Uno no se muere la víspera
Estuve charlando con un buen y contemporáneo amigo, quien también comparte conmigo el poco envidiable estado civil de la viudez. El motivo del diálogo se centro en sus experiencias con una dama con quien quisiera compartir las alegrías del lecho, pero que se rehúsa pues, pese a estar libre de ataduras, fue maltratada por su ex cónyuge. O, al menos, esa es la excusa que da.
-Me gasté 800 entre la cena y el cine –para mis seguidores del exterior, US $ 200-, y ni siquiera conseguí un “beso de piquito” –también para ellos, un beso erótico, de lengua o como se llame allá donde ustedes residen-: afirma mi amigo.
En una reciente entrevista, el actor de Morgan Freeman, declaró: Estoy seguro de que cuando uno se tiene que ir, se va, y si uno no se va es porque aún no llega su hora |…| Descubrí que la vida es corta, y no debemos posponer lo que queremos hacer. Tan pronto nos sintamos motivados a accionar, debemos proceder en consecuencia…
¿Qué tienen que ver las ideas expresadas por Freeman con la actitud de la dama en cuestión?
Todavía no hay Viagra femenina
No queda más que especular, ya que la queja es frecuente. La invención de la Viagra por parte de Pfizer ha sido más notable para los señores mayoles, porque no sólo les permite seguir disfrutando del sexo después de la llamada antes andropausia. La historia recuerda casos de notorios amantes, hasta que les llegó su cuarto de hora, por lo cual decidieron dedicarse a la literatura, la política o la religión. Uno de los más famosos, en el último caso, fue San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Pero no fue el único entre sus semejantes, ni mucho menos.
Un poco el desprecio que la sociedad siente hacia los hombres de edad avanzada, en todos los países occidentales y, particularmente, en los de este Hemisferio, se debe al temor que inspira la disfunción eréctil que venía aparejada con el correr de los tiempos; pues todavía no se ha asimilado el efecto igualador que la Viagra y otros medicamentos de sus mismas funciones tienen sobre la mente y el cuerpo del hombre. Al contrario, dada la mediocre formación -¿deformación?- de los jóvenes en materia sexual y pese a que estas drogas cuentan con la aprobación del Vaticano, las asocian con las actividades de viejo verde
Pero las mujeres no cuentan hasta el momento con sustancias semejantes, la menopausia actúa en muchas de ellas como un inhibidor de la libido y, lo que es todavía peor, la falta de lubricación vaginal agrega dolor en sus ayuntamientos. En lugar de buscar ayuda y consejo, deciden que les llegó la hora del retiro, que sólo necesitan pareja para apoyarse, pero no para jugar al doctor y la enfermera.
El sexo es más divertido que la gimnasia
Lo cual es muy triste para ellas y sus galanes, porque uno se va cuando se tiene que ir, y no la víspera. Además que con hormonas y KY –un lubricante íntimo convertido en producto líder en ventas de Johnson & Johnson-, la inapetencia sexual y la molestia vaginal tienen fácil cura. Por lo menos, es lo que dice una ginecóloga conocida.
Se preguntará usted, ¿pero por qué no aceptar lo inevitable y tranquilizarse de una vez por todas?
Hay veinte mil argumentos para insistir. Vamos a citar unos cuantos.
El coito es un excelente ejercicio, y practicarlo es mucho más divertido y placentero que acudir a un gimnasio.
En ambos sexos, se aceleran notablemente el pulso, la presión arterial y la respiración. Toda la musculatura se contrae, y los pies y las manos lo hacen espasmódicamente. La cara se contorsiona, y el cuerpo entero participa en el acto. Es posible que los participantes no se percaten de ello durante el trance, pero una espalda o nalgas doloridas les servirán de recordatorio al día siguiente.
La mujer puede gozar más que el hombre
No es fácil definir en palabras sencillas el placer sexual. Ni para los hombres, ni para las mujeres; mas, para éstas, resulta aún más difícil.
A la pregunta: ¿Qué se siente?; se la responde con evasivas, como, ya lo sabrás cuando llegues a ello.
La sexóloga clínica Janet Hyde sugiere que algunas féminas, más jóvenes o inexpertas, quienes aún no han ido más allá de la excitación y meseta en sus cópulas, utilizan deliberadamente la ambigüedad para enmascarar sus falencias o proteger sus propias autoestimas o la de sus parejas.
Detecta, asimismo, cierto escepticismo entre sus alumnos varones sobre la validez del orgasmo femenino, lo cual atribuye a la persistencia de mitos y leyendas, y porque, a diferencia de los hombres, no hay pruebas fehacientes –como la eyaculación- de que las mujeres terminen.
Afirma Hyde que, con el equipo electrónico adecuado, es sencillísimo demostrar en el laboratorio que la mujer alcanza el éxtasis, igual o mejor que el hombre, pues los caballeros son uniorgásmicos y las damas multiorgásmicas, es decir, potencialmente capaces de seguir sintiendo placer varias veces después del primer del primer orgasmo, si se las estimula adecuadamente.
Cree también que: En lugar tratar de examinarse uno a otro, sería mejor para la pareja establecer una buena y honesta comunicación, y evitar el logro de metas en el ejercicio de la función sexual, pues no se trata de un deporte de alta competencia.
Cuando lo que se siente no puede ser expresado en palabras simples, es preciso acudir al lenguaje metafórico y parabólico.
Los franceses llaman L ‘petit morte – La pequeña muerte- al orgasmo. Aunque, a primera vista, la expresión pudiera sonar macabra, tal conceptualización coincide con las teorías sobre la posible evolución psicológica del ser humano.
Dice al respecto el matemático y psicólogo ruso Pedro Ouspensky:
Aunque la muerte nos parezca sumamente misteriosa, al amor, que es tan misterioso como ella, lo damos por sabido. Y se trata de un craso equívoco, pues ambos fenómenos se basan en la Ley de la Conservación de la Energía, que ni se produce ni se pierde, sólo se transforma. No sabemos si la energía que desatamos al hacer el amor sirve para que en algún distante planeta del inmenso Universo nazca alguna hermosa y exótica flor.
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