miércoles, 25 de septiembre de 2019

Alzhéimer, desinformación, desmemoria y mediocracia

Siempre es una pelea inmensa
por que la piensa, que me gobierna
y por más que trate, bebé
ella nunca para de ponerme la pierna

Mi suegra es mala la la la la la
y dice que soy malo lo lo lo lo lo
pero lo mala es ella, por que
nos lleva al palo lo lo lo lo lo lo lo

Por más que yo le explique, ella no me entiende
siempre se molesta cuando me tiene de frente
aparentemente por mi facha de delincuente
o que le repita que soy un hombre decente

Ella es la más mala, te juro que nadie la iguala
tu y yo para adelante y ella para atrás nos jala
tiene más trucos que el cinturón de batman
todo lo que toca lo sala.

Ragetón Mi Suegra: J. King y Maximan

Luis García Planchart

Las predicciones del Gabo


 (Foto cortesía de Google)

Hay dos obras fundamentales del Gabo que explican la actitud de la humanidad en lo que va de siglo: Cien años de soledad y El coronel no tiene quien le escriba.

En la última de ellas, incluida en la lista del matutino español El Mundo como una de las Cien Mejores Novelas del Siglo XX, la metáfora reside, tanto en la espera del oficial por su pensión de veterano, que nunca llega, como en las circunstancias que rodean al hecho.

Por su profundidad –aunque algunos críticos la consideran  redactada con llanura o simpleza–,  García Márquez la consideró su mejor obra: Creo que es mi mejor libro, sin lugar a dudas. Además, y esto no es una boutade, tuve que escribir ´Cien años de soledad´ para que leyeran ´El coronel no tiene quien le escriba”.
 
En el caso de El coronel no tiene quien le escriba, el infinitivo esperar está matizado por el sufrimiento del protagonista –El que espera, desespera–, sus recuerdos de La Guerra de los Mil Días, su participación en ella –real e imaginaria– y el gallo de pelea, que le regalara su hijo justo antes de morir, y que constituye su única posibilidad de salir de abajo en lo inmediato.

También del relato puede y debe inducirse la desinformación del entorno que circunda al desuniformado, el no saber por qué no recibe la jubilación que le toca, qué fue de la vida de sus compañeros de armas sobrevivientes, cuál es la situación económica de la Colombia donde le toca subsistir y qué puede esperar del futuro.

Sobre Cien años de soledad, la epidemia de desmemoria que asola al imaginario pueblo de Macondo es, para algunos de sus fans, la clave del éxito de la novela. Hay un momento cumbre, cuando los pobladores, en su mayoría granjeros, empiezan a sembrar cartones con leyendas: Esta es una vaca; y hay que ordeñarla dos veces al día: a las 6 de la mañana y a las 6 de la tarde.  Hasta que la gente se le olvida leer…

El Gabo, como todo gran artista, previó dos grandes males de esta época, la desinformación –y, consecuentemente, el llenado de ese vacío con fake news, creadas en los laboratorios de guerra sucia– y la desmemoria masiva.

El Alzhéimer colectivo

En el caso de la desmemoria, pareciera tratarse de un Alzhéimer colectivo, pues sus síntomas se corresponden con la patología de la enfermedad, a saber: pérdida de la memoria inmediata y de otras capacidades mentales, tales como las capacidades cognitivas superiores.

A medida que avanza el padecimiento, surgen la confusión mental, la irritabilidad y la agresividad, los cambios de humor, los trastornos lingüísticos y la supresión del recuerdo histórico. Todo lo cual podemos observarlo en muchos eventos públicos, sobre todo en aquellos vinculados con los conciertos, los partidos y las manifestaciones de protesta.

De presunto asesino a valioso aliado


 (Foto cortesía de BBC)
Sin ir mucho más allá, ¿quién se acuerda que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, fue vinculado como presunto autor intelectual del asesinato del escritor y periodista Jamal Khashoggi, ocurrido el 2 de octubre de 2018 en el consulado del país árabe en Estambul?

Hoy la monarquía saudita, un sistema autocrático y autoritario como ninguno, donde las mujeres son tratadas como objetos y no como sujetos de Derecho, está a punto de recibir una cuantiosa ayuda militar de Estados Unidos porque, en esas infinitas guerras tribales que tan bien ilustrara Lawrence de Arabia, Irán, otro país islamista, tan autocrático y autoritario como Arabia Saudita, se atrevió –supuestamente– a hacer parrilla con las instalaciones de la petrolera estatal Aramco.

Lo increíble de todo es que, según el Presidente Trump, a Estados Unidos le resbala el crudo saudita, ya que su país se ha convertido en el primer productor del mundo, y, el aumento de los precios del barril de petróleo es bienvenido, pues le permite reactivar los pozos en fracking.

Lógico sería entonces que, quienes enviaran la ayuda militar, fueran China, Japón y las naciones de Europa Occidental, pues son los mayores consumidores del petróleo de Aramco.

Pero no, nada es lógico en el Súper Macondo. Y los medios contribuyen, entusiastamente, generando cambios de humor, trastornos lingüísticos y supresión del recuerdo histórico, típicos del Alzhéimer, individual y masivo.

Bolsonaro y Trump, los malqueridos por CÑN

Me imagino que a las chicas del programa matutino de CÑN no les agradan ni el Presidente Trump ni el Presidente Bolsonaro. Es su privilegio, pero no su obligación.

Lo que sí están obligadas es a poner sus sentimientos a un lado, y narrar las noticias de la manera más objetiva posible… a menos que, obedezcan a alguna línea editorial, que no lo creo, pues sigo a otras anclas de la emisora.

El Presidente Trump podrá ser criticado por múltiples razones, pero nadie puede negar que es un patriota y que quiere lo mejor para su país, así como tampoco que ha sido un firme defensor de Venezuela, destruida por el castrocomunismo, y de Colombia, amenazada de un destino similar por los narcodelincuentes o brazo armado de la Revolución Cubana.

Hoy, por ejemplo, para comentar el discurso de Bolsonaro en la ONU, CÑN llamó a un supuesto analista brasileño, quien lo que hizo fue criticar a su primer mandatario, atribuyéndole, de manera injustificada, los incendios amazónicos; cuando lo cierto es que éstos comenzaron en Bolivia, y fueron originados por los cultivadores de coca, cuyo jefe máximo es otro castrocomunista, Evo Morales, quien prepara su estada inconstitucional en el poder por un mecanismo electoral similar al que usó Maduro en Venezuela, con las captahuellas de Smartmatic y todo.

Cambio climático: El terror mediático qu potencia audiencias


(Cortesía de NatGeo)

No hay día que alguien no se pronuncie sobre el cambio climático en los medios: Gheta Tunberg, el Papa Francisco y el Secretario General de la ONU, entre otros

Lo que sucede es que, por ignorancia o mala fe, los discursos parecieran inculpar al hombre por el efecto invernadero, bien por su acción depredadora, o bien por su pasividad al no hacer nada para evitarlo.

El que haya estudiado ambientalismo, sabe que la contribución del humana al cambio climático no llega a un 5%, que la pedorrea que causan los rebaños de ganado vacuno -el issue favorito de los veganos para pedir su extinción-  produce menos de 1% de CO2 que lo que causa la flota global de aviones civiles y que ya existe el proyecto de una sombrilla solar la cual, colocada entre los Puntos de Lagrange, se mantendría estacionaria en relación a dos objetos más grandes, como la Tierra y el Sol, reduciendo considerablemente el calentamiento planetario.

Pero ya los medios decidieron que el tema del cambio climático es el sustituto ideal para aterrorizar a sus seguidores, tal como lo fuera para mi generación la amenaza nuclear, desestimada hoy, aunque no sólo han proliferado las bombas de hidrógeno, sino que, además, están en manos de líderes que no se la pensaría dos veces para emplearlas, como los de Afganistán, Corea del Norte e Irán.

Todo lo cual pasa porque, ¿quién se atreve a decirle al Santo Padre que está equivocado? ¿O quitarle el micrófono a la guapa adolescente de 16 años Gheta? ¿O poner en evidencia la farsa de la Antonio Soares, que debería haber dedicado la sesión de la ONU este año al hambre, la migración y la intolerancia religiosa?

O premian a los raperos o matan al Grammy


 (Foto cortesía de Instagram)

Como periodista, poco o nada puedo hacer contra, los artistas urbanos que alzaron su voz de protesta por la falta de respeto al ragetón en la premiación del Latin Grammy.

Creo que los organizadores del Grammy tienen razón, pues popular o académica, la música, sus autores y cantantes deben ser premiados por la calidad de sus tripletas: armonía, melodía y ritmo; que son las bases del lenguaje musical… para lo cual se precisa haberlo estudiado, y no ser ignorantes del pentagrama, como sí lo son muchos regatones.

Además, ¿qué vaina es esa de música urbana? La música que no es urbana es la campesina –o rural–, como el vallenato en Valledúpar o el joropo de  los llanos compartidos de Colombia y Venezuela. La salsa, el bossa nova y hasta la ranchera crecieron en megalópolis como Nueva York, Sao Paulo y Ciudad de México, que se cuentan entre las urbes más pobladas del mundo.

Pero, también como periodista, lo que sí puedo y debo es llamar la atención a mis seguidores sobre la desinformación, consciente o inconsciente, pero que igualmente conduce a la desmemorialización colectiva, o lo que el filósofo canadiense Alain Deneault denomina mediocracia, o cómo los mediocres se hicieron con el poder.





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