Elogio a la pobreza como política institucional
Es un secreto a voces: Si la humanidad se propusiese como objetivo
que todos tuviésemos la calidad y estilo de vida del llamado sueño americano, en el supuesto negado
de que la población no creciera más allá de 8 millardos de habitantes, se
necesitarían los recursos naturales de 5 planetas como la Tierra para poderlo
lograr.
La receta árabe:
Repartirle a todos por igual
Emir de Dubai: De 5 a 10 mil dólares mensuales sin hacer nada a sus súbditos
En otras palabras, acabar con
la pobreza mundial resulta ilusorio, elevar el ingreso de los pobres sólo
es posible en EEUU y algunos países del Primer Mundo, así como en naciones
tribales como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes, donde una porción
significativa de los beneficios petroleros se reparte igualitariamente entre sus
ciudadanos por el mero hecho de serlos, y sin demandar contraprestaciones a
cambio. Hablo hablando de sumas mensuales que oscilan entre 5 y 10 mil dólares
estadounidenses per cápita.
La receta sueca:
El modelo de Bernardotte
En la Unión Europea la inclusión social es diferente. El Estado actúa
según el modelo creado por Jean-Baptiste Bernadotte, coronado Rey de Suecia y
Noruega como Carlos XIV, y que puede resumirse así–: Tanto mercado cuanto sea posible, tanto Estado cuanto fuere necesario.
Bernardotte fue plebeyo en su infancia, revolucionario durante sus
mocedades y mariscal de Francia justo al perder el bozo. Hizo que le eligiesen Rey
en su nación adoptiva, y creó uno de las naciones socialmente más equitativas y
tecnológicamente más avanzadas del mundo.
Suecia fue, por siglos, un Estado militarista, ocupado en conquistar tierras
vecinas, hasta que el ejército ruso de Alejandro II conquistó Umeå, a 150
millas de Estocolmo, derrotó a los descendientes de Eric El Rojo y les hizo
firmar una paz infamante, que incluyó la pérdida de Finlandia y de las islas
Aland, habitadas por suecos desde tiempos inmemoriales.
El responsable del desaguisado fue Gustavo IV, un monarca chauvinista,
avaro y supersticioso, que consideraba la Revolución Francesa como un insulto moral, proscribió a los
enciclopedistas e identificó a Napoleón como El Anticristo.
El reyecito no comprendió que, al haberse mudado la capital imperial
de Moscú a San Petersburgo y fundarse Kronstad sobre el golfo de Finlandia,
Pedro el Grande había colocado el filo de su espada sobre la yugular sueca.
Visto su pobre desempeño, el alto mando defenestró a Gustavo IV, en
1809, y colocó en el trono a su tío, Carlos XIII, un anciano sin hijos.
Napoleón
destierra a Bernardotte
En 1809, Napoleón envió al exilio dos de sus cortesanos más queridos
y temidos: Paulina -–su hermana–, ninfómana incurable cuyos escarceos eran la
comidilla de todo París, y Bernardotte, empeñado en moverle el piso.
Bernardotte nació en Pau, Francia, en 1763. Napoleón le ascendió a general,
en 1804, y, posteriormente a mariscal. Se destacó como estratega en Austerlitz,
Austria, en 1805, donde obtuvo el título de Príncipe de Pontecorvo. Venció a
los prusianos, en varias batallas, entre 1806 y 1807.
Bernardotte arribó a Suecia el mismo año de su destierro. La anomia
política generada por la destitución de Gustavo IV facilitó –mas no puede
explicar– su ascenso meteórico al poder, pues, a finales de 1810, ya era
Ministro de la Guerra, y, en 1818, fue coronado Rey.
Durante su breve período como príncipe heredero, se negó a implicar a
Suecia en los planes de Napoleón contra Gran Bretaña. Después, combatió a sus
propios paisanos y les venció en Leipzig, en 1813. Obligó a Dinamarca a cederle
Noruega, en 1814. Para derrotar a Napoleón, se alió con los rusos. Después de
vencer al Mariscal Ney –su maestro en el arte de la guerra– en Leipizig, en 1813,
lejos de regresar a París, se fue a Copenhague, donde volvió a imponerse sobre
los franceses en 1814.
Gobierno oligárquico,
próspero y pacífico… ¡de inclusión social!
Jean-Baptiste Bernadotte, fundador de la nueva dinastía sueca
Su reinado fue próspero y pacífico. Fundó de la familia real sueca
Bernadotte, en compañía de su cónyuge, la Reina Desirée –hija de un próspero
comerciante marsellés–. Hizo un gobierno oligárquico, conservador, de derecha; pero
pacífico, tolerante y de gran progreso para la mayoría de sus conciudadanos.
No se inspiró para nada en la Revolución Francesa ni en el reparto de
tierras a los pobres –medida que acabó con la productividad agropecuaria y
causó hambruna endémica en Francia, el país con la capa de humus más profunda
del planeta–; sino que se basó en la Revolución Industrial, que duplicó la
esperanza de vida y le brindó la medicina, el transporte y el confort de hoy.
En 1822 decretó la gratuidad y obligatoriedad de la educación, extendida
hasta la universidad, pero sólo para quienes mantuviesen promedios de
excelencia –mientras menos inteligente o más flojo fuera el alumno, más pagaba
por su instrucción–. Captó a los mejores científicos y humanistas de Europa,
instalándoles en Upsala, la primera ciudad universitaria del mundo. Para
enfrentar a la subversión, reenfocó su prioridad en el auxilio social, creando
el Estado de bienestar, una política
que se mantiene hasta hoy y ha sido adoptada por el resto de los miembros de la
Unión Europea.
Estas iniciativas no sólo le ofrecieron a Suecia ciencia y tecnología
para el futuro, sino que la hicieron una
de las naciones más avanzadas del mundo, donde prevalecen desde entonces la
justicia, la democracia y el respeto a los derechos humanos.
A la muerte de Bernardote, le sucedió su hijo, Oscar I quien,
motivado por el gap generacional, fue hechizado por las sirenas del
liberalismo. Oscar cerró las cooperativas artesanales y agrícolas y las
reemplazó por cámaras de industria y comercio, permitió la libre importación y
disminuyó los gravámenes al comercio, creó el IVA y decretó la economía de
mercado.
Entre 1866 y 1900, la aplicación a ultranza del economicismo generó una
estanflación pavorosa, cuya consecuencia directa fue el éxodo de 850 mil
jóvenes –1/5 de la población total–, que migró para subsistir, especialmente a
EEUU. Tras casi un año de confrontaciones, Oscar rectificó y enderezó el rumbo económico.
A comienzos del siglo XX, Suecia volvió al boom y, pese a que la
crisis de los años treinta la afectó, fue uno de los primeros países en salir
de ella, gracias a su neutralidad, autosuficiencia alimenticia, demanda mundial
por sus inventos, patentes y productos de alta calidad y democracia modelo
.
El milagro sueco
Pese a que sólo cuenta con poco más de 500 mil cuadrados e extensión
– la mitad de Venezuela– y menos de 9 millones de habitantes, Suecia ha
desarrollado durante el Siglo XX inventos, innovaciones y cultura a granel. La
siguiente lista una pequeña parte de dicho legado:
Ciencia
Escala de temperatura del sistema métrico decimal, Anders Celsius;
Dinamita – TNT– Alfred Nóbel; taxonomía de las especies, Carl von Linné;
Bioquímica de los alimentos, Theodor Svedverg; exploración, clasificación
mineralógica y levantamiento topográfico
del Ártico, Nils Nordenskiold; radiotelefonía y telecomunicaciones, Lars Magnus Ericsson.
Artes
Grupo Abba: Cool–pop para el mundo
Música popular, Grupo Abba; dirección cinematográfica; Ingmar
Bergman; actuación, Greta Garbo, Ingrid Bergman y Max von Sydow; literatura,
Astrid Lindgren y Selma Lagerlöf.
Deportes
Björn Borg, Stefan Edberg y Mats Wilander, tenistas; Ingemar
Stenmark, Gunde Svan, esquiadores; Sven Göran Eriksson y Gunnar Nordahl,
futbolistas.
Tecnología
Prototipo lancha Lexus 2017, con patas marinas Penta Volvo
Brazo que transforma cualquier motor en marino, motores de la NASA
para la exploración del espacio Volvo, turbinas y estándares de mantenimiento
para la aviación civil y la flota militar de la NATO, Volvo; carros que ruedan 300
mil kilómetros sin rectificación y motores que funcionan con hidrógeno, Saab;
muebles modulares de teca, IKEA.
Gastronomía
Aguardientes 100% libres de tóxicos – aquavit y vodkas –; Absolut; el
buffet que se sirve en todo el mundo –smörgåsbord
o plato nacional sueco–, barbacoa –inspirada en el asado de los asaltantes de caminos–; piscicultura de salmones,
truchas, lisas y arenques para su producción; elaboración y conservación de carne
de cerdo.
Asimismo, lanzamiento de los Premios Nóbel, la liberación sexual
femenina y la igualdad de oportunidades de trabajo por género.
Si Jean-Baptiste y su esposa, la Reina Desirée –hija de un comerciante
marsellés de textiles– doquiera se encuentren, pudieran regresar al ahora,
conocer a sus descendientes y ver lo que Suecia ha logrado, con tan poca gente
y a tan breve plazo, se llenarían de orgullo y gozo, recordando como la mejor
decisión del Mariscal fue envainar la espada, haciendo el amor y no la guerra.
El inservible y
bochornoso populismo
Evita y Juan Domingo: Precursores de Hugo Rafael y Nicolás
En lugar de hacer como los árabes y los suecos, la Inquisición y los
movimientos marxistas y populistas, decidieron mantener el oprobio y la
vergüenza de la pobreza para adquirir poder y atesorar riquezas.
A tal efecto los jesuitas, insignes docentes y catequizadores, fueron
expulsados de España y sus dominios coloniales por negarse a esclavizar a los
aborígenes y considerarlos como súbditos del Rey de España. La Inquisición sólo
permitió en América que los españoles y criollos encumbrados tuvieran acceso a
la educación.
En la URSS, más allá del primero y segundo niveles, la formación
superior se dividió en dos categorías: una, científica y tecnológica, reservada
a la élite conformada por los hijos de los militantes comunistas más
destacados; otra, para desarrollar comisarios y propagandistas políticos. La
ciencia y tecnología soviética se consagró, después de 1945, a la invención y
fabricación de recursos para liderar la carrera armamentista a EEUU.
Otros populistas, como los latinoamericanos, crearon una población gigantesca
de pedigüeños que, a su vez, promovió el éxodo campesino y la formación de
villas miserias en los márgenes metropolitanos. Así surgió el fenómeno
antropológico y sociológico del marginal,
sin familia, sin ley y con exigua o ninguna educación. Eva Perón consiguió el
apoyo para su movimiento, el justicialismo, y para su marido, entre los descamisados. Hugo Chávez hizo lo mismo
para su Socialismo del II Milenio –o comunismo de la IX Internacional, o Foro
de Sao Paulo– invitando a los marginales a robar para obtener lo que
necesitaban y, una vez en el poder, echándoles los restos del festín de la
cúpula . Además, tuvo el tupé de asegurar, mientras él y su familia
se llenaban los bolsillos a reventar con el saqueo a la botija, que, según el
cristianismo–: Ser pobre es bueno, ser
rico es malo.
Creo que, en estos momentos de cambio, es preciso que revisemos los
conceptos de culpabilidad con los cuales nos criaron. Sobre todo el de la
bondad de la pobreza. Ser pobre no tiene nada de bueno, es una indignidad, una
debilidad extrema la cual se aprovechan quienes quieren empoderarse
rápidamente, llámense religiosos o demagogos. Desde aquí, rechazo y denuncio al
elogio a la pobreza como política institucional.
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