domingo, 30 de junio de 2013

Dos hojas y un capullo


No puedo tomar café
porque el café quita el sueño
sólo puedo tomar té
porque tomándolo me duermo.
Es la hojita del te,
yerba tan medicinal
que estaría todo el día
que estaría todo el día
tomando té, tomando te....
El doctor que a mí me ve
me dice con mucha guasa
que yo sólo sanaré
cuando té tome en la casa.
En efecto, té tomé
y tan dulce lo sentí
que estaría todo el día,
que estaría todo el día,
tomando té,
tomando té.

Quien haya leído Dos hojas y un capullo, original de Raj Anand y publicada originalmente en español en 1961 por Aguilar, tiene al menos dos certezas: la descripción exacta de cómo se cosecha la camellia sinensis o nombre científico de la planta del té y de qué manera su explotación -que ya de por sí significa un trabajo de esclavos para sus recolectores- pasó de ser ingenua, hasta cierto punto, a compleja comercialización global que ha mutado a su infusión en el líquido más bebido después del agua en el mundo entero.
Comercialización que arrastró en su devenir a la Guerra del opio, declarada por Inglaterra contra la dinastía manchú, para enviciar al pueblo chino con el derivado de la amapola y lograr de los adictos yenes con los cuales pagar la exportación de las hojas y capullos de té a la Pérfida Albión.
Narcoguerra que trajo consigo a la del Pacífico durante el decenio de los 40 del siglo pasado, la de Mao Zedong a continuación, la comunización de China consecuencialmente, los casi inmediatos conflictos que surgieron en Corea e Indochina y arrojaron a los los ejércitos de élite de Occidente -los infantes de marina de EEUU así como la Legión Extranjera y los paracaidistas de Francia- con las tablas en la cabeza.
Derrotas catastróficas para el colonialismo, que a su vez generaron la adicción de algunos combatientes, especialmente los estadounidenses durante el capítulo de Vietnam, la producción masiva de heroína en el Triángulo Dorado -los estados vecinos a las naciones en conflagración-, el contrabando de narcóticos a Norteamérica, el reverdecer de la coca en Sudamérica para competir por el mercado in crescendo de los junkies gringos y un detestable bolero intitulado Tomando té, cuya letra me permití reproducir pues parece un jingle publicitario encargado por las trasnacionales de la camelia, popularizado por Leo Marini y la Sonora Matancera.
A mí, particularmente, el té no me agrada. Me lo mandaban a tomar mi mamá y mi abuela cuando me indigestaba de chamo. Y mucho menos tomado como substituto del café, cultivo mucho más ligado a la historia de Venezuela, cuya variedad genética caracolillo, desarrollada en el Estado Táchira y exportada al Norte de Santander, constituyó la base del éxito cafetalero de Colombia y de su marca internacional Juan Valdez.
La producción mundial de té alcanzó en 2004 el total 3,2 millones de Tm - un récord, pues implicaba un aumento 2% más que el año anterior-. Turquía, China, Kenia, Malawi, Sri Lanka e Indonesia rellenaron el menor desempeño de los gigantes tradicionales, la India y Bangladesh. En China, la producción se acercó a las 800 mil toneladas, por los incentivos del régimen para promover su comercio.
Como habrá usted habrá observado, amigo lector(a), en la lista anterior no hay ni un solo país que resulte especialmente afín, a menos que su persona o empresa esté beneficiándose con las comisiones de los préstamos de Beijing, desee comprar las cenizas de Said Baba en su templo Dorado, Amritsar -donde solían orar en vivo Maduro y Flores, antes de elegir como más conveniente el proclamarse católicos-, o le hayan contratado para defender a los diplomáticos inculpados en el escabroso caso de narco homicidio de la embajadora venezolana en Nairobi.
Primera hoja: la de ciudadanía
Habida cuenta la moraleja ínsita en la maldad desatada por el cultivo del té y su conversión en commodity, me tomo la licencia literaria para aplicar el proceso de su cosecha a la realidad venezolana.
El periodista Fernando del Rincón, ancla de CNN en Español, le preguntó al gobernador Henrique Capriles su opinión sobre un recurso de nulidad presentado por Adolfo Márquez López contra la presidencial del 14A, basado en que Nicolás Maduro Moros no podría ser presidente de Venezuela pues la Constitución de Venezuela le exige al aspirante, como requisito impretermitible,  ser venezolano por nacimiento.
Aunque Maduro hubiese nacido en esta ribera del Arauca vibrador, el hecho de que sus padres y hermanas fueran originalmente colombianos, que la familia haya vivido en Ocaña y los niños estudiado Primaria por allá, que la primera cédula de identidad le fuese concedida al hoy proclamado por el CNE como Primer Magistrado a la tardía edad de 17 años -y en correlación numérica con la de sus dos hermanas- y otros detallitos por el estilo, habrían logrado en la funesta IV República, que los milicos le hubieran pedido al ocupante de Miraflores -: Mire, ya que esto causa incordio en los cuarteles, ¿por qué no publica su partida de nacimiento…?
Pero he ahí el quid. La partida es un documento muy interesante, donde se determina el nombre de los padres de la criatura, se precisa el lugar, la fecha y la hora de su nacimiento, los testigos que acompañaron al presentante, la clínica donde la parturienta fue atendida, el obstetra que lo hizo. Para falsificarla, habría que alterar los registros -manuscritos, sin tachaduras ni enmiendas-, o perderlos. En Cúcuta, los faracos se quedaron con los documentos de la época. Y los duplicados del DAS está ahora en manos de la Cancillería.
El asesor de Capriles sabe esto, y debería haber anticipado que la pregunta surgiría en la entrevista en vivo. Pero a Capriles le tomó por sorpresa, y sólo atinó a decir que creía a Maduro capaz de cualquier cosa. Y que amaba a los colombianos. Ninguna de las dos afirmaciones tiene algo que ver con el fondo del asunto.
Durante la primera presidencial del gocho, se rumoreó que CAP había nacido en Colombia. Tanto fue el ruido, que el candidato facilitó fotocopias del documento a los medios, y comentó, jocosamente -: No nací en Colombia, pero casi. En Rubio, a pata de mingo… Por aquellos tiempos, en cambio, a Joaquín Marta Sosa le fue muy mal. Tras haber sido electo diputado por la tolda verde, su nominación le fue revocada porque se le había olvidado, al cumplir los 18 años de edad, manifestar su voluntad expresa de optar por la ciudadanía venezolana, y no por la portuguesa.
De manera, amigo Capriles, que lo que Ud. debió decirle a del Rincón, era algo como -: Señor Maduro, presente su partida, que aquí está la mía… Pa que se acabe la vaina -: como dice Carlos Vives.
Segunda hoja: la de María Corina
María Corina Machado no es Presidenta de Venezuela porque la mayoría de los hombres de este país son machistas, y las mujeres que los parieron y criaron también. Si María Corina hubiese sido electa en las Primarias, no sólo hubiera ganado el  14A, sino que hubiera echado a la gente a la calle el 15A, y ya nos hubiéramos quitado de encima a este régimen.
Yo le advertí a María Corina, a través de este blog, que si trabajaba bien su candidatura en el 2012 el mundo le sonreiría en el 2013. Fui a verla, a su comando de campaña, pero no pudo recibirme. Le mandé información a su mamá, que es conocida y amiga de muchos años, mas siempre hubo una especie de mano siniestra que se interpuso en nuestra comunicación.
Lo que dices, María Corina, sobre Aveledín, la MUD y otras contradicciones de la llamada oposición, no sólo es cierto sino que comienza a ser percibido por los mismos simpatizantes y votantes de Capriles.
Quien le hace un flaco servicio a la República -y conste que creo, contigo, que sus valores son como el cariño verdadero, ni se compran ni se venden- no es quien le pide a los que juraron defender la soberanía con su propia vida, que actúen en sindéresis; no quien le entrega la educación, la salud, los registros, los puertos a una potencia extranjera. Venezolano siempre, ¡comunista nunca!-: decía Rómulo Betancourt,  y con la mayor razón del mundo.
De manera, María, que me vuelvo a poner a tus órdenes. Y si no me conoces, pregúntale a J. J. Rendón, que me llama su maestro, y se la pasa hablando bien de mí. Cosa nada frecuente, en mi caso y en estos días.
Un capullo: La conversión empresarial
En España, los opináticos demócratas poco están dispuestos a apostar por la salvación de Venezuela. Uno de ellos asegura: El pueblo se acostumbró a pedir y recibir; la clase media alta, a viajar y manejar sus divisas negras y blancas; los ricos, a seguir enriqueciéndose cada día más. Los únicos inconformes -pero aún no indignados- son los miembros de la clase media baja.
A estas conclusiones también podría llegar el articulista en ciernes si asistiera a los debates de la convención de Fedecámaras, reunida en Valencia. Así como la MUD espera al 8D, que Capriles denominó sin ton ni son como El principio del fin, los empresarios esperan que el Ilegítimo madure, se deje de bolserías y diga algo como-: No importa el color del gato, con tal que cace ratón…
A ellos, mis clientes publicitarios por décadas, les recuerdo una frase de V. I. Lenin-: Los capitalistas son capaces de vender la soga con que serán ahorcados, si obtienen algún beneficio al hacerlo… No cuenten conmigo para esa vileza, y por favor leánse Dos hojas y un capullo.

viernes, 21 de junio de 2013

Los estudiantes son una puntada en el hígado


México tiene un nuevo Santa Anna
Enrique Peña Nieto, presidente de México, recordando a su antecesor Antonio López de Santa Anna, hizo dos afirmaciones importantes este miércoles en Londres: que no recibirá a Henrique Capriles, porque su gobierno ya reconoció a Nicolás Maduro como Primer Mandatario de Venezuela; y que Pemex acudirá a las trasnacionales para la explotación de sus reservas petroleras.
Peña Nieto rememora a Santa Anna, pues el general jalapeño vivió de espaldas al resto de Latinoamérica, hasta que le tocó exiliarse en Colombia; dejando que los gringos destruyeran la identidad mexicana al cogerse la mitad del territorio azteca. Sentimiento nacional que sólo retornó cuando fueron nacionalizados los hidrocarburos, y se creó Pemex.
Puede que Jing compre la Cadena Capriles
Por otra parte, Daniel Ortega, presidente de Nicaragua y petrochulo del régimen castrochavista, sabedor que las arcas de Venezuela a duras penas sirven para sustentar a la abominable tiranía comunista de Cuba, designó a un misterioso chino, Wang Jing, como inversionista mayoritario  y representante legal de la empresa que construirá, a un costo de 40 mil millones de dólares, el canal interoceánico por Nicaragua.
A Jing ni siquiera lo conocen o tutean en su casa, porque la, HK Nicaragua Canal, carece de experiencia en ingeniería civil y su otra compañía sita en China se ocupa de las telecomunicaciones.  Empero –según afirma la prensa opositora- lo que quiere Ortega, quien también le concedió a Jing licencia para operar telefonía móvil en el país por un valor aproximado de 700 millones de dólares, es levantar fondos para reelegirse en las presidenciales del 2016, independientemente de la suerte del canal.
A lo mejor Jing también resulta ser el desconocido comprador a ser anunciado por la Cadena Capriles, cuyo nombre aún no ha sido revelado por los vendedores. ¿Quién quita?
Zambrano le pide al Papa interceder con Maduro
Mientras estos hechos ocurrían en Londres y Managua, el diputado Alberto Zambrano tuvo un brevísimo encuentro con el Papa Francisco I en Roma. Cuyo objetivo –según declaró al salir- era pedir amnistía general para los presos políticos y exiliados de la dictadura venezolana, pero que al final se transformó en una rogatoria para que la Conferencia Episcopal Venezolana actuara de mediadora entre la oposición y el gobierno, a fin de establecer un diálogo honesto entre ambas partes.
Y, asimismo, en Brasil, millones de manifestantes se lanzaban a las calles para protestar contra la corrupción del gobierno socialista y el aumento del pasaje del transporte público. En Brasil, donde la renuncia al modelo económico maximalista y la adopción plena de la economía de mercado logró incorporar a un número mayor que la población de Venezuela de pedigüeños a consumidores en menos de una década.
Ante las protestas, la camarada Dilma recomendó a los gobernadores escuchar a los manifestantes. En circunstancias parecidas ocurridas con los estudiantes y profesores universitarios en Venezuela, el mayor general Miguel Rodríguez Torres, Ministro de Justicia, envió un grupo de encapuchados a la Plaza del Rectorado de la UCV para que secuestraran y quemaron dos buses, uno de la Unesco y otro del Pedagógico.
Después, tuvo el tupé de acusar a los ucevistas de estos actos de terrorismo oficial. Así es él, y ésa es su costumbre, tirar la piedra y esconder la mano, desde que Danilo Anderson fuera el Fiscal General, y compitiera con el vice delincuente hijo ‘e putivo en extorsionar a los firmantes de la lista de Carmona. Y conste que no lo aseguro yo, sino el diputado Pablo Medina en su libro sobre el  asesinato del alto funcionario.
Los reclamos de los universitarios duelen
Los reclamos de los universitarios duelen…
A los marginales que administran el Tesoro para mantener el gobierno ilusorio de Cuba, que ofrece a cambio médicos que no son médicos, medicinas que triangulan y una red de burócratas para realizar funciones que siempre hicimos los venezolanos.
A los uniformados corruptos y narcotraficantes, que ven en pico de zamuro sus prebendas, frente a un estallido social donde oficiales probos asumieran el poder.
A los boliburgueses, que disfrutan con una glotonería cuasi concupiscente el raspado definitivo de la olla del Festín de Baltazar.
A la oposición colaboracionista, que olvida la deslegitimación y se abalanza sobre el reparto de cambures a darse en las elecciones de alcaldías, legislaturas y ayuntamientos; soslayando la entrega de la soberanía a la República a Cuba, los 200 mil muertos causados por los ahora inexistentes pranes y sus forajidos desarmados, y otros detallitos por el estilo.
Los estudiantes son una puntada en el hígado, para muchos pero no para quienes están en la resistencia, pues el término oposición ha pasado a convertirse en Venezuela en su antónimo, como sucedió con transparencia

domingo, 9 de junio de 2013

La conjura contra Atel


Los versos satánicos y Ricardo y Leocenis
La que les están aplicando a Ricardo Bravo y Leocenis García con Atel tiene el mismo significado y valor didáctico que la ejecución ordenada por los ayatolás contra Salman Rushide, a raíz de la publicación de sus Versos satánicos.
Desde luego, para poder aceptar esta afirmación, hay que considerar que el fanatismo, entendido como pasión exacerbada, desmedida y tenaz hacia una causa religiosa o política, constituye una sociopatía, caracterizada por la incondicional adhesión, el entusiasmo desmedido y la monomanía crónica focalizada sobre ciertos temas, de manera obstinado, indiscriminada y violenta.
Cuando el fanatismo supera a la racionalidad, conduce a extremos al crimen político o religioso, donde la tortura y la ejecución sirve para satisfacer la apetencia incondicional, individual o grupal, de imponer una creencia, por absurda que ella luzca o sea.
A Bravo lo conocí cuando ambos andábamos de convención en convención, promoviendo los contenidos de las televisoras que representábamos en los mercados globales. Me consta que su sueño era convertir a Atel en una televisora famosa, no engordarla para venderla como si fuera ganado.
Hizo lo que pudo –en realidad, ambos los hicimos, y hasta me tocó representarlo en Punta del Este, Uruguay, cuando el colega marabino andaba ya escaso de fuerza-, pero no pudo contra la meteorización de los canales televisivos, la falta de apoyo de los anunciantes –locales y nacionales- y la carencia de recursos financieros en espera de mejores tiempos.
Las estadísticas que les molestaron a las magistradas
A García me lo presentó Eugenio Escuela, cuando Sexto Poder andaba en búsqueda de un encuestador independiente para las presidenciales del 2012. Pese a que tuvimos un cordial encuentro, el negocio no se llevó a cabo, pero sí me condujo a otro cliente, con quien realicé un primer trabajo, cuya publicación ocasionó que las supuestas delincuentes del CNE –denunciadas como tales por la MUD y numerosos comunicadores- prohibieran los sondeos comiciales no controlados por el gobierno. Toda esta la historia la conocen mis seguidores, y figura en mis blogs, así es que remito a quien quiera refrescarlas a ellos.
Lo que sí descubrí entonces es que había, prácticamente, un empate entre el Difunto y Henrique Capriles, lo cual desató sobre mi modesta persona un alud de imprecaciones y hasta publicaciones en inglés, donde los críticos –que no sabían que las sumatorias estadísticas se calculan en filas y no en columnas- intentaron mofarse de mí aduciendo que no sabía de aritmética elemental.
Pese a que quedaron como verdaderos asnos –con el perdón de Platero y yo-, las canonjías generosamente otorgadas por el régimen de Agonizante permitieron sembrar ruido y preparar el fraude del millón de votos a favor del narcotráfico y el castro-comunismo. ¡Ojo, conste que quien aseveró primero que en Venezuela manda un cartel fue Henrique Capriles, y así figura en la última publicación de Sexto Día!
La insólita preocupación por el financiamiento de Sexto Poder
Volvamos a García, del que poco puedo hablar en lo personal, pero de quien he seguido de cerca su trayectoria. Cabe para él una frase de Fedor Dostoievski: A veces las cargas de la libertad suelen ser más pesadas que las de la esclavitud. Del director y dueño de Sexto Poder se dice de todo, lo cual –a mi juicio- lo hace aún más interesante. Pero la pregunta más frecuente es, ¿de dónde sacó los reales para montar su semanario? Ante interrogantes similares sobre el financiamiento de Tal Cual, Teodoro Petkoff se ha negado sistemáticamente a responderlas.
Como nada sé matemáticas y estoy desautorizado para emplearlas públicamente por las susodichas, tome mi siguiente estimado como una licencia literaria. Si usted calcula el espacio total de Sexto Poder de los últimos 5 números, observará de un 25 a un 30% dedicado a los anuncios, sobre todo de aseguradoras, inmobiliarias y bancos. Eso es platica, no tanto como retirarse pero sí como el germen de una empresa de su género. Y al fin y al cabo, ¿quién carajo le preguntó a Cisneros de dónde obtuvo los reales para arrancar con Venevisión, o a Miguel Ángel con la Cadena Capriles, o a Armando con el Bloque De Armas?
La importancia de llamarse Leocenis
Tanto se revuelve la maledicencia cuando se refiere a la propiedad mediática que en lugar de pedir copias en los registros mercantiles –bueno, ignoro como funcionan ahora pues están en manos de los cubanos-, los chismosos prefieren hacer conjeturas. Pero nadie debería juzgar a un periódico, televisora o radio por quien lo posea, sino por la información y opinión que difunda, pues de eso se trata: Por sus obras les conoceréis –dice la Biblia.
Suponga usted que al buen Leocenis García el capital se lo prestó, digamos, Diosdado Cabello –ya que puede estar seguro que el Ilegítimo no lo fue-, ¿y eso que importa? Salvo para Mª. Corina Machado, Julio Borges y otros agraviados por un facineroso y tiracoñazos diputado suplente, hay que convenir con Winston Churchill en que: Los enemigos de mis enemigos son mis amigos.
La otra pregunta es el por qué esa avidez gubernamental de poner a todo el mundo a opinar e informar a favor del régimen castro chavista. Tienen a las televisoras y radios supuestamente independientes supuestamente a su favor, pero nunca en su contra. La Banda de los enanos se apoderó de Globovisión, según Nicolás Chaccal la Cadena Capriles caerá en manos de Smark López –testaferro de Tareck El Aissami, el gobernador de Aragua- y FM Center fue vendida o va a serlo a los boliburgueses. ¿Para que quieren a Atel?
Estoy convencido de que no se trata de una zancadilla contra Bravo y García, sino de algo más profundo, más íntimo. Dado que, por brutos e ignorantes, estos ñángaras del presente son incapaces de hacer nada bien –y mucho menos lo que requiera de algún nivel cultural-, intentan convertir el panorama mediático en una conjura intelectual, donde priven los mensajes como los micros con preludio y coda de Patria querida, única explicación sensata que explica la conjura contra Atel.

martes, 4 de junio de 2013

¿Será que los maracuchos no son tan arrechos?


El occiso de Mi vaquita
La primera vez que visité al Zulia lo hice, acompañando a mi papá, a quien una petrolera lo había invitado para que conociera y reportara sus logros en la explotación del crudo del Lago de Maracaibo.
Volamos en un DC-3 el cual, según nos informara nuestro anfitrión, había pertenecido a uno de los grandes líderes de la II Guerra Mundial, no recuerdo si se trataba de Franklin Roosevelt o Winston Churchill, pues de esa ocasión ha pasado ya mucho tiempo y entonces yo era un niño.
Lo que si se me grabó entonces fue  la aseveración de que los maracuchos eran unos tipos corajudos, capaces de caerse a golpes por un quítame esta paja del hombro. Que una mentada de madre equivalía a dos tiros, y que las infidelidades se pagaban con sangre.
Además, que los caracuchos teníamos que andar con pies de plomo, porque si nos desmandábamos el Zulia se independizaría, y nos íbamos a morir de hambre sin petróleo, carne y lácteos.
Con el correr del tiempo, volví varias veces a Maracaibo. De hecho, tuve dos novias maracuchas y hasta anduve casado –por muy breve tiempo- con una de ellas-.
Me contaron sobre la muerte de un personaje en el restaurante Mi vaquita, a quien habían carajeado de mala manera. Pero era una anécdota repetida, que ya había sucedido previamente en el Club Paraíso de Caracas, y no entre marabinos sino capitalinos.
Otros amigos de la región me hicieron partícipe de varias teorías, la más estrambótica era que el calentamiento global estaba logrando que afloraran las iras dormidas de la población, especialmente en el Zulia, las cuales estallarían a la menor provocación.
El Robespierre que manda en Maracaibo
La verdad es que el gobierno castro comunista del Difunto y el Ilegítimo se han cagado en el Zulia y en los maracuchos como no lo ha hecho ningún otro en la Historia de Venezuela.
Lo último que acaba de hacerles este Maximiliano Robespierre de la dizque revolución bolivariana que funge como su gobernador es ponerles la tarjeta electrónica de racionamiento, inspirada en la cubana pero con el añadido programa Smartmatic de las capta-huellas.
Comparo a Pancho con Robespierre porque el nativo de San Juan de Colón, designado en 1994 por Rafael Caldera al frente de Programa de Alimentación Materno Infantil –desde donde, dicen las malas lenguas, inició sus conexiones con una empresa internacional venezolana, radicada en Panamá y Miami para el lavado no precisamente de sus trapos sucios-, y aspirante en el 2000 a la jefatura de Estado por la oposición, volvió a  saltar la talanquera en el 2005, apoyando al Difunto y reconociendo los errores cometidos. Lo que lo convierte, además de un amoral como lo es JV Súper Estrella, en un personaje cuya ralea se encuentra en la cloaca más honda y putrefacta de la nación.
Otros amigos del Zulia me dicen que la entidad ha tenido mala suerte con sus gobernadores gochos, y me nombran a Néstor Prato
El burro que pasearon por las calles de Maracaibo
Tras la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, comenzó la cacería de brujas: desde torturadores de la Seguridad Nacional y oficiales de bajo rango, hasta altos funcionarios del gobierno que no pudieron o quisieron expatriarse.
Mas el chivo expiatorio del nuevo gobierno de transición fue, sin duda alguna, el general Néstor Prato, ex gobernador del Zulia.
Prato era hombre de confianza de Pérez Jiménez, e incluso fue Jefe del Estado Mayor en los últimos días de su régimen. Antes del colapso, fue ministro de Educación, lo que generó las mayores y más violentas reacciones en el estudiantado, pues Prato tenía fama de bruto y poco instruido, simplote, no destacado por su labia, y con actitud bastante reservada. Por eso, cuando le detuvieron, los marchistas pasearon a un burro en camión por las principales vías de la capital zuliana, con un cartel que señalaba: Este es el General Prato.
El juicio a Prato fue show mediático, dirigido por el parlamentario regional Gabriel Quintero Luzardo. Frente a la Legislatura se colocaron decenas de altavoces, y miles de curiosos se congregaron para presenciar la interpelación. Activistas socialdemócratas y comunistas azuzaban al pueblo y a los estudiantes para que gritaran consignas contra el general.
Este acto constituyó más una venganza política que un juicio. Reiteradas eran las vejaciones en contra el militar, al que ni siquiera le permitían defenderse. En un momento los insultos pasaron a ser contra la propia institución militar, aun cuando ella jugara un papel determinante en el derrocamiento de Pérez Jiménez.
¿Qué más te puede pasar que ya no te haya pasado?
Si a ver vamos, a Prato lo impuso Pérez Jiménez al Zulia. En cambio, por Pancho, los zulianos han votado 2 veces. En las últimas, las elecciones regionales de 2012, Pancho obtuvo casi el 53% de los votos. ¿O es que hubo fraude? Y, si lo hubo, ¿por qué no salieron a la calle a formar un peo? ¿Y por qué se calaron el racionamiento o chip de la gasolina? ¿Y se van a dejar meter hasta los tequeteques el chip de la comida? ¿O será que los maracuchos no son tan arrechos como ellos creen?

domingo, 2 de junio de 2013

El infierno de Francia


La ignorancia galopante
En su extraordinario ensayo Geografía de la novela el recién fallecido escritor mexicano Carlos Fuentes –cuyo único pecado literario pareciera haber sido escribir la biografía de Gustavo Cisneros, aunque la necesidad tiene cara de hereje- recuerda las falencias, locuras y traiciones de algunos de los déspotas que han desgobernado a estos infelices proyectos de naciones ubicadas al sur del Río Grande.
Comienza la enumeración con el caso de Antonio de Santa Ana –personaje a quien me he referido en más de una ocasión- a quien define como el gallero cojitranco que jugó y perdió la mitad de su país, pese a lo cual llegó 11 veces a la Presidencia de México.
También habla de Juan Vicente Gómez, que anunció la fecha de su propia defunción, para castigar a quienes quisieran celebrarla. De Maximiliano Hernández, un tiranuelo salvadoreño que pretendió impedir una epidemia de escarlatina, envolviendo a los faroles del alumbrado público en celofán rojo. Del boliviano Enrique Peñaranda, cuya madre expresó que,  si hubiera sabido que su hijo llegaría a la Primera Magistratura, le hubiese enseñado a leer y escribir.
Este recuento de la marginalidad intelectual pareciera haberse reconcentrado hoy en el Ilegítimo, que comparte muchos de los rasgos detectados por Carlos Fuentes, y que pudieran sintetizarse en dos palabras devastadoras de Arturo Uslar Pietri: ignorancia galopante. Así lo fue el Difunto y así también lo es el Ilegítimo, aunque este último carece de inteligencia, carisma y viveza, que sí le sobraban al primero.
La hechura de Yo El Supremo
Igualmente menciona y le dedica un capítulo entero Fuentes al escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, quien en 1974 publicó Yo El Supremo, novela histórica que relata la maligna existencia del dictador paraguayo Gaspar Rodríguez de Francia, quien, como lo hicieran en Haití Papá y Baby Doc –Francia era, asimismo, doctor- y, sobre todo, el modelo de estado nacional que logró entre 1814 y 1840, anticipándose en mucho a su paisano, el general Alfredo Stroessner en cuya dictadura que duró 35 años, hubo asesinatos, deportaciones, encarcelamientos, torturas, persecuciones, secuestros, desapariciones y otros crímenes de lesa humanidad.
Ese modelo, impuesto a sangre y fuego por Yo El Supremo, no resulta esencialmente diferente del que, con la anuencia y el beneplácito de EEUU y los países democráticos de la Unión Europea, han mantenido los hermanitos Castro Ruz por más de medio siglo en Cuba. Ni el que nos preparó Chávez con sus motores socialistas, e intenta meternos brutalmente Maduro sin vaselina siquiera.
Veamos por qué.
El Supremo Dictador –asegura Roa Bastos- es el que nos dio la Revolución. Ahora manda porque quiere y para siempre. Lo hace mediante el capricho y la represión: los problemas de la meteorología política ha sido resueltos mediante el pelotón de ejecución. El dictador priva a la burguesía y el clero de la riqueza y el poder acumulados, pero sobre porque cree que él debe hacerlo, y como mejor le parezca. Porque si no es él, ningún otro lo hará. El Supremo sabe que ocupa el espacio de una sociedad civil débil o inexistente, pero, en vez de nutrirla, concluye, trágicamente, en que él es indispensable y, por lo tanto, es historia. “Yo no escribo, hago la historia. Puedo rehacerla a voluntad, ajustando, enriqueciendo, reforzando su sentido y verdad”.
Escribir y reescribir la historia, en ello estriba la grandeza del Supremo. La grandeza del personaje estriba en que, al fin y al cabo, carece de otra manera de acercarse a la historia si no es rehaciéndola. Por eso, odia a los escritores. Le gustaría arrugarlos y meterlos dentro de una botella. Pero no lo hizo, pues en Paraguay no hay mares ni océanos, y habría cabido la posibilidad que el envase chocara contra las piedras del río, se quebrara y los genios se escaparan.
Aquí el que entra no sale
A diferencia de la Venezuela chavista, bajo la enferma utopía del doctor Francia Paraguay se convirtió en un lugar tranquilo, como también lo son los cementerios. Aunque ni siquiera aquí se escapan los venezolanos de los atracadores motorizados, como sucede casi siempre en la vía al General del Sur y ocurrió hace poco entre los vecinos de La Guairita.
Durante su mandato, Paraguay se convirtió en una cárcel monstruosa para sus pobladores. Aquí el que entra no sale – advertían los carteles señalizadores de los hitos fronterizos. Así pasa en Cuba, de donde sale al que el gobierno le da la gana. Y pareciera que en Venezuela todo se encamina a ello: Hay rumores de que los pasaportes actuales van a ser anulados, y que la tarjeta de racionamiento viene rodando.
Las preguntas para usted, querido(a) seguidor(a), son: ¿Está de acuerdo en calarse la reedición del infierno de Francia en Venezuela) ¿Hasta dónde está dispuesto(a) a llegar para impedirlo?