Los extremos se tocan
Mientras la abuela una muñeca aliña
y, haciéndose la niña, se consuela,
haciéndose la vieja, usa la niña
el báculo y la cofia de su abuela…
Ramón de
Campoamor
Escarbar más
allá de lo obvio
En una carrera insensata, muchos periodistas intentan hoy ganarle a
la información que se distribuye a través de las redes sociales. Llegan a las
salas de redacción y toman los mandos de sus computadoras como si fueran los de
un Ferrari. Se enfocan en lo que escriben, llevándolo por una súper autopista
de alta velocidad. Al proceder así, olvidan que, aún cuando resulta imposible
escribir con objetividad –por definición, somos bípedos subjetivos–, tampoco lo hacemos con honestidad pues estamos
obligados seguir la línea editorial de la empresa para la cual trabajamos. A mi
parecer, redactar honestamente requiere, como precedente, escarbar más allá de
lo obvio; dicho de otra manera, que develar los intríngulis de la información.
Para lo cual es menester abandonar las rodovías, y transitar por rutas viejas y
accidentadas.
El periodismo
hecho por artistas
El periodismo, como manifestación evidente de la libertad de
expresión, lo inventó William Randolph Hearst (1863–1951), inspirándose en la
visión de Joseph Pulizer (1847–1911). Hearst se convirtió en un niño problema al ser expulsado de
Harvard, por haberle enviado a su tutor un burro con una leyenda que decía–: Ahora somos 2 en la Facultad: Tú y yo. Su papá, magnate que se había hecho con la Fiebre del oro en California, a raíz de
su regreso, le preguntó–: ¿Y ahora qué
hago contigo? A lo que Hearst le respondió–: Dame el “San Francisco Examiner” y un millón de dólares, y lo
convertiré en el periódico más leído de EEUU.
Hearst contrató como periodistas a los mejores y más irreverentes
escritores de su país, como Jack London y Mark Twain, y les dio amplias
libertades para que extendieran sus textos más allá de lo cotidiano y
explotaran el interés humano. Con el devenir
y liado en una lucha mortal contra Pulizer, consolidó el imperios
comunicacional más grande de la historia, integrado por 28 diarios de
circulación nacional, entre los cuales estaban Los Angeles Examiner, The Boston American, The Atlanta Georgian, The
Chicago Examiner, The Detroit Times, The Seattle Post-Intelligencer, The
Washington Times, The Washington Herald, además de The San Francisco Examiner. Publicó libros, adquirió emisoras de
radio además y lanzó revistas
emblemáticas como Town and Country, Cosmopolitan, y Harper's Bazaar.
El
encumbramiento de Teddy Roosevelt
Fue Hearst quien acuñó la idea de que la prensa elige y derriba a los
presidentes. Indujo abiertamente la intervención armada para que el conflicto hispano-estadounidense
estallara, al acusar a los españoles del hundimiento de Maine, el 15 de febrero
de 1898, que segó la vida de 246 marinos de la Unión Americana. El 25 de abril
de ese mismo año, el Congreso de EEUU le declaró el conflicto al Rey Alfonso;
contienda que apenas duró 3 meses, causó 400 bajas mortales y significó para la
potencia del Norte la anexión del Canal de Panamá, Cuba, Filipinas y Guam. O
sea, que le salió barato.
Hearst, asimismo, convirtió en héroe a Teddy Roosevelt y,
posteriormente, lo llevó a la Casa Blanca. Debido a la posesión de numerosos
predios en México, se opuso a tenazmente a la Revolución Mexicana, primero para
mantener en el poder a Porfirio Díaz y luego para encumbrar a Victoriano
Huerta.
Hearst fue electo como miembro de la Cámara de Representantes del
Congreso de los EEUU por el Partido Demócrata para el período 1903-1905 y reelegido para el próximo período (1905-1907) pero
falló al candidatearse como Alcalde y gobernador de Nueva York.
Sin Hearst,
Margarita habría sido germana
Pese al odio y resentimiento que el apellido Hearst genera entre la
izquierda venezolana, a lo mejor porque la única referencia que de él tienen es
el filme El ciudadano Kane, dirigido
e interpretado por Orson Welles –a quienes los ñángaras, equivocadamente,
consideraban como uno de los suyos–,
es al magnate a quien debemos conservar lo que aún nos queda del territorio
patrio, tras el bloqueo de Alemania, Inglaterra e Italia a Venezuela durante el
régimen de Cipriano Castro, quien decretó el default de la deuda externa y
desestimó los reclamos de potencias europeas por los daños y perjuicios
sufridos por sus connacionales residentes en el país con motivo de las guerras
civiles
Durante el conflicto. Castro decretó una amnistía general y manejó un
discurso nacionalista a la par que los acorazados alemanes e ingleses hundían
varios buques de guerra venezolanos y bombardeaban La Guaira, Puerto Cabello y
la isla de San Carlos. Sin flota para enfrentarlos, Castro se defendió con una
retumbante y folclórica retórica: La
planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria!
A solicitud de Hearst, el presidente estadounidense Theodore
Roosevelt, invocando a la Doctrina Monroe,
terminó el impase con los Protocolos de
Washington el 13 de febrero de 1903. Los agresores acordaron levantar de
inmediato el bloqueo, reducir la deuda externa de 352 millones a 150,9 millones
de bolívares, y recibir los pagos en forma progresiva, con el gravamen del 30% de
los ingresos aduaneros de la nación.
Si lo vemos en retrospectiva, tal vez Hearst no nos hizo ningún gran
favor, ya que un militarcete de muy bajo rendimiento académico, cien años más
tarde, le entregaría la soberanía, atada de pies y manos y sin disparar un solo
cartucho al otro Castro, el tiranosaurio de Cuba. Le juro, amigo o amiga
seguidor o seguidora, que hubiera preferido, mil veces, a los alemanes en la
Isla de Margarita que a los pranes, Mata Figueroa, sus secuaces y los
islamistas.
Chávez y Trump
usaron la misma táctica
Pero como el párrafo anterior no era el tema de esta entrega, vuelvo
al amarillismo de Hearst y Pulizer, quien tampoco fue un niño de pecho en eso
del sensacionalismo o mezclar titulares incendiarios, alejados de la
neutralidad y rigor periodístico, con la información real, pero que les agrada
más a los comunicadores porque patrocinó la fundación de la Escuela de
Periodismo en Columbia University.
La pregunta que muchos analistas se hacen hoy, dados los resultados
inesperados en la reciente elección de EEUU, al menos en los medios clásicos. El cuestionamiento se centra
en la falibilidad de las encuestas, que daban como ganadora a Hilary Clinton
durante toda la campaña presidencial.
Sin embargo, no entiendo su estupor, pues también los sondeos
señalaron que el Brexit no ganaría y el no
al acuerdo FARC-Santos tampoco. Los resultados fueron cero hit, cero
carreras y tres errores. ¿Por qué fallaron? Porque, como investigador social
que fui por años, descubrí una lógica que tuerce los resultados de las encuestas:
lo que uno quiere realmente saber y lo
que uno quiere que le digan. Si no
quiero saber lo mal que está mi producto/servicio/candidato en algún
grupo/estado/municipio, no pregunto allí: voy a otro lado donde supongo o sé
que voy a estar bien.
Hearst y Pulizer, al contratar a verdaderos artistas de la pluma, se
conectaron con sus lectores emocional e instintivamente. Hearst resumió esa
característica en una frase excelente: I
make the news (Hago las noticias).
Al fin y al cabo, ¿qué temas trata un escritor sus obras? Sobre los
conflictos humanos son la base. los cuales se inician en la propia psiquis de
sus protagonistas. Salvador López, uno de los mejores creativos publicitarios
que he conocido y con quien trabajé en Puerto Rico, al día siguiente de que alguna
de sus campañas saliera al aire, se montaba en una guagua y le preguntaba a los demás pasajeros si habían visto o no las
cuñas, si las recordaban, si les habían gustado. Si las respuestas le
satisfacían, iba a laborar con una sonrisa de oreja a oreja. En caso contrario,
volvía al principio.
Antonio Machado, Federico García Lorca, León Felipe y todos los
poetas populares en la España de la Generación del 27, publicaban en los
periódicos matutinos, y ya, a primeras horas de la noche, comenzaban a escuchar
sus rimas en los lugares públicos. Pues de eso se trata, de entender y
conectarse con el alma popular, con el pathos.
Otra estupidez es pensar, en el caso de Trump, que la única propaganda
política es la de los programas noticiosos, opináticos o espacios
publicitarios. Es posible que alguno de sus electores no haya leído jamás el The New York Times, o visto CNN, pero
seguramente sí recuerda su reality show, The
Apprentice (El aprendiz) que fue transmitido por más de década y en horario
premium en WNBC-TV, una de las
emisoras de mayor rating en EEUU.
Según BBC, la táctica que le dio el triunfo a Trump fue la misma usada
en The Apprentice, a saber:
1. Comparte con un
invitado impredecible. La ex candidata a la vicepresidente de EEUU y ex
gobernadora de Alaska salió del olvido político en el que estaba para darle un
empujón a su campaña. Y apoyó a Trump con un discurso tan memorable como
desconcertante
2. Alíate con el
enemigo, aunque sea temporalmente. Aunque su relación posteriormente se
rompió, Donald Trump y Ted Cruz disfrutaron de un breve compromiso.
3. Apuñala a
alguien por la espalda. Como pasó con Ted Cruz, Trump también
empezó su campaña como amigo de Ben Carson, el neurocirujano retirado que
también se presentaba como un candidato fresco y no corrompido. Pero cuando
Carson empezó a superarle en las encuestas, Trump cambió radicalmente de tono; se
le fue a la yugular, acusándolo de mentiroso
patológico y comparándolo con un pedófilo.
4. Háblale a la
cámara. Mientras otros
candidatos interactuaban con sus entrevistadores, la prioridad de Donald Trump
fueron las cámaras. Y, frente a ellas, era él mismo; hablando sin parar sobre
encuestas, periodistas estrategias de sus adversarios, algo que hasta entonces
sólo aparecía en los blogs Curiosamente, eso logró que sus simpatizantes se
sientan incluidos.
5. ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!
Tras haber derrotado a 16 aspirantes,
Trump peleó con The New York Times, la senadora Elizabeth Warren, CNN, el presidente de la Cámara Baja
Paul Ryan, el primer ministro británico David Cameron y hasta el alcalde de
Londres, Sadiq Khan.
Primero Justicia arrancó en
Venezuela como un programa televisivo, después mutó a ONG y, finalmente, se
convirtió en partido político. Julio Borges debe su protagonismo al programa
más que a su activismo. Si a la táctica que reseña BBC le quitamos el nombre
Donald Trump y lo sustituimos por Hugo Chávez, ella le calza perfectamente.
Aunque los extremos se tocan, la diferencia estriba en que Trump es demócrata,
y no pretende gobernar de manera vitalicia a EEUU.
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