Los mercaderes del insomnio
Los hijos de fruta del Comando Carabobo
acaban de descubrir el telemercadeo, y envían mensajes de voz a través de las
líneas CANTV a las 3:45 AM.
A otros simpatizantes del candidato
oposicionista Henrique Rodríguez
Radonski que –como a mi- nos despiertan a la hora de los demonios –recién me
enteré por la película El exorcista que a las 3 AM salen los habitantes del Averno para tomar posesión de las almas conectadas con las ceremonias satánicas- difundiendo tan abominable música
y en tan mediocre formato, les recuerdo la necesidad de proveernos de CD con la
grabación de cacerolazos, para neutralizar la diana prevista durante la madrugada
del 7 de los corrientes. Y, probablemente, de agua y comida para 8 días, como
lo recomienda un conocido encuestador a sotto voce.
Que Rangel siga estrilando
Mientras tanto el general Henry Rangel,
ministro de la defensa saliente, acusado de usted sabe qué delitos por cuáles
organismos de seguridad de un país norte-hemisférico denominado El imperio, estrila ante el anuncio de
Capriles sobre su escogencia de un nuevo residente de Fuerte Tiuna.
Como sucede con la Iglesia –y que Dios me
perdone la alegoría-, los militares son un cuerpo cerrado, lleno de enigmas
para el resto de la población civil.
Según los entendidos –y no soy uno de
ellos-, durante su formación académica, a los oficiales se les enseñan valores
patrióticos, que a veces rayan con el absurdo, como aquéllos del Río Orinoco, el padre de todos los venezolanos -no somos delfines ni bagres-; y Bolívar, la reencarnación de Cristo.
Esta fiebre les dura hasta que hacen el
curso de Estado Mayor y leen las Memorias
del General Daniel Florencio O´Leary, donde el valeroso combatiente
irlandés baja al ilustre caraqueño del Olimpo, y lo presenta como un hombre, con
sus defectos y virtudes. Especialmente en lo que a las damas se refiere, y la eliminación de agitadores sociales, como sucedió con el general Manuel Piar.
Algunos renuncian entonces a la ética que
habían adquirido, más como una imposición de la obediencia debida que como libre
elección de madurez.
Algunos se divorcian de las que fueran sus
novias desde cadetes, y se ayuntan y casan con mujeres que les brindan ascenso
social, en esta Venezuela que es un matriarcado.
Algunos, los más brutos u holgazanes, se
dedican al enriquecimiento de frente y sin ambages.
Otros, gracias a Dios, se mantienen fieles
a su moral, creencias y costumbres. Entre ellos, figura el general activo
electo por Capriles para que ponga orden en la pea de los verde oliva. Que no es
fácil, y que molesta al cuatrisoleado Rangel.
Dos embajadores del miedo
Otro que se arrecha es Jorge Alvarado,
Embajador de Bolivia en Venezuela, quien propone revisar las relaciones de su
país con Venezuela, caso de que Capriles resulte electo. ¡Arréchese, pues,
porque las tiene ganadas! Y ojalá que Capriles le mande a la mismísima
mierda, Alvarado, porque, a usted, ¿quién le dio vela en este entierro? ¿Cómo
se permite opinar sobre asuntos que sólo conciernen a los ciudadanos
venezolanos?
Por si fuera poco, otro embajador, Jorge
Valero, representante del régimen castro-comunista venezolano ante la ONU,
amenaza con un conflicto entre los venezolanos si pierde el Guasón. Fíjese
bien, embajador comemierda, entonces habrá un conflicto. Entre los
tupamaros, las piedritas, los faracos versus las fuerzas del orden público, al servicio del
presidente entrante, Henrique Capriles Radonski.
Embajador Valero, yo le conozco desde la
IV República. Usted es un hala bolas de oficio, un chupamedias, que renunció
hoy pus sabe que con un gobierno honesto no tiene vida. Así es que no hable más
huevonadas, véngase para acá, móntese en una moto con una AKG guindada al
hombro y lidere a alguno de esos grupos que ayer estaban en PDVSA recibiendo los
lineamientos.
Esta vaina se acabó…
Yo, en verdad, doy esto por finiquitado.
Como pasó en Moscú con la perestroika y el glasnost. O en Berlín con el derrumbe
del Muro de la Vergüenza.
Me ilusiona la segunda oportunidad que
Capriles les ofrece a los mayoles. Y
estoy dispuesto a echarle pichón a cualquier cargo. Menos a alguno relacionado
con el Comité de Reconciliación, para el cual ni me ofrezco ni estoy
disponible.
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