Una valija a lo Antonini
Sé
que la valija contentiva de los biyuyos para inducir a los monitos del
chiripero oposicionista debe pesarte ahora mucho más que la que cargaba Guillermo Antonini Wilson en el momento en el cual se la incautó la agente aduanera en el Aeroparque de
Buenos Aires.
Y así debiera ser, puesto que tan sólo faltan 15
días para las elecciones presidenciales, y estarás obligado a devolver los fondos
asignados al respecto, casi en su totalidad, por la ineficiencia demostrada al conseguir otros nombres adicionales a los de tres infelices que saltaron la talanquera.
Sobre todo, David, cuando The Wall Street Journal reconoce que los
bonos venezolanos van al alza porque Capriles gana. Y hasta los encuestadores
tarifados por el régimen reducen los márgenes entre el candidato entrante y el presidente
saliente.
Además, David, debes recordar aquella
conferencia del ex Ministro de Justicia en el 2006 de la oprobiosa IV
República, tu paisano José Manzo González, quien aseguraba que, en Venezuela, los
dólares cash provenían del narcotráfico, mientras que los de PDVSA viajaban en
papelitos.
Soy como un viejo Rolls Royce
Aunque no detento ningún cargo electivo ni
milito en partido político alguno, tengo varios amigos y numerosos seguidores
por este blog, conscientes de que he publicado hasta de qué mal va a fenecer el
Guasón. No esperes, David, que será de cáncer,
porque esa muela y mareo inventada por Ramirito Valdés y sus secuaces en La
Habana no me la creo.
Pese a que gozo de excelente salud. David,
tengo 71 años, y requiero de algunos ajustes. Como los viejos Rolls Royce, con
un ruidito aquí, un choquecito allá. Nada del otro mundo, pero que vale la pena
arreglar.
Por ejemplo, David, me encantaría tomarme
un semestre sabático, y dedicarme a consentir a mis nietas, que viven en Miami.
O someterme a varias terapias con una masajista tailandesa, de esas que te
soban con sus pies pequeñitos y aceites mentolados. O tomar el crucero de la
Cunard que te lleva a recorrer el mundo en 80 días.
Pero todos esos deseos valen dólares, de
los cuales no dispongo, y dudo Cadivi me los conceda si se los pido.
Te propongo un fifty-fifty
Por lo cual te propongo, David, negociemos
por, digamos, 2 millones. Uno para tí, y otro para mí. Llamaré a Julio Borges
antes de hacer mi declaración, y el entenderá mis motivos, los cuales no son,
precisamente, unas rosas pintadas de azul.
Además, le pediré prestados a Wilmer
Ruperti un camarógrafo y una videocámara para que graben mis dedos cruzados en
la espalda, cuando esté jalándole bolas en cadena al Guasón. Como lo hizo
Galileo Galilei ante el Tribunal del Santo Oficio, al jurar que la Tierra era el
epicentro del universo –como tu comandante-presidente quiere que le digan que,
en caso de perder con Capriles, el mundo sufrirá un colapso- y, por ende, no se
movía. Pero musitando: E pursi muove (Y
sin embargo, se mueve).
Pero apúrate, David. Antes de que el Flaco
diga: Vini, vidi, venci. No te pongas
a hablar pendejadas en Globovisión. Y prepara el maletín, si tu respuesta es
positiva a esta carta abierta.
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