sábado, 17 de noviembre de 2012

A follar, que el mundo se va a acabar…


Los considerandos del Caso Petraeus
Analizando como hay que analizar que las marramuncias financieras del Poder detrás del poder han proletarizado a la clase media en Estados Unidos y la Unión Europea, despojándola de sus ahorros, trabajos, viviendas y vehículos y dejándolas a merced del auxilio social, en un porcentaje que ya se aproxima a lo intolerable en países como España, Francia y Grecia, por sólo mencionar a tres naciones que hasta hace poco fueran prósperas.
Tomando en cuenta como hay que tomarlo  que los chinos, sin apartarse de la estructura imperial que heredaron de Mao Zedong, han entronizado en la cúpula del poder a Xi Jinping secretario general del Partido Comunista Chino, presidente de la Comisión Militar Central y presidente de la República, efectivo a partir de marzo del 2013, con el propósito de poner fin a la corrupción tolerada y hasta ejercida y aprovechada por su antecesor y otras prominentes figuras de la nomenclatura  comunista, así como por el desempeño mediocre del régimen saliente en combatir la pobreza extrema de la nación más poblada de la Tierra.
Reflexionando como hay que reflexionar que la Humanidad, conforme a profecías de antigua, vieja y moderna data, así como de estudios astronómicos, meteorológicos, climáticos, anatómicos y sicológicos se halla al borde de una dramática mutación, al igual que el entorno donde vive, planteada por algunos como Fin del mundo, y por otros como el final de la Era de la oscuridad.
Estando como está el mundo al borde de una guerra en el Medio Oriente por la política del ojo por ojo, diente por diente entre israelíes y palestinos, acciones serían el preludio de la intervención de Irán en el conflicto, y el intercambio de misiles atómicos entre hebreos y persas.
Viendo como debe verse a, Estados Unidos, la súper potencia, padeciendo el cáncer de la recesión tras las manipulaciones del bildebergiano Charles Greenspan, suerte de  Rey Midas pero al revés, quien convirtió en ñoña una economía aurea, lograda sin guerras en el Siglo XX, batiendo récords en desempleo, quiebra de empresas al mayor y detal y confiscación de hogares por falta de pagos
Para el gringo de a pie, lo importante pareciera ser el adulterio
Considerando todos los anteriores considerandos, parece mentira que a la primera potencia del mundo lo que más le conmuevan sean escándalos sexuales como los habidos en el  Caso Petraeus, dos de cuyos protagonistas principales son el , hasta hace poco director de la CIA, David Petraeus, y el jefe máximo de la OTAN en Afganistán, general John Allen.
Ambos atorrantes, según medios nada amarillos como The New York Times y The Washington Post, resultaron de bragueta floja.
El Pentágono proclamó estar investigando entre 20 y 30 mil e mails y chateos entre Allen y Jill Kelley, ama de casa floridana extorsionada por la amante y biógrafa de Petraeus, Paula Broadwell, quien la celaba del capo del espionaje gringo. Si se jamoneaban todo el día por los medios interactivos, ¿en qué tiempo trabajaban y se dedicaban a otras labores?
Kelley destapó el escándalo al comunicar al FBI que estaba recibiendo mensajes amenazadores anónimos. En ellos se le exigía que dejara en paz a Petraeus.
El FBI, por su parte, dice haber hallado suficientes evidencias contra Petraeus durante los allanamientos que llevó a cabo en casa de la Broadwell.
Allen iba a ser designado comandante supremo de la OTAN y las fuerzas armadas estadounidenses en Europa, nombramientos que ahora están guindando sin ser bombillos, hasta que se aclaren el ejercicio de la sexualidad extramarital del indiciado, si es que alguna vez se aclara.
El FBI acusa a Allen, casado, y Kelley, casada y con hijos, de haber cometido adulterio entre 2010 y el presente 2012, infringiendo la confidencialidad inherente a su cargo en las conversaciones de alcoba.
Si el Pentágono demuestra la existencia de una relación extramarital, a Allen lo podría condenar una Corte Marcial, pues la infidelidad está penada bajo la justicia militar.
En que pareciera otra pelea por rivalidades entre ambas agencias de seguridad, tanto la CIA como el FBI aseguran que hubo filtraciones que comprometen la seguridad del Estado durante los ménage a trois o ménage a quatre de los cachondos Allen, Kelley, Broadwell y Petraeus.
Aparentemente, uno de dichos secretitos iba a ser empleado como guerra sucia de propaganda política contra el candidato presidencial Barack Obama, pero alguien o algo lo impidió, a última hora.
La ridiculez in extremis
Toda esta vaina me luce de una ridiculez subida, una farsa para alimentar la concupiscencia de esa masa de internautas que dedica el 45% de su tiempo a recrearse en las páginas virtuales de la pornografía, a la gente que quiere –pero no puede- yacer en lechos impropios con hombre y mujer ajenos.
Para decirlo a lo criollo, un cuento de pajúos, quienes, por lo visto, se cuentan por decenas de millones en la nación del Norte.
No me la calo, porque las actividades de espionaje llevadas a cabo por Emily Morgan –la Rosa amarilla de Texas-, y Margarita Gertrudis Zelle –alias Mata Hari-, son un mentís rotundo a los simples adulterios de las chamas involucradas en el affaire de moda.
Morgan sedujo al general Antonio López de Santa Anna y le mantuvo encamado, hasta que las tropas del general Samuel Houston rodearon el campamento mexicano, derrotaron a sus enemigos y apresaron a Santa Anna; desencadenando una serie de hechos que  a México le costaría 2/3 de la superficie del antiguo Imperio Azteca.
Por su parte, Mata Hari, cuyo nombre significa Ojo del amanecer, manipuló sexualmente a oficiales rusos, franceses e incluso a un aspirante a la Corona de Alemania. Fue detenida en París, en febrero de 1917 por las autoridades francesas, y acusada de espiar para Alemania. El 15 de octubre de 1917 fue puesta frente a un pelotón de fusilamiento. Antes de morir lanzó un beso a sus verdugos.
La infidelidad, ¿el nuevo opio de los pueblos?
Pero también es posible que el escándalo Petraeus sirva para velar acontecimientos y sucesos, de cuyo decurso habría que  apartar la atención pública. V. I. Lenin señaló: La religión es el opio de los pueblos. En el Caso Petraeus, podría cambiarse la frase a: La infidelidad conyugal es el opio de los pueblos.
También hay otra opción, la cual mucho me atrae pues soy fan de la Teoría de la conspiración, y, como asegura Stephen Hawking, uno de los grandes físicos el siglo pasado y el único vivo en la actualidad: Toda teoría es válida, hasta que se demuestra lo contrario.
Se me ocurre, si los integrantes del cuarteto erótico, de penes pre-viágricos y vaginas pre-menopaúsicas, hubiesen llegado a la conclusión –dada la naturaleza top-secret del material manejado por los galanes de Otoño- de que el mundo si va a expirar el 21 del mes que viene, ¿no es mejor y más sabroso darle al cuerpo lo que pide? O, dicho esta vez en castizo: A follar, que el mundo se va a acabar.

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