La segunda parte del culebrón
Nada peor que la segunda parte de
un culebrón, trátese de un largometraje o una telenovela. El ofidio al cual me
refiero es el capítulo dos del gobierno castro-comunista, iniciado por el fracasado
y difunto comandante golpista, a quien Dios lo tenga donde lo debería tener
para la correspondiente expiación de sus pecados.
Ayer me volví a sentir frustrado de
ser venezolano, al ver al ilegítimo, ignorante e inmaduro procónsul de Cuba en
Venezuela hablando sobre la supuesta aparición de la imagen de su finado
camarada en una fábrica del sur del país.
Según lo relató a la televisora
del Estado, mostrando una supuesta fotografía que le fue tomada, la espectral
fotografía apareció y desapareció por el foro. A este mutis final, el portavoz
doméstico del Foro de Sao Paulo le dio especial énfasis.
La última foto del G2
Sólo a Jorge pudo perdonársele su
esquizofrenia estética
Al único personaje al que pudo
perdonársele la triple condición de comunista, santero y católico es a Jorge (1912-2001), novelista
brasileño, autor entre muchas obras de Cacao,
Doña Flor y sus dos maridos y Gabriela,
clavo y canela. En Bahía de San Salvador, durante el año de 1925, una de
las mayores sequías de la historia del Brasil obligó a numerosos pobladores a huir
de la ciudad.
Tales acontecimientos fueron la
inspiración de Amado al escribir Gabriela,
clavo y canela, donde relata la historia de una chica quien, con su
belleza, conquista a todos, y trabaja en un bar, cuyo dueño se enamora de ella.
Tras una intensa relación, se casan; pero todo se desmorona cuando Gabriela le
pone los cuernos. La obra fue llevada al cine, protagonizada por Sonia Braga y
Marcelo Mastroianni, y se convirtió en una película súper taquillera.
También su banda sonora obtuvo
récords de venta como disco, interpretada a dúo por Gal Costa y Tom Jobim. Con Doña Flor y sus dos maridos (1976) ocurrió algo semejante, pues su canción,
¡Oh, que será!, ha sido traducida a
varios idiomas y vendido millones de copias, sobre todo en la versión de Celia
Cruz y Willie Colón.
La única mujer que hizo el amor con el fantasma de su difunto marido
Independientemente de si Amado
degüella gallos o no, tiene como libro de cabecera al Dieciocho brumario de Luis Napoleón Bonaparte y se arrepiente los
domingos en misa de lo que ha hecho los fines de semana, se trata de un gran
artista, con una obra muy fecunda, capaz de reaccionar, asimismo, productividad
en cadena en múltiples áreas de la creatividad.
Nada que ver con el infeliz
norsandanteriano que desgobierna a Venezuela, aspirante a caudillo por la
desgracia de los Castro. Ni con su triste intento de beatificar al fiambre, o,
peor aún, de ponerlo al nivel de la Virgen de la Coromoto.
Independientemente de que uno
crea o no en los hacedores de milagros que son elevados a la santidad por la
Iglesia, hay numerosísimos creyentes que así lo creen, y a ellos les piden en
las malas. Una sinergia que debe ser respetada, y no contaminada porque
convenga, pragmáticamente, atizar la ignorancia y la superstición para
mantenerse en las alturas del poder.
Los mejores emprendedores del país
Desde luego que, con o sin su
santo, el régimen se derrumba. Y lo hace porque, por primera vez en este
culebrón, los boliburgueses, la generación boba y los bolichicos ganan más
guisando divisas, narcotraficando y contrabandeando combustible y artículos de
la cesta básica a Colombia que con las comisiones tradicionales generadas por
la renta petrolera y la compra de armas a los mercaderes de la muerte.
De ahí que los emprendedores
venezolanos de mayores ingresos sean los narcocarteles -el de los soles
y el otro, el que, según Alberto Nolia, compró a la Cadena Capriles-, los
deportistas a quienes el despacho respectivo les entrega dólares sin control y
la Guardia Nacional y las Farc en los estados fronterizos.
No fue coincidencia que, tras
decomisar significativos alijos de bienes ilegalmente extraídos de Venezuela,
las Farc volaran el oleoducto a través del cual Ecopetrol envía gas natural a
Pdvsa.
El otro nivel de emprendedores
afortunados resulta más policlasista, porque incluye a diversos especuladores.
Desde el bodeguero de la esquina, que vende la botella de refresco de 2 litros
a 35 bolívares -mientras en el supermercado o la
droguería lo venden a 24-, hasta el frutero del Mercado de
Chacao -que elevó el precio de la uva criolla,
en una semana, de 45 a 100 bolívares el kilo-, pasando por el
concesionario quien, para entregarte un automóvil chino, te cobra 10 mil
bolívares bajo la mesa.
También cayeron en esta última
lista las aerolíneas, que ahora cobran los pasajes al exterior a www.dolartoday.com. En razón de lo cual volar a lima se puso a valer
18 mil, y a Nueva York 20 mil. Y los concesionarios de la cafetería de la
universidad donde trabajo, que ahora venden las empanadas a 17 -pero no de molida
o mechada, porque no consiguen según dicen el insumo-, los jugos a 15
y los cafés a 18; con cuya alza lograron superar el costo de un menú ejecutivo,
que en el primer trimestre del año ascendía a 50, con sopa, seco y postre.
Las empanadas, sin carne y a 17
¿Hasta dónde pueden las amenazas
del actual desgobierno frenar la corrupción galopante, evidente e impune -pues sólo se
persigue a los enemigos internos y diminutos del des-gobernante, no,
verbigracia, a quienes desfalcaron trillones con los bonos de Bandes,
Ferrominera y Pdvsa-; hasta dónde pueden los medios
controlados por la hegemonía, los enanos y el otro cartel cambiar la escasez e
inflación por entretenimiento banal y embustero; hasta dónde puede la oposición
tolerada seguir ejerciendo su colaboracionismo haciéndoles creer a los
electores que el 9 de diciembre si van a defender sus votos; hasta dónde van a
seguir los colectivos, pranes y motorizados robando y matando gente a sus
anchas?
No lo sé.
No creo que sea por mucho tiempo.
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