viernes, 21 de agosto de 2020

 ¿Por qué me volví negacionista?

Luis García Planchart

 

Si me dicen que el Sol, que por el ciclo

describir un gran círculo se mira,

camina en torno de él con raudo vuelo,

¿como sé que la Tierra es la que gira

sobre sus mismos polos, sin recelo?

Digo que lo que dicen es mentira,

aunque la vista así lo represente:

¿Por qué? Porque el discurso lo desmiente.

 

José Batres Montufar[1], Las falsas apariencias

 

Todos a la una contra Miguel Bosé



Negacionismo es un sustantivo que viene del inglés denial, y define la acción al declarar algo como incierto, en su primera acepción. En su segunda acepción, describe el acto de rechazar algo exigido o deseado por un tercero.

 

En español, el nombre tiene varias connotaciones, algunas de ellas muy negativas como en Chile, donde al negacionismo se le considera como un delito contra los Derechos Humanos, y está severamente penado por la Ley. Según el Diccionario de la RAE, negacionismo es una actitud que consiste en la negación de hechos históricos recientes y muy graves que están generalmente aceptados

.

Según El Periódico de España, mucha gente se pregunta qué pasa con Miguel Bosé, quién no participó el domingo pasado en la multitudinaria manifestación en contra de las medidas sanitarias contra el covid 19.

 

Vaya valiente –escribió el medio–: Se quedó en su casa esperando a que la gente se contagiara. Lo de Bosé se agravó, porque El Mundo publicó su foto con tapabocas, y la remitió a las redes sociales donde algunos seguidores afirmaron que está chorreado, tras la muerte de su mamá, quien falleció por las secuelas del coronavirus.

 

El implacable bozal de arepa impuesto a los periodistas que les obliga a seguir a pie juntillas la línea editorialen Antena 5 –en España, será bozal de pan de trigo– la cogió con Bosé, acusándole desde perturbado mental hasta premudo, pues ya su voz no vale ni una peseta.

 

Combatir al covid 19 con recetas medievales

 

Comentado lo cual, me sumo al negacionismo, una forma concreta de decir no me lo creo, por ejemplo, sobre la eficacia de la metodología empleada por las autoridades de la salud para combatir a esta influenza y supuesta objetividad con que medios informan sobre la pandemia.

 

No me lo creo pues, según Aristóteles, no puede haber dos verdades de signo contrario, una de ellas tiene que ser falsa.

 

Para Wikipedia, cuarentena proviene del italiano –quaranta giorni–, un término que, a su vez, proviene del latín –quadraginta–, cuatro veces diez, con origen religioso y que comenzó a usarse con los pacientes y bienes sospechosos de portar la peste bubónica durante la pandemia de Venecia del siglo XIV.

 

Dicho de otra manera, la mejor manera pareciera ser que la medicina del Siglo XXI ha encontrado hasta ahora para combatir al covid 19, ¡es siguiendo una receta de hace 8 siglos! Pero, además, muy mal aplicada, puesto que no es lo mismo 40 días de cuarentena que más de cinque mesi, acabando de paso con el empleo y los ahorros de 58 millones de hogares en el mundo entero… por ahora.

 

Si a usted, hoy por hoy, le dijeran que la sífilis debería tratarse con arsfenamina –salvarsán–, asociada al mercurio y el bismuto, utilizados hasta 1943, al introducirse la penicilina, ¿cuál sería su reacción? No me lo creo. ¿Y por qué sí cree en recetas medievales para detener al coronavirus?

 

Nacho Girón, periodista de CNN Radio en Buenos Aires, asegura a los telespectadores de CÑN que la solución para (sic) la maldita pandemia, es la vacuna, pero… ¿cuál vacuna? No ciertamente la que se inoculó voluntariamente el doctor Elmer Huerta, su colega y asesor médico de la televisora –probablemente el modelo MSV, por las siglas de Microsoft Vacune–,    espera resultados para fines de año, con lo cual la vacunación masiva sólo será posible, ¡recién a fines del 2021!

 

La primera vacuna de la historia, la antivariólica, fue descubierta por el médico inglés Edgard Jenner (1796) y prevenía contra la viruela; al observar que en los establos de su pueblo los ordeñadores resultaban inmunes al devastador padecimiento, al infectarse las manos heridas con las pústulas infectadas de las mamas de las vacas.

 

La segunda generación de vacunas tuvo que esperar hasta la década de 1880, cuando Louis Pasteur, quien lanzó sueros que inmunizaban contra el ántrax aviar y el cólera. Para comprobar la efectividad de la vacuna antiantráxica, Pasteur hizo un audaz y brillante experimento público en su granja de Pouilly-le-Fort. 

 

Como podemos deducir, el otro mejor recurso contra el covid 19 es propalando en todas las redes de las ondas hertzianas la vacunación masiva, descubierta hace 400 años.

 

La teoría de lo absurdo, según Camus y Sandrini

 

Ante la pandemia que todos sufrimos, bien por la enfermedad pone sus efectos colaterales –que son los menos, tomando en cuenta que la población humana excede los 7 mil millones y los muertos no llegan a 700 mil– o porque el virus nos está destrozando los bolsillos y acabando con muchos de nuestros mejores sueños  –como nos pasa a la inmensa mayoría–, vale la pena recordar la reflexión que el filósofo francés Albert Camus hace en su novela La Peste sobre el sentido de la existencia cuando se carece de Dios y de una moral universal. Camus enfatiza la idea de que, al fin y al cabo, el ser humano carece de control sobre nada, la irracionalidad de la vida es inevitable y la peste –en nuestro caso, la pandemia– es el absurdo.

 

Al lado de la obra de Camus –y posiblemente inspirada en ella– se estrenó, en 1963, la película argentina, La cigarra no es un bicho, interpretada por Luis Sandrini. La acción transcurre en un ambiente reducido, dentro de un albergue por horas –que es como llaman allá a los moteles donde se reúnen las parejas para echar unos polvos–. Aunque el argumento de La Peste es macro y sucede en Orán, la capital de Argelia, la ciudad más fea del mundo –según su mismo autor–, la narrativa de La cigarra concluye según la misma teoría del absurdo del filósofo galo, pues los buenos esfuerzos de los protagonistas terminan en la nada: la chica, a quien quieren salvar y que es la única prostituta del elenco, termina volviendo a su antiguo oficio, que es su inevitable modus vivendi.

 

Mi propia "negaciolista"

 

Sin tener ninguna empatía o simpatía por Miguel Bosé, pues no comparto sus preferencias sexuales ni soy su fan, salgo en su defensa desde mi humilde medio. Y añado una pequeña lista a los no me los creo.

 

No me lo creo que Venezuela vaya a salir de abajo dialogando con los capitostes del régimen o en una inminente elección, con toda la falta de transparencia del CNE y sus mecanismos de fraude automatizado

 

No me lo creo que la campaña difamatoria contra el Rey Emérito de España, Don Juan Carlos I, provenga del resentimiento de su ex amante, Corinna Larsen. Tengo casi la certidumbre íntima que se trata de un plan para cargarse la monarquía –y con ella la democracia–, orquestado por el chavocomunismo internacional, cuyo representante más evidente –pero no único– es Pablo Iglesias, (a) El Coletas.

 

No me lo creo que la mayoría de los medios estadounidenses aúpen a los candidatos demócratas y destaquen cualquier hecho que perjudique al presidente Donald Trump se deba a un verdadero sentimiento en pro de la democracia de la Unión. Creo que resulta, más bien, una alianza –a veces hasta contra natura– para seguir imponiendo el curso que Obama le impuso a su gestión, favoreciendo a la izquierda global, y, especialmente, al foropaulismo latinoamericano.

 

Y por muchos otros no me los creo que tengo entre pecho y espalda, me es fácil responder a la pregunta, ¿por qué me volví negacionista?

 

 



[1] Poeta guatemalteco (1809–44), pionero del realismo en la poesía hispanoamericana.

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