El ilegítimo decretó la ilegítima
El jueves el ilegítimo presidente
aprobó, con la ilegítima habilitante, las dos primeras leyes que conducen a
Venezuela al socialismo del presente siglo, que no es otra cosa -Fidel Castro
dixit- que
el comunismo.
Alias Voz de trueno -Luis Vicente
León, presidente de Datanálisis,
quien les echa un tiro al gobierno y otro a la oposición, le había recomendado
al de facto ocupante de Miraflores que se dejara de hablar huevonadas y actuara-. Lo que en
publicidad se conoce como shocking advertising (publicidad de choque).
Y así lo hizo, ordenando saquear las
tiendas de electrodomésticos, para tapar la falta de artículos de la canasta
básica, los devastadores efectos de la inflación y convencer a los
cuestionadores de afuera su triunfo en la elección del 8 del mes que viene, asegurada
a priori por el trío CNE, G2 cubano y Smartmatic.
En tan infausta fecha, el
ilegítimo no se encadenó.
Dejó que los televidentes siguieran
los Premios Grammy, el béisbol profesional y otros programas de una televisión
venezolana que ni opina ni informa, pero sí entretiene.
Un show hegemónico de 24 horas diarias el cual, de haberlo conocido Carlos Marx
lo hubiera intitulado como el Opio de los
pueblos.
Pues de en eso consiste el triste
espectáculo del policía bueno y el malo, - Villegas, candidato a alcalde; Villegas,
portavoz de los enanos-, cisnérica y
ahora también empoderado por uno de los carteles del narcotráfico con la compra
del multimediático Bloque de Armas -según la página
Web chavista aporrea.com, entre otras
fuentes-.
Lo que el gobierno quisiera hacerle a los escuálidos
¡Sóbate, que eso se hincha!
En su trabajo de grado ¡Sóbate, que eso se hincha!, publicado
por la Fundación Carlos Eduardo Frías
(2000), los aspirantes a comunicadores sociales Carla Delgado, Marcel Rasquín y
José Torres analizan el nuevo rol del espectador como producto de los medios de
comunicación, que le han guiado hacia la individualización, y su resistencia a
los mensajes clásicos o convencionales.
Quienes
se incorporan a la sociedad de los adultos -aseguran- pasaron
más horas ante el televisor que en las aulas. Se ha reducido su contacto
interpersonal. Además, manifiestan actitudes negativas ante el estímulo
publicitario: cambian cuando viene el corte comercial, cuando se ven obligados
a presenciar un anuncio se predisponen a generar reacciones desfavorables. Todo
lo cual resulta consecuencia de la saturación, del exceso de estímulos informativos
provenientes de los diversos medios y
sobre todo, de los que aparecen en los medios audiovisuales.
Añadían los entonces bachilleres:
En los años sesenta del Siglo XX se podía
dirigir el producto al azar, y el consumidor lo compraría. En los ochenta se
intentaba contactar al máximo número de consumidores en condiciones de usar el
producto. Y, en los noventa, había que ubicar con precisión a los verdaderos
usuarios potenciales. Hoy el consumidor es mucho más exigente, más listo. Le
educamos y preparamos, a base a mejores ofertas, para necesitar el producto número
13 de nuestro catálogo, incluso cuando sólo aspira al número 12.
No son lo mismo, pero se parecen
Soy consciente de que publicidad
y propaganda no son iguales, aunque coincidan en sus raíces y en algunas de las
técnicas empleadas durante sus trabajos de campo.
La publicidad funciona
promoviendo marcas, productos y servicios entre individuos con características
demográficas y psicográficas comunes. El propósito de la propaganda - filosófica,
política o religiosa- es ideologizar al mayor número de personas y transformarlos en
seguidores, militantes o prosélitos.
Empero, de esa tierra de nadie que son los medios
masivos, donde se mezclan todos los mensajes sin orden ni concierto, pueden
validarse afirmaciones como las de Luciana Piacentini, quien define a la publicidad
como el arte de gobernar la voluntad
ajena. Concepto que se podría extender, asimismo, a la propaganda.
O la de Olivero Toscani, creativo
de las irreverentes campañas de Benetton, quien afirma: La publicidad excita los deseos, seduce al tonto, le crea necesidades,
lo culpabiliza. La publicidad es una carroña perfumada. Siempre se dice de los
muertos: “Parece tranquilo, se diría que sonríe”. Algo parecido pasa con la
publicidad. Está muerta, pero siempre sonríe.
Lo que los escuálidos quisieran hacerle al gobierno
La estrategia del muerto que parece
sonreír
Se puede establecer como
hipótesis, entonces, que la estrategia asumida por el ilegítimo para mantenerse
en el poder a como dé lugar es shocking advertising, basada en tres variables:
1.
Una conjunción
de inesperada de elementos novedosos o no para impactar al espectador. El saqueo de
Daka y otros comercios, así como la compulsiva baja de precios en productos que
no son de primera necesidad ni representan un valor porcentual significativo en
la tasa inflacionaria
2.
Una acción cuyo
objetivo es llamar la tención. ¡Y vaya si lo logró! No sólo entre los
compañeritos saqueadores y los camaradas del día después que llegaron con
maletas de efectivo, sino que el tema se convirtió en nota de primera página y
discusión incluso en medios internacionales como CÑN.
3.
Una omisión que
consiste, al menos temporalmente, en bajar el perfil mediático para limpiar los
canales de saturación. De ahí que las primeras leyes socialeras se
presentaron a través del canal del Estado solamente.
¿Quiere decir esto que el régimen
hace propósito de enmienda? ¡Ni de vaina! Políticamente, el castro-comunismo
va, la entrega a Cuba va, la destrucción del país va, las canonjías a los
petrochulos también van. Económicamente, todo sigue según las teorías de Jorge
Giordani, el hombre que mientras la globalidad ve el mundo a través del
parabrisas, él lo hace mirando por el retrovisor. Con las salvedades del caso,
ya que la nueva clase de boliburgueses, bolichicos y narco milicos necesita sus
churupos.
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