La salida y la caída
Encuentros y desencuentros
Por primera vez todos los actores políticos de oposición
en Venezuela están de acuerdo con el diagnóstico situacional, el cual puede
resumirse así:
1.
El país esta inmerso en una situación
donde precisa ayuda humanitaria, sobre todo en materia de alimentos y medicinas
2.
Se requiere con urgencia un giro
económico de 180 grados para restablecer, al menos, los niveles existentes
antes de 1998. Para lo cual habría que desnacionalizar y devolver a sus antiguos
propietarios empresas entregadas a las comunas que hoy ni producen ni se
reproducen, así como entre 300 y 500 mil hectáreas donde sólo crece la mala
hierba. La canasta básica se ubica en 158 mil bolívares, y el salario mínimo en
11 mil
3. Ese giro no es posible al presente,
porque Maduro, su nomenclatura y los enchufados obedecen, directa o
indirectamente, órdenes de los hermanos Castro; quienes ejercen el poder real
en Venezuela. Y ellos, hasta que no se inicie el proceso de apertura que
volverá a convertir a Cuba en el burdel de EEUU, siguen contando con los 100 mil
barriles de petróleo que les envía PDVSA y los negociados de triangulación de
bombillos, cédulas de identidad, pasaportes y un sinnúmero de artículos que
antes o se producían aquí o se importaban a precios mucho más competitivos
4.
Maduro no va a renunciar porque sus amos
foro paulistas y sus compinches narco malandros se lo prohíben
5.
Para acallar a los militares, el
gobierno les entrega el fondo de la olla, que debe estar ahuecada por los
raspados. Así, mata a dos pájaros de un tiro: Dado que PDVSA, Ferrominera y
otras empresas del Estado son inauditables, se las saca de la manga; para
cuando venga la rendición de cuentas, Rafael Ramírez y Compañía no será la
culpable del saqueo, si no los oficiales que guisaron después,
Al
llegar a este punto es donde los senderos se bifurcan.
La pérdida de identidad nacional
Según
la MUD, hay que seguir explorando los caminos de la no ruptura del hilo constitucional,
aunque los castro comunistas y narcomaduristas de limpien sus traseros con la
Carta Magna.
Para
la derecha extremista, en la cual yo milito y a mucha honra, la espera no tiene
sentido; pues no se trata de propiciar una salida, si no de empujar para lograr
una caída.
Durante
la llamada IV República, su dirigencia cometió numerosos errores. Uno de ellos,
quizás el mayor, fue dejar incrustados en la FFAA a los oficiales comunistas
involucrados en los fallidos golpes de Estado denominados el Porteñazo y el Carupanazo. De ahí salió el Mayor Izarra, profesor de marxismo, que
adoctrinó a Chávez y otros conjurados destinados a asaltar el poder en el
futuro.
El
otro error fue la pérdida de nuestra identidad, merced a la importación de mano
de obra para la construcción de la Gran
Venezuela y otros proyectos sauditas.
De ser un país tolerante, abierto a las
corrientes universales del conocimiento, con una visión de futuro; pasamos a
ser lo que Diego Arria definió en su campaña turística como Paisajes y Rutas
Los
migrantes que vinieron durante esas décadas provenían de naciones donde la
diferencia entre pobres y ricos no sólo resultaba abismal, si no abyecta. Donde
si carecías de dinero, te quedabas analfabeto, sobrevivías a la enfermedad
gracias a tu propia defensa, tu régimen alimenticio estaba prácticamente desprovisto
de prótidos y lípidos.
Esa
inmigración colapsó a los servicios públicos subvencionados oír el Estado
(alimentación, educación, salud). Y, además, un lumpen proletariado que odiaba
a la clase media emergente venezolana, pues la identificaba con los ricos que habían expoliado a sus
ancestros durante 500 años.
Esa
masa tierrúa fue la que llevó y mantuvo
a Chávez en el poder.
Me
he extendido sobre el reciente devenir para que mis seguidores entiendan por
qué, aunque resultaría deseable un cambio constitucional, pacífico y
democrático, es muy poco probable que así se dé. Y que mientras más tiempo se
pierda en la salida, y más se evada la caída; más le costará a ésta y a las
futuras generaciones recoger y enterrar los escombros y reconstruir a
Venezuela.
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