En la Historia Universal, la Edad Moderna –cuyas consecuencias todavía impactan al mundo contemporáneo-, aparece determinada tres acontecimientos muy particulares y hasta contradictorios: La caída de Constantinopla en manos de Mohamed II (1453), el ascenso de Lorenzo de Médicis como Regente de Florencia (1469) y el descubrimiento del Nuevo Mundo por el genovés Cristóbal Colón(1492), bajo el patrocinio de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla.
Sentido y vigencia del Renacimiento
Conducido por El Magnífico, el espíritu renacentista cubrió toda Italia y de la sabiduría y desempeño de este caballero se desprendieron tres ideas básicas para el buen gobierno que aún siguen vigentes: No hay desarrollo posible sin una buena gestión administrativa –Lorenzo, además de político y estadista, era un banquero muy capaz y nada corrupto-; el dinero no debe ser empleado para comprar voluntades sino para formar líderes en Arte y Ciencia, independientemente del origen socioeconómico de los candidatos; los pueblos ocupados en luchas intestinas son víctimas, inevitables, de la decadencia, pues el progreso requiere el acuerdo previo de todos los estratos sociales.
Lamentablemente, el señor De Médicis no tuvo la fuerza ni la vida suficientes para persuadir al resto de los italianos del imperativo de unirse entonces bajo el propósito de crear un Estado Moderno. Sicilia, cuna de Arquímedes y del teatro griego, terminó siendo propiedad de la Cosa Nostra. Y el reinado de Víctor Emanuel II acabó con la derrota y el linchamiento de Benito Mussolini.
Cuando España se volvió El Imperio
Mas la concepción de Lorenzo se trasladó a Iberia, donde los Reyes Católicos la pusieron en práctica, a su manera, claro está, pues si no habrían dejado de ser españoles. En el mismo año del Descubrimiento, expulsaron de sus dominios a los judíos –a quienes percibían como competidores en la cumulación de riqueza-, y conquistaron Granada, el último bastión islamista en España. En 1767, también botó a los jesuitas: El Imperio no toleraba discrepancias sobre la grandeza de su visión y misión planetarias
Hoy conocemos una España radicalmente distinta a la del Siglo XV: democrática, permisiva, con playas nudistas, matrimonios gay y chismorreos sobre los ricos y famosos en programas y revistas del corazón
Mas no siempre fue así.
Para cohesionar sus conquistas territoriales y unir a la diversidad étnica bajo una misma religión y un solo idioma, Fernando e Isabel buscaron el apoyo de la Iglesia Católica, que impuso el ascetismo sobre el hedonismo y el dogma sobre la razón , reforzándolo con el terror al Tribunal del Santo Oficio-; y, por el otro, dio nacimiento al discurso de doble moral: Haz lo que predico, no lo que hago.
Si alguien se irrita por la anterior afirmación, le recordamos que el manuscrito de cabecera de Isabel La Católica no era el Catecismo, sino El libro del buen amor del Arcipreste de Hita, el cual se trata cualquier tema menos del celibato. Y que el comportamiento sexual de los grandes y pequeños de España siempre fue opuesto a las reglas anti-concupiscentes de la Iglesia.
Al respecto de los grandes, vale la pena referirse a La maja desnuda de Goya, o leer los pecados carnales de la última Duquesa de Alba, que reporta todas las semanas la Revista Hola.
Y, acerca de los pequeños, estudiar el censo levantado por Fray De Oviedo y Baños, donde denunciaba cómo centenares de curas mal vivían con las aborígenes en la América Colonial. Pese a lo cual, la alianza estratégica entre la monarquía española y el Vaticano funcionó hasta bien entrado el Siglo XX.
El sexo de los Ángeles
De la caída de Constantinopla, sólo queda un mal sabor. La Ruta de la Seda quedó truncada en Bizancio, y no sólo se interrumpió el comercio internacional entre Oriente y Occidente, sino el intercambio de ideas, lo cual sometió al planeta a una lobotomía global que duró tres milenios.
Mientras los teóricos del último Imperio Romano dedicaban su tiempo a discutir sobre si los ángeles eran o no sexuados, y, en caso afirmativo, si éste sería femenino o masculino, las huestes de Mohamed II afilaban sus cimitarras y se aprestaban a destruir a la Cristiandad en el Levante. En vano solicitó Constantino II la ayuda de Italia, porque a los bizantinos los consideraba el Papa algo así como católicos de segunda.
Los zamuritos mediáticos
Estos hechos deberían servirnos a los venezolanos de hoy para reflexionar y recapacitar sobre la tragedia que vivimos en la actualidad, y las pocas posibilidades con las cuales contamos para salir de ella.
Algunos se irritan porque en este blog hacemos hincapié en los desatinos de la oposición que en los del gobierno. Entre ellos, Teodoro Petkoff, quien define a quienes no escriben -¿piensan...?- como él: zamuritos mediáticos.
Petkoff tiene el derecho a pensar comoquiera , y además cuenta con un medio donde pontificar, en primera página y cuatro veces por semana. Otros sólo disponen de tal privilegio una vez cada siete días, y en un espacios muy limitad, porque el papel es muy costoso. A muchos sólo nos queda la trinchera informática, no remunerada y levantada con harto esfuerzo y gran imaginación. Pero todos, sin excepción, poseemos el mismo derecho del director-editorialista de Tal Cual, la posibilidad de disentir como y cuando lo creamos conveniente.
Percibimos que la Mesa de la Unidad se comporta como los retóricos de Bizancio. Hay casos de anteojito en los cuales ni siquiera debería perderse un segundo de saliva. El de Enrique Mendoza, líder popular a quien Miranda siempre vio con el pantano al cuello en las chiquitas, frente a Julio Borges, un fenómeno mediático –y antipático, como lo adjetivan algunos conocidos-. El de María Corina Machado, que se fajó como una macha por los derechos de los electores. El de Goyo Graterol. El de Yon Goicochea.
¿Qué vaina es esa de actuar como si el adversario fuese un demócrata, cuando lo que nos jugamos es la suerte de la República contra un militar comunista, convicto y confeso? ¿Hasta cuándo seguir dándole consejitos para que recapacite y rectifique, si su discurso y praxis por más de 11 años demuestran que la jodienda no tiene enmienda?
Lo importante es definir objetivos, metas y estrategias, no para colocar a unos cuantos en la Asamblea, sino para cobrar los votos –sean cuales fueron los resultados del CNE- y, sobre todo, para ponerle punto final y constitucional a la destrucción de Venezuela.
Como bien dice Martha Colomina, refiriéndose al lanzamiento durante dos días consecutivos de las nuevas juventudes hitlerianas –llamadas guerrillas comunicacionales- y las nuevas Fuerzas de Asalto –denominadas milicias populares-, ¿a cual soberanía se refiere el juramento de ambos grupos? ¿A la económica, entregada por Pdvsa a China y Rusia? ¿A la política, en manos de 70 mil cubanos fidelistas? ¿O a la territorial –añadimos nosotros-, compartida con las narcoguerrillas, sus aliados terroristas transnacionales y compinches locales en el comercio ilícito y el crimen organizado?
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