Colombia no puede quedarse sola
Es una ardua espera;
ver los días pasar,
ver las noches llegar.
Y, excepto las horas,
nada pasa y nada queda.
Quema esta soledad.
Familia, amigos y
conocidos,
empiezan a ser anodinos.
Y nada pasa, nada queda.
Y siguen turnándose los
soles
a los que oigo reír de que
esté sólo.
Solo tengo el desespero
de una ansiedad no
resuelta
pues nada pasa y nada queda
De la
inacción, por
Nemo
Llegada del Presidente Juan Guaidó y su esposa a la frontera del Táchira con Santander Norte (cortesía de El Tiempo de Bogotá)
Luis García Planchart
A medida que el régimen usurpador
de Nicolás Maduro se mantiene empoderado, las posibilidades de que Venezuela
recupere sus libertades se vuelven más distantes
Ante la inacción de Estados
Unidos y los demás países que reconocieron a Juan Guaidó, a principios del año,
como Presidente Interino de Venezuela, y la mutación de las amenazas de estas
naciones en discusiones bizantinas en los foros diplomáticas y medidas que, en nada,
afectaron el tren de vida del tirano criollo ni la de sus cómplices del crimen organizado,
el Grupo de Lima se ha ido despegando del asunto, y, sus cancilleres,
dedicándose a otros menesteres.
A esta actitud, hay que sumar la
de la población venezolana, pasiva y resignada, manipulada como lo ha estado
por la hegemonía cultural en sus necesidades básicas por más de veinte años. Así
lo asegura el profesor Mark Steele–: Es gente que ha recibido refuerzos positivos –como el Clap y los bonos del Carné
de la Patria–; si se porta bien; refuerzos negativos –como la represión– y castigos –como la
prisión y las torturas–; si se porta mal; al propio estilo skinneriano.
Sin olvidar el aporte perverso que al condicionamiento colectivo, neuronal y sicolinguístico, han hecho los traidores
de la oposición, como Pedro Pablo Fernández –quien vendió al partido
socialcristiano Copei al ilegítimo–, Claudio Fermín –el mayor cabrón de la
política venezolana–, Henry Falcón –que engañó a sus votantes desde la gobernación
de Lara, como lo hiciera su compañero golpista, Francisco Arias Cárdenas, desde
la gobernación del Zulia– y Timoteo Zambrano –expulsado de Acción Democrática
por sapo–.
Frente a esta conjura anti–venezolana, en la cual figuran también políticos como António Guterres, Secretario General de la ONU –comprometido como el resto de los socialdemócratas europeos en la preservación del infame régimen cubano a como de lugar–, Íñigo Errejón –asalariado de Hugo Chávez Frías, Nicolás Maduro y los fundamentalistas iraníes Mahmud Ahmadineyad y Hasán Rohaní– y Giussepe Conte –Primer Ministro de Italiano, a quienes sus paisanos llaman El títere–, por sólo mencionar a tres durigentes de alta envergadura, Colombia se está quedando íngrima y sola.
Campos de coca en el Distrito Catatumbo del Departamento de Santander Norte (cortesía de El País de España)
Sola, mientras los
narcoguerrilleros comunistas matan aspirantes a los cargos electivos en la presente campaña electoral –ya van siete asesinados– para robarse sus
alcaldías y otros puestos por forfeit.
Íngrima frente a la guarimba de
su frontera con Venezuela, establecida por elenos, faracos y paramilitares que se rigen,
desde el año 2000 –según The Wall Street
Journal– por órdenes de Hugo Chávez de inundar de cocaína a Estados Unidos.
Órdenes que les obligan a
trabajar con la narcoguerrilla colombiana –según la nota citada–, pues el
objetivo del llamado Cartel de los Soles
no sólo ha sido el lucro de sus generales –el cual se da por descontado–, sino –: Usar a la cocaína como un arma estratégica contra
Estados Unidos.
No se trata de un concepto inventado por
el eterno y occiso comandante, pues, en el proyecto de dominación
planetaria del maximalismo, siempre hubo la idea de desmoralizar al enemigo, haciéndolo narcodependiente o, al menos, así fue planteado en esta región del mundo desde la época del Che Guevara.
En ocasión del III Foro de Sao
Paulo, el rol de la droga se volvió a replantear –implícitamente al menos–, al ser escogida como una de las fuentes básicas de financiamiento para reinstaurar la
Revolución Cubana al sur del Río Grande –las otras dos fuentes elegidas fueron el
petróleo de Venezuela y los recursos naturales de la Amazonia y la Orinoquia,
entre ellos, los metales nobles, los minerales raros y las maderas de las selvas
tropicales–.
Pese a que Estados Unidos se
comprometió formalmente a ayudar a Colombia si Maduro llegara a agredirla
militarmente; pese a que Guaidó solicitó la aplicación del TIAR ante la OEA, y
dicho organismo la aprobó; pese al impacto que tuvieron las declaraciones de la
ex presidenta de Chile sobre la crisis humanitaria y los atropellos de la
tiranía en Venezuela; Colombia está sola, como le tocó estarlo durante la gestión
del presidente Álvaro Uribe Vélez.
Ahora, el presidente Iván Duque enfrenta una
campaña comicial donde hay más de un lobo –y una loba– disfrazados de ovejas, y
unos forajidos que se quitaron la caretica para seguir extorsionando, secuestrando
y exportando dolor, sangre y miseria al resto del mundo. Frente a la posibilidad
de que Argentina vote por el Binomio de
Oro de los Fernández; y a la más que
probabilidad que Smarmatic emcumbre al
incendiario y cocalero Evo para su tercer período.
Incendios en la Amazonia Boliviana, para despejar el terreno y plantar coca destinada a Brasil (cortesía de Google)
En Colombia hay, por ahora, 1
millón 800 mil venezolanos. Y en Venezuela queda, al menos, una cifra parecida
de colombianos.
Por esa, entre otras razones,
Colombia no puede quedarse sola.
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