La anticipación del futuro que vive
Venezuela
Idiocracy
(Idiocracia) es un film estrenado el 2006 y dirigido por Mike Judge, donde
se visualiza a la sociedad estadounidense dentro de medio milenio.
Pese a que está catalogada como comedia y
película de ciencia ficción, constituye en verdad una sátira política muy
aguda, pues concibe al futuro como la extrapolación e híper valoración de una
tendencia actual, definida por José Ortega y Gasset como La rebelión de las masas.
Idiocracy
presenta un país cuyos ciudadanos se volvieron idiotas, carecen de curiosidad intelectual y son insensibles ante
la responsabilidad colectiva, justicia y derechos humanos.
A pesar de un mediocre éxito taquillero, la
película se transformó en objeto de culto,
entendiendo como tal un un grupo de seguidores, focalizado en un área
específica de la cultura. En este caso, tanto a Idiocracy como a su director, contenido, roles y protagonistas.
Cuando el culto se vuelve negocio
El componente común de los cultores es el
vínculo afectivo con el fetiche de su adoración, así como la interacción con otros
fanáticos, hasta construir comunidades que pueden llegar a ser muy numerosas,
pues. En un momento, comienzan a operar en el sentimiento de pertinencia y la
espiral de las ideas; fenómeno que conocen y del cual se benefician los consultores
políticos, mercadotécnicos y publicistas en las comunicaciones integradas.
Algunos
iniciadores de estos procesos los abandonan y emprenden otras búsqueda, cuando
los mismos de masifican.
Las clases dominantes huyen de las
comunidades de cultos porque les temen, y creen que pueden desplazarles del
poder. Lo que de hecho a veces pasa, y puede volver a ocurrir. Otras veces, las
desprecian por considerarlas subproductos de la cultura underground, donde quienes prevalecen son los tierrúos; olvidándose
de que a ellos todavía les quedan los callos que forman las alpargatas, y un
poco de fango debajo de las uñas.
El mundo feliz de las oposición y el
chavismo
Pero regresando a Idiocracy, la importancia que tiene su argumento para cualquier
docente y, en general, para cualquier venezolano que realmente ame a su país,
sus costumbres y su Historia, es que entre el gobierno comunista y la oposición
colaboracionista nos están convirtiendo en esa caricatura de nación que Judge
plantea para EEUU; donde los campos están yermos porque los riegan con
Gatorade, el canal de mayor audiencia se especializa en la masturbación, el
largometraje que rompe récords de asistencia se intitula Culos
y, finalmente, el Presidente de EEUU es afro-descendiente, va al Congreso con
una metralleta para imponer el orden y promete cosas que nunca cumple.
¿Por qué asevero que Venezuela se ha
idiotizado? Porque aún personas supuestamente inteligentes y preparadas, como
Simón Bocanegra, persisten en inculpar a los que no piensan como él, que actúa
como vocero de la MUD, de las derrotas del 8-0 y e 16-D. Porque su periódico
tiene el tupé de echarle la culpa de lo sucedido en las regionales a la clase
media, que se fue de vacaciones. Desde el 1º de diciembre no había cupo para el
Interior en autobuses cuyos pasajeros son, en su mayoría, de los estratos
populares; y, ayer 24 de diciembre, una
larga cola esperaba en Caracas para adquirir boletos en el último ejecutivo de
Liberty Express, con destino a Barranquilla y Cartagena. Siguiendo este
razonamiento, Bocanegra podría afirmar que la oligarquía colombiana también
vacaciona en bus.
Además, Bocanegra acusa a personas como yo
de hablar paja. Y pregunta que quién consiguió los reales para pagar las campañas,
poner los testigos y organizar a los electores de oposición.
Me adhiero a los “habladores de paja”
Bueno, si hablar paja es aseverar que la
MUD le hizo el juego a la dictadura chavista al legitimar al Iluminado y a su
séquito para que sigan robando, destruyendo y entregando el país a potencias
extranjeras; no sólo admito el pecado, sino que me enorgullezco de él.
LA MUD convenció a los electores que el
proceso comicial era transparente,
que no había posibilidad de fraude y que los votos estaban blindados. Para mí,
en vista de los resultados, eran mentiras podridas, y si los dirigentes las
creyeron, bien gafos que son.
Ahora predican, en contra de toda regla de
marketing electoral –y con el apoyo de gente como Bocanegra-, al sobre el notable crecimiento del voto opositor,
como si los comicios fuesen un campeonato de fútbol, donde un segundo lugar no
es tan malo.
Menos mal que, al lado de quienes persisten
el error, otras voces se levantan ahora y reconocen su equivocación.
Escribidores que también votaron en ambos eventos, como Carlos Blanco y Elías
Pino Iturrieta, quienes en sus más recientes columnas denominan como vergonzosas palizas las que sufrió el elector
no chavista en octubre y diciembre.
Blanco y Pino sugieren como causa de las
catástrofes la pésima estrategia de atraer al chavista light, quien, ni bolsa que fuera y ante la igualdad de las
ofertas de los candidatos, prefirió quedarse con el malo conocido que con el
bueno por conocer.
Blanco y Pino dejan muy claro que hay dos
países, uno de idiotas, ignorantes o que se hacen los bobos por conveniencia, se
ponen la camisa roja y repiten las huevonadas del maximalismo –las mismas que promovían
Simón y sus compañeritos durante los 60 y 70 del siglo pasado-; y otro que
quiere deshacerse de los pranes, los oficiales narcos, las Farc, los cubanos,
los iraníes y cuanto bicho malo ha caído aquí por invitación o deslave.
Un país que quiere trabajar, no canonjías.
Que quiere seguridad personal y jurídica. Que quiere democracia, separación de
poderes, alternancia en los funcionarios por elección. Que sueña con ser libre, próspero y culto.
Rodeado de gente que le ayude, codo a codo. en el esfuerzo de hacer reverdecer a
Venezuela. Y crear una sociedad completamente opuesta a la Idiocracia propuesta
y casi lograda por el chavismo.
PS: Un mejor año para todos.
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