
con esa descomposición, con la inexistencia de la ley, la impunidad de todo
tipo, intelectual, política y legal.”[28]
Según
el pensamiento estratégico chino, que tanto atraía a Chávez–: “Si las
instrucciones no están claras, si las órdenes no han sido explicadas, tiene la
culpa el comandante. En cambio, si las instrucciones están claras y las órdenes
han sido explicadas, mas no se ejecutan conforme a la observancia, los
oficiales son los responsables[29]”. O como dicen los latinistas: “Nadie puede
alegar en su descargo su propia torpeza.”
Venezuela,
que recibió durante el boom petrolero de comienzos del siglo XXI US$ 300
millardos, 10 veces más que Europa Occidental entre 1948 y 1961 por el Plan
Marshall, según Asdrúbal Oliveros y Gabriel Villamizar [30], hoy
adeuda más de US$ 249 millardos, casi lo mismo que obtuvo con el oro negro a
más de 100 dólares el barril, y ha caído, técnicamente, en default.
Nadie
responde a la pregunta, “¿Dónde están lo reales?” El fiscal general nombrado a
dedo por órdenes de Cilia Flores, Tarek William Saab ha detenido a unos cuantos
involucrados en el affaire de la Faja Petrolífera del Orinoco. Pero se trata
sólo de “un millardito” de dólares, y los aprehendidos no son santos de la
devoción de Maduro.
Venezuela
fue expulsada de Mercosur por violar principios democráticos fundamentales como
el respeto a los derechos humanos, el imperio de la Ley, la independencia de
los poderes públicos y el sometimiento a la Constitución; se salió de la OEA,
la Comunidad Andina y el G–3; muchos funcionarios de alta jerarquía figuran en
las listas de los más buscados por la CIA, la DEA e Interpol; los miembros del
gobierno han sido sancionados por Canadá, EEUU y la Unión Europea.
Esta
es la cosecha que el narcotráfico le ha deparado al que fuera uno países más
rico de Sudamérica, lanzándolo a un abismo cuyo fondo aún no se vislumbra.
Entre
crímenes violentos y pacientes muertos por falta de medicinas, ya van 600 mil
bajas. Para resolver el problema, la ilegal Asamblea Constituyente aprobó una “Ley
contra el Odio” que penaliza hasta con diez años de presidio, según la
discrecionalidad del burócrata o juez encargado de aplicarla, toda crítica
pública que incite a la violencia.
El
psiquiatra Jorge Rodríguez, hermano de la ahora Vicepresidenta de la República
y Expresidenta de la Asamblea, fue nombrado Ministro de Comunicaciones e
Información para vigilar que se cumpla la ley en los medios masivos, y prometió
hacerlo en los interactivos a través de una avanzada tecnología.
Debe
referirse Rodríguez al cepo instalado en China, que impide que todos los medios
democráticos publiquen sus páginas Web y otras informaciones en esa nación,
salvo “The New York Times”[31], siempre
que no mencione temas prohibidos: manifestaciones contra el gobierno y las
referencias al Tíbet. O las fake news que Rusia TV y la Agencia Sputnik lanzan
impunemente a diario.
The End
Publiqué
esta investigación en mi blog, terminando el 2017.
De
acuerdo con “La Prensa de Lara”[32], Érika
Guevara Rosas, Directora para las Américas de Amnistía Internacional (AI),
presentó en Caracas un informe intitulado, “Hambre, miedo y represión”, donde denuncia
la violación de los derechos humanos en Venezuela –detenciones arbitrarias,
abusos policiales, acciones extrajudiciales entre otros delitos–, y responsabiliza
a Nicolás Maduro por las “ejecuciones selectivas” de manifestantes registrada en
enero del 2019. durante las protestas antigubernamentales.
El
informe concluye que fuerzas de seguridad venezolanas “bajo la línea de mando
de Nicolás Maduro, ejecutaron a personas, usaron fuerza excesiva y detuvieron
arbitrariamente a cientos de ellas, incluyendo adolescentes, en una escalada de
su política de represión para controlar a la sociedad venezolana”.
Añade
AI que, entre el 21 y el 25 de enero cuando comenzaron las protestas callejeras
contra Maduro como “usurpador”, al menos 41 personas fallecieron, “heridas
todas ellas por de armas de fuego”, y más de 900 fueron “detenidas
arbitrariamente”.
En
una entrevista posterior, que Guevara Rosas concedió a Fernando del Rincón,
ancla de CNN[33], agregó
que el informe culpaba directamente a Maduro y que, tanto él como sus
subalternos, estaban sujetos “a crímenes de lesa humanidad”, cuyos delitos son
imprescriptibles.
Además,
ante una inquietud del periodista por la inmovilidad de los organismos
multilaterales para actuar en estos casos, Guevara Rosas afirmó que, partiendo
del hecho de que estos delitos no sólo carecen de fecha de caducidad, sino que,
también, son “extraterritoriales” –pues los tribunales penales de cualquier
país pueden detener y procesar a los sospechosos según sus propias leyes–, AI
había solicitado a varias naciones proceder en consecuencia.
El
informe resalta lo siguiente: “Autoridades estatales llevaron a cabo las
ejecuciones extrajudiciales selectivas como método de control social a través
de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), principalmente de sus Fuerzas de
Acciones Especiales (FAES), contra personas que participaron de alguna forma en
las protestas”.
Estas
acciones se evidenciaron aún más con el fallido intento, liderado por el
presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, de hacer llegar ayuda
humanitaria a los más necesitados. Camiones que portaban alimentos y medicinas
fueron detenidos e incendiados por la Guardia Nacional y la “milicia” –entre
cuyos integrantes figuran las “avispas negras”, abominable ejército de
mercenarios que incluye a militares de Bolivia y Cuba, guerrilleros de las FARC
y el ELN y terroristas de Al Qaeda, soldados iraníes y psicópatas liberados por
el gobierno de los presidios venezolanos–.
Ante
la reacción internacional, cuyo reconocimiento a Guaidó y a la Asamblea Nacional
se extiende a más de 50 naciones, el cepo se estrecha cada vez más sobre Maduro
y su “Corte de los Milagros”. Empero, lamentablemente, nunca han sido los foros
mundiales los que determinaron la suerte de las naciones, sino la decisión de
sus pobladores. Por eso, la decisión de liberarnos de la empresa Narcotráfico,
Inc. pareciera no estar en nuestras manos.
Bibliografía
@AdrianBlancoR,
05/11/17
antilavadodedinero.com,
19/02/2016
Blog:
http://ticsddhh.blogspot.com/
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Daniels, Diana: “Mapa
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Trail of the Assassins”, Sheridan Square, New York, 1988.
laprensalara.com.ve
Lyndon Larouche: “Narcotráfico,
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Andrés Openheimer: “Cuentos
Chinos”, 2005.
Revista “Semana”
(Cuatro entregas sucesivas): Bogotá, Noviembre de 2016
Juan José Rivas
Moreno: “Pol Pot y el genocidio de Camboya”, 12/01/2015
Sun Tzu: “El arte de
la guerra”, 1990.
vdeinteminutos.es/noticia
[2]
https://www.elnuevodiario.com.ni/nacionales/286766-precio-droga-crece-500-veces/
[3]
https://www.tvynovelas.com/mx/tv-y-novelas/cuanto-dinero-tiene-joaquin-chapo-guzman/
[4] Aldehídos y cetonas, tóxicos
presentes en la destilación primitiva o defectuosa del alcohol absoluto.
[5] Propietario
también de destilerías en Escocia que fabricaban marcas con el whisky White
Label. Hoy la compañía pertenece a Bacardí, Ltd., siguiendo una política internacional
de las licoreras a fusionarse en oligopolios para concentrar su poder.
[6] Seagram´s compró las
acciones de Pernod Ricard, –empresa franco–americana –involucrada en un
escándalo con un bufete financiero de Trinidad– y vendió parte de las suyas a
Coca Cola, antes de pasar a ser propiedad de la firma británica Diageo, líder
mundial en bebidas alcohólicas, con 8 de las 20 marcas más vendidas: crema de
licor Baileys, ginebras Gordon's y Tanqueray, ron Captain Morgan, tequila
Cuervo, vodka Smirnoff, whisky canadiense Crown Royal, whiskies escoceses Johnny Walket y J&B .
[7] Lyndon
Larouche, Narcotráfico, S.A, 1978.
Dado que esta obra fue prohibida y recogida varias veces en muchos países,
entre ellos Venezuela, el autor ha liberado su descarga desde Internet.
[8] Lyndon
Larouche, Op. Cit.
[9] Agrupaba y
era la máxima jefatura del MI5, el MI6, el Servicio de Inteligencia –SIS–, el
Servicio de Ejecutivo de Operaciones
Especiales –SOE– y el Servicio Político de Guerra –PWE– para el Caribe
Norteamérica y Sudamérica del Reino Unido.
[10] Lansky
(1902–1983) creó el sistema financiero de lavado de dinero de la mafia en EEUU.
Junto a Charles Lucky Luciano, fue uno de los principales referentes del crimen
organizado judío–estadounidense durante el siglo XX.
[11] Bloomfield (1906–1984),
abogado y comerciante, fue un reconocido líder de la comunidad judía
canadiense.
[12] Kuhn, Loeb & Company
financió ferrocarriles en expansión y compañías como Western Union y
Westinghouse, convirtiéndose así en el principal rival de JP Morgan &
Company, pero no pudo adaptarse al ritmo y la velocidad de los cambios del
mercado después de la guerra. En 1977, la empresa se fusionó con Lehman
Brothers, y fue adquirida, a su vez por American Express en 1984Jim Garrison,
On the Trail of the Assassins, Sheridan Square, New York, 1988.
[13] Daniel Estulin: La verdadera historia del Club Bildenberg,
2005
[14] Creo que
las cifras de la ONU, más que conservadoras,
intentan ser tranquilizadoras para no
alimentar fuegos mediáticos. Según la DEA, el 20% de la población de EEUU era o
es narcoadicta, y esa cantidad, sumada sólo con la de la Unión Europea, se
acerca a los 40 millones de adictos, tan solo en referencia a la cocaína y sus
productos derivados.
[15] El mayor
exportador de acetona durante la última década del siglo pasado y la primera
del presente ha sido Alemania. Supongo que los fabricantes germanos conocerán
el uso final que sus compradores le dan al producto, y sabrán calculado cuánta
acetona hace falta para esmalte de uñas, y cuánta para otros usos. Esta misma
“doble moral” se aplica a bancos como Citibank, JP Morgan y Wells Fargo la
Fiscalía de Ciudad de México acusó de lavar dinero en el caso de las
metanfetaminas,
[16] Juan José Rivas Moreno: Pol Pot y el genocidio de Camboya,
12/01/2015
[17] Oxfam es una
agrupación internacional formada por 17 ONG que proveen ayuda humanitaria a 90
países. Fue fundada en Oxford en 1942, para paliar los devastadores efectos de
la II Guerra Mundial entre la gente de menores recursos.
[18] Entre los
accionistas de Philip Morris se cuentan el presidente Donald Trump y Carlos
Slim, el empresario mexicano considerado por la Revista Fortune como “el hombre
más rico del mundo”.
[19] Lyndon Larouche, Op. Cit.
[20] Penny Lernoux: In Banks We Trust, Penguin Books, 1984
[21] Peter Dale
Scott y Jonathan Marshall: Cocaine
Politics: Drugs, Armies, and the CIA in Central America, University of
California Press, Stanford, 1991.
[22] Según sus opositores,
Santos, al igual que Maduro, fue siempre un “topo” comunista. Revista Semana, Bogotá, 2016
[23] Gabriel García Márquez: El otoño del patriarca.
[24] En el
narcotráfico es el Deputy Chief
(segundo jefe). Los Carteles precisan de 2 jefes para realizar sus tareas. El
principal es quien ejerce la representación institucional, da el visto bueno a
los proyectos y firma los escritos
importantes. Es quien representa a la organización hacia afuera. El segundo
jefe se encarga el trabajo interno, da la cara hacia dentro. Es quien atiende
los asuntos menores y de rutina y coordina el funcionamiento interno del
cartel. Cuando el jefe principal no puede
activarse, actúa como sucesor en la cadena de mando.
[25] Aunque tampoco se sabe ahora
cómo quedó el orden jerárquico, pues fueron creados nuevos cargos: el de “mayor
general” –quizás por la insuficiencia de brigadas para atribuírselas a los
coroneles que ascienden– y la de “almirante en jefe”, cuyo significado
realmente se me escapa pues parece redundante
[26] Pertenecientes a la Generación del Milenio, hijos de
familias bien, “venidas a menos”, que decidieron olvidar sus valores y
dedicarse a vivir de la corrupción.
[27] Antiguos
buhoneros, hoy vendedores de alimentos, medicinas y productos escasos a precios
de mercado negro.
[28] Masó,
Fausto: El método del discurso; en El Nacional. (26/05/01).
[29] Tzu, Sun: El arte de la guerra (1990).
[30] US$ 249.523
millones al cierre de 2014, de los cuales US$ 121.688 millones correspondieron
a endeudamiento del gobierno central –bonos de deuda interna y externa, letras
del tesoro y préstamos con multilaterales–, US$ 46.153 millones a la deuda
financiera de Pdvsa –denominada en su totalidad en dólares–, US$ 19.564
millones a financiamientos obtenidos del Fondo Chino, US$ 11.359 millones por
expropiaciones y nacionalizaciones no canceladas y US$ 23.443 millones a deuda
no financiera de Cadivi–Cencoex –divisas para importaciones, dividendos, renta
y servicios aprobadas pero no liquidada.
[31] Andrés
Openheimer: Cuentos Chinos, 2005.
[32]www.laprensalara.com.ve/2019/02/amnistia-internacional-responsabiliza-a-maduro-por-delitos-de-lesa-humanidad/
[33] Conclusiones, CNN en
Español, 12/02/19
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