En una reciente entrevista dada a
Globovisión y respondiéndole a la pregunta de un televidente, Ramón Guillermo
Aveledo, jefe de la Mesa de la Unidad Democrática, afirmó que estaba cansado de los sabihondos que
escribían en las redes sociales.
En ellas redacto porque no tengo
otro lugar donde hacerlo. Los tuve, mas la desaparición de medios
independientes, la adquisición de otros por capitostes del crimen organizado y
el avance indetenible de la hegemonía comunicacional impuesta en Venezuela por
el régimen castro comunista me los quitó.
Todo esto ha ocurrido bajo la
impasible mirada de la oposición tolerada y, algunas veces, con tímidos saludos
a la bandera, los cuales cesan cuando a los dirigentes cupulares los vuelven a
invitar para que digan más de lo mismo, esas farsas tragicómicas que han
sustituido a los antiguos y estelares programas de información y opinión que hacían
vibrar a las ondas hertzianas.
No soy un sabihondo - término que se
aplica a quien presume de saber más de lo
que realmente sabe, y cuyos sinónimos son, asimismo, detestables: sabelotodo, sabidillo, listillo, resabido,
repelente, redicho, pedante, repipi y marisabidilla-.
Trancado, por si acaso
Sí me considero analítico,
estudioso y preocupado por el quehacer sociopolítico y sociocultural de mi
país, y creo poseer la experiencia, la necesidad y la pasión de que Venezuela
salga cuanto antes de la doble e inicua explotación a la cual la han sometido
el hamponato boliburgués y la dominación cubana -lo cual, además,
está consagrado en su Carta Magna como un deber
ciudadano-. Por lo demás, remedando a
Platón cuando invocaba a Sócrates: Sólo
sé que no sé nada.
Aunque no me gusta ver sangre -ni siquiera la
mía cuando la donaba o me la extraen-, de estar en
mis manos el hacerlo, volvería a poner en vigencia el Decreto de guerra a muerte, proclamado por Simón Bolívar en Trujillo,
el 15 de junio de 1813.
Sólo que, donde se refiere a los
condenados a priori por españoles y canarios, los cambiaría por cubanos y boliburgueses.
Aún cuando yo fuese la antítesis
de Drácula, comparto y respeto la decisión de mi ancestro, el general Antonio
José de Sucre, quien, incluso contrariando el espíritu del Libertador, ordenó
en Lima el fusilamiento de 30 mil ciudadanos sin distingos de origen por
traidores a la Patria, una página oscura de la guerra, acto que posiblemente
fue la causa del magnicidio de Berruecos.
Sucre, a quien se le estimaba
entonces como la paloma blanca de la
revolución, no le faltó el guáramo, y reaccionó con extremado rigor frente
al imperativo, una vez por todas, de acabar con el Virrey de España, quién
seguía mandándole platica a la metrópoli.
Así como al que lo obligan a
tragarse un purgante de sal de higuera, voy a votar el próximo domingo. No porque crea ganar
algo con ello, sino porque adverso la abstención. Las dos veces que se ha
puesto en práctica, una promovida por la izquierda los gobiernos democráticos y
otra por la oposición durante el presente régimen, ha dado como resultado
sendos fiascos.
Para manejar con sentido la
estrategia abstencionista, hay que contar con un elector políticamente
evolucionado. Y el venezolano no lo es. Al contrario, gracias a la adición de
una masa de votantes extranjeros muy significativa, que carentes de formación
básica y desvinculados de la identidad nacional, el comunismo les acostumbró a
ejercer este derecho de forma clientelar en agradecimiento a los favores
recibidos o esperados.
El gato y el cascabel
El resultado del 8 es previsible:
La oposición dirá que ganó, porque sacó
más votos; el gobierno también, porque sacó mas alcaldes. Coincido enteramente
con la doctora Cecilia Sosa, ex presidente del Tribunal Suprema de Justicia,
cuando afirma que: Cuando se analiza a la
actual Ley Habilitante, es bastante distinta a las anteriores. La diferencia
fundamental es que las anteriores andaban siempre en el filo del tema
constitucional, siempre con el tema del socialismo […] la actual transforma al socialismo en comunismo.
Además, Sosa aseveró que dicha
norma es completamente inconstitucional porque, aún cuando tenía propósitos,
carecía de contenidos específicos y, por ende, había sido aprobada por el Diputado 99 quien carecía,
constitucionalmente hablando, de esa facultad. Por eso -cualquier
decreto que se derivaran de ella serían nulo de toda nulidad-.
Por supuesto, al no haber
separación de poderes, al estar todos ellos reunidos en una sola persona, la
del inefable ilegítimo, no hay nadie que juzgue conforme a Derecho. Y al estar
convencida la oposición que las elecciones son el único camino al sabor,
tampoco hay quien proteste.
De manera, señor Aveledo, ¿quién
es sabelotodo, sabidillo, listillo,
resabido, repelente, redicho, pedante, repipi y marisabidilla? ¡Quien es sabihondo?
¿Los blogueros, que a punto estamos de caer en el status del periodista y
disidente político cubano Guillermo Fariñas quien sostiene que sus colegas seguirán en batalla para dar en las redes
sociales la realidad cubana, no la que quiere el Gobierno de Fidel y Raúl
Castro? ¿Quién es el sabihondo, usted o yo?
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