viernes, 13 de mayo de 2016

Renunciar a vivir del mantengo

¡Oh amigos, no esa tonada!
Entonemos otros más agradables y
llenos de alegría.
¡Alegría, alegría!
Federico Schiller: Oda a la alegría


Primer Movimiento:  Música y política
Pareciera haber un desligue entre el talento –especialmente el musical– y otras áreas del quehacer humano,especialmente la política. Por lo general, resulta casi imposible encontrar genios de múltiples dones como Gunter Grass, Premio Nobel de Literatura y Palma de Oro en Cannes por el guión y la dirección del film El tambor de hojalata.
Caso patético es el de Gustavo Dudamel, quien en sus primeras actuaciones estelares dirigió a la Filarmónica de Berlín (2006), e hizo llorar de emoción a los germanos con obras de su más famoso compositor: Beethoven. Desde el 2005, la dudamelmanía ha dado la vuelta al mundo, y el larense ha sido contratado por las sinfónicas de Chicago, Berlín, Viena; siendo actualmente el director del conjunto en Los Ángeles. Deustche Gramophone, la disquera Nº 1 en música clásica, ha publicado varios con sus mejores interpretaciones. Doquiera que, en los cinco continentes –la Antártida es un continente, pero ahí solo viven cuatro gatos y algunos perros que halan los trineos–, Dudamel se mete a los críticos y melómanos en el bolsillo, lo cual no es fácil.
Empero, Dudamel ha sido identificado con el chavismo –y lo que es aún peor, con el madurismo–, y quien le denuncia tenazmente en los medios internacionales es Gabriela Montero, pianista venezolana que, en el 2009, participó en la toma de posesión de Barack Obama.
Montero –a quien supongo menos conocida que Dudamel– es ganadora del Concurso Internacional de Piano Federico Chopin, Echo Preis en Alemania y Grammy Latino al Mejor Álbum de Música Clásica y se ha hecho famosa por sus improvisaciones sobre temas clásicos, algo que no es común y que sólo se permitieron músicos como Juan Sebastián Bach.  Su primera aparición pública fue los 3 años de edad. A los 8, debutó como solista con la Sinfónica Simón Bolívar, dirigida por José Antonio Abreu. Montero es, asimismo, un ama de casa dedicada a su hogar y sus dos hijas, autoexiliada, que vive en un pueblo a dos horas de Boston.
En una carta abierta publicada por Los Angeles Times, Montero afirma: Si usted fuera apolítico, como asegura serlo, no habría interpretado, repetidamente, a lo largo del tiempo y en numerosos eventos públicos, para los dictadores; volado en un jet del gobierno para actuar en vivo, tras el cierre del canal privado más antiguo del país, dirigiendo la orquesta en la apertura del nuevo canal socialista que usurpó sus frecuencias y hurtó sus equipos de transmisión; actuado y presentado sus respetos, visiblemente conmovido, durante el funeral del comandante Chávez; presentado una función especial para los funcionarios del régimen el día en que los estudiantes que protestaban pacíficamente fueron masacrados por el régimen que financia su orquesta; asistido a la proyección de un largometraje de cuya banda musical  usted compuso en el Palacio  de Miraflores, abrazado con el dictador; declarado respetar a los líderes de Venezuela y los cargos que ocupan, cuando se sabe que muchos de ellos están implicados en actos de corrupción y, presuntamente, facilitan y dirigen cárteles del narcotráfico.
Segundo Movimiento: Herbert Von Karajan
Para ambientar esta diatriba, inserté el CD de la IX Sinfonía de Beethoven, grabada por Herbert Von Karajan con la Filarmónica de Berlín y editada en España en 1975 por Deutsche Gramophone.
Karajan tuvo un rol estelar en el desarrollo del CD (1980). Apoyó tecnología digital de grabación y la respaldó en la primera conferencia de prensa que anunció el formato. Los primeros prototipos sólo tenían capacidad para 60 minutos, pero Karajan obligó a extender a 74 para que cupiera en un sólo  CD IX Sinfonía de Beethoven. Además, Karajan fue quien grabó el primer CD, la Sinfonía Alpina de Richard Strauss. A diferencia de Beethoven, quien pertenecía a lo que hoy sería considerado como clase media, Karajan pertenecía la alta burguesía de Salzburgo, ciudad donde nació en 1908.
En 1929 debutó dirigiendo a Salomé en el Festspielhaus de Salzburgo. De 1929 a 1934 fue Maestro de Capilla de la Ópera Estatal de Ulm, Alemania. En 1933 dirigió la ópera Fausto de Max Reinhardt en el Festival de Salzburgo; al año siguiente,  la Orquesta Filarmónica de Viena.
En marzo de 1935, Karajan se inscribió Partido Nazi, y su carrera dio un salto dialéctico: Fue nombrado como el más joven director de orquesta alemán, invitado a Ámsterdam, Bruselas, Estocolmo y otras ciudades europeas. En 1937 debutó dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Berlín y la Orquesta de la Ópera Estatal de Berlín –a la cual dirigió desde 1939 hasta el final de la II Guerra Mundial–.En 1938, fue bautizado por un crítico berlinés como Das Wunder Karajan –el Milagro Karajan–. Ese mismo año grabó su primer disco con Deutsche Gramophone, la ópera La flauta mágica de Wolfgang Amadeus Mozart, dirigiendo a la Staatskapelle Berlin. con aquel año, Karajan
Sin embargo, Adolf Hitler lo trató con desdén después de que Karajan metió la pata durante un concierto de gala para los reyes de Yugoslavia (1939): Die Meistersinger von Nürnberg (Los maestros cantores de Núremberg) de Richard Wagner. Al dirigir sin la partitura, Karajan se perdió, las cantantes se detuvieron, la cortina se rasgó en medio de la confusión.
Furioso, Hitler ordenó a Winifred Wagner: Herr von Karajan jamás dirigirá en Bayreuth mientras yo viva, y así fue. Después de la guerra, Karajan hizo lo posible para no recordar aquel vergonzoso y no tan glorioso incidente, el cual, sin embargo salvó su carrera en la posguerra.
En 1946, Karajan dirigió su primer concierto en la posguerra, en Viena, con su Orquesta Filarmónica, pero después los rusos le prohibieron hacerlo por su pasado nazi. En el verano de ese mismo año participó anónimamente en el Festival de Salzburgo. Al año siguiente se levantó el veto, y pudo seguir dirigiendo. En 1948, Karajan se convirtió en director artístico de la Gesellschaft der Musikfreunde (Sociedad de amigos de la música) en Viena.
Después, pasó a dirigir nuevamente a la Filarmónica de Berlín, a la cual transformó en una de las mejores del mundo. En 1949 se presentó en el Teatro Colón de Buenos Aires en una serie de conciertos sinfónicos. En 1951 dirigió un único ciclo completo de El anillo del Nibelungo, así como Los maestros cantores de Núremberg; y en 1952 Tristán e Isolda en el Festival no lo volvería a hacer, pues la obra le creaba un estado emocional tan grave que podría matarle.
En 1955, Karajan se presentó por primera vez en Nueva York, ciudad desde la cual inició gira por EEUU, repetida durante varias temporadas. En total, entre 1955 y 1958, Karajan y la Filarmónica de Berlín ofrecieron 105. Además, se presentaron en Corea, Japón (1984) y China (1988).
Tercer Movimiento: La IX Sinfonía
Vuelvo al pasado, y me voy ahora con Ludwig van Beethoven. Comienzo por el final, la IX Sinfonía. La IX Sinfonía en Re Menor, Opus 125, conocida como Coral, fue la última compuesta por Beethoven, aunque hay alguna evidencia sobre que trabajaba, en fecha cercana a su deceso, en una X Sinfonía, cuyas partituras se habrían perdido.
Se trata una obra trascendental, popular y perenne de la música y el arte.
Su último movimiento, donde incorpora orfeones y solistas por primera vez en este género musical, no sólo es símbolo universal de la libertad, si no, desde 1972, Himno de la Unión Europea. A partir del 2001, la partitura original forma parte, junto a otras obras notables, de la Herencia espiritual de la humanidad, e inscrita en el Registro de la Memoria del Mundo de la Unesco.
Fue la Sociedad Filarmónica de Londres (1817) quien encargó la composición de la Sinfonía. Beethoven comenzó a trabajar en ella, en 1818, y la finalizó, en 1824.
El poema de Friedrich Schiller Oda a la alegría, publicado como obra póstuma en 1808, inspiró a Beethoven, quien quiso musicalizarlo desde que conoció sus versiones preliminares, cuando contaba con 22 años (1793). En el Cuarto Movimiento de la IX Sinfonía se incluyen palabras introductorias, una selección del texto de Schiller y,  asimismo, la música. Empero, Beethoven no mantuvo esta versión y la reescribió numerosas veces hasta su forma final, con la frase: O Freunde, nicht diese Töne (¡Oh, amigos! No esa tonada).
La IX Sinfonía se estrenó el 7 de mayo de 1824 en el Kärntnertortheater de Viena, junto con la obertura de Die Weihe des Hauses (Consagración de las casas) y las tres primeras partes de su Missa Solemnis (Misa Solemne).
Fue casi un segundo debut tras 12 años de ausencia del foro. La sala estuvo llena, y los espectadores vieron, por primera vez, la conformación de una orquesta sinfónica, con el doble de instrumentos y voces.  El público presentía que sería su última presentación, y así ocurrió. Tras el concierto, se recluyó en casa, aquejado de padecimientos propio del almanaque, que lo postraron hasta la muerte.
Pese a lo que muchos creen, Beethoven no dirigió el concierto porque ya estaba sordo como una tapia. Fue Michael Umlauf, Maestro de Capilla, y Beethoven se limitó a seguir su transcurso, leyendo la partitura, y viendo los movimientos de la batuta y el accionar de los músicos.
La importancia de la IX Sinfonía es que ella desvela la verdadera personalidad de Beethoven como artista, innovador y revolucionario musical. Beethoven, líder del movimiento cultural Sturm und Drang (Tempestad y emoción), se separa de las formas cortesanas, acentuando la libertad y la emoción, y rechaza al racionalismo histórico, anticipándose así al romanticismo.
Fue de los primeros músicos que vivieron de su trabajo artístico, una actividad productiva cuyo pionero fue Mozart, despegándose del mecenazgo al que estaban sometidos otros músicos, como Joseph Haydn.
Antes de Beethoven, los compositores eran casi prisioneros de sus patrocinadores. Así sucedió con Haydn, cuyo biógrafo, Harold Robbins Landon, llegó a calificar de privilegio la visita que Francisco de Miranda le hiciera al compositor. Aún cuando Haydn servía bajo un contrato estricto que le exigía dirigir y,  asimismo, organizador de un vasto complejo musical de sus mecenas, los Esterhazy, se vio obligado a escribir allí todas sus óperas y obras orquestales y de cámara (1766-1790). Personajes de la familia real, nobles y aristócratas visitaban continuamente el Palacio, y la música era uno de los entretenimientos principales. Miranda acudió con cartas de presentación para el compositor, quien inmediatamente lo llevó a un recorrido para mostrarle la arquitectura el palacio y sus inmediaciones: Haydn me acompañó inmediatamente e hizo ver todo el palacio, biblioteca, galería de pinturas, cascadas, etc. El teatro, que representa todo el año, le cuesta al príncipe Nicolás Esterhazy 30 mil  florines anuales, y los sueldos son vitalicios. Por la noche asistí a la ópera. Vi allí al Príncipe, a su sobrina y a su amante, una mujer vulgar. Él tendrá cerca de 70 años. La representación fue fría. Haydn tocaba el clavicordio
A diferencia de los de Haydn, los temas de Beethoven tienen en común la sencillez en las melodías planteadas, cuyo deliberado objeto es lograr atracción y recordación instantáneas; así como la inserción de acordes inestables que conectan intensa y emocionalmente a cada intérprete con los oyentes. Durante el Primer Movimiento de la IX Sinfonía, por ejemplo, este recurso hace que el espectador se sienta absolutamente angustiado. O estresado, como se diría hoy, tratando de, inconscientemente, descifrar el tritono de la nota Re.
Al igual que sobre Miranda, mucho se ha especulado sobre la vida sexual de Beethoven. El músico, que nunca casó, vivió intensamente diversos enamoramientos con discípulas suyas, pertenecientes a la aristocracia vienesa. Siempre fueron de relaciones infelices, bien por los rechazos de sus amadas, bien porque ellas no se correspondían a sus elevado ideales. De estas aventuras sobresale un testimonio único: Carta a la eterna bien amada (1812) cuya destinataria pareció haber sido Antonia Brentano, cónyuge de un mercader de Frankfurt.
Pese a su sordera y soledad, durante el otoño de la existencia de Beethoven surgieron las obras más profundas y revolucionarias. Las siete últimas sonatas para piano y los últimos cuartetos para cuerda, sobre todo, crearon otra manera de concebir la música instrumental, que se convirtió en emblemática para numerosas generaciones de compositores. También forman parte de este último brote la Missa Solemnis, estrenada en San Petersburgo, y, sobre todo, la IX Sinfonía.
Beethoven falleció el 26 de marzo de 1827 Al funeral, celebrado tres días más tarde, fueron 10 personas, un impresionante testimonio  a su labor existencial.
IV Movimiento: Oda a la alegría
Debo regresar al principio de esta historia y a mi afirmación de que la música y la política hacen una pésima mezcla, tan mala como beber y conducir. Pues, si se analizan desde el punto de vista político a personajes como Dudamel y Karajan, hay que concluir en que ambos son unos bichos, el uno por chavo-madurista y el otro por nazi –a estas alturas, no sé cual de las dos condiciones es peor, si haber sido nazi o ser chavo-madurista–. También, desde el punto de vista meramente político, Beethoven y Montero serían los buenos, los muchachos de la partida.
Pero, si sólo los buenos fuesen capaces de producir música, el mundo sería monofónico y no estereofónico. Por lo que, mi mejor recomendación a los músicos es que abandonen la política y hagan como Beethoven, quien se negó a vivir del mantengo, a expensas de los mecenas oficiales o aristocráticos, y que hizo de la música patrimonio de la Humanidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario