En un foro publicado en El Nacional (15/11/09), Miguel Henrique Otero, director y editor en jefe del diario, vaticina que la oposición pudiera ganarle las elecciones parlamentarias a Chávez si se presenta unida, incluye en sus listas a personalidades de la sociedad civil, ofrece un plan legislativo de cobertura social y neutraliza los tejemanejes del CNE que apuntalan un presumible fraude. Cree el profesor Otero que, de voltearse la tortilla, el Primer Magistrado terminaría su mandato en el 2012 o abandonaría voluntariamente el poder anticipadamente, de manera incruenta, y hasta podría ser juzgado por los presuntos delitos cometidos durante su ejercicio por más de una década.
Todo esto suena muy bonito y democrático, si Chávez no fuera quien es y si su apoyo dependiera únicamente del electorado que le eligió, y no de actores y factores internacionales como, por ejemplo, Luiz Inacio Lula y Brasil, Fidel Castro y Cuba. Mahmoud Ahmadinejad e Irán.
Es posible que, dada la presión ejercida sobre los partidos por la sociedad civil y expresada a través de los resultados de las encuestas, a los políticos de oficio no les quede otra que tragarse ese purgante de sal de higuera y presentar planchas unitarias, con independientes notables, pero no tarjeta única –como la piden lo analistas más destacados y la queremos todos-. También resulta muy probable lo de la cobertura social, dada la experiencia positiva de los partidos de la IV República en esta acción de clientelismo, por desmoralizante y poco productiva que haya sido en los ámbitos histórico y socioeconómico.
Lo que si pertenece al terreno de la ciencia ficción o, mejor dicho, de la política ficción es que el CNE se vuelva transparente, que depure al REP de un 25% de electores virtuales, que eliminen las capta huellas destinadas a transferir información en tiempo real a un organismo paralelo y que se obligue al reconteo manual de todos los votos antes de cerrar las actas. Y esta imposibilidad se basa en el hecho de que, hasta la fecha, la oposición ni siquiera ha logrado la difusión pública de las cifras definitivas del referendo de diciembre del 2007.
Además de continuar las misiones, hasta cuando su desempeño pueda ser sustituido por planes integrales de alimentación, salud y educación, la oposición legislativa debe llevar a la Asamblea proyectos de contingencia para anular las disposiciones anticonstitucionales aprobadas este año, para devolverle a sus legítimos propietarios los fundos prediales e inmuebles urbanos expropiados o invadidos, para reexaminar en rol de las empresas privadas y los inversionistas extranjeros en el desarrollo nacional. Pero, sobre todo, para desmontar el aparato podrido que articulan el TSJ, los tribunales, la Fiscalía, la Contraloría y la Defensoría del Pueblo. Esto, para empezar, pues no sólo Chávez debería ser sometido a antejuicio de mérito y procesado, sino, asimismo, los más destacados personajes de su entorno de poder.
Lo próximo sería revisar la situación de la Fuerza Armada, su doctrina, ideología, misión y visión. Sacar a los 60 mil cubanos que mandan en las áreas estratégicas del Estado, solicitar la deportación de los iraníes y otros levantinos que planifican acciones terroristas desde Venezuela contra el mundo libre, hacer las leyes duras que contra el secuestro, la vacuna y el comercio ilícito.
Todo lo anterior y mucho más es factible sin salirse de la Constitución de la República.
Pero, primero, habría que ganar por paliza las elecciones del 2010. Para la cual, como lo apunta Armando Durán (El Nacional, 16/11/09), son precisas la unidad perfecta que incluya dirigentes políticos y no políticos, el plan de gobierno legislativo y la tarjeta única. Si lo que le preocupa a los partidos es volver a la calle a solicitar firmas para su legitimación después de una victoria con tarjeta única, la primera ley que siendo mayoría podría hacer aprobar es la Electoral, modificando o eliminando esa limitante.
El profesor Otero señala que la oposición deberá manejarse con mucha inteligencia, ya que el dinero está del otro lado. Se trata de una verdad relativa, como lo afirma José Ortega y Gasset (sic): El dinero sólo manda donde no haya otro valor que se le oponga. Sobraría el dinero para derrotar a Chávez si ese mensaje estuviera claro en el discurso de la propuesta opositora: ¡Vienen por mí…! –dijo Chávez. ¡Vamos por él…! –tendría que asegurar la oposición, no el 2010, si pierde las parlamentarias, sino desde ahora, aunque las ganara fraudulentamente. Estamos convencidos de que los damnificados económicos causados por este gobierno estarían más que dispuestos a hacer una vaca para contribuir al éxito de una oposición unida y con posibilidades de éxito.
Aunque no se den las condiciones que exigen las mentes más preclaras, ¿vale la pena movilizarse y votar para las próximas elecciones? La respuesta es afirmativa, no por lo que escriben plumas como Fausto Masó, Teodoro Petkoff y Milagros Socorro, quienes no creen en más planes que el A -con los cuales Chávez se lava el paltó-, sino porque toda acción comicial da pie a la agitación y propaganda, de tales eventos puede surgir lo inesperado pero deseado y, como dicen los llaneros: Más pierde el venado que quien lo tira.
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