El hombre que no quería ser
embalsamado
Mientras el Inmaduro
pronunciaba su discurso de inicio de campaña, ante el cadáver del ahora y para
siempre Insepulto, recibí una información de parte de mi amigo cumanés Rafael,
formateada en un video de Noticias 24.
Ayer se anunció la decisión
de embalsamar el cuerpo del mandatario para mostrarlo como pieza de museo, tal
como hicieron los comunistas con Vladimir Lenin, Joseph Stalin y Ho Chi Min, y
Juan Domingo Perón con su cónyuge Evita.
Tras la caída de la URSS,
la momia de Lenin fue retirada de su lugar de honor, la Plaza Roja de Moscú,
donde la gente hacia colas durante horas para verla de cerca por una mezcla de
curiosidad, morbosidad y ociosidad. Se puso de moda la balada, Natalie, donde se evocaban los amores de
una estudiante rusa con un extranjero, donde se mencionan la tumba de Lenin y el
chocolate del café Phuskin. Al cadáver de Stalin le sacaron desde que
Nikita Krushev se montó en el coroto.
El embalsamamiento de cuerpos
humanos fue acerbamente cuestionado por el propio Chávez, en agosto de 2009, cuando
prohibió que continuara en el Sambil una exposición con piezas reales
embalsamadas, que para él no era ciencia sino la manifestación de una sociedad
carente valores y respeto por la vida humana: Es el símbolo de la inmensa podredumbre en la que está la sociedad. Si
realmente son cuerpos humanos los que llegaron al país, estamos en presencia de
algo macabro. La gente paga para ir a ver un cadáver, por qué están insepultos?
–: fueron sus palabras exactas.
La mentira como constante
chavista
Pero del mensaje del
candidato castro comunista puede inferirse algo peor, y es la mentira con que
se ha cubierto todo el velatorio del comandante-presidente. Mentira pronunciada
con singular descaro y cinismo, ante los presidentes y mandatarios de 20 países,
numerosas delegaciones y los medios internacionales.
Aseguró el canciller Elías
Jaua que el evento de hoy no estaba
planificado, que ellos nunca apostaron a la muerte sino a la vida de Chávez. Y hete aquí la primera gran coba, porque sí
lo estaba, hasta el último detalle, y lo único que no requirió de previo ensayo
fue la actuación musical, pues estaba en el repertorio de los ejecutantes.
La segunda –la dijo Maduro- fue aún peor, que,
tras la capilla ardiente –extendida ahora por 7 días adicionales-, se procedería al embalsamiento. Falso de
toda falsedad, lo máximo que aguanta un difunto sin descomponerse –y eso cuando
ha sido previamente tratado ad hoc- son 72 horas, y después hay un proceso que
se tarda de 3 a 5 días para la fase definitiva o final. O sea que el tercio
estaba muerto y probablemente embalsamado antes de la fecha suministrada por el
gobierno.
La mentira como política de
Estado
Durante la llamada V
República, los funcionarios del régimen han probado hasta la saciedad su
vocación de mentirosos o mitómanos.
Cuando alguien miente,
sistemáticamente, demuestra que algo anda mal en su psiquis. Los mitómanos
mienten para construir una mejor imagen de sí mismos frente a la sociedad, sus
amigos o para conseguir lo que desean sin importar cuál sea el objetivo. La
mitomanía aparece en diversas enfermedades, particularmente en los trastornos
de la personalidad.
Los mitómanos mienten para
construir una mejor imagen de sí mismos frente a la sociedad, sus amigos o para
conseguir sus objetivos, sin que les importen los medios.
Esta patología ha sido
constante en la dictadura comunista de Cuba, donde se ha mentido y se sigue
mintiendo en todos los espacios disponibles, en lo pequeño y en lo grande:
desde las expectativas para la zafra azucarera hasta las causas para la condena
y ejecución del general Arnaldo Ochoa. Así que no es de extrañar que los
mejores discípulos venezolanos de los Castro Bros sigan tales lineamientos.
Especulaciones sobre para qué
mentir
Ahora, lo importante en
este momento no es el por qué sino el para qué la mentira, Y he aquí donde
no vale otra cosa que especular. Se me ocurren dos posibilidades:
Dentro de la torpeza que le
caracteriza, Raúl Castro –quien desconoce realmente la idiosincrasia del
venezolano- ha decidido meterle chola a fondo a la comunización de Venezuela.
De ahí que no sólo haya convencido al Inmaduro –cuya moral y luces parecen muy
escasas, y ha recomendado el show de las 12 de hoy, con todo y embalsamamiento,
para afianzar ante los medios que el gobierno títere es guapo y está apoyado.
La otra, se me ocurre, es
que este desgobierno se mantiene–como una corona dental que se me fracturó
recientemente- pegado con saliva de loro, que pese a las afirmaciones y
exhortos del Almirante en Jefe Diego Molero, Ministro de la Defensa, el
incondicional apoyo de las FFAA al ungido Maduro no sería tan incondicional
como la gente cree, y que, en cualquier
momento podría producirse algo que Rómulo Betancourt se preguntaba y se
respondía: ¿Hasta cuándo son leales los
militares? ¡Hasta el día que lo son!
Es por esto que, quizás, la
oposición tolerada decidió protestar contra la nueva medida anticonstitucional
del TSJ de nombrar presidente hoy a Maduro, no concurriendo al acto írrito
pautado para su juramentación.
En fin, que todo lo que ha
pasado hoy me recuerda, curiosamente, la inauguración del segundo mandato de
Carlos Andrés Pérez, donde acudieron Raimundo y todo el mundo. Y, dos meses más
tarde, se dio el Caracazo, o inicio de todos los males presentes.
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