Hago un esfuerzo terrible para escribir el presente blog. De acuerdo con el diagnóstico, padezco de cataratas las cuales, según mi percepción, son del tamaño del Salto Ángel.
¿Cómo se ve a través de cataratas? Igual que cuando salía a navegar de mi villa en Pueblo Viejo, y el viento, el sol, el bloqueador se combinaban y sobre mis lentes de contacto y ojos creaban una pátina aceitosa. Dicho de otra manera, como a través de una lámina de plástico, sobre la cual se ha untado vaselina.
Pero mis amigos me dicen que no le pare ni medio milímetro a eso, que la operación es una pendejada y que, tras ella podré detectar a un mosquito en el Ávila.
Mientras llego al quirófano, ocurren cosas como que tengo que hacerme una evaluación cardiológica, establecer con mis doctores un baremo para obtener la carta aval del HCM y otros pormenores de extrema ladillosidad. Que caen en muy mala hora pues, durante el presente año y dada la enfermedad, agonía y muerte de Chris, mi compañera de vida, la mayor parte de mi tiempo ha estada dedicada a médicos, paramédicos, quirófanos, farmacias, consultorios y etcéteras.
Pero, volviendo a la idea que abre este blog, no puedo pasar por alto el enloquecimiento general de la Humanidad, y las terribles consecuencias que de ello devienen.
Empecemos por el Partido Republicano en EEUU, que se ha fijado como meta destruir al Partido Demócrata y al Presidente Obama, así arrastren al país y al mundo a una crisis como la de la década de los años 30 del pasado siglo.
O la del Premier Rodríguez Zapatero, que privilegia la duración de su mandato constitucional a la posibilidad de que la Unión Europea salga de marasmo económico.
O la del monstruo de Oslo, los desgraciados talibanes de Afganistán, de los hijos de la chingada de los carteles de México.
Aunque uno puede pensar que todos los anteriores mentados son lombrosianos. Pero cuando uno lee a alguien respetado y querido como Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura y adalid en la defensa de la democracia, describiendo el episodio de Dominique Strauss-Kahn en Nueva York con la guineana como un come back al derecho de pernada medioeval, hay que preguntarse qué bichito le picó en Iquitos.
Por esa maravillosa ficción que domina el peruano, Vargas Llosa extrapola el derecho de pernada a tirarse a la chola en Perú, o a la sirvienta en Venezuela. Y dice que, aún cuando sea consensualmente, se trata de un acto abominable, de una violación. Un momentito, chamo, que no es lo mismo con guitarra que con bandola. Como cristiano, creo en el libre albedrío, y éste no se encuentra conectado con los niveles de cultura e información de la persona con quien te ligues, si es que permite ligarte con ella.
La otra manifestación de la locura desbordante es lo de Murdock en el Reino Unido, y lo del quien te conté acá. He reflexionado sobre ello y te propongo, amigo lector, una idea (que no se me ocurrió, mas la comparto y reparto).
Hasta la enfermedad del Guasón, en Venezuela se jugaba un dominó muy particular. A partir de ella, el juego terminó: Caída y mesa limpia. Hay que recoger las piezas, barajarlas y comenzar de nuevo. ¿Quiénes son los jugadores? No lo sabe nadie todavía.
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