Los versos satánicos y Ricardo y
Leocenis
La que les están aplicando a
Ricardo Bravo y Leocenis García con Atel tiene el mismo significado y valor
didáctico que la ejecución ordenada por los ayatolás contra Salman Rushide, a
raíz de la publicación de sus Versos
satánicos.
Desde luego, para poder aceptar
esta afirmación, hay que considerar que el fanatismo, entendido como pasión exacerbada, desmedida y tenaz hacia
una causa religiosa o política, constituye una sociopatía, caracterizada
por la incondicional adhesión, el entusiasmo desmedido y la monomanía crónica focalizada sobre ciertos temas, de manera
obstinado, indiscriminada y violenta.
Cuando el fanatismo supera a la racionalidad,
conduce a extremos al crimen político o religioso, donde la tortura y la
ejecución sirve para satisfacer la apetencia incondicional, individual o
grupal, de imponer una creencia, por absurda que ella luzca o sea.
A Bravo lo conocí cuando ambos
andábamos de convención en convención, promoviendo los contenidos de las
televisoras que representábamos en los mercados globales. Me consta que su
sueño era convertir a Atel en una televisora famosa, no engordarla para
venderla como si fuera ganado.
Hizo lo que pudo –en realidad,
ambos los hicimos, y hasta me tocó representarlo en Punta del Este, Uruguay,
cuando el colega marabino andaba ya escaso de fuerza-, pero no pudo contra la
meteorización de los canales televisivos, la falta de apoyo de los anunciantes
–locales y nacionales- y la carencia de recursos financieros en espera de
mejores tiempos.
Las estadísticas que les molestaron a
las magistradas
A García me lo presentó Eugenio
Escuela, cuando Sexto Poder andaba en
búsqueda de un encuestador independiente para las presidenciales del 2012. Pese
a que tuvimos un cordial encuentro, el negocio no se llevó a cabo, pero sí me
condujo a otro cliente, con quien realicé un primer trabajo, cuya publicación
ocasionó que las supuestas delincuentes del CNE –denunciadas como tales por la
MUD y numerosos comunicadores- prohibieran los sondeos comiciales no
controlados por el gobierno. Toda esta la historia la conocen mis seguidores, y
figura en mis blogs, así es que remito a quien quiera refrescarlas a ellos.
Lo que sí descubrí entonces es
que había, prácticamente, un empate entre el Difunto y Henrique Capriles, lo
cual desató sobre mi modesta persona un alud de imprecaciones y hasta
publicaciones en inglés, donde los críticos –que no sabían que las sumatorias
estadísticas se calculan en filas y no en columnas- intentaron mofarse de mí
aduciendo que no sabía de aritmética elemental.
Pese a que quedaron como
verdaderos asnos –con el perdón de Platero
y yo-, las canonjías generosamente otorgadas por el régimen de Agonizante
permitieron sembrar ruido y preparar el fraude del millón de votos a favor del
narcotráfico y el castro-comunismo. ¡Ojo, conste que quien aseveró primero que
en Venezuela manda un cartel fue Henrique Capriles, y así figura en la última
publicación de Sexto Día!
La insólita preocupación por el
financiamiento de Sexto Poder
Volvamos a García, del que poco
puedo hablar en lo personal, pero de quien he seguido de cerca su trayectoria.
Cabe para él una frase de Fedor Dostoievski: A veces las cargas de la libertad suelen ser más pesadas que las de la
esclavitud. Del director y dueño de Sexto
Poder se dice de todo, lo cual –a mi juicio- lo hace aún más interesante.
Pero la pregunta más frecuente es, ¿de
dónde sacó los reales para montar su semanario? Ante interrogantes
similares sobre el financiamiento de Tal
Cual, Teodoro Petkoff se ha negado sistemáticamente a responderlas.
Como nada sé matemáticas y estoy
desautorizado para emplearlas públicamente por las susodichas, tome mi
siguiente estimado como una licencia literaria. Si usted calcula el espacio total
de Sexto Poder de los últimos 5
números, observará de un 25 a un 30% dedicado a los anuncios, sobre todo de
aseguradoras, inmobiliarias y bancos. Eso es platica, no tanto como retirarse
pero sí como el germen de una empresa de su género. Y al fin y al cabo, ¿quién
carajo le preguntó a Cisneros de dónde obtuvo los reales para arrancar con
Venevisión, o a Miguel Ángel con la Cadena Capriles, o a Armando con el Bloque
De Armas?
La importancia de llamarse Leocenis
Tanto se revuelve la maledicencia
cuando se refiere a la propiedad mediática que en lugar de pedir copias en los
registros mercantiles –bueno, ignoro como funcionan ahora pues están en manos
de los cubanos-, los chismosos prefieren hacer conjeturas. Pero nadie debería
juzgar a un periódico, televisora o radio por quien lo posea, sino por la
información y opinión que difunda, pues de eso se trata: Por sus obras les conoceréis –dice la Biblia.
Suponga usted que al buen
Leocenis García el capital se lo prestó, digamos, Diosdado Cabello –ya que
puede estar seguro que el Ilegítimo no lo fue-, ¿y eso que
importa? Salvo para Mª. Corina Machado, Julio Borges y otros agraviados por un facineroso
y tiracoñazos diputado suplente, hay que convenir con Winston Churchill en que:
Los enemigos de mis enemigos son mis
amigos.
La otra pregunta es el por qué
esa avidez gubernamental de poner a todo el mundo a opinar e informar a favor
del régimen castro chavista. Tienen a las televisoras y radios supuestamente
independientes supuestamente a su favor, pero nunca en su contra. La Banda de los enanos se apoderó de
Globovisión, según Nicolás Chaccal la Cadena Capriles caerá en manos de Smark
López –testaferro de Tareck El Aissami, el gobernador de Aragua- y FM Center
fue vendida o va a serlo a los boliburgueses. ¿Para que quieren a Atel?
Estoy convencido de que no se
trata de una zancadilla contra Bravo y García, sino de algo más profundo, más
íntimo. Dado que, por brutos e ignorantes, estos ñángaras del presente son
incapaces de hacer nada bien –y mucho menos lo que requiera de algún nivel
cultural-, intentan convertir el panorama mediático en una conjura intelectual,
donde priven los mensajes como los micros con preludio y coda de Patria querida, única explicación sensata que explica la conjura contra Atel.
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