La Convención donde nunca se brindó con su
nombre
Por estos días el Guasón recordó, en
cadena nacional, lo pertinente que sería para la extensión de su mandato, a los
acontecimientos que de desencadenaron tras la fallida la Asamblea Constituyente
efectuada en Ocaña, Nueva Granada, entre el 9 de abril y el 10 de junio de
1828.
Dicho encuentro, denominado la Convención de Ocaña, dedicó sus sesiones
a reformar a la Constitución de Cúcuta, dada
la conflictividad existente entre los ciudadanos de la Gran Colombia.
La Convención se convirtió en una
confrontación entre las posturas irreconciliables de Simón Bolívar y Francisco
De Paula Santander.
Los proyectos planteados resultaron
incompatibles con la realidad sociopolítica y socioeconómica de la época; centralismo
y federalismo entre otros.
El 13 de junio de 1828, un movimiento
popular en Bogotá, promovido por el general Pedro Alcántara Herrán, intendente
y comandante general de Cundinamarca, proclamó a Bolívar dictador y destituyó a
los diputados de Bogotá a la Convención, desconociendo, en el mismo acto lo
aprobado por la Constituyente y encargando a Bolívar del mando supremo de la
nación.
El 27 de agosto de ese mismo año, Bolívar
promulgó la Ley Fundamental, asumió por medio del cual asumió la dictadura y deslegitimó
la Constitución.
El 11 de septiembre de 1828 Estanislao
Vergara, Canciller de la República, le comunicó a Santander su nombramiento como
Ministro Plenipotenciario de la Gran Colombia en EEUU, para compensar su
defenestración como Vicepresidente. Pero el general neogranadino prefirió
quedarse conspirando en suelo patrio, decisión que, a la larga, le brindaría
mejor provecho personal.
Interpretando la lógica de la locura
Para entender de qué manera e Guasón
identifica el calvario político que está viviendo con lo que le ocurrió al
Libertador en 1828, habría que poseer un doctorado en Psiquiatría o Psicología
Clínica, pues sólo especialistas de gran calibre pueden acercarse con
objetividad a el infra-espíritu de la psicopatía, llamada por los ñángaras
sociopatía, pues al cerebro no lo pervierten la genética y la impunidad sino el
capitalismo salvaje.
En fin, que la Misión Lástima que iniciara –con tanto éxito Nelson Bocaranda-, no
debió focalizarse en las células cancerosas del bajo vientre, sino en las
neuronas fritas del cerebro del Guasón; puesto que las primeras dañan sólo al
enfermo, mas las segundas a todos.
Las declaraciones de un zángano
Pues bien, razonando como una María
Antonia cualquiera, la que escribe con una escoba y barre con un Paper Mate,
uniría este corsi e ricorsi de la
Historia Patria con las declaraciones del sociólogo yanqui James Petras a Radio
Centenario de Montevideo el 27 de Agosto próximo pasado: El grave sabotaje contra la Refinería Amuay no es un simple incendio
aparatoso, sino todo un acto de terrorismo de los enemigos de Hugo Chávez de
Venezuela, para colapsar el proceso electoral y sacarlo del poder; lógicamente
esto no es un juego y está orquestado desde EEUU con los reaccionarios
venezolanos […]
Chávez debe tomar medidas enérgicas rápidas como la implantación del estado de emergencia
o de excepción o algo de la misma naturaleza si no quiere que se aborte la
Revolución Bolivariana bajo el pretexto y el libertinaje que a los enemigos
concede el proceso electoral; la disyuntiva es: o la Revolución o el Proceso
Electoral…
Dada la más reciente data de las
encuestas, no precisamente las del tarifado y desprestigiado Oscar Schemel,
sino las que el alto gobierno maneja, pero que ni de vaina comparte, las
palabras de Petras deben sonarles a gloria a las orejas del Guasón.
Ahora bien, ¿quién es y de dónde sale este
caballero? Wikipedia registra que nación Boston, el 17 de enero de 1937, conocido
por sus estudios sobre el imperialismo, la lucha de clases y los conflictos
latinoamericanos. Ha sido profesor de las universidades de (Nueva York),
Pensilvania, Saint Mary's (Halifax, Canadá).
Un zángano, perteneciente al mismo combo
de Danny Lebern Glover -desaparecido del
mapa, tras haberle cobrado al guasón US$ 18 millones por un filme sobre la
Robolución que nunca produjo- y Sean Penn –quien apareció en una de las
primeras caravanas del multicitado, pero que ya no va más para el baile, pues
lució más flaco y avejentado que Germán Sánchez Otero, ex Procónsul de Cuba en
Venezuela, tras haber sido sometido a un retiro espiritual organizado por Ramiro
Valdés en el Mar de la Felicidad, y haber volado de La Habana a Punto Fijo para
el show de Amuay-.
El zángano Petras fue puesto al servicio
del movimiento foro paulista por los asesores de imagen que el Guasón paga en
EEUU y la UE.
Petras no se denomina a sí mismo comunista, pues tal ideología está
prohibida en EEUU desde la cacería de
brujas iniciada por el senador Joseph McCarthy y el director general del
FBI John E. Hoover después de la II Guerra Mundial, y mantenida hasta el final
de la Guerra Fría.
Pero es indudable que su sesgada opinión
no resulta espontánea, como la definiría un encuestador, sino reactiva a esa
acción que en Francia se conoce como parlez la argent (habla la plata).
Aunque mi tocayo coriano me ruega no
embestir trapos rojos como éste –dicho más elegantemente, no caer en provocaciones-,
yo insisto en advertir a mis seguidores sobre la malicia del Guasón y sus
adláteres. Y en pedirle a los electores que estén moscas, pues su decisión es
irreversible, y debe ser cobrada a cualquier costo. En este caso, ni con todos los
Petras, aquí hay vuelta atrás.
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