martes, 29 de mayo de 2012

Pueblo, ¡levántate y arréchate!


Una pesadilla recurrente
Me despierto siempre antes de que salga el Sol, y, a veces, creo haber dejado atrás una horrenda pesadilla.
En mi distorsión onírica, aparece un comandante inepto y derrochador que ha gastado más de 10 veces el Plan Marshall en dádivas a sus amigotes y amigotas filo comunistas del Caribe y el resto del mundo, adquisición de helicópteros y rusos que ya cuentan con decenas de oficiales y clases fallecidos en accidentes inexplicados, compra de votos y votantes al mayor y detal en unas desorganizaciones llamadas misiones, riqueza inmerecida para quienes le mantienen en el poder contra viento y marea y conversión del territorio venezolano en servidumbre de paso para el tráfico de toda clase de ilícitos especialmente drogas destinadas a la destrucción de las juventudes europeas, armas para los narco-guerrilleros colombianos, su franquicia elena en el país –el Ejército de Liberación Bolivariano y los grupos paramilitares estilo La Piedrita.
En mi grotesco sueño, tras 21 días de rebelión en el antiguo cuartel y hasta la semana pasada penitenciaría La Planta,  los pranes y sus reos cautivos ganan una batalla que les permite trasladarse a las cárceles de su elección, como si se tratara de escoger sus hoteles para vacacionar. Mientras la novel Ministra encargada de poner el orden a los malandros privados de libertad se ufana de haber concluido una exitosa e incruenta negociación a fin de ponerle punto final al penal de El Paraíso, además del vecino muerto y los demás heridos, aparecen los restos mortales y calcinados de nueve presos cuya identificación será muy improbable. Lo que no se ven, por ningún lado, son las armas de la trifulca; entre las cuales figuraban fusiles M-16 y pistolas de 9 mm.
Las tienen de adorno
Lo peor del ex cantinero militar, empero, es haberle entregado la República a los dos dinosaurios que mantienen tiranizada a Cuba por más de 50: los hermanitos Castro Ruz.
Este delito de lesa nación –como acertadamente lo describe Antonio Pasquali- tiene una definición muy precisa en la Constitución, y la ley penal le asigna la pena máxima, sin atenuantes. No sólo para quien lo comete directamente, sino también para sus cómplices, o quienes se han hecho los locos frente a tan grande infamia.
Me refiero, específicamente, a los oficiales y miembros de las FFAA, cuya impretermitible obligación es defender la soberanía, y que tan valerosamente enfrentaron y dominaron la invasión del Ejército Rojo de Cuba durante le década del sesenta del siglo pasado en la denominada Batalla de Machurucuto.
Hay que reconocer que esos compatriotas de ayer no las tenían, como los de hoy, de adorno.
Miénteme una eternidad…
Cuando me apercibo de que estoy despierto, siento vergüenza de ser venezolano. Y comprendo el sentimiento de una de mis amigas, quien niega su nacionalidad cuando viaja al exterior, y afirma ser ciudadana costarricense, pues el acento se parece.
Porque lo peor de mi pesadilla es que en ella todos mienten.
Miente el CNE, que desde el 2004 no ha dado una data completa y cierta de los resultados comiciales.
Miente el gobierno, con singular descaro y cinismo, como lo han atestiguado los ex magistrados de la Corte Suprema Luis Velásquez Alvaray y Eladio Aponte Aponte.
Mienten Raimundo y todo el mundo, pero lo más grave es que también lo hace la oposición.
El brazo político de la denominada oposición democrática, la MUD, ha convencido a los votantes antichavistas de que no hay que movilizarse ni tomar la calle, sino quedarse en casita, cultivar la apatía y la pasividad, y salir –eso sí- el 7 de octubre a votar por su candidato. Que la MUD está convencida de la imposibilidad de que haya fraude, y que, una vez se declare la victoria de Capriles, el Guasón le entregará el poder, y todos los apologéticos, burócratas, esbirros y sicarios que viven como niguas de su supuestamente exigua humanidad, se pondrán a las órdenes del todavía gobernador de Miranda.
¡Por Dios! Además de corruptos, forajidos y vende-patria, ¿tendremos que calarnos los venezolanos la fama de pendejos de marca mayor, por no emplear el otro vocablo, el que empieza con “h”?
Yo particularmente me rehúso a ello. Más bien, invito a mis conciudadanos a que se indignen, pues sobran motivos para hacerlo.
Que actúen como los ciudadanos de otros países, y vuelvan a retomar las calles. Eso es precisamente lo que no quiere el gobierno comunista ni la MUD.
Que las decenas de protestas que hoy se generan en toda Venezuela, por diferentes razones, se coordinen bajo una bandera única, sin esperar a los negociados de octubre. Y propongo un lema, para darle un buen palo a la lámpara: Pueblo, ¡levántate y arréchate!

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