viernes, 8 de marzo de 2013

Recordando al Caracazo


El hombre que no quería ser embalsamado
Mientras el Inmaduro pronunciaba su discurso de inicio de campaña, ante el cadáver del ahora y para siempre Insepulto, recibí una información de parte de mi amigo cumanés Rafael, formateada en un video de Noticias 24.
Ayer se anunció la decisión de embalsamar el cuerpo del mandatario para mostrarlo como pieza de museo, tal como hicieron los comunistas con Vladimir Lenin, Joseph Stalin y Ho Chi Min, y Juan Domingo Perón con su cónyuge Evita.
Tras la caída de la URSS, la momia de Lenin fue retirada de su lugar de honor, la Plaza Roja de Moscú, donde la gente hacia colas durante horas para verla de cerca por una mezcla de curiosidad, morbosidad y ociosidad. Se puso de moda la balada, Natalie, donde se evocaban los amores de una estudiante rusa con un extranjero, donde se mencionan la tumba de Lenin y el chocolate del café Phuskin. Al cadáver de Stalin le sacaron desde que Nikita Krushev se montó en el coroto.
El embalsamamiento de cuerpos humanos fue acerbamente cuestionado por el propio Chávez, en agosto de 2009, cuando prohibió que continuara en el Sambil una exposición con piezas reales embalsamadas, que para él no era ciencia sino la manifestación de una sociedad carente valores y respeto por la vida humana: Es el símbolo de la inmensa podredumbre en la que está la sociedad. Si realmente son cuerpos humanos los que llegaron al país, estamos en presencia de algo macabro. La gente paga para ir a ver un cadáver, por qué están insepultos? –: fueron sus palabras exactas.
La mentira como constante chavista
Pero del mensaje del candidato castro comunista puede inferirse algo peor, y es la mentira con que se ha cubierto todo el velatorio del comandante-presidente. Mentira pronunciada con singular descaro y cinismo, ante los presidentes y mandatarios de 20 países, numerosas delegaciones y los medios internacionales.
Aseguró el canciller Elías Jaua que el evento de hoy no estaba planificado, que ellos nunca apostaron a la muerte sino a la vida de Chávez.  Y hete aquí la primera gran coba, porque sí lo estaba, hasta el último detalle, y lo único que no requirió de previo ensayo fue la actuación musical, pues estaba en el repertorio de los ejecutantes.
 La segunda –la dijo Maduro- fue aún peor, que, tras la capilla ardiente –extendida ahora por 7 días adicionales-, se procedería al embalsamiento. Falso de toda falsedad, lo máximo que aguanta un difunto sin descomponerse –y eso cuando ha sido previamente tratado ad hoc- son 72 horas, y después hay un proceso que se tarda de 3 a 5 días para la fase definitiva o final. O sea que el tercio estaba muerto y probablemente embalsamado antes de la fecha suministrada por el gobierno.
La mentira como política de Estado
Durante la llamada V República, los funcionarios del régimen han probado hasta la saciedad su vocación de mentirosos o mitómanos.
Cuando alguien miente, sistemáticamente, demuestra que algo anda mal en su psiquis. Los mitómanos mienten para construir una mejor imagen de sí mismos frente a la sociedad, sus amigos o para conseguir lo que desean sin importar cuál sea el objetivo. La mitomanía aparece en diversas enfermedades, particularmente en los trastornos de la personalidad.
Los mitómanos mienten para construir una mejor imagen de sí mismos frente a la sociedad, sus amigos o para conseguir sus objetivos, sin que les importen los medios.
Esta patología ha sido constante en la dictadura comunista de Cuba, donde se ha mentido y se sigue mintiendo en todos los espacios disponibles, en lo pequeño y en lo grande: desde las expectativas para la zafra azucarera hasta las causas para la condena y ejecución del general Arnaldo Ochoa. Así que no es de extrañar que los mejores discípulos venezolanos de los Castro Bros sigan tales lineamientos.
Especulaciones sobre para qué mentir
Ahora, lo importante en este momento no es el por qué sino el para qué la mentira, Y he aquí donde no vale otra cosa que especular. Se me ocurren dos posibilidades:
Dentro de la torpeza que le caracteriza, Raúl Castro –quien desconoce realmente la idiosincrasia del venezolano- ha decidido meterle chola a fondo a la comunización de Venezuela. De ahí que no sólo haya convencido al Inmaduro –cuya moral y luces parecen muy escasas, y ha recomendado el show de las 12 de hoy, con todo y embalsamamiento, para afianzar ante los medios que el gobierno títere es guapo y está apoyado.
La otra, se me ocurre, es que este desgobierno se mantiene–como una corona dental que se me fracturó recientemente- pegado con saliva de loro, que pese a las afirmaciones y exhortos del Almirante en Jefe Diego Molero, Ministro de la Defensa, el incondicional apoyo de las FFAA al ungido Maduro no sería tan incondicional como la gente cree,  y que, en cualquier momento podría producirse algo que Rómulo Betancourt se preguntaba y se respondía: ¿Hasta cuándo son leales los militares? ¡Hasta el día que  lo son!
Es por esto que, quizás, la oposición tolerada decidió protestar contra la nueva medida anticonstitucional del TSJ de nombrar presidente hoy a Maduro, no concurriendo al acto írrito pautado para su juramentación.
En fin, que todo lo que ha pasado hoy me recuerda, curiosamente, la inauguración del segundo mandato de Carlos Andrés Pérez, donde acudieron Raimundo y todo el mundo. Y, dos meses más tarde, se dio el Caracazo, o inicio de todos los males presentes.

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