Semblanza políticamente incorrecta de Fernán Frías Palacios
Luis García Planchart
Antier supe sobre la muerte de Fernán Frías Palacios, que se produjo en Madrid –según el común amigo y colega Gerardo Escalona– a causa de los colaterales del coronavirus.
Empero, debe tomarse en cuenta que Fernán era un paciente de mayor riesgo, no sólo por su edad sino por haber sobrevivido al cáncer y a un par de accidentes cardiovasculares.
Su viuda, Elizabeth Merchert, y su ex socio, Guillermo Zuloaga, también contrajeron en covid/19; pero se hallan fuera de peligro y en plana convalecencia.
Fernán fue un buen hombre
Fernán fue, sobre todo, una buen hombre, de esos que no abundan en el mundo de los negocios y menos en la publicidad.
No lo digo peyorativamente contra la que fue mi profesión por más de cuatro décadas, sino porque la publicidad exige inteligencia y competitividad entre todos sus participantes y en todos sus niveles, y, la mar de veces que se hecho el trabajo cotidiano, el tiempo libre sólo les sirve a muchos para conspirar, fornicar y chismorrear a sus compañeros… un ambiente el cual, por cierto, se parece mucho al de la farándula y la docencia universitaria.
Fernán empero siempre estuvo alejado de esas pequeñeces y mediocridades, no porque fuera “Amo del Valle”, apodo con el cual el siquiatra e historiador calificó a los descendientes de los criollos que independizaron a Venezuela, sino porque no estaba en naturaleza humana actuar como un aristócrata snob.
Pese a que la sombra de su papá, Carlos Eduardo Frías, creador de la publicidad moderna en Venezuela parecía opacarle a veces, la verdad fue otra, y no creo que usted la encontrará en otro lado, pues aún, tras veintiún años de castro comunismo, los escritores venezolanos optan por seguir siendo “políticamente correctos”, lo que mí nunca me interesó, ni siquiera cuando redactaba anuncios.
Fernán fue mejor que Carlos Eduardo
La verdad es que Fernán superó a Carlos Eduardo en muchas áreas del quehacer humano. Como administrador, papá, amigo, publicista, Fernán apoyó siempre a quienes quiso, y a muchos que le caían bien.
A principios de la década de los sesenta del siglo pasado, Fernán se colocó al frente de ARS Publicidad, un momento en el cual la empresa estaba técnicamente en bancarrota, y se la echó a los hombros.
ARS estaba mal porque se había convertido en una piñata donde cada quien se llenaba los bolsillos de caramelos: los vivos para fundar sus propias compañías pagadas por los Frías; los zánganos para medrar con buenos salarios e incentivos hasta que ésta terminara de caer al piso.
Rómulo Betancourt, presidente de la República, también detestaba a ARS pues la consideraba la guarimba de algunos de sus más connotados enemigos comunistas.
De hecho, cuando el partido comunista ordenó secuestrar las pinturas de una exposición organizada por la Embajada de Francia en Caracas, algunos de los implicados que trabajaban en ARS no se les ocurrió mejor idea que ocultarlos en el atelier de Antonia Palacios, la mamá de Fernán, y, además, vanagloriarse públicamente del hecho. Uno de ellos me dijo: “¡Yo sé dónde están los cuadros!”
Esta imbecilidad izquierdosa logró que la Digepol capturase a los involucrados de un día para otro.
Por eso, rescatar a ARS era como subir un corozo de nalgas, pues, en Venezuela, a una publicitaria nacional le costaba crecer sin cuentas oficiales, y le resultaba casi imposible existir con un gobierno en contra suya.
Fernán era un creyente absoluto en el sistema democrático, admiraba a la sociedad estadounidense y detestaba a los amigos de su papá que militaban en la llamada “izquierda caviar”.
Fernán recreó en ARS la serie “Star Trek”
Al eliminar a los vivos y zánganos de su nómina, Fernán los sustituyó por profesionales que se desempeñaban en un entorno a imagen y semejanza de la astronave “Enterprise” de la serie televisiva “Star Trek”.
Según la periodista Ruth McCormick, lo más importante de “Star Trek” no eran sus argumentos –pese a que ella reconocía que el programa logró los mayores ratings en EEUU y el resto del mundo–, sino al “optimismo liberal de los años 60 que irradiaba”, donde se presentaba a la Tierra como un planeta libre de guerras, hambrunas y discriminación. Un mundo que pertenecía a la Federación Galáctica –utopía de lo que la ONU debería ser–, y cuya ¨lucha de clases” estaba focalizada contra el Imperio de Klingon.
Como sucedía en la “Enterprise”, en el nuevo modelo arsiano había un machismo soterrado, pues ninguna de las mujeres que en él laboraban pertenecía a la directiva o era jefa de algún departamento. Una conducta que se correspondía y aún se corresponde con el negado machismo. venezolano; pero que se confrontaba con entornos como los de J. Walter Thompson y Young & Rubicam, agencias activas en nuestro mercado, donde las luchas feministas de EEUU le habían abierto la puerta las mujeres a los cargos gerenciales desde el Siglo XX.
Fernán optó por el profesionalismo como modelo de éxito
Hay dos maneras de medir el éxito de una publicitaria: a través de su facturación y mediante su calidad profesional. Una vez que Fernán logró que so contabilidad pasara de rojo a azul, eligió el futuro de la profesionalidad para su modelo, e incorporó a socios como Guillermo Betancourt Oteyza –democristiano– y Guillermo Zuloaga –socialdemócrata– para obtener el equilibrio que Manuel Graterol Graterolacho definió como eslogan de su semanario humorístico “La Pava Macha”: “Un tiro contra el gobierno, y otro contra la oposición”.
Al hacerlo así, Fernán comenzó a competir en las mayores contra mi maestro, jefe y hermano del alma Wolfgang Lee Preschel, presidente de J. Walter Thompson; lucha que yo disfruté inmensamente, que me hizo crecer como un gigante y que los consumidores venezolanos disfrutaron a través de todos los medios de comunicación social.
Hoy me ha tocado escribir otro obituario, y ya estoy harto de notas fúnebres de los amigos publicistas que se me fueron en este año maldito de 2020.
Espero que no se muera ningún otro ahora, y que el próximo sea yo, a ver si el “Gordo” Maldonado, director creativo de y probablemente quien asumió el rol del doctor Spock en la “Enterprise” arsiana, demuestra de lo que siempre presumió, que él era el número uno, y yo el dos. Espero que mis seguidores no publicistas disfruten de mi semblanza políticamente incorrecta de Fernán Frías Palacios.
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