De la democracia a la Tanatocracia
…Y yo, que me figuraba el Paraíso
bajo la especie de una biblioteca…
Jorge Luis Borges
El libro, la lectura constituyen un
servicio público esencial para la
democracia
Gianni Vattimo
I
En Fahrenheit 451, Ray Bradbury visualiza a una sociedad futurista, cuyos bomberos no apagan fuegos sino queman libros. Se trata de una cruda crítica al macartismo, impuesto a los estadounidenses la década cincuenta del siglo pasado, cuando la búsqueda de un mundo feliz era el objetivo único, las opiniones políticamente incorrectas debían ser suprimidas y la prosperidad constituía el valor social supremo.
Según la Unesco, los volúmenes existentes en las bibliotecas públicas de un país deberían equivaler al número de sus pobladores.
En Venezuela, con más de 30 millones de habitantes, sólo hay 5 millones de libros, y van en descenso.
Entre 2007 y el 2008, el teniente Diosdado Cabello, gobernador castro comunista del Estado Miranda, ordenó limpiar las bibliotecas de 62.226 títulos.
En Carora, población agroindustrial del Estado Lara –que por más de 80 años mantuvo contra la corriente un diario local-, la alcaldía roja eliminó 300 libros. Igual sucedió en toda la geografía nacional, conforme al testimonio de Virginia Betancourt, ex Presidenta de la Biblioteca Nacional, quien debió proveer nuevamente a la Biblioteca de Guatire con las obras completas de su progenitor, el ex Presidente Rómulo Betancourt, extrañadas de los estantes por órdenes superiores.
Adriana Villanueva añade a lo anterior: No sólo las bibliotecas, librerías estatales y las ferias de libro están a la merced del proceso. Gracias a que los libros ya no están en la lista de prioridades de Cadivi, las librerías están desiertas, sobreviven con pasados inventarios, editoriales nacionales, con los libros más económicos que se consiguen en el mercado de habla hispana -en su mayoría best seller repudiados por quienes satanizan el capitalismo- y algunos libros importados con dólar del mercado paralelo tan costosos que sólo bolsillos holgados pueden adquirir.
La reactancia a la lectura no es exclusiva de los pobres. ¡Qué va…! Hace algún tiempo, en una revista publicitaria, el director general de una televisora declaró Que no tenía tiempo para leer.
Escuché más de una vez excusas similares, y se me intenta vender el argumento de que ahora la gente lee por Internet. ¿Y cómo saben dónde o qué buscar?, ¿y cómo encuentran los temas de su interés, si no es leyendo?
Si quienes ocupan la cima de la Pirámide de Maslow no quieren leer, ¿qué queda para quienes sólo pueden limitarse a solventar sus necesidades fisiológicas o higiénicas?
El tema de la ignorancia se empleó para descalificar a los mandatarios venezolanos, como, por ejemplo, José Antonio Páez y Juan Vicente Gómez. De Páez se dijo que carecía de cultura y refinamiento, poseía escasas luces y hablaba vulgarmente, aún en la compañía de las damas distinguidas. ¿Cómo sr podía creer en semejantes estupideces, cuando Páez dirigió una empresa agroindustrial en Argentina, cantó ópera en el Carnegie Hall de Nueva York y escribió su autobiografía?
A Gómez le llamaron analfabeta. Sin embargo, los estudios que siguió en Bucaramanga equivaldrían hoy a los de una Licenciatura en Administración Comercial. Gómez redactaba de puño y letra sus Mensajes a la Nación, como me lo demostró Pedro Manuel Arcaya, su Ministro del Interior y, asimismo, corrector de estilo. Ni Páez ni Gómez fueron personajes sin instrucción y, muy al contrario, dejaron más que evidencias de un conocimiento superior al de la mayoría de sus congéneres.
III
De manera que, según la jerga militar, los textos terminan sus días yendo Al frente o a la retaguardia. El proceso industrial les convierte en pulpa está expresamente cuestionado por el Protocolo de Kyoto, pues merma la capa de ozono. Pero aquí pareciera importarle a pocos que sus descendientes terminen sobreviviendo en un invernadero, no conozcan los glaciares de la Sierra Nevada y mueran de cáncer en la piel.
Entre las obras destruidas por Cabello se encontraba El Principito de Antoine de Saint-Exúpery, que no fue ningún oligarca sino un extraordinario explorador de los cielos, un valeroso aviador quien, pese a su minusvalía, murió combatiendo contra el III Reich. Un embajador ex oficio de Francia, a quien Venezuela le debe su primera aerolínea de bandera. Desde luego, para conocer la biografía de Saint-Exúpery, el narco teniente habría tenido que haberla leído.
El Estado sólo imprime adoctrinamiento ideológica y obras laudatorias a Chávez y su proceso, como los ladrillos de Eva Bollinger, del ex Comisario Político de la Cultura, Farruco Sexto, o del ex Fiscal General de la República, Isaías Rodríguez.
Lo poco de pensamiento libre que circula se debe a esfuerzos increíbles, como los de la empresa privada El Nacional, que publica libros de bajo costo sobre la historia del país, ensayos, finanzas, cocina, biografías y hasta discos compactos temáticos sobre el jazz y la música clásica, comercializándolos como fascículos. Mientras los textos apologéticos al régimen duermen el sueño de los injustos en las Librerías del Sur, la red de ventas oficialista, el grueso de los lectores se pelea en las exposiciones por los títulos que no ha podido conseguir: Me falta el 12 de The Economist, me quedé sin el CD de Brahms, mi mujer me mata si no llevo el Tomo 14 de gastronomía.
La situación descrita se corresponde con una realidad particular: no hay dólares para libros ni para papel que no sea el de periódico, controlado por la oligopólica estatal Alfredo Maneiro. Hay que importarlos con dólares Cúcuta o dólares SICAD, eufemismo empleado para definir el mercado negro de divisas que maneja Pdvsa, desde marzo de 2009, evidenciado gracias a escándalos de gran monta como el affaire de Rosemont Financial de Massachusetts, donde el indo venezolano Rama K. Vyasulu, arrestado en Miami, fuera acusado por la DEA del lavar 900 mil dólares del narcotráfico, y la bancarrota del Stanford Bank de Antigua, arca preferida por los bichitos para depositar sus ahorros.
IV
El término bichitos proviene de La Bicha,
que es como Chávez llamaba a la Constitución de Venezuela. Describe a
esa nueva clase o boliburguesía que rompe los récords latinoamericanos
en ventas de la cadena española de tiendas Zara, bebe escocés de 25
años, ocupa las clases ejecutivas de los vuelos internacionales, compra
de contado viviendas de lujo y se desplaza en Hummer y otros vehículos
de alto precio.
El proyecto de Chávez puede ser considerado como una Rebelión de las masas: Lo característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar su derecho a la vulgaridad y lo impone dondequiera. Como se dice en Norteamérica: ser diferente es ser indecente. La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, debe ser eliminado (José Ortega y Gasset).
O Cultura de la gota fría, según un vallenato popularizado por Carlos Vives: ¡Qué cultura, qué cultura va a tener/ un indio chumeca como Lorenzo Morales/ ¡Qué cultura va a tener…/ si nació en los matorrales…!
El pecado de Maduro no fue nacer en los matorrales, sino haberse quedado en ellos. Lo que acá se conoce como: Llevar el rancho adentro, en el cerebro.
De ahí que aquí sea aplicable el reverso de un famoso dicho: Este gobierno tiene el pueblo que se merece. Y también la dirigencia apropiada, según la satiriza el columnista Karl Crispín: Uno de los momentos más lúcidos Nicolás Maduro como Canciller fue cuando propuso unos cursos de cultura general para los asambleístas. ¡Qué de lagunas habría encontrado para haber sugerido tamaña propuesta que sospecho nunca se llevó a cabo. Porque de haberse hecho no se estarían cometiendo los dislates con que nuestro Poder Legislativo nos viene azotando [...] Definitivamente, no es fácil hacer concordar sujetos y predicados. Y si hay complementos, ¡qué enredo! De cuánto nos habríamos librado de haberse escuchado aquellas sabias palabras…
La destrucción de la llamada cultura burguesa no se limita al reciclaje de textos políticamente incorrectos o a la asfixia financiera contra los libreros y las editoriales independientes.
Pese a que los espectadores venezolanos pagaron en el 2008 dieciséis de los 40 millardos de bolívares destinados al cine nacional (bajo la forma de Impuesto de Lujo a la boletería), no se produjeron filmes ni en cantidad ni con calidad suficientes para justificar la subvención, según reveló Tulio Hernández: Apenas han transcurrido dos años de su apertura y ya puede decirse con certeza que la Villa del Cine es un fracaso. De cuatro producciones realizadas, incluyendo Miranda de Luis Lamata --se dice que la más costosa película del cine nacional- ninguna ha permanecido más de un mes en cartelera de las salas comerciales. El caso extremo es Comando X, que no resistió ni siquiera una semana, a pesar de que se trata de una película para burlarse groseramente de los venezolanos de oposición.
Quiénes han trabajado en la Villa cuentan, en voz baja por si acaso, que el lugar parece una comedia de equivocaciones. Películas que se extravían una vez concluidas. Otras que es necesario rodarlas de nuevo porque la imagen quedó fuera de foco. El edificio fue inaugurado cuando ni siquiera los baños estaban terminados, como sucedió durante el rodaje de El Caracazo. Las instalaciones tienen defectos técnicos, y hubo que remendarlos porque el ruido de la cercana autopista de Guarenas perturbaba las grabaciones. Y, para colmo de males, por órdenes del dadivoso Hugo Chávez, Danny Glover se quedó 18 millones de dólares para realizar un solo film extranjero; es decir, una cifra equivalente a lo que Cenac gasta en 3 años para financiar 15 filmes venezolanos.
Es la intención oculta que también ha privado en la confiscación del Ateneo de Caracas, la expulsión del ballet capitalino del Teatro Teresa Carreño y la dedicación casi a tiempo completo de este centro cultural y el Teatro Municipal al proselitismo castro comunista.
V
El plan de Chávez no fue copiar el Formato pravda de los medios cubanos. El vocablo ruso pravda se traduce como verdad al español, pero el periódico comunista era tan mentiroso, que los rusos optaron por darle un significado opuesto. En la URSS, pravda era sinónimo de mentira. Si un alguien llegaba curdo a casa y la mujer preguntaba: ¿Te pasaste de tragos?; el aludido respondía, Pravda!
La televisión cubana alterna soporíferos discursos con recetas en base a hierbas y cáscaras de huevos para mitigar el hambre sempiterna y excusas endémicas por el incumplimientos de la planificación.
La actitud de miles de televidentes cubanos, que escaneaban las frecuencias VHF para sintonizar Telemartí, recuerda a la de los vecinos del emblemático barrio El Carpintero de Petare, que optaron por un sistema básico de TV pagada, pese a que 35 dólares mensuales representan un porcentaje importante de sus ingresos, a fin de seguir sus telenovelas, programas deportivos y musicales, sin las frecuentes irrupciones de Maduro y otras amenidades producidas por el Ministerio del Poder Popular para la Desinformación y el Cinismo.
El proyecto con el resto de la televisión y radiodifusión de antena libre no difiere mucho del modelo implantado por Rafael Leónidas Trujillo en la República Dominicana durante su larga tiranía.
Trujillo fue uno de los mayores sátrapas del siglo pasado. Inauguró su mandato con el genocidio de más de 30 mil haitianos, para aterrorizar a sus conciudadanos. Logró un hermético control social e institucional. El empresariado, los militares, la Iglesia y la mínima cotidianidad estaban en sus manos, gracias al espionaje, la escuela y la vía comunicacional. En este último campo, fue el primer autócrata en desarrollar al máximo la televisión como caja de resonancia de su oprobioso régimen.
Presionó hasta la abdicación a los medios opositores, y creó otros para la tarea apologética. Al momento de ser ajusticiado, la República Dominicana contaba con 3 periódicos, 36 radioemisoras y 2 televisoras. Los contenidos giraban en torno al dictador y su gobierno. Había sólo 2 mil telerreceptores, y los radioescuchas eran constantemente vigilados para evitar que sintonizaran el exterior.
Pese a que el 70% de la población carecía de electricidad, desde el Palacio Radio Televisor La Voz Dominicana, que operaba una televisora, dos radioemisoras, un cabaret-casino y la única academia para formar locutores y talento artístico: se difundían 24 horas de programación, con equipos de tecnología punta y potencias que desbordaban hacia el resto del Caribe y el norte de Sudamérica. Únicamente se irradiaban comerciales de las de Trujillo o de sus amigos y sostenedores, los cuales difícilmente podían sufragar la inversión, el mantenimiento y el costo de funcionamiento del emporio comunicacional.
¿Qué llevó a Trujillo a invertir descomunales e irrecuperables sumas en La Voz Dominicana? Quizás la equivocada pero persistente idea que, dominando a los medios, dominaba un país.
Empero, el prototipo trujillano nunca murió. Fue copiado por Fidel Castro en Cuba y reeditado por el general Juan Velasco Alvarado en Perú (1971), además de repotenciado por Chávez en Venezuela con los satélites, la televisión por cable, la Ley Resorte y las emisoras comunitarias.
En el caso peruano, la Guardia de Asalto de Velasco tomó la totalidad de las instalaciones radioeléctricas del Perú, mediante un decreto que expropiaba el 51% del capital social de las televisoras y el 25% de las radioemisoras.
Genaro Delgado Parker, dueño y fundador de Panamericana Canal 13, la estación de mayor rating, rechazó la medida y se expatrió con su familia, en un autoexilio que se prolongaría por 8 años. Durante ese años, Panamericana fue manejada por la OCI, ente gubernamental, y Telecentro, también controlado por la dictadura.
El rating de la TV se fue en picada, y los peruanos colmaron las salas de cine y las librerías públicas mientras duró la dictadura militar castro comunista.
VI
1. La primera, o Revolución del Carbón y la Máquina de Vapor
2. La segunda, o Revolución del Petróleo y la Electricidad
3. La tercera, o Revolución del Silicio y las Redes Sociales
Durante la segunda, los nazis (apoyados en principio por El poder detrás del poder de las corporaciones trasnacionales) aplicaron la eutanasia para liberarse de los minusválidos, los judíos, otras razas consideradas como subhumanas y los opositores políticos.
María Teresa González Cortés (De mysterio mortis) relata que, cerca de Auschwitz, en la pared de hormigón de una escuela, fue hallada una botella contentiva de un singular mensaje: un manuscrito, fechado el 9 de septiembre de 1944, con los nombres, números y nacionalidades de siete prisioneros, cuyas edades iban de 18 a 20 años. La idea de dichos condenados es que alguien pudiera, algún día, saber que ellos vivieron, padecieron y sucumbieron en esos guetos que eran los campos de concentración.
La funcionalidad de los guetos nazis inspiró a otros gobiernos, durante la Guerra Fría, a reproducir estos modelos para extenderlo a sus estados. Iberoamérica fue una región ideal para el proyecto. Así surgieron las villas miseria de Argentina, las favelas de Brasil y los ranchos de Venezuela.
La próxima etapa, incubada y acelerada por la Revolución del Silicio, fue la creación de países guetos, de los cuales Haití y muchos otros países forajidos o fallidos en África y el Levante, son ejemplos claros.
Ahora bien, vale la pena preguntarse, ¿qué es un gueto, qué es un Estado gueto?
Voy a dar una definición propia: Un territorio, reducido o extenso, donde sus residentes no pueden, no saben o no quieren trabajar. Como sucede con los pedigüeños que creó Chávez y que, al presente, Maduro ya no puede mantener. Pero, que asimismo, moran en todos nuestras naciones.
En tales lugares priva, sobre todo, la tanatología, como ciencia que estudia los efectos que provoca la muerte. Dado que la tanatología inspiraba la política eugenésica de los líderes del nacismo, no cabe duda que la iniciativa de los jóvenes prisioneros de Auschwitz, al dejar sus nombres sepultados para la posteridad, era alimentar su sed de inmortalidad. Y, como asevera González Cortés: Desde el latido de unas vidas que por la fuerza eran apagadas, recogieron entre sus querencias más íntimas el anhelo no sólo de traspasar los muros carcelarios de la muerte, sino de romper los diques del tiempo.
La cuestión de la vida (sin que nadie lo esperara hace dos años) se ha convertido en la prueba verdadera para nuestra clase política dirigente, que se aferra (conforme a las instrucciones de La Habana) a la cultura de la muerte y que se basa en un modelo económico caracterizado por el descarte del capital humano en beneficio del poder bancario y financiero.
De allí las leyes que atentan contra la garantía de la identidad naciona pues consideran que el no es el delincuente si no la sociedad que debe ser castigada por los crímenes cometidos-
¿Cómo preservar la vida de un pueblo partiendo de la base de que asesinar es un derecho, como lo pregonaba Chávez, y lo aúpan la Fosforito y Maduro? Si se deja matar a los más débiles y desarmados, ¿cómo no a ser ejecutado quien, por pensar diferente, se le considera una carga molesta, personal y políticamente hablando?
Y si se acepta con las manos cruzadas el cambio de Democracia a Tanatocracia, por miedo a que el porcentaje de muertos suba un poco más entre los manifestantes que intentan, desarmados pero no pacifistas, acabar con el determinismo impuesto por el Foro de Sao Paulo, que Dios se apiade del alma del venezolano.
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