sábado, 4 de junio de 2016

Váyase bien largo al carajo, señor Blair

Hizo usted que yo arrojase un inmaduro suspiro,
desde el vientre de mi bestia amordazada por la vida,
que fracasó como vate de algunas a su parecer verdades;
de un váyase largo al carajo del arriero en "Pedro Paramo".
Cual fuera el final tan desaprobado por mi buen gusto;
que puede ir a colgar mis versos al campo santo.
Maximo Xmo: Puede usted irse largo al carajo

El venezolano no se une y es cobarde
En una entrevista dada a la BBC, ex premier inglés Tony Blair aseguró–: El venezolano tiene el gobierno que se merece. Por ejemplo, en Egipto, los manifestantes se fueron masivamente a derrocar a Mubarak. Más de 4 millones salieron a las calles de Cairo y, en todo el país, se sumaron a la protesta casi 20 millones. Así también fue derrocado Gadafi. El pueblo lo linchó, sus hijos fueron apresados y se les procesó internacionalmente.
En Caracas no salen a protestar ni 50 mil personas juntas.
Tiran la piedra y esconden la mano. Son muy pocos los valientes y demasiados los cobardes. El venezolano carece de espíritu luchador, y es muy probable que por su actitud tenga el mismo destino que los cubanos. Ellos votaron por Chávez, hace casi 20 años. Luego hubo fraudes electorales como en otros países. Pues ahora el venezolano está aprendiendo la lección. Llamó a los demonios, y ahora no sabe cómo salir de ellos. Sobre todo porque los venezolanos son muy pasivos son poco activos y, lamentablemente para la democracia del mundo, temo que no harán lo necesario por lograr la suya. ¡La lucha por la libertad no es pacífica, es una lucha! Caracas no lo ha entendido
Cada país tiene el gobierno que se merece.
Son muy duras mis palabras pero no por eso menos ciertas. Ahora es el momento de demostrar que sí quieren ser libres. Empero, me temo que Venezuela pueda estar perdida definitivamente y la culpa la tiene el mismo pueblo que se queja, pero no hace ni hará nunca nada de nada, aunque crea que sí lo está haciendo pues hay unos pocos valientes.
En la unión está la fuerza. El venezolano no se une y es cobarde.
 Cuando Blair y Chávez andaban de pipí cruzados


Creo necesario recordarle al señor Blair algo de historia, para que mis seguidores entiendan el contexto de sus palabras.
En Downing Street, residencia oficial del Primer Ministro, el martes 22 de octubre del 2001, se reunieron Hugo Chávez Frías y Tony Blair. De dicho rendez-vous, el difunto comandante dijo lo siguiente–: Me complace haberme reunido con Blair nuevamente, luego de nuestro en encuentro en Nueva York, pues tenemos una estrecha amistad y compartimos los mismos intereses y puntos de vista en materia internacional, sobre temas como la creación del Estado Palestino y la lucha contra el terrorismo, con el objetivo de lograr la paz.
Asimismo, el jefe de Estado venezolano indicó que le dio sus impresiones a Blair sobre su visita a Arabia Saudita e Irán, pues considera lamentable que los pueblos pagaran las acciones de individuos desalmados  responsables del desequilibrio mundial–:Hay que detener esta guerra, a través de métodos pacíficos para que este siglo, que va ha ser el futuro de nuestros hijos, sea un mundo de armonía y hermandad […] Blair me ha dijo que es necesario aprovechar el momento dramático que se vive actualmente, para realizar una alianza global, pues el terrorismo no se elimina únicamente con ataques ni bombas, sino también eliminando las causas de la violencia: la pobreza, la injusticia, pues el único camino a la paz es la justicia.
 La inmensa frustración de Blair
 La actitud de Chávez hacia Blair  cambió radicalmente el 9 de febrero de 2006,  cuando coléricamente le increpó–: Váyase bien largo al carajo, señor Blair. Fue su airada respuesta al planteamiento del premier en el Parlamento–: También quiero decir, con el mayor de los respetos para el presidente de Venezuela, que cuando él forma una alianza con Cuba, preferiría ver en Cuba un país con una democracia auténtica.
¿Por qué Blair dijo lo que dijo y Chávez ripostó como ripostó?
Según lo publicó Alfredo Toro Hardy en El Universal, el jueves 21 de marzo de 2013–: Churchill definió la relación de su país con EEUU en términos de clara subsidiaridad. Londres buscó mantener su relevancia internacional transformándose en el socio minoritario de Washington. Tony Blair llevó esta relación a niveles de humillante obsecuencia. Incondicional a Clinton, supo dar un viraje de 360 grados para hacerse igualmente indispensable ante Bush.
Esta regla tuvo, sin embargo, una gran excepción: Venezuela–: Pese a los intentos de Blair en hacer causa común con Washington para aislar a Venezuela […] Entre marzo de 2004 y febrero de 2006 fueron presentadas 6mociones de apoyo a Chávez en la Cámara de los Comunes […] La  última moción, inicialmente rubricada 78 parlamentarios, fue engrosándose en los días siguientes hasta alcanzar 160 firmas. La misma, sustentada por el propio partido laborista de Blair, sostenía: “La Cámara de los Comunes reconoce el progreso alcanzado por el gobierno democráticamente electo de Venezuela en todo lo que se refiere a la expansión de las áreas de educación, salud, vivienda, tierras, alimentación y microcréditos, para todos aquellos que estaban excluidos […] En tal sentido, hace un llamado al gobierno británico para que reconozca los beneficios del modelo de desarrollo social venezolano.”
Asimismo –según Toro– el Congreso General de Trabajadores Británicos, en representación de 77 sindicatos y más de 7 millones de obreros, aprobó unánimemente el 14 de septiembre del 2005 la siguiente moción–: Este Congreso felicita y apoya al gobierno venezolano por utilizar la riqueza y los recursos del país para aplicar reformas en beneficio de los trabajadores, los pobres y los sin tierra […] Este Congreso observa además que los resultados electorales de Venezuela respaldan el apoyo mayoritario de los trabajadores y los pobres por los programas sociales en los campos de la educación, alfabetización, formación laboral, salud, reforma agraria y distribución de productos alimentarios a precios subsidiados.
Celos, malditos celos
A punta de la chequera petrolera, Chávez captó a Ken Livingstone; alcalde metropolitano de Londres, regalándole fueloil para calentar gratuitamente los barrios pobres de Londres; Tony Benn, patriarca moral del laborismo; Harold Pinter, Premio Nobel de Literatura; John Pilger, el más emblemático periodista inglés; Richard Gott, reconocido historiador y  Tarick Alí, un novelista súper aclamado en el Reino Unido.
Blair no pudo evitar la inmensa frustración de Bush, y cayó en celos por la manera cómo Chávez se iba infiltrando en su propio movimiento.
Blair, amigo del Foro de Sao Paulo
Blair hizo con el Partido Laborista lo que Felipe González hiciera en España con el PSOE, eliminar de si doctrina todas las referencias relativas al marxismo leninismo. Fue la razón por la cual se convirtió en primer ministro de Reino Unido en 1997 cuando ganó, de manera aplastante, la mayor victoria en su historia en las elecciones generales. Durante su primer mandato logró niveles de popularidad que muy pocos gobernantes habían alcanzado antes. Y, por primera vez, consiguió que el laborismo obtuviera tres triunfos electorales consecutivos y estar al frente del gobierno durante diez años.
Blair fue recibido fervorosamente en América Latina, como impulsor del concepto de La Tercera Vía –alternativa entre el capitalismo y el socialismo– y se le abrieron las puertas de Brasil, Chile, Uruguay y Colombia, liderados por políticos foro paulistas. En  Colombia, Juan Manuel Santos, escribió un ensayo a dos manos con  él: La Tercera Vía: Una Alternativa para Colombia (1999). Una opción que también Chávez adoptó entonces para definir su régimen, y enmascarar al castro comunismo.
Fracaso y desmoralización de Blair
Hoy, sin embargo, Blair goza de una de las más bajas estimaciones obtenidas por un ex gobernante británico, tanto en su partido como en el resto del país, como lo destaca Sir Anthony Seldon, Director del Colegio de Wellington, Vicecanciller de la Universidad de Buckingham y biógrafo del ex primer ministro, reflexiona para BBC Mundo (2015)–:
Después de su cuestionado gobierno, Blair se ha ganado un posgobierno aún más cuestionado. Muchos de sus compañeros le vilipendian y cada vez cuenta con menos seguidores de la generación de relevo, que rechaza tanto su desempeño como la forma en que eliminó a los izquierdistas del partido. La política exterior de Blair fue lo que produjo la mayor controversia sobre su gobierno, con protestas en Londres y todo el país. Su apoyo al presidente Bush en la invasión a Irak (2003) fue la decisión de política más objetada de un premier desde que Anthony Eden ordenó a las tropas británicas invadir Egipto en 1956. Este proceso incluyó un interrogatorio público, donde se le preguntó si había engañado al país para mandar tropas británicas a Irak. Quizás se le hubiera perdonado si la invasión hubiera sido exitosa, pero su fracaso espectacular condujo a cualquier clase de recriminaciones.
Tras dejar su gobierno, Blair se convirtió en Enviado para Medio Oriente de la ONU, para llevar a la paz el conflicto árabe-israelí. También expuso planes ambiciosos para África, donde proponía estrategias para que las religiones del mundo se entendieran entre ellas mismas y muchas otras causas que hoy ha recogido el Papa Francisco I.
Los fracasos de Blair en Levante, África y entre las religiones mundo, no explican per se  la creciente hostilidad hacia su persona. Pero su  camaleonismo, quizás sí. Blair, artífice de la creación del Parlamento Escocés en 1999, reculó contra del referendo que decidiría la independencia de Escocia, y en lugar de dejar que el soberano expresara su voluntad, irrumpió en un escenario que no era el suyo para emitir un juicio de valor que nadie le había pedido–: Romper la alianza en nuestro país es una insensatez desde el punto de vista político, económico y emocional.
Lo peor fueron sus vínculos con regímenes e individuos de dudosa moralidad, su afán por hacer fortuna a corto plazo y su deseo de  darse la gran vida como una estrella del jet-set–: Sus compañeros por qué es necesario para Blair acumular tanto dinero y viajar por el mundo en aviones privados […] Ven un obvio contraste con la modesta existencia de Gordon Brown, primer ministro entre el 2007 y el 2010, cuyos años desde que dejó Downing Street se caracterizan por la circunspección.
Quizás sin Chávez no lo hubiera mandado al carajo, Blair hubiera recibido los biyuyos que tanto apetece de manos del difunto o su sucesor, a la par que Danny Glover, Sean Penn o Ignacio Ramonet.
Señor Blair, ¿tiene usted los cojones bien puestos?
Regreso a las afirmaciones de Blair: En la unión está la fuerza. El venezolano no se une y es cobarde. ¿Cierto o falso?
Hay que entender que hoy Venezuela está híper polarizada. Que existe un pueblo venezolano, integrado por su clase media, con valores y sentimientos que tipifican si identidad nacional. Y una población nacional, cedulada y comprada por Chávez y Maduro, que representa al lumpen intelectual y ético de los países latinoamericanos.
La clase media salió, valerosa y masivamente a las calles de Caracas, el 16-A del 2001, y derrocó a Chávez. Se caló el pronunciamiento militar que terminó en el epílogo de una comedia bufa el mismo año y las escaseces del indefinido paro convocado por la CTV y Fedecámaras. En los tres eventos, puso los muertos. Como los ha puesto en todas las manifestaciones habidas durante los 18 años de castro comunismo. Tampoco son falsas sus miles bajas habidas en los atracos cometidos por los pranes, colectivos y uniformados, pues, cuando no son balaceras por ajustes de cuenta o dominio territorial de las bandas del crimen organizados, son productos de acciones delictivas para robar vehículos, secuestros exprés, celulares y dinero.
Señor Blair, si usted cree que tiene los cojones bien puestos, ¿por qué no se va a la ONU y denuncia a los líderes que antes fueran sus entrañables amigos, como Santos, Lula, Kirchner y pare de contar? ¿Por qué no viene a Caracas y encabeza una marcha contra Maduro?

Caso contrario, le repito con el mayor dolor de mi alma –pues ni Chávez ni sus seguidores fueron jamás santos de mi devoción–: Váyase bien largo al carajo, señor Blair.

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