Dos Sol y un Mi Bemol
Luis García Planchart
Estas tres notas inician la más conocida e interpretada composición de Ludwig Van Beethoven, su V Sinfonía. El compositor, director, pianista y profesor alemán nació en Bonn, el 16 de diciembre de 1770, y falleció en Viena, el 26 de marzo de 1827; motivo por el cual hace un par de días se cumplieron 250 años de su onomástico.
La obra de Beethoven abarcó desde el Clasicismo, al estilo de su paisano Juan Sebastián Bach, hasta el Romanticismo, del cual puede ser considerado como uno de los pioneros.
Aunque el leiv–motiv de la V Sinfonía fue empleado por los Aliados como iconografía contra los alemanes durante la II Guerra Mundial, aunado al símbolo V hecho con el índice y anular de la mano derecha, por esas extrañas vueltas que da el mundo, su Himno a la Alegría, presente en la IX Sinfonía, fue adoptado como el Himno de la Unión Europea.
Si uno busca la cantidad de eventos planificados hace un año para celebrar el nacimiento de Beethoven, se encuentra con que, posiblemente, ni siquiera un 10% se llevó a cabo; no porque el genial alemán no los mereciera, sino porque la histeria mediática lanzada para domesticar la Humanidad, basada en la pandemia de covid/19, afectó –entre miles de millones de personas– a los músicos.
A diferencia de otros grupos que reciben asistencia privilegiada bajo la forma de comida, dinero y subvenciones, los músicos viven de lo que tocan. Los músicos son como los barcos, que, amarrados a los puertos, no ganan flete.
El doctor Roger Hodkinson, patólogo, virólogo e infectólogo inglés, aseguró que la pandemia del covid/19 era una gran farsa y que tanto las mascarillas como el distanciamiento social resultaban inútiles.
Sin argumentar, las autoridades médicas de Canadá, aunadas a la conjura mundial, decidieron descalificarlo mediáticamente, mas no cuestionaron ninguna de sus ideas.
El fatídico año del 2020, que deberíamos llamar como Año del Confinamiento –entendiendo por confinamiento las dos acepciones del RAE: Desterrar a alguien, señalándole una residencia obligatoria; y, encerrar o recluir algo o a alguien en un lugar determinado o dentro de unos límites– a mi entender, lo único que nos debería dejar es que…
1. La sospecha de que lo difundido sobre el conavid/19 por los medios globales fue perversamente manejada por una combinación de intereses políticos, económicos y sociales de la peor especie.
2. Demasiados periodistas del Mundo Occidental siguieron directrices inflexibles para el manejo informativo, apretándoles el bozal de arepa. No me refiero a los sobrevivientes de totalitarismos y carteles, como los fablistanes rusos y mexicanos, sino a quienes son asalariados de televisoras como CÑN, New York Times y Washington Post; que, al cambiar de dueños, trocaron también sus líneas editoriales, vale decir que lo hicieron en varios aspectos, pero todos ellos están relacionados con la dominación del nuevo orden internacional que se intentará imponer tras la catástrofe económica tras la pandemia.
3. El convencimiento de que los científicos, médicos e instalaciones sanitarias del planeta, por desconocimiento o falta de data, han sido incapaces de controlar la propagación del covid/19; y que la luz al final del túnel que creyeron vislumbrar con las vacunas sólo será viable para la toda Humanidad a finales del 2024 o comienzos del 2025.
4. La pandemia y su histeria se han convertido en armas políticas en manos de los gobiernos totalitarios, que confinan y desconfinan según les conviene para mantenerse en el poder. Es el caso de Venezuela, donde el covid/19 le ha caído de perlas a Maduro y a su cohorte de delincuentes para ganar tiempo; mientras que la popularidad de líderes opositores como Juan Guaidó se ha venido al piso, no sólo por las apetencias, contradicciones y zancadillas de sus compañeros de lid, sino pues sin calle no hay oposición, y, en el 2020, las masas fueron recluidas en lugares determinados o dentro de unos límites.
Dado que nada trascendente ha podido celebrarse en el 2020, propongo mudar lo que iba a hacerse este año para conmemorar el natalicio de Beethoven, como harán con las Olimpíadas, a fin de que podamos unir nuestros corazones con dos Sol y un Mi Bemol.
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