Platón ciertamente no está de moda, y la filosofía –en general- está cuestionada, desde la Escuela de la Semántica General, que sostenía el siglo pasado la inexistencia del sujeto y el predicado en la Naturaleza; hasta los antiaristotélicos actuales –como Emeterio Gómez-, quienes señalan lo mismo sobre la Ética.
Independientemente de la muy respetable opinión de los semánticos y los Gómez, lo que malentendimos en nuestras lecciones de Bachillerato –cuyos momentos estelares estaban en la lectura del texto de Julián Marías y no en las monótonas citas del profesor de la materia- nos sirve hasta ahora para explicarnos las relaciones del Ser –en este caso, el nuestro- y su medio ambiente –o comoquiera se le llame en la actualidad-; así como establecer lo que el académico, filólogo y docente Alexis Márquez Rodríguez denomina comunicación, acto durante el cual intercambiamos saberes y pareceres con el prójimo.
Para dialogar con nuestro interlocutor, motivarle y persuadirle, hay que apelar a él anímicamente, en el sentido platoniano. En otras palabras, mediante el raciocinio –el alma que razona-, la perceptiva –el alma que desea- y la afectividad –el pathos o autoestima-.
Según Carlos Rangel, la Democracia es más razonadora que afectiva o perceptiva. Vacila, antes de proceder. Se enreda en disquisiciones inútiles, se paraliza ante contradicciones aparentemente irresolubles. No entiende o no quiere entender por qué los autócratas actúan como lo hacen.
Esa duda perenne –afirma Rangel- es su fortaleza básica, pero también su debilidad esencial. Debilidad –apuntamos nosotros- que permite el triunfo de la subversión interna y externa, como sucedió en Venezuela desde la década de los noventa del Siglo XX, y pasó en Europa en la década de los treinta.
Ni Hitler ni Mussolini asaltaron y se entronizaron en el poder por sus propias y exclusivas invectivas, recursos y voluntades.
Hitler fue un Frankenstein, creado y aupado por el pacifismo y derrotismo de los políticos occidentales –especialmente los conservadores británicos y los socialdemócratas franceses- para de neutralizar y –posiblemente- eliminar al otro sátrapa de su misma calaña, Yosif Stalin, cuya Revolución percibían los capitanes de industria como una amenaza latente contra sus intereses pecuniarios, nacionales y transnacionales.
Al cabo austríaco le aceptaron y toleraron mucho más allá después de que pisara la raya amarilla. Dejaron que se zampara de parte del territorio francés, Austria y Checoslovaquia, y sólo intentaron ponerle un parado cuando era demasiado tarde, cuando el Führer tenía en sus manos la fábrica Skoda de Bohemia, de cuyas líneas de producción saldría el 75% de los tanques y blindados con los cuales Rommel aplastaría a los ejércitos de Francia e Inglaterra.
A Musso no lo penalizaron por bombardear Etiopía con gas mostaza, arma biológica prohibida desde la Gran Guerra, ni por destruir –conjuntamente con la Luftwaffe- poblaciones enteras y cometer un genocidio contra los civiles que vivían en la zona republicana durante la Guerra Civil Española.
Ese fallido intento de razonar contra la sinrazón, y esperar a que triunfara la Justicia Divina, se parece mucho al lenguaje empleado por Ramón Guillermo Aveledo ante la violación sistemática de las normas constitucionales y los desafueros cometidos de manera casi cotidianA por EL Guasón y la banda de malhechores, militares y civiles, con quienes destruye a Venezuela y le entrega el raspado de la olla a los Castro y otros mandatarios de la peor catadura moral de la región y el mundo.
Es un lenguaje pacifista y derrotista, como el de Dadalier, Chamberlain y Halifax mientras los judíos que podían huían del III Reich, y los que no, se aprestaban al martirio o se volaban la tapa de los sesos.
Si no liberan a los diputados encarcelados, habrá que pensar en los suplentes – dijo Aveledo en Globovisión. ¿Qué vaina es esa? Póngase los pantalones, y pídale a los electores: Vamos a la cárcel, en cambote, y quedémonos formando un peo en la entrada hasta que los suelten.
Ay, pero eso puede que hiera al Guasón, quien ve en toda manifestación en su contra una conspiración del imperio y la burguesía –según el mismo vocero-. Y eso, a estas alturas del juego, ¿qué coño importa? ¿En que norma vigente está prohibido que un venezolano manifieste su admiración por EEUU o el sistema capitalista?
Ay, pero que piel tan delicada la del Guasón, y cuánto talco han de tener las aterciopeladas voces de la MUD-A para no levantar ampollas.
No valezón, así no vamos a ningún sitio, salvo el destierro o la prisión.
Hay que ir al entierro de CAP, aunque uno no sea adeco y lo haya detestado cordialmente en vida. Eso, si dejan que su ataúd llegue a Venezuela. Hay que acompañar a los mudos a la Asamblea. Para ver si Dios hace el milagro, y recuperan el oído y el habla. Pero no hay que hacerlo ingenuamente, sino con un sentido de movilización. ¿Para qué? Ya lo veremos luego, no en el 2012, sino cuando ls condiciones estén dadas.
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