La presión que ejerce lo actual tanto al periodista como al publicista –los dos oficios con los cuales me he gané la vida- impone, a veces, una secuencia distinta a la que uno planea para un espacio como éste.
Había comenzado, hace tres entregas, explorando el paupérrimo desempeño de algunos artistas fuera de su entorno natural, en campos del conocimiento como la Economía, la Política, la Sexología e, incluso, la Religión.
Además, quise evidenciar cómo el ser un gran creativo no da sabiduría para abordar y descollar en las Ciencias Sociales.
Lo que interrumpió en mi reflexión y escrito fue la mega-plasta puesta por régimen castro-comunista que nos desgobierna con los choques del tren de Charallave, la expropiación de Conferry y los llamados incidentes aéreos.
Además –y antes de volver a esa especie de microhistoria de la imbecilidad intelectual, lo que ocurre en el aquí y el ahora me fuerza a ocuparme de estos asuntos.
Una revolución que todos quisiéramos hacer
El primero de ellos asunto es mi aflicción por la muerte de Steve Jobs, fundador de Apple y Pixar.
Jobs no se limitó a inventar y comercializar enseres electrónicos, sino que simplificó la computación, la sacó del mundo elitista de los tecnólogos y la puso en manos del usuario común y corriente. A partir de él, quienes están obligados a y comprender al consumidor son los fabricantes de hardware y software, y no como fuera hasta el lanzamiento de la primera Mac.
Como asevera Chúo Torrealba, Jobs fue revolucionario en el mejor sentido de la palabra, pues no mató a nadie ni destruyó nada, sino que creó importantes recursos para mejorar la calidad y estilo de vida de todos.
Otro de los mensajes implícitos en el deceso de Jobs es que el cáncer es una enfermedad mortal, una epidemia, y que no importa el dinero ni el poder que se tengan, capaz de llevarse al más pintado, aunque no le guste la Pelona. Como dijera Jobs: Aún los que aspiran llegar al Cielo, no se quieren morir para lograrlo.
El hombre que caminaba aún infunde terror entre los rolo e´vivos
El segundo asunto es la respuesta a por qué asistí al funeral de Carlos Andrés Pérez, cuando nunca fui adeco o simpatizante de la ideología socialdemócrata
Lo hice porque, pensándolo bien, bajo sus dos gobiernos viví mejor que durante la dictadura actual.
Porque le conocí en Puerto Rico y hablé con él al término de su primer período, y siempre me pareció un gladiador democrático, amable y respetuoso. Muy diferente a la canalla cuartelaria y traidora que pretenden humillarnos cada vez que no tenemos más remedio que contactar con alguno de sus funcionarios, por la razón que fuere.
Por eso, ayer, los peseuvistas andaban de chorrito. El Caudillo metió una cadena para evitar que el pueblo mirara el entierro y se uniera a él. En la Chiquinquirá, los forajidos esos que militan en las organizaciones paramilitares tipo La Piedrita o Tupamaros, lanzaron una lacrimógena y mandaron a un ciudadano de esos que llaman mayol al hospital. ¡Se lucieron , muchachos! ¡Vayan a buscar su bono terrorista!
Venezuela es mucho más que gorras y corrupción
Desde el miércoles próximo pasado, el Ingeniero Eléctrico Rafael Reif es rector de MIT una de las universidades más prestigiosas del mundo y, según la revista US News & World Report, la que ocupa el puesto Nº 1 en el ranking mundial de pregrados en Ingeniería.
Reif es maracucho, graduado en 1973 en la Universidad Simón Bolívar. Gracias al Plan Gran Mariscal de Ayacucho que iniciara el CAP durante su primer mandato, el hoy Rector de MIT pudo doctorarse en Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Stanford (1975). Un año más tarde se incorporó al personal docente de esa casa de estudios y, finalmente, MIT le contrató en 1980 como profesor e investigador.
Reif pertenece a esa diáspora venezolana que triunfa globalmente no gracias al cobro comisiones por debajo de la mesa, su conchupancia en el tráfico de ilícitos o su militancia en el partido usurpador de los poderes públicos; sino porque que en ambientes muy distintos a los que nacieron, crecieron y se graduaron, lucharon a brazo partido y vencieron sobre las dificultades de adaptación y en la competencia frente millones de semejantes.
No son muchos, pero su peso específico es inmenso y, de alguna manera, nos lavan la cara en el exterior.
El secuestro como procacidad anticultural
El 27 de octubre se cumplirá un año del secuestro de Marcos Reyes Andrade, uno de los mejores directores de teatro y televisión de Venezuela, y creador de la Academia de la Radio, el Cine y la TV que iniciara Radio Caracas TV, prosiguiera Venevisión y se convirtiera en el modelo sustitutivo de los departamentos audiovisuales en las Escuelas de Comunicación de las universidades Católica Andrés Bello y Santa María.
Al momento de su plagio, Reyes contaba con 84 años de edad, no podía permanecer sentado largo rato y debía ser medicado permanentemente. La vil acción se cometió en la tarde, cuando el insigne profesor abandonaba los estudios de la Jazz 95.5 FM en La Campiña, tras grabar su programa Entre aplausos.
En esa época de la vida que Mario Moreno Cantinflas llama indolecencia –mezcla de las palabras indolencia y adolescencia, ambas aplicables a dicho período-, cuando uno se carga de acné, ideales y odio hacia los progenitores –elementos de los cuales hay que despojarse a posteriori para crecer emocionalmente-, a mí me caía muy mal Reyes, pues le asociaba con la oprobiosa dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Para quien no conoce la pequeña historia de esa época, se la dedico a continuación.
La Catira o el gran bluf de Cela
Un pariente mío, Laureano Vallenilla Lanz, quien fuera Ministro de RRII del gobierno perezjimenista, decidió destronar a los novelistas Rómulo Gallegos y Arturo Uslar Pietri de la preferencia de la cual gozaban entre sus lectores –sobre todo, los liceístas, que entonces leían masivamente-; misionando para ello a Camilo José Cela, por recomendación expresa de Juan Aparicio López, Director General de Prensa de la tiranía franquista, quien se expresaba del escritor hispano en estos términos: Ya en Quito, ya en Caracas, ya en Bogotá, allí van asimismo los toreros, has sido no esa cosa fea que es el intelectual a secas sino esa cosa cálida, caliente, que es el español de tomo y lomo, tan capaz de lucir un frac con cremallera en ciertos sitios pudibundos pero aureolado por la Encomienda de Isabel la Católica pendiente al cuello, como de recitar un poema, volar por la selva o pegar un puñetazo.
A Reyes, quien entonces trabajaba en YVKA-TV Canal 5 –Televisora Nacional-, le ordenaron actuar como anfitrión de Cela, y eso fue precisamente lo que hizo, llevándole a presentandole a todos los personaje y acompañándole a conocer los paisajes y lugares que tanto su invitado como él consideraran importantes para el desarrollo de la narrativa. Al final, La Catira se publicó, en 1955 –si la memoria no me traiciona- y resultó un bluf –como toda encomienda que pretenda sustituir al talento intelectual por el asalariado político-.
Después, cuando le conocí y le traté mejor, me di cuenta de lo apresurado, equivocado e irracional que había sido mi juicio de valor contra Reyes. Porque con una paciencia casi infinita, llevó a cabo lo que nadie había hecho antes. Desarrolló una metodología para transferir conocimiento al personal técnico que trabajaba en las televisoras, y que casi siempre provenía de los sectores menos favorecidos e instruidos de la nación. A su manera y la chita callando, Reyes generó una revolución educativa en Venezuela, pues nutrió con teorías éticas y estéticas la capacidad de trabajo de miles de venezolanos, rescatando al lenguaje de la imagen en Venezuela de una mediocridad que aún es visible en ciertas emisoras de habla hispana.
Y lo que fue bueno para la pava, también lo fue para el pavo, dado el éxito logrado con su modalidad en las aulas de la Educación Superior.
El por qué a Reyes, quien debería formar parte del activo cultural del país como lo es Simón Díaz, le sucedió lo que le sucedió –y abandonó su querido país después de haber salido libre- sólo puede ser explicado por el alto nivel de hampones infiltrados entre los funcionarios de la inteligencia venezolana, ahora en manos del G2 cubano.
Según me enteré leyendo la prensa, los CD con la información financiera de los venezolanos que tienen alguna cuenta bancaria, así como sus nexos familiares y corporativos, se vende como quemadito entre los piratas del software. No es que un profesor como Reyes gane mucho, pero sí que su hija está casada con un alto gerente del Banco de Bilbao, Vizcaya y Argentaria, una trasnacional tan poderosa que logró cambiarle el nombre a la v labiodental –como se la conoce y pronuncia en la mayoría de los países hispanohablantes y aún entre los españoles que viven fuera de la Región Centro-Norte de Iberia y Baleares, por uve –como anuncia su marca en sus campañas publicitarias-.
De manera que, aunque usted ande más pelado que hueso en sabana, cuídese si alguien de su familia tiene algunos cobres, pues esta riqueza le convierte, automáticamente, en sujeto plagiable. En la Venezuela que vivimos, vamos de la Lista de Tascón a la de Ricos y Famosos, pues aquí quien manda es el hampa.
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