Coja mínimo, mi general
Estamos
en medio de un caos:
existimos
pero no vivimos,
contamos
más el tiempo perdido
que
todo lo que hemos invertido.
Somos
un avatar de nosotros mismos
ocultando
los propios demonios
acumulando
tristezas sin motivo
dejando
escapar felices momentos,
sumergidos
en un sistema sombrío;
con
las esperanzas hechas a un lado,
caminando
por calles color negro
sin
ver hacia donde nos dirigimos-
No
nos damos cuenta que el mundo
ni
es ni será el mismo con los años:
el
sol en su lenta muerte sigue siendo,
el
planeta no ha dejado dar sus giros
la
luna cada noche sigue brillando,
el
hoy está en constante pasado.
El
mañana apenas lo planificamos
sólo
somos lo que ahora tenemos
un
puñado de ideas y pensamientos
cargados
de miradas al cielo.
Hoy
estamos mañana no sabemos
lo
que no y lo que si pasa por algo,
sigamos
observando y mirando…
Ramón Morales
Márquez: Caos y fe
Un caimán que no era barranquillero
No es Orlando, si no Río Chico
Orlando, capital del condado de Orange, en el Estado de
Florida, está empavado.
El 11 de junio Christina Grimmie, cantante y protagonista
del programa televisivo The Voice, fue
asesinada por un espectador que se le acercó cuando firmaba autógrafos tras un
concierto. El homicida se suicidó, sin dejar saber el motivo de su crimen.
Dos días más tarde, 49 personas fueron masacradas por el yidahista
Omar Mateen, en la discoteca Pulse,
mientras se celebraba en ella la Noche de
orgullo gay. Mateen estadounidense de 29 años, estaba fichado como presunto
terrorista y había sido interrogado por
el FBI en el 2013 y el 2014. Empero, su expediente policial no le impidió trabajar
en una empresa multinacional de seguridad, ni adquirir armas letales, como un
fusil de asalto M-15 y una pistola Blog 9 mm.
El 15 de junio, un caimán se llevó arrastrado a un niño de 2 años, quien jugaba en la arena,
cerca de la orilla de una laguna perteneciente al complejo hotelero de Disney World.
Ayer, las autoridades localizaron el cadáver del malogrado bebé.
Un yidahista que no pudo salir del
escaparate
Según un parroquiano de Pulse, Omar Mateen un habituée del local. Kevin West aseguró
haberlo contactado a través de App de citas gay o haberlo visto la noche antes del
ataque. Otro de los asistentes, Cord Cedeño, aseguró–: Compartía su fotografía en los sites especializados, por lo que era
fácil reconocerlo. Asimismo, Ty Smith señaló al respecto–: A veces se sentaba en la esquina y bebía
solo, otras se emborrachaba y se volvía ruidoso y agresivo [… ] No hablaba mucho con él, pero re cuerdo que
en alguna ocasión me contó sobre su padre, y también me dijo que tenía esposa e
hijo.
Lo inaudito de este suceso fue el alud informativo que
desató en el panorama mediático global. Horas y horas de entrevistas a los
sobrevivientes, familiares, vecinos y opinantes de oficio. No porque fuera La balacera más grande en la historia de
EEUU, si no porque afectó a un grupo de presión muy influyente, la llamada Comunidad LGBT –lesbianas, gay, bisexuales
y transformistas–.
Quien conoce de historia reciente, sabe que el término gay no existía antes de 1960. A dicha
preferencia se la llamaba homosexualidad,
y a sus practicantes homosexuales o maricones, en lenguaje coloquial. Todo
cambió con el sida, el cáncer gay, Un virus extraño que vino de lejos, como
lo llamara el investigador Jacques Leibowitch (1986). Para hacer el cuento
corto, los homosexuales dejaron de serlo y se hicieron gay, obligando a las
multinacionales farmacológicas a producir un retrovirus en brevísimo plazo. Que
no lo ha logrado el resto de la humanidad con el cáncer.
Creo que, cuando se es mayor de edad, uno puede hacer lo
que quiera con su cuerpo sin herir a los demás. Los límites se conocen muy
bien, y no me refiero solamente al uso de condones, si no a las perversiones
como la pedofilia. Al cuerpo lo que pida–:
solía decir un buen amigo farandulero, cuyo nombre no quiero revelar. Por lo
cual es muy triste que Mateen no haya logrado salir del escaparate.
Pero de allí a que el Presidente Obama se movilice personalmente
a consolar a los sobrevivientes y deudos de la víctimas de Mateen, que el senador
Chris Murphy se desgañite 22 horas echándole la culpa de lo sucedido a la
denominada Industria de la muerte y
que otras inauditas muestras de violencia global simultáneas pasen casi por
debajo de las mesas de redacción es inaceptable desde el punto de vista ético
de la Comunicación Social.
Me refiero, por ejemplo, al apuñalamiento de una pareja
de agentes en París, transmitida por las redes sociales mientras el monstruo
yidahista le preguntaba a su morbosa audiencia qué podía hacer con el hijo que presenciaba
el atroz hecho. A la actitud de los fanáticos rusos, que mancharon de sangre
las calles de las ciudades de la Eurocopa. Y Cumaná, donde según sus castro
comunistas y narcorruptas autoridades, los asesinados por sus colectivos no
cuentan, porque uno de los fallecidos era un chino, el dueño de un
supermercado, y, aparentemente, para los chavomaduristas, Chino no es gente.
Un Padrino que no es el del cine
Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa de la
desvencijada República Bolivariana de Venezuela, denunció a sectores opositores
en el Parlamento que se han dedicado a ofender a la Fuerza Armada, sin precisar
a quién o quienes alude. Advirtió–: Nos reservamos cualquier acción legal para
mantener la integridad de nuestro honor. Llamamos a la prudencia, que no es
otra cosa que el control en las palabras para evitar situaciones y despojarnos
de la embriaguez de poder […] Hago un
llamado a la Fuerza Armada a no caer en provocaciones, porque sé la indignación
que produce esto.
Padrino amenaza con los cuestionados tribunales penales
del país, que no son más que apéndices del Poder Ejecutivo. ¿Por qué lo hace?
Porque ha visto que a los uniformados cada vez les es más difícil reprimir a
las manifestaciones, sobre todo cuando son por hambre. Y que, poco a poco, el Cumanazo pudiera transformarse en un Caracazo.
No, general Padrino, los tiros no van contra las FFAA, si
no contra los vende patria, narcotraficantes y asaltantes de camino infiltrados
en ellas. Sus nombres figuran en varias listas, entre ellas las del FBI, la DEA
y el Departamento del Tesoro. Los chivatos que han ayudado a recopilarlas no son
los diputados de la Asamblea Nacional, ni integrantes de la MUD, ni miembros de
otros grupos de la sociedad civil. Son oficiales, asqueados de lo que han visto
adentro –sea lo que fuera que vieran–, y que decidieron entonar el bel canto en el Imperio. Son las
noticias donde, pese a la censura y autocensura, aparecen oficiales, clases y
soldados asesinados por ajustes de
cuentas, una frase propia de la delincuencia pero no del idioma castrense.
Así es que le sugiero, mi general, que coja mínimo y
ponga orden en su pea. Si que aún le es posible hacerlo.
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