miércoles, 15 de febrero de 2017

Crímenes imperdonables

Ni llevo a Juana ni llevo a Lola
cuando florezcan las amapolas.
Olelolay, lelolay,
cuando florezcan las amapolas.
Luis Kalaff: Cuando florezcan las amapolas


Narcotráfico y terrorismo
Hay dos crímenes que, ante los ojos del pueblo estadounidense, no tienen perdón de Dios: el narcotráfico y el terrorismo. Cuando hablo del pueblo estadounidense, me refiero a la mayoría de los ciudadanos de  esa nación, y no a las minorías que protestan en las calles u opinan en los medios. ¿Por qué me parece necesario aclarar? Porque, con la reciente victoria y acceso al poder del Presidente Trump, hay muchísimo ruido mediático que pareciera extender sombras sobre la verdad verdadera.
Durmiendo con el enemigo

El Chapo Guzmán esperando su cadena perpetua 
Vamos al primer crimen, el narcotráfico y sus colaterales.
A quienes en EEUU viven apegados a los valores familiares, religiosos y comunitarios, el narcotráfico les parece horripilante y despreciable pues, por lo general, se rehúsan a aceptar que el origen del mal es la narcoadicción, la metástasis que convive con ellos desde la Guerra de Secesión, creció en los fumaderos de opio durante la Conquista del Oeste, se potenció durante la guerra de Vietnam –cuando muchos de los combatientes regresaron con el vicio a cuestas– y hoy afecta a un 20% de la población unos 60 millones de consumidores que habitualmente ingieren marihuana, cocaína, crack, heroína y/o alucinógenos sintéticos–.
Por eso, cuando Maduro se refiere a la Oficina para el Control de Bienes Extranjeros –OFAC– del Departamento del Tesoro como una oficina burocrática más del Ejecutivo de EEUU, está más pelado que hueso en sabana.
La imborrable memoria visual de las Torres Gemelas


Ésta es la imagen de los "milenios" de EEUU, cuando les mientan Hezbolá 
El otro crimen imperdonable, el terrorismo, figura en la memoria visual de millones de estadounidenses como un miedo absoluto ante el atentado y la caída de las Torres Gemelas de Nueva York (11/09/2001), suceso similar al que vivieron sus abuelos y padres tras el bombardeo de Pearl Harbor (07/12/1941). La figura histórica más aborrecible para la generación del milenio es Osama Bin Laden, y la organización terrorista más despreciable Al Quaeda.
Por analogía, cualquier líder y organización que se les parezca, cualquier acto que evoque lo sucedido en EEUU el 11-S, doquiera éste se lleve a cabo, renueva el miedo, la rabia y el dolor de esa fecha aciaga. Por eso, Hezbolá (Partido de Dios) es considerado, tanto en EEUU como en la Unión Europea como una organización terrorista, criterio compartido también por Australia, Canadá, Bahréin, Egipto, el Consejo de Cooperación de los Estados Árabes del Golfo, Francia, Reino Unido, Israel y Países Bajos. Hezbolá recibe armas, capacitación y dinero de Irán, y opera con el visto bueno de Siria desde el final de la guerra civil de ese país.
¿Un nuevo “Rey del Machete”?

Tras 25 años en chirona, Noriega llegó a Panamá pidiendo cacao 
Para poder combatir al narcotráfico, el gobierno estadounidense creó a la DEA, sin relación alguna con la CIA –la cual estuvo empastelada en narcotráfico durante las confrontaciones en Vietnam y Nicaragua–, dependiente directamente de la Secretaría del Tesoro, y cuyos reportes llegan directamente a la Presidencia de la República.
La llamada Lista Clinton que elabora la OFAC es, en realidad, una colección de expedientes, donde el más reciente de los publicados denuncia al Vicepresidente Ejecutivo de Venezuela, Tarek El Aissami, como narcotraficante y ficha de Hezbolá –él mismo se declaró hace unos años, durante un mitin en el Líbano como hijo del Partido de Dios–.
En un capítulo anterior de la Lista Clinton también figura el expediente de alias El Pollo Carvajal, ex director de Inteligencia Militar y actual diputado del Polo Patriótico a la Asamblea Nacional, quien escapó por un pelo de ser aprehendido por la DEA en Aruba, gracias a las intervención directa de la Corona Holandesa, presionada a su vez por la petrolera Royal Dutch Shell.
John E. Smith, director de la OFAC, aseguró que la decisión de poner en evidencia a  El Aissami, fue el fruto de una investigación de varios años. Según Smith, El Aissami controló el envío grandes cargamentos de drogas desde Venezuela, y proporcionó apoyo a varios traficantes–: En concreto, recibió coimas para facilitar el tráfico de alijos del delincuente Walid Makled García […] También El Aissami se involucró en los envíos de drogas al violento cartel mexicano “Los Zetas”, e igualmente en la protección del capo narcotraficante colombiano Daniel Barrera Barrera y del narcotraficante venezolano Hermágoras González Polanco.
La OFAC también aseguró que El Aissami controlaba aeronaves cargadas de cocaína que despegaban desde una base militar en Venezuela, y  las rutas marinas usadas para los mismos fines desde varios puertos del país–. En varias ocasiones supervisó cargamentos de más de una tonelada, incluso algunos de ellos destinados a México y EEUU, y fue uno de financistas de dichos cargamentos–: informó.

Frente a la gravedad de las acusaciones, no provenientes de la antigua administración del presidente Obama –como sostiene Maduro en defensa de El Aissami–, sino de expedientes sustanciados desde el primer mandato de Bill Clinton, el régimen se hunde más, ante los ojos del mundo, en el pantano de los países forajidos. Si la acusación fuese incierta, El Aissami debería poner su cargo a la orden –el que no la debe, no la teme–, y dejar que se le investigara. Caso contrario, mientras el general Padrino prepara su guerra asimétrica, al estilo de Ortega en Nicaragua, al final no será únicamente El Aissami a quien, eventualmente, le juzgarán y, seguramente, condenarán como sucedió Manuel Antonio Noriega, El Rey del Machete; sino que le acompañarán Maduro y otros miembros de su cohorte cívico militar, por cometer directamente y/o ser encubrir estos crímenes imperdonables.

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