Rafael Correa es, entre los magistrados bolivarianos, el más peligroso de todos, pues –parodiando a José Martí-: Ha vivido en el monstruo y conoce sus entrañas. Es posible que hasta haya venido cargado de allá con algún reconcomio, pero, a diferencia de su camarada Andrés Izarra, lo mantiene oculto bajo la manga.
Lo cual no obsta para que su proyecto de país sea, ni más ni menos, un duplicado del proceso del Guasón, probablemente trazado por la misma mano diestra, la de Fidel, pero con una diferencia muy grande a favor de Correa, pues es un individuo de formación académica y no cuartelaria, y mide muy bien lo que hace y lo que dice a favor de su ideología.
Por eso, nos parece una muchachada creer que en Ecuador hubo una intentona golpista, al menos comos las vivimos aquí en Venezuela a finales de los noventa del siglo pasado. Y mucho menos organizada o propiciada por los 40 mil agentes de la Policía Nacional, quienes siempre le han apoyado y sostenido en el poder.
Golpe, no hubo. E intento de magnicidio, tampoco. Caso contrario, hoy tendríamos a media asta el pabellón nacional. Si, pese al cúmulo de necedades y saludos a la bandera que publicitan los prosopoyéllicos encamburados de los organismos internacionales y presidentes de la región –con la resonancia de los medios masivos-, ¿qué fue que realmente sucedió en Ecuador?
Rafael Poleo sostiene una hipótesis interesantes en su columna de ayer en El Nuevo País. Cree el exiliado periodista venezolano que quién manda allá es el Ejército, y que la mise en scène la montaron las FFAA para darle un tate quieto, tanto al Presidente como a la PN: Asústenlo, pero no se vayan a pasar de maraca.
Si Correa formó parte o no de la producción del show, es difícil establecerlo, debido al lenguaje encriptado del gobernante. Al principio -¡Mátenme…!-, pareció que sí. Al final, también lució afirmativo, cuando el jefe de los tombos serranos aseguró que sólo se contaban dos bajas fatales, y que no eran agentes verdaderos sino infiltrados. ¡Caramba, dos polis son asesinados casi a diario en Venezuela, sin necesidad de un pedo tan descomunal como del miércoles en Quito!
Además de Correa, que se atornilló en el poder, ¿quienes fueron los mayores beneficiarios del supuesto y negado golpe?
-El Guasón, que pudo así desviar la plasta puesta en las elecciones legislativas de las primeras páginas de la prensa internacional, y ganar tiempo para planificar las maldades que nos tiene reservadas en el futuro inmediato
-Los Kirchner, que están guindando y no son bombillos, por la presión de los gremios agropecuarios y los sindicatos peronistas que no les son afectos
-Alan García, con problemas graves para satisfacer las reivindicaciones de los trabajadores y aborígenes peruanos, controlar la producción y tráfico de cocaína –ya que Perú es la segunda productora de cocaína del mundo- y agrupar a los partidos democráticos, especialmente al socialcristiano, que es antiaprista por naturaleza, frente a un presumible renacer del humalismo -versión local del chavismo-
-Y Sebastián Piñera, quien rechaza todo lo que huela a golpe, milico o Pinochet por obvias razones.
Esta convergencia de intereses, en algunos casos contra-natura, fue la que le permitió al Guasón convocar a Unasur y volar, presto cual rayo, para coger palco y denunciar a Barack Obama, quien no tiene vela en este entierro, como el patrocinador de la felonía contra el underdog Presidente Correa.
¡Qué bolas tiene Bolaños, tirando bolas en Boleíta! Mientras tanto, el espectáculo debe continuar. Y el reality show de Correa ha alcanzado un gran rating.
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