¿A dónde irán los narcorruptos? (Parte
1)
Puede haber
democracia sin socialismo, pero no socialismo sin democracia.
José Manuel Martín Medem, periodista español
Dado que contra la actual banda de narcorruptos que nos
desgobierna hay solicitudes de aprehensión y denuncias regadas especial mas no
exclusivamente en EEUU, y en vista que, presumiblemente, cuando se abra la Caja de Pandora del chavomadurismo estas
medidas crecerán y se desparramarán como arroz; muchos se preguntan –y me
preguntan– que a dónde se expatriarán los incoados por fruslerías tales como el
lavado de dinero y los delitos de lesa humanidad. Lo primero que les respondo
es que ese no es problema mío, pues en realidad no lo es.
Más adelante, recapacito y concluyo que sí, que lo
pudiera ser, pues mientras más no tengan a donde ir, más se aferrarán al poder
como lo hacen, mezclando escenas de viejos mítines de Chávez para enmascarar la
pérdida de calle de Maduro –especialidad de Diosdado Cabello en su versión
desde que metió a ancla del Canal 8– e
inventando cuentos que nadie se traga como los de la guerra económica y la
reedición de los nuevos paracachitos,
apresados ayer gracias a la sagacidad de ese ejemplo del pundonor castrense
llamado Néstor Reverol.
Contacto en La Habana –The Havana Connection–
La primera ocurrencia de los desgobernantes pudiera ser
Cuba. Pero pudiera resultares una mala idea. Fíjese, amigo lector, lo que le
pasó, por ejemplo, a Carlos Salinas de Gortari.
Salinas fue Presidente de México entre 1986 y 1994. Ascendió
a la primera magistratura tras una elección tamizada por el fraude, según lo
denunciara su contendor Cuauhtémoc Cárdenas.
Al poco tiempo de dejar el cargo, su hermano Raúl fue
arrestado y condenado por tráfico de influencias, corrupción, evasión fiscal y
autoría intelectual del asesinato de su ex cuñado, el diputado José Francisco
Ruiz.
Carlos huyó del país y, en 1996, se mudó a Cuba, donde
coincidió en la misma residencia de El Vedado con el mayor narcotraficante de
México, Amado Carrillo Fuentes, El señor
de los cielos. De Cuba también escapó, pues los hermanitos Castro Ruz le
echaron mano a su billetera, al descubrir una de sus numerosas cuentas que el
azteca tenía en paraísos fiscales por –se estima– unos US$ 200 millones.
Raúl Salinas quedó en libertad en el 2005, tras más de 10
años de presidio. Otro de los hermanos,
Enrique, investigado por Interpol por lavado de dinero, fue asesinado en el
2004, en circunstancias aún no esclarecidas.
Contacto en La Habana 2 –The Havana Connection 2–
En 1973 Richard Nixon se vio obligado a crear la DEA, con
una misión única: controlar, reprimir y disminuir el tráfico y marketing de
drogas en EEUU, aplicando normas estrictas y ejecutando complejos y
multimillonarios programas conjuntos en los países donde se cultivaban, manufacturaban
y desde los cuales se exportaban los narcóticos.
En 1989 fueron fusilados en La Habana el general Arnaldo
Ochoa y el coronel Antonio de la Guardia. Sobre esta decisión tomada por Fidel
Castro, experto también en salpicar de mierda leyes como su propio Código Penal
–donde se había excluido la pena capital
para ganarse el saludo a la bandera de la izquierda enquistada europea–,
actuando como todos los sátrapas comunistas al condenar a priori a los
indiciados –a la manera de Stalin, Mao, Pol-Pot, Chávez y Maduro–.
Sobre esta acción vil de cargar sobre un chivo expiatorio
sus propios crímenes, José Manuel Martín Medem, ex corresponsal de Radio
Nacional de España en Centroamérica y Radio Televisión Española en La Habana,
publicó en 2014, El secreto mejor guardado de Fidel – Los fusilamientos del narcotráfico.
Se trata de un ensayo amargo, donde Martín, admirador de
Fidel al principio, termina expresando su desencanto –tal como ocurre hoy con
millones de Chávez y hoy no saben de que palo ahorcarse ni de que palos ahorcar
a sus antiguos líderes–.
Asegura Martín: Fidel
es imprescindible para la historia de Cuba y de América Latina. En su inicial
revolución nacionalista estaban ya las tres banderas de los que ahora son los
mejores gobiernos de América Latina: la defensa de la soberanía nacional, la
justicia social y la integración latinoamericana.
Más tarde, Martín se desdice: Fidel convirtió una isla en una nación pero se apoderó de ella y, al
imponer su poder absoluto con la justificación de que resultaba imprescindible
para defender la soberanía nacional amenazada por la voracidad depredadora de
EEUU, impidió la libertad individual y el desarrollo de un auténtico proyecto
cubano de socialismo. Hizo falsamente incompatibles la defensa de la soberanía
nacional y el derecho a la autodeterminación personal. Puede haber democracia
sin socialismo, pero no socialismo sin democracia.
En el contexto de esta mutación revolucionaria, Martín
revela otro importante dato. La conexión del castro comunismo con el narcotráfico.
Comenta tanto el libro El rey de la cocaína (2012), de Ayda Levy, viuda del
narcotraficante boliviano Roberto Suárez, como sus encuentros con la autora.
Levy le asegura a Martín que su marido y Pablo Escobar
Gaviria viajaron de Bogotá a La Habana en enero de 1983 para reunirse con
Fidel. Quien los invitó a Cuba fue su embajador en Colombia, Fernando Ravelo.
Que viajaron en el jet de Escobar, cenaron en la Marina Hemingway con Arnaldo Ochoa y Patricio de la Guardia y, al
día siguiente, acordaron con José Abrantes, Ministro del Interior, pagar un millón de dólares diarios por el
uso del espacio aéreo y las aguas territoriales de Cuba en el tráfico de coca hacia
EEUU.
Tras el acuerdo, Ochoa transportó en helicóptero a Suárez
y Escobar a Cayo Piedra, donde los esperaban Fidel y Raúl Castro. Según Levy,
esa conexión duró cerca de dos años, en los cuales La Habana habría recaudado
unos US$ 500 millones.
La Teoría de la
conspiración (El poder tras el poder)
En entrevista posterior, concedida por Martín al Diario de Cuba y frente a las preguntas
del medio, el periodista se desveló, sin querer queriendo, partidario de la Teoría de la conspiración o del Poder detrás del poder, como mejor le
suene. amigo seguidor.
El Diario de Cuba
pregunta: ¿Por qué no se produjo en 1963
la invasión de Cuba, uno de los objetivos del asesinato del presidente Kennedy?
¿Por qué el presidente Johnson ordenó detener
las denuncias contra Castro, cuando todo había sido preparado por la CIA para
presentar a Oswald como el asesino dirigido desde Cuba? ¿Por qué no hubo una represalia de la
Administración Bush contra la Revolución Cubana en 1989 cuando tenían las
pruebas sobre el narcotráfico desde Colombia hacia EEUU a través de la Isla?.
Marín responde: Acusar
a Fidel por el asesinato de Kennedy habría descubierto los planes de la Casa
Blanca para que la CIA y la Mafia eliminasen a Castro. Acusar a Fidel por el
narcotráfico habría confirmado la complicidad de los presidentes Reagan y
Miguel de la Madrid con el Cártel de Medellín para financiar a la contra
nicaragüense y su responsabilidad en los asesinatos del agente de la DEA
Camarena y del periodista Buendía. Fidel lo sabía todo. Sobre el asesinato de
Kennedy –la CIA y la Mafia estaban penetradas por los ojos y oídos del
dictador– y sobre el narcotráfico dirigido desde la Casa Blanca. Así que le
dieron espacio para el silencio.
La organización de la producción y marketing de las
drogas en carteles mafiosos no sólo sirvió a los intereses de individuos y
grupos al margen de la ley, si no que, asimismo, creó ganancias indescriptibles
para gobiernos y corporaciones legítimas: Reagan organizó con la CIA un
ejército de mercenarios –la Contra–
para combatir desde el resto de Centroamérica al gobierno de Nicaragua. Cuando
el Congreso de EEUU prohibió la financiación de dicha guerra, el Consejo de
Seguridad Nacional de EEUU armó una red comercializadora de coca con productores
de Bolivia, Colombia y México, para financiar en secreto a los contras.
El film Matar al
mensajero (2014) relata dicha conspiración, en cual también tuvo un rol
estelar el presidente mexicano Miguel de la Madrid, apoyado por su Dirección
Federal de Seguridad. La policía política mexicana asesinó a Enrique Camarena,
agente de la DEA y a Manuel Buendía, periodista mexicano, cuando ambos
descubrieron la triangulación de la CIA con la insurgencia nicaragüense y los
carteles de Guadalajara y Medellín.
Estas operaciones las dirigió, desde la Casa Blanca, el
comandante Oliver North, empleando como brazos ejecutantes in situ a los
cubanos Félix Rodríguez y Luis Posada Carriles; una información que figura en
la autobiografía de Rodríguez –El
guerrero de las sombras–. El ex
agente de la CIA fue famoso por su participación en l Bahía de Cochinos, la
caza del Che Guevara y sus vínculos con George Bush durante el escándalo
Irán-Contra. Rodríguez fue condecorado con la Estrella de inteligencia al valor y logró nueve Cruces a la Bravura por su desempeño en
Vietnam.
Es obvio que tal como están las cosas actualmente, Cuba
no es una buena solución para los futuros escapistas venezolanos. A Raúl le
interesa mucho más sus nuevos vínculos afectivos con Obama y, probablemente,
con Hilary. Hasta más le sirve el aislacionismo de Trump, si éste llegara a
ganar. Panamá no quiere más venezolanos, y mucho menos a los inscritos en sus
papeles. En Bolivia ya no tendrán cabida, luego que Evo salga. Te prometido,
amigo lector, que seguiré investigando opciones para determinar, ¿A dónde irán
los narcorruptos? Eso sí, para que se vayan rápido.
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