El lavado “a la suiza”
Luis García
Planchart
Muchos opositoras
inteligentes, entre ellas mis amigas Julieta y Lorena y mi prima María, están
convencidos que, al salir de este régimen, Venezuela recuperará, al menos, los
300 millardos que Jorge Giordani, ex Ministro de Economía, asegura que los
miembros de la nomenclatura y sus testaferros saquearon el tesoro.
Lamento diferir
de tan encantadoras damas, pero, como aseveraba mi difunto padre, Deseos no empreñan,
Como ha sucedido
en el pasado, habrá uno que otro saqueo, uno que otro difunto (que espero sea
entre los pranes y jefes de
colectivos) y otro que otro preso y mal recomendado; sobre todo los que
aparecen en las listas de la DEA, el FBI y la Interpol, que Barack Obama sabe
quienes son, pero aún no los identifica públicamente.
El país
terminará hecho escombros, tal como sucedió al final de la Guerra de la
Independencia y de la malhadada Federación, donde hasta un tátara de Hugo
Chávez, alias Maisanta, participó (decía el Comandante, antes de estirar la pata).
A lo mejor, como los castro comunistas de ahora, mató a unos cuantos pendejos,
se robó unas cuantas cabezas de ganado y pasó a la Historia convertido en
héroe, gracias a la desmemoria del pueblo.
Pero bueno,
regreso al tema de hoy.
¿Por qué creo
que los saqueadores escaparán con la cabuya en el pie?
Hay dos
periodistas que han hecho sendos trabajos de investigación, los cuales sólo
pueden ser calificados como excelentes: María José Arévalo Gutiérrez, redactora
de El diario judío y Javier del Pino,
locutor de la Cadena Ser y redactor del El País de España.
Arévalo inicia
su escrito con una oración del rabino Isaac Hintermayer pronunciada el 12 de
octubre de 1943 en Auschwitz: Nadie
ganará con nuestra muerte y con el criminal holocausto La historia tendrá que
hacer justicia por el genocidio cometido contra el pueblo judío.
Destaca la
periodista que hubo una razón adicional, aparte de su declaratoria de neutralidad,
para que Suiza no fuera invadida por Alemania durante la II Guerra Mundial.
De los judíos refugiados
en Suiza antes de la guerra, aproximadamente 30 mil fueron devueltos a sus
países de origen, tras ser desfalcados por la banca suiza, incluso a subastó
sus cuadros y títulos de acciones a precios de gallina flaca.
El destino de
dichas cuentas tras la guerra fue un auténtico negociado. A los deudos las
víctimas del holocausto les exigieron certificados de defunción, aún sabiendo
la imposibilidad de lograrlos, pues tales actas no eran expedidos en los campos
de exterminio.
Todo el oro
permaneció en los bancos helvéticos, y éstos destruyeron las evidencias y
pruebas relacionadas con su procedencia, para poder mandar a freír espárragos a
los reclamantes. A los bancos se unieron los abogados y contables de los
depositantes, convencidos que sus
clientes había fallecido.
Los banqueros negaron
todas las acusaciones en su contra, sosteniendo que desconocían el origen del ese
oro y que no era su responsabilidad averiguar la procedencia del mismo.
Los aliados decidieron
presionar a Suiza para que compartiera con ellos el botín de guerra, pero tal medida cayó en el presunto con la Guerra
Fría. Occidente necesitaba que Alemania Occidental lograra su milagro económico para restregárselo por
la cara a los incompetentes comunistas soviéticos; así como EEUU necesita ahora
que Cuba adopte el modelo capitalista
para poner orden en la pea a escala global.
Por su parte, el
periodista Javier del Pino publicó en El
País (17/04/05)
Una nota de
prensa, comunicando que 7 años atrás, un juez federal estadounidense
había concertado acuerdo entre varios bancos suizos y cientos de
familias judías para repartir una indemnización de 1.250 millones de dólares,
poniéndole fin a múltiples demandas que contenían una misma acusación: Dichas entidades trasladaron el dinero
ingresado por judíos a cuentas corrientes de los nazis.
El mismo juez,
Edward R. Korman, sentenció a favor los herederos de una familia austriaca la
mayor indemnización pagada hasta ahora: casi 22 millones de dólares para María
Altman, de 89 años.
La justicia estadounidense
(según Del Pino)demostró que baras instituciones financieras suizas,
especialmente el Credit Suisse Group y UBS AG, destruyeron los impresos y la
documentación de miles de cuentas de familias judías un proceso llamado arianización de las propiedad.
La actitud de
estas entidades fue, según el juez, deplorable: Se presentaron ante los judíos de Europa como un refugio seguro para
sus propiedades, pero los bancos suizos entregaron a los nazis esas propiedades
sólo para ganarse los favores de ese régimen, describe en la sentencia.
No creo que la banca andorrana sea más ética que la
suiza. Jordi Pujol cometió su primer desfalco contra la tesorería de la
Generalitat en 1989, aunque la sentencia lo absolvió el 29 de noviembre de ese
mismo año.
El video sobre
el testaferro de Rafael Ramírez, que rueda por las redes sociales y registra un
nota de TVE, expone que si un policía venezolano es comprable con 8 mil
dólares, el costo de un banquero es de 80 millones de euros.
Si la señora
Altman tuvo que esperar 53 años para recuperar su dinero, si todavía el año
pasado algunos judíos recibía compensación por sus parientes ejecutados y
desfalcados, ¿cuánto tendrá que esperar el pueblo de Venezuela para ponerle la
mano al botín acumulado en 18 años por los boliburgueses, los bolichicos y los
narcosoles? Y esto, siempre que no surjan terceros como, por ejemplo, un nuevo
gobierno en la vecina república, que incluya a las FARC, y diga: ¡Epa! Esa vaina de la coca es de Colombia.
Después de todo, aquí fue donde la produjimos.
Por lo cual, el
desgarrador llamado que hace ayer en La
Razón Jesús Petit Da Costa, Procédase
sin más demora a echar a Maduro, adquiere una relevancia absoluta. Para que
el lavado “a la suiza” de Venezuela no
se incremente exponencialmente en estos días de cambio.
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