En su última entrega dominical, Marta Colomina pone el dedo en la llaga al preguntarse: ¿Campaña de la MUD evitando a Chávez? Cita en su escrito a Teodoro Petkoff, quien planteaba recientemente que la MUD no podía seguir soslayando enfrentarse al Guasón, quien no sólo manda y ordena los totalitarios que le respaldan, sino que aparece enla campaña como único portavoz. O portaviones.
Otra opinión difundida la semana pasada, tal como lo advertíamos hace poco, marca un cambio cualitativo de profunda significación para la MUD, la cual pretende liderar y beneficiarse de la frustración y el agobio de un porcentaje creciente y significativo de la población adversa a Chávez.
Mientras la MUD no responde para no caer en prooicaciones y continúa jugando a la ya desfasada estrategia de Chacumbele –El mismito se mató-, el Guasón acelera a fondo hacia un futuro sólo concebible bajo los parámetros de Pol Pot, quien arruinó a Camboya bajo su mandato y mantuvo eprisioneros a más de 3 millones de sus opositores, acusándoles de antisociales y sometiéndoles a reeducación, hasta que pudieran convivir en su propia versión del Mar de la Felicidad.
La MUD evade confrontarse, el Guasón maneja el caos
Caos es sinónimo de bochinche. Y el Guasón supone que nuestro pueblo es bochinchero, canalla y rumbero. Bochinche, bochinche, bochinche: Los venezolanos no sabemos sino hacer bochinche – dixit Francisco de Miranda cuando embarcaba rumbo a La Carraca. En esta postura actitudinal –no ideológica-, no caben sino tres explicaciones.
El miedo es libre
De este sentimiento ya han dado demostraciones públicas numerosos compatriotas, en variadas ocasiones. Las más recordadas son los comportamientos del Guasón el 4-F y el 11-A.
Miedo que algunos opináticos de oficio alientan, calificando a los opositores duros del régimen como el Comando Kamikaze. Y que en la MUD adquiere relieves dramáticos, cuando se rehúsa a llamar Comando de Campaña al suyo.
Miedo que los psiquiatras consideran resonancia del terror del superego del Guasón, amplificado por su poder mediático.
Para paliar el miedo no hay una panacea universal, sino dos frases, la primera de Simón Bolívar y, la segunda, un eslogan empleado por AD cuando su gobierno combatía a la guerrilla castrocomunista: No podemos aconsejarnos con nuestro miedo; Contra el miedo, ¡vota blanco!
Colaboracionismo.
El vocablo fue inventado por los intelectuales franceses durante la II Guerra Mundial, y se aplicaba no sólo a los funcionarios títeres del Gobierno de Vichy, sino a los nazis que se infiltraban en los movimientos de resistencia.
Durante el paro cívico del 2002-2003, representando entonces a una ONG de maletín –a mucha honra, por cierto-, lanzamos un globo de prueba para detectar filtraciones en una reunión de la (Des)coordinadora Democrática. Nuestra estupefacción llegó al máximo al recibir feedback, desde Miraflores, casi al término del encuentro.
No podemos señalar a nadie en particular, porque había muchos participantes. Pero lo que nos consta es que algunos de los bueyes que halaban esa carreta y que le entregaron al Guasón el referendo atadito de pies, con las bendiciones de Jimmy Carter, César Gaviria y Gustavo Cisneros, continúan merodeando por ahí.
Ineficiencia, ineficacia e inefectividad.
Nos disgusta alardear de nuestra experiencia como politólogos, pero lo cierto es que, con nuestro esfuerzos, ganaron tres veces los candidatos socialcristianos la Presidencia de Venezuela; pese a las mezquindades y olvidos de los mandatarios y sus seguidores, y a los mitos de los Rondones, ya sabe amigo lector, de esos que se especializan en ganar indulgencias con escapularios ajenos.
Tampoco nos complace extendernos en un análisis del planeamiento de la campaña de oposición, mucho menos de manera gratuita, pues nuestro voluntariado que nadie agradeció ni pagó pasó al olvido y, además, porque como señala Luis Felipe Colina en La Razón, dinero hay, al menos de la acaudalada Fundación Konrad Adenauer.
Pero existen temas que nos gustaría dejar sobre el tapete, si es que alguien inteligente les quiere parar bolas.
El primero, se refiere a la misión y visión de la campaña. El segundo, a sus metas y objetivos. El tercero, al estilo, o impacto que los mensajes tendrán en los ámbitos sociopolítico, socioeconómico y sociocultural.
⎯La visión, según Benjamín Tripler, constituye la manifestación estratégica de un estado que se quiere alcanzar, el catalizador del cambio y/o el norte que guía a una organización pública o privada. En nuestro caso caso, la visión no puede ser otra que salir del Guasón, lo demás es pura retórica.
⎯La misión constituye la esencia de la organización, privilegia su principal producto o servicio y las necesidades del consumidor –léase elector-, mediante el análisis normativo, económico y competitivo –futurología-; territorial –cobertura -; las metas y objetivos –calidad y cantidad-; y apoyo y ventajas exclusivas –promesas básicas-. La misión de la oposición es vender la Democracia, no la de la IV república, sino esa que nunca tuvimos, como lo asevera Jesús Petit Da Costa el domingo pasado en La Razón.
⎯Los objetivos abarcan el qué, cómo, porqué y para qué hacer; las metas describen el cuándo, dónde y cuánto cuesta lograrlo.
⎯En cuanto a la semántica y semiología de los mensajes –fondo y forma- y pese al ventajismo oficial, e es mucho más fácil promover al bando opositor que al d gubernamental, ya que lo único a ser transmitido es que este régimen lo ha hecho muy mal, y que si sigue gobernando lo hará aún peor. Para lo cual no se requieren asesores extranjeros ni expertos en guerra sucia, pues lo que está a la vista únicamente necesita que los burócratas salgan a patear la calle, de una buena vez, y empleen la estrategia del contragolpe, la que le permitió a Alemania clasificarse para la final del Mundial de Fútbol.
Para que la MUD deje de ser la MUDA.
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