Tarde piaste,
pajarito.
En estos días escuché a Julio Borges, entrevistado por Vladimir
Villegas. Es espacio Vladimir a la una
es, por cierto, uno de los pocos que puede seguirse sin las interrupciones de
ese nuevo pasquín asno–visual intitulado
El noticiero de la Patria, donde
desfilan, cada 24 horas, Maduro y un contingente de personajes extraídos de La corte de los milagros, en una despiadada
competencia por ver quien mete la más increíble mentira, y que termina con el
Himno Nacional u otros cantos patrióticos desafinados.
Borges aseguró que durante las pasadas elecciones hubo toda clase de
trucos y triquiñuelas, y que la MUD no se calaba otros comicios más que no
fueran los presidenciales. Hasta dejó entrever que en las contiendas de
Capriles contra Chávez y Maduro hubo ñereñere. La pregunta es, si todo esto se
sabía, ¿por qué se conminó entonces a votar? Para rellenar espacios y no regalárselos al régimen, es la
respuesta más común.
¿Y por qué ahora se les niega esa oportunidad a los compañeritos que pujan
por las alcaldías? Porque, no. Porque la MUD así lo decidió. Así por o menos se
desprende de la cita de Gloria Cuenca para su última entrega de Últimas
Noticias–: Hay argumentos suficientes
para apoyar la postura de quienes se juramentaron, y la de Guanipa, que no lo
hizo.
Aunque yo sí voté, a sabiendas del fraude que se venía encima, lo
hice para contribuir de alguna manera a poner en evidencia aún más al régimen.
Pero me identifico más con los abstencionistas, aunque no creo en una
abstención desprovista de estrategia, de un Plan B, como se dice ahora.
Convengo con Borges en la necesidad inmediata de salir de Maduro, por
múltiples razones que he analizado en mi blog y por la última crónica de una muerte anunciada, el
anticipado default de la deuda pública para comienzos del año entrante y la
toma de las acciones de Citgo por parte de los inversionistas buitres. Claro
que, para que los pendejos se contenten hasta que los gobernantes regresen de
sus destinos vacacionales, el régimen, como echándole sobrados a los perros, ha
decidido regalarle 500 mil bolívares a sus militantes y aumentar el salario
básico. A todos, menos a los viejitos, a quienes sólo les salen 40 mil
bolívares de incremento, con lo cual no se compran ni 30 huevos.
Si yo fuera Borges, mi mensaje al país sería distinto.
Haría un llamado a la ética y el pundonor de los militares, excluyendo
a los miembros del Cartel de los Soles, cuya lista, más bien escueta, ha sido
ampliamente difundida por la CIA, la DEA, el Departamento del Tesoro de EEUU e
Interpol. También le pediría apoyo al gobierno estadounidense –como se lo
pidiera Simón Bolívar a Henry Clay, cuando la República estuvo perdida–, al
Grupo de Lima, a la ONU –si se sigue por
estas calles, en Venezuela la gendarmería será ejercida por los cascos
azules–. Y finalmente haría pública contrición de mis yerros, como lo hacen los
políticos japoneses cuando meten la pata.
Dije, 2 días antes de las elecciones, que a mi juicio resultaba
irrelevante votar o no votar. Ahora lo repito: viene más de lo mismo, o peor.
El ex gobernador de Carabobo, mayor Francisco Ameliach se mostró ofendidísimo
cuando el nuevo gobernador Rafael Alejandro Lacava descubrió gigantescos
almacenes, llenos hasta los topes de medicinas y comida, e intentó
distribuirlos entre los necesitados.
Aseguró Ameliach –según La
Razón– que la policía de la entidad intentó
tomar la sala situacional del PSUV en Valencia. Pero el desmentido llegó a
través de las redes sociales, con fotos y vídeos tan a granel como los bienes
almacenados –¿o se debería decir situacionados?–.
Por eso, confío mucho más en la lucha
intestina de los narcorruptos para salir de Maduro que en los pronunciamientos
de la MUD.
Terminaría mi discurso, si fuera Borges, convocando a la Asamblea
Nacional para proclamar a Guanipa y Velásquez, derogar a las fascistoides corporaciones
estadales, ilegitimar a la Constituyente y disolver la Guardia Nazi–onal por
sus crímenes de lesa humanidad. Aunque el TSJ cerrara el Parlamento, que en
algún momento lo va a hacer.
Pero no soy Borges, y sobre que dijo hace un par de días sólo le agregaría
lo siguiente–: Tarde piaste, pajarito.
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