La nuez de Sebastián
En una nota de última página publicada en Tal Cual (23/04/10), Sebastián de la Nuez pone el dedo en la llaga al apuntar la profunda crisis profesional y ética por la cual atraviesan los medios masivos y los periodistas, en Venezuela y el mundo, pero que en nuestro país adquiere relieves muy singulares.
Recuerda de la Nuez a Alfredo Peña y José Vicente Rangel en sus buenos tiempos, antes de que la injuria y el vilipendio pudieran hacerles mella, vivían de lo que decían –y de lo que omitían-, sin que sus denunciados pudiesen apelar a la réplica para defenderse.
No menciona a otros colegas, que también se valían de dichas artimañas porque, porque circunstancialmente, perdieron sus espacios. se encuentran hoy en oposición o francamente perseguidos por el régimen.
Desvela De la Nuez a ciertos formadores de opinión, que disponían entonces de una licencia tipo James Bond, no para matar, sino para destruir la reputación de cualquier ser humano, según las variables de la Teoría del Rumor: loco(a), borracho(a), ladrón(a), ignorante, pedófilo(a), homosexual y prostituta.
Son rumores, rumores…
Los anteriores sustantivos y unas tramas que, como las leyendas urbanas, poco o nada varían con los siglos, se han aplicado a muchas personas notables en la historia pequeña y grande de la Humanidad.
A Cayo Tiberio Graco, un sórdido y falso expediente de pedofilia acompaña el recuerdo de su existencia, más de dos milenios después de su muerte.
A Marta Skavronska –Catalina de Rusia- y Eva Duarte, cuyos supuestos pasados licenciosos fueron la comidilla cotidiana durante las gestiones de Pedro El Grande y Juan Domingo Perón, respectivamente; dudoso honor también compartido Teodora, esposa de Constantino. Con la imagen pública de Catalina se barrió literalmente el piso, y algunos escritores de la época atribuyeron el inicio de la caída del zarismo a sus excesos, antes y después de la muerte de Pedro. Sin embargo, a Victoria, la reina virgen de Inglaterra, no la tocaron ni con el pétalo de una rosa. Quizás porque no body can argue with success –contra el éxito no hay argumento que valga-.
Todos los virreyes y gobernadores coloniales de España, sin excepción y desde el mismísimo Descubridor, fueron acusados de corruptos.
Jaime Lusinchi, durante su campaña presidencial, fue comparado con un corcho, porque –según sus detractores- andaba pegado de la botella o tirado en el suelo; dependencia que también se le colgó a Isaías Medina Angarita.
Eleazar Sananes Echevarría –Rubito- tal vez el mejor torero que Venezuela haya parido, agarró fama de gay tras una exitosa faena en el Nuevo Circo de Caracas pues un asistente , celoso por su récord de conquistas femeninas, aseguró: Será todo lo que digan, ¡pero también es maricón! Y el diestro salió de la plaza no en hombros de la multitud, sino en las lenguas de los propagadores del rumor.
Lo más relevante de tales habladurías es que, pese lo repetitivo de sus argumentos, siguen teniendo un impacto devastador sobre las masas desinformadas, los mensajes a García crecen como las bolas de nieve de un alud y no hay forma de sacudírselas, pues todo lo que intente la víctima para limpiar su nombre sólo logra ratificar el infundio y hacerlo más perdurable.
La chismografía como oficio y beneficio
Pero si los rumores eran muy limitados socialmente tolerables antes de la televisión, la popularización de ésta les añadió un efecto expansivo y un nivel credibilidad que habría resultado inimaginable para un chismoso consuetudinario como Suetonio, a quien debería considerársele pionero de la llamada prensa del corazón, una bajeza de alto rating que conducen en España, entre otros, María Patiño. La materia que se trata en estos realty show es la cantidad y calidad de los coitos adúlteros de los ricos y famosos, y se pagan sumas astronómicas a los acusetas cara de poceta por las primicias.
Es el colmo que para satisfacer la sed de chismes actual se hayan inventado enfermedades y terapias que no existen, como la adicción al sexo –supuestamente de Tiger Woods-. Y que no exista un solo psicólogo, psiquiatra o sexólogo en el mundo que se levante y le recuerde a los medios que las únicas patologías reconocidas por la Medicina sobre híper-frecuencia en el ejercicio sexual son la satiriasis y la ninfomanía.
El ocaso de las encuestas
Otros formadores -¿deformadores?- de opinión que tampoco de la Nuez no menciona, pero que también llegaron a la cima en la época de oro de Peña y Rangel son los encuestadores, que elevaban las preferencias y las audiencias conforme a las solicitudes de sus clientes. Rubén Osorio Canales, Presidente del Canal 8 durante el gobierno de Luis Herrera, reclamaba entonces, con toda razón, que su emisora no tenía ni un punto de sintonía en Caricuao, siendo la única que cubría con repetidora esa populosa área caraqueña, la cual ni el 2 ni el 4 cubrían.
Todas las mentiras y medias verdades que se fueron conformando como certidumbres a través del tiempo, generaron un universo surrealista y mediático tomada como verdad objetiva no sólo por la mayoría de los espectadores de pocas luces, sino también por muy afamados mercadotécnicos, estadígrafos y politólogos, quienes se auto-convencieron de que: En una noche tan linda como ésta, cualquiera de nosotras pudiera ganar…
La ruptura infotecnológica
Hasta que vino la ruptura tecnológica, producida por Internet y sus sucesores, que le permitieron a mucha gente acceder, participar y crear sus propias redes sociales. Hasta que el cable y el satélite meteorizaron las opciones televisivas y le brindaron al espectador seleccionar su programación favorita, y verla a las horas que desee. Hasta que las comunicaciones se volvieron integradas, y para alcanzar la preferencia del participante hay que conocer sus in-sights y vincularse afectivamente con él.
Esta es la razón básica por las cual ha fracasado rotundamente el proyecto hegemónico mediático del Guasón.
Al participante, si lo pretenden encadenar, se va al cable; si le quitan el cable, ve un quemadito; si recogen los quemaditos, opta por los videojuegos; si prohíben los videojuegos, chatea por Internet. Con tal de no calarse las ladilla y la sarta de mentiras cotidianas, así funciona el proceso. Aunque el Guasón disponga de centenares televisoras y radioemisoras, la difusión de su talk-show no alcanza un 4% de rating en total y en mejor de los casos.
¿Qué todavía no lo cree? Móntese en una buseta cuando arranca la fanfarria desque antecede a las cadenas. Sin que le tiemble la mano, el chofer apaga la radio y pone un MP-3.
El cambio estratégico del régimen
Goebbels pasó de moda, el Guasón viene en declive y Héctor Navarro –un bicho tan maligno como Andrés Izarra, pero mucho más inteligente y culto-, se acogió al Plan B y continuar la ideologización del pueblo, frustrada por forfait, desde las aulas primarias, con un proyecto denominado guerrillas comunicacionales pero que va mucho más allá de los niños-espías, pues incluye reescribir la Historia Patria y enseñar Ciencias Sociales desde la óptica comunista. No para joder a los burgueses dueños de los medios, que ya están bien jodidos porque o callan o pierden sus concesiones, y hasta puede que vayan presos y mal recomendados.
La necesidad de reformatear al comunicador
Para lo cual es imperativa la revaloración del oficio del periodista y de la enseñanza del mismo. La revisión de los paradigmas y pensa con los cuales arrancaron las escuelas de Comunicación en Venezuela, y que ahora lanzan egresados como si fueran churros. El análisis del rol del mediador social del futuro –que ya es presente- y de la investigación social –que también lo es en EEUU y la Unión Europea, donde se usan modelos actitudinales y tridimensionales y no simples sondeos opináticos-. Con la mano en el corazón, identificar las carencias idiomáticas, culturales y tecnológicas de nuestros comunicadores, y enmendarlas desde las academias.
Hay la ventaja de que todavía sobreviven algunos arquitectos de los primeros tiempos universitarios, como Alexis Márquez Rodríguez y Antonio Pascuali, quienes llaman al pan, pan y al vino, vino, y no se pierden en digresiones para calificar los desafueros que comete el Guasón y sus acólitos.
Al fin y al cabo, lo que Sebastián de la Nuez señala como un espectáculo poco edificante, el que una presentadora se dirija al público comentando directamente la lectura de su twiter, lujo que ni siquiera se habría dado Renny Otolina, para quien los mensajes eran resultados de una elaborada producción, y donde cada show tenía que ser tan preciso como las medidas de los trajes que durante décadas confeccionara su progenitor en Valencia.
Porque esa insoportable superficialidad y frivolidad que hoy exhiben los medios no puede atribuirse enteramente a los periodistas, aunque sí debe exigírseles que se conciencien. La culpa no es del ciego, sino del que le da el garrote.
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