Pactistas y rupturistas
En su vigésima séptima Carta a los venezolanos, publicada el domingo próximo pasado en La Razón, el ex Contralor General de la Nación Jesús Petit Da Costa advierte: El ala militar del régimen se ha posicionado en la línea de sucesión de El Tirano. Significa que al desaparecer éste, como se supone, le sucederá una tiranía militar fascista […]Todo está preparado para que sea escogido un candidato pactista. Es lo que conviene a la tiranía: seguir en lo mismo que viene sucediendo desde hace nueve años. Y, sin embargo, las víctimas del régimen, que somos todos los venezolanos de a pie, incluidos en la Lista Tascón y en la Lista Maisanta, podemos darle un vuelco a la situación, siempre que los precandidatos rupturistas se unan para que uno solo de ellos concentre los votos de los que compartimos la misma posición.
Palabras más, palabras menos son los mismos conceptos que vierte en la Revista Zeta su dueño, el periodista Rafael Poleo, autoexiliado en Lake Tahoe, EEUU, pues teme por su integridad, amenazada como lo está por los jueces penales, fiscales, policías, soldados y paramilitares al servicio del oprobioso régimen que destruye al país y reduce su soberanía a las nuevas Leyes de Indias dictadas en Cuba, así como a la buena o mala disposición de los funcionarios isleños con autoridad para impedirle la entrada al Parlamento a diputados de oposición –como sucedió con el justicialista Julio Borges durante el panegírico celebrado en la Asamblea Nacional en honor al difunto Procurador Carlos Escarrá- .
Tres en una
Bien, si lo aseverado por Petit y Poleo es cierto, sólo quedan tres opciones rupturistas: Diego Arria, María Corina Machado y Pablo Medina. Henrique Capriles y Pablo Pérez, conforme a la precisiones de los citados articulistas, serían pactistas –o, en mi definición personal, colaboracionistas, pues según entiendo Venezuela sufre de una dictadura controlada por un gobierno extranjero –presidido por el heredero Raúl Castro, caudillo por la gracia de su hermano y del socialismo – y con la presencia abierta de, al menos, tres ejércitos de ocupación foráneos –las narcoguerrillas colombianas, los asesores cubanos y las tropas iraníes- y uno nacional –las milicias o guardia pretoriana al del Guasón-.
Las cifras de Eugenio no mienten
Lamentablemente, ni Diego ni Pablo tienen chance alguno en las primarias. Los sondeos que mi socio Eugenio lleva a cabo –ojo, no telefónicos por línea fija CANTV, como ahora lo acostumbran a hacer los gurú de las firmas mediáticas que más se auto-promueven en los medios masivos, sino casa por casa, como en los añorados tiempos de la Venezuela de Indulac e Ilapeca desarrollábamos-, así lo indican.
Capriles y López se unieron porque, aunque el gobernador de Miranda ganaba de calle en su entidad, Anzoátegui y Lara; Pérez le aventajaba con creces en el total nacional. Ambos –o los tres, si se quiere- son pactistas, no desean remover la mierda –para que no hieda- y dicen creer en el CEN, el apego institucional de los militares encamburados, que el Guasón les perderá y les entregará la banda sin chistar y otras pendejadas que sólo caben en la mente oligofrénica de quienes siguen este proceso como si Venezuela fuese Bambilandia, el país donde los niños son felices y gozan más. Pero como resulta difícil creer que a estos líderes políticos se les ha pegado la brutalidad e ignorancia de los pobres damnificados chapistas, hay que asumir la posibilidad de que en ellos haiga –como dice la electora en una cuña a favor de la MUD en el Estado Bolívar- mala fe.
¡Que viva la oligarquía!
Así que la única rupturista con chance pareciera ser Mª Corina, si es que alguno de sus tarúpidos estrategas no la hace meter la pata. Pese a lo que sostiene Medina, que no se une a ella porque –a diferencia de Arria- no se ha manifestado a favor de la Constituyente. Pablo, te recomiendo hisopos de algodón embebidos en alcohol absoluto para que te limpies los oídos. Lo que Mª Corina plantea es que, de ser electa, llegará al poder cortando rabo y oreja, sino desmontado pieza a pieza el entarimado de Cubazuela y valiéndose para ello de todos los recursos disponibles –incluso los referendos-. Y estoy de acuerdo porque fíjate P la pedazo de vaina que nos echaron ustedes, los asambleístas, con la Constitución vigente, empezando por el cambio de nombre del país.
Lo otro que observo es la formación de embriones –depende del comportamiento en el futuro inmediato de sus actores- de tres partidos: la verdadera izquierda, formada por adecopeyanos y el aluvión chavista que se les una o reúna: la verdadera derecha, bajo la conducción de Capriles y López –si se portan bien, claro está-; y la mera mitad, que es la que más me gusta, liderado por Mª Corina, quien ha evolucionado positivamente desde la más rancia godarria a una ideología moderna, democrática y con acento social.
Con Alberto Finol, capitán de empresas, pudimos haber llegado durante la IV República o comoquiera se la llame a un gobierno similar al que dirige hoy Sebastián Piñera en Chile. Pero esa posibilidad se truncó porque la envidia y maledicencia de algunos de los adecos de viejo cuño se cebó contra el zuliano apenas expresó su deseo. Según Octavio Lepage y otros representantes del Jurásico Superior de AD, los candidatos presidenciales no debían ser ricos. Imagino que en ellos privaba aquello de que: Ser rico es malo, ser pobre es bueno.
Como asesor que fui de Beto, le aconsejé se quedara en el país, enfrentara a sus compañeritos y limpiara el buen nombre de su familia. Así lo hizo, contra de la recomendación del politólogo Joseph Napolitan, a quien Finol le había pagado sus asesorías para las campañas electorales de Acción Democrática.
Por eso tengo fe de que la a mucha honra oligarca Mª Corina rompa -le molde marxistoide de mediocridad que tan infelices ha hecho a los venezolanos y se convierta en otra heroína como Luisa Cáceres o Manuela Sanz, dos damas bien godas. Por eso, a usted le pido que vote con la razón y el corazón por ella.
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