¡Renuncia, Aveledo!
Mis seguidores saben que he criticado
acerbamente no sólo a la Mesa de la Unidad Democrática sino, especialmente, a su secretario ejecutivo,
Ramón Guillermo Aveledo. Empero, hoy debo felicitarlo pues el político anunció haber
puesto su cargo a la orden. Y espero que no surja algún pendejo solicitándole que
no renuncie.
En la presente fase de introspección, definida por el propio Aveledo, el otro que
debería dimitir como sempiterno candidato presidencial de oposición es Henrique Capriles, pues es obvio que más de
un millón de electores le volteó la espalda al virtual plebiscito decretado por
la MUD, al votar por opciones diferentes a las propuestas por la oposición
tolerada.
Una fase de introspección donde deberá también analizarse el nuevo rol
de las FFAA de Venezuela, dentro de un país que funciona a todas luces como una
colonia cubana expoliada inmisericordemente por los tiranosaurios Castro Ruz, a
través de su obediente ficha Maduro y gracias a la cochupancia de los
boliburgueses civiles y militares.
Porque Venezuela padece tuna
situación indigna, injusta y despreciable -aunque no
inmerecida, ya que todo pueblo tiene el
gobierno que se merece- de dependencia;
de la cual no es posible salir ni dialogando ni votando, pues tales actos únicamente son viables y factibles entre semejantes,
mas no entre dispares. Por lo cual, lo quieran o no Aveledo y Capriles, la
posible salida es semejante a la del 23 de enero de 1958.
Los articulistas y la transición
Como lo caracteriza Jesús Petit
Da Costa: Por tanto, nuestra primera e
insoslayable tarea es la patriótica de liberar a Venezuela de Cuba, la que
comienza por desplazar del poder al gobierno títere. Todas las batallas
políticas deben librarse en función de este objetivo: la liberación nacional.
En función de este objetivo supremo, que debemos asumir todos y cada uno de los
venezolanos, podemos hablar de victorias o derrotas.
Así también lo reconoce Luis José
Semprúm, quien califica la actitud de la MUD al respecto: como una contradicción colosal, producto de alguna tara ideológica o de
algún oscuro acuerdo con el gobierno, porque esos mismos líderes opositores que
repudian una crisis militar, celebran con bombos y platillos los
acontecimientos del 23 de enero de 1958, cuando se produjo justamente un alzamiento
cívico-militar contra un régimen dictatorial.
Y como, asimismo, plantea Carlos
Blanco: Un movimiento cívico-militar para
rescatar la libertad y la democracia se hace necesario, en la medida en que se
plantee el rescate del valor de la civilidad, de la ciudadanía y se proponga la
reinstitucionalización de la Fuerza Armada.
El inevitable giro al timón
Yo estoy convencido que entre los
oficiales de mando de la FFAA hay la voluntad, la capacidad y el pundonor necesarios
para darle un giro al timón de 180 grados. Que saben que mientras más temprano
se dé el cambio, menos costoso saldrá.
Pero también poseo la convicción
que no actuarán sin el apoyo de civiles, integrados o no en partidos, pero sí
razonablemente organizados. ¿Y por qué lo creo? Porque con la elección de 8 de
diciembre próximo pasado, la MUD legitimó el gobierno de Maduro aún en contra
de sus acciones anteriores. Debe recordarse que, hace menos de 2 meses, los mudistas pidieron ante la ONU el
desconocimiento de los resultados de las presidenciales del 2012, sostenían
públicamente la doble nacionalidad del Primer Mandatario y demandaban la
intervención de los multilaterales por presunta violación de los derechos
humanos.
Los cambios requeridos ahora son
una consecuencia de los procesos históricos y de las construcciones colectiva
vividas a partir de 1999, y poseen consecuencias trascendentales que los hacen percibirse
como súbitos y violentos, pues se trata de una ruptura del orden establecido. Y
en dichos cambios no es el pueblo quien los lidera, sino la clase media o pequeña burguesía, y de ahí su
sistemática destrucción, tanto en Cuba como en Venezuela.
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