lunes, 26 de noviembre de 2012

Pedro y el lobo, ¿un cuento de nunca acabar?


Una teleserie de uyo nombre resulta intraducible
Me di un banquete de fin de semana con varios capítulos de Madmen, teleserie producida y difundida por HBO, con decenas de premios Emy y Globo hasta el 2011, pero sin alguno para la temporada del 2012. Los grabo y veo cuando puedo, pues los pasan o muy tarde o muy temprano.
Una trama que casi autobiográfica
Para alguien como yo, que tuvo la honra y el placer de trabajar en Publicidad en sus décadas de oro, en empresas nacionales y  trasnacionales de gran calidad, la trama parece haber sido escrita con retazos de mi autobiografía personal y profesional, pues mucho de lo que se narra en ella me ocurrió, o me pudo haber pasado.
Para quien nunca tuvo la fortuna de relacionarse con la Publicidad, aunque fuera de un modo superficial, Madmen pudiera servir de ejemplo aleccionador de cómo opera una compañía eficaz, eficiente y efectiva, pionera en los negocios globales,  con una metodología única y heterodoxa, dedicada a la creación de anuncios, campañas y mensajes de opinión pública.
Una grave minusvalía colectiva
A los venezolanos, condicionados como lo están en su mayoría para pensar con un sólo lóbulo cerebral, el izquierdo, el de las tablas aritméticas, las secuencias y, también, el que recibe órdenes y las ejecuta, esa minusvalidez colectiva originada por la atrofia del lóbulo derecho, reforzada por una educación represiva hecha a la postre para tirarse la felicidad –como afirma el Gabo-; la Publicidad y su entorno deben parecerles juegos de niños, maneras de pasarla bien y con mejores salarios, oficios parasitarios, y así.
Por años, cuando el finado Graterolacho viajaba a su pueblo natal,  Turen, y le preguntaban cómo se ganaba la vida, respondía: Soy humorista.
Para Manuel resultaba mucho más sencillos que sus paisanos comprendieran los salarios, productividad e ingresos  de medios como El Camaleón, La Pava Macha o El Gallo Pelón, que los de Corpa o Young & Rubicam.
Un ramillete de críticas sin sentido
Empero, hubo analistas que fueron mucho más allá de la crítica objetiva, y calificaron o descalificaron a la Publicidad según sus propios patrones  ideológicos.
El Che Guevara la prohibió en Cuba, casi a principios de la Revolución.
Vance Packard, en su lapidario ensayo, Las Formas Ocultas de la Propaganda, le atribuyó casi todos los males del establishment yanqui.
Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse y, en general, varios de los integrantes de la Escuela de Frankfort la consideraban contraria a las teorías de Hegel, Marx y Freud, las cuales profesaban.
Armand Mattelart, otro camarada, la describió en su compilación, Mass Communication & Class Struggle (Comunicación y lucha de clases), como: La primera trinchera del capitalismo tras  la gerencia de producción.
A mi entender, Mattelart, quien fuera mi profesor de posgrado en Comunicación Social, inició en Latinoamérica la práctica de la chulería entre los regímenes y las instituciones comunistas o procomunistas, abriéndole el camino a personajes como su paisano por adopción Ignacio Ramonet, quien llevó la modalidad a niveles nunca alcanzados, al convertir a su pasquín Le Monde diplomatique en la apología perfecta del Comandante Presidente de Venezuela.
Mattelart y Ramonet perseguían objetivos semejantes al ensalzar a los regímenes de Salvador Allende y Hugo Chávez: costear la publicación de sus respectivos ladrillos y darse una vida imposible de lograr como modestos docentes o escritores de izquierda.
La Publicidad y la CIA
Otra crítica contra la Publicidad vino de una vertiente inesperada: la Agencia Central de Inteligencia de EEUU.
A raíz de la Guerra de Corea y a causa de las declaraciones públicas de los oficiales estadounidenses, capturados en combate y prisioneros de guerra, la CIA se formuló la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que oficiales, formados en Annapolis y West Point, bajo el Código de Honor de Ivanhoe, puedan declarar contra de sus país, su Presidente y el juramento de fidelidad que le hicieron a la bandera?
La respuesta fue muy simple: ¡No es posible! Entonces, ¿por qué lo hacen? Porque les lavaron el cerebro.  ¿Y cómo se los lavaron? ¡Con técnicas subliminales!
He aquí la primera referencia histórica a lo subliminal, reforzada por el largometraje El candidato manchú, que casi le valió un Oscar a Frank Sinatra. Aunque no lo obtuvo, sí creó el mito que perdura hasta ahora.
Hoy se reconoce que ningún rehén, por bien formado que esté, puede resistir a la tortura moderna, y no hay organismo de seguridad que tome en cuenta  sus declaraciones.
Más bien, con quienes ejecutan misiones de alto riesgo, se acuerdan previamente códigos que les permitan enviar mensajes en situaciones críticas.
Sin embargo, para los críticos, la Publicidad subliminal se convirtió en un artículo de fe, y aunque para nada existe, la Ley Resorte –que regula los medios en Venezuela- la prohíbe expresamente y el graduando en Comunicación o Publicidad que no la mencione en su trabajo de grado, ¢raspao.
Ignorancia, inmadurez e incultura cupulares
Todas estas hipótesis, que nunca alcanzaron a graduarse de teorías, lo que revelan es la ignorancia, inmadurez e incultura, no de los pueblos, sino de sus dirigentes.
Ignorancia, porque a partir de John Watson, quien creó a la Psicología como una verdadera ciencia, al asignarle como objeto de estudio la conducta humana y que, asimismo, la introdujo al hábitat publicitario al final de la década de los años veinte del siglo pasado para explicar y entender las reacciones del consumidor, la Publicidad dejó de ser el mundo de, me hace tilín.
Inmadurez, pues pese a los avances increíbles en ciencia e infotecnología, la mentalidad del Siglo XXI vive todavía aferrada o los marcos referenciales del romanticismo, o cuando mucho, del modernismo, desconociendo por completo la misión de la especie a través conforme a su neurofisiología y su posible evolución -¿mutación?- según la física cuántica, y en sindéresis con los actuales cambios planetarios, meteorológicos y estelares.
Incultura, como una resultante de su ignorancia e inmadurez. Quien sólo utiliza la mitad de su mente pensante, tiene una visión tuerta de su existencia. Le resultaría imposible participar, por ejemplo, en una tormenta creativo o cualquier ejercicio sinérgico, donde está prohibido decir No, y sin más jerarquías que las derivadas del talento.
Reunión como sinónimo de improductividad
Es más fácil manejarse, para muchos, dentro de esas reuniones de gabinete que cuando el Comandante Presidente gozaba de buena salud presentaba en sus programas dominicales de televisión, que superaron las 7 y 8 horas, donde ejercía lo que para él resultaba la democracia participativa: Yo le participo que… Esas sesiones representan un testimonio de lo que no se debe hacer –ni en Publicidad ni en ninguna otra actividad económica-, ya que las respuestas arrancadas a la fuerza inexorablemente conducen a incumplimientos como los relatados por los micros Aunque Ud. no lo crea de Globovisión.
La importancia de los cara a cara en proyectos trascendentes
El otro aporte de la Publicidad en la formación de matrices opináticos fue la importancia de los cara a cara entre quienes toman las decisiones y quienes elaboran los mensajes –o creativos, como se les conoce en el argot-.
Alguien muy cercano a mi está involucrado en un proyecto trascendental para el futuro. Sin embargo, no comprende todavía que escribir o trazar sin conocer al decision taker es como dar palos de ciego, sobre todo sí, alrededor de éste, se ha creado una red de brand managers, que tienen el poder del veto –y lo emplean frecuentemente, para demostrar su jerarquía- mas carecen de la potestad de aprobar. Además, se sienten alter egos del jefe, y rechazan, a priori, todo lo que –suponen- a su superior le desagradaría.
Uno de los motivos que me indujo a dejar la Publicidad, una carrera a la cual le había dedicado más de 40 años, fue la consagración del brand management como procedimiento estándar del oficio, por considerarlo anómalo, perverso y, a la larga, totalmente improductivo.
Un sinérgico en la industria petrolera
El sinérgico, que vendría a ser lo opuesto, no sólo funciona en publicidad sino que ha demostrado ser exitosísimo en la industria petrolera.
Cuando PDVSA era meritócratica, Pequivén desarrolló un sistema para obtener más rapidez y mayor rendimiento en los proyectos multidisciplinarios. Se trataba de una especie de juego de video, cuyo medio ambiento reflejaba un pozo petrolero en exploración –u otro sujeto semejante-, al cual bajaban geólogos, ingenieros petroleros, informáticos y contadores para comentar sus experiencias y hallazgos provistos de máscaras que les permitían vivir la realidad virtual.
En lugar papeles, discursos, cifras, que cada especialista debía engullir y  metabolizar, esta forma de encarar los problemas permitió proveer soluciones eficaces en un santiamén.
Hoy en día se aplica globalmente, pues su inventora emigró a EEUU, y desde la academia la exportó al mundo entero.
Es importante que, quienes desean cambiar el estado de cosas existente, reflexionen sobre temas como los que aquí he abordado, y fábulas para mí muy esclarecedoras como el cuento de Pedro y el lobo, que no los vienen repitiendo tanto el gobierno como las oposiciones desde 1998. Por si llega el lobo.

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